Las 10 mejores series de terror de 2019

Hacemos un repaso de todo lo que ha dado de sí la televisión de terror
de 2019 en un resumen con las principales 10 aportaciones al terror en forma de
serie o miniserie. Contando nuevas temporadas y programas de nueva creación,
hemos incluido todo lo emitido durante el año, aunque en alguna ocasión no haya
terminado la temporada corriente. Desde Game of Thrones a Marianne, estas son
nuestras favoritas del año pasado.

Mientras que el cine de terror de 2019 fue rico en entregas
notables de todo tipo de muestras de subgéneros, no ha sido tan buen año para
la televisión de terror en cuanto a cantidad, pero desde luego sí en calidad.
En ocasiones, algunas de las series han dado episodios que están por encima de
muchos de los filmes estrenados en salas, y las que han dado en la diana están
entre lo mejor de los últimos años. Ha habido decepciones mayúsculas como la
segunda entrega de The Terror: Infamy, muertes creativas anunciadas como el ocaso
final (que no el cierre) de The Walking Dead, pero también han
llegado muchos regresos a la forma bienvenidos y recuperaciones de tono en
series de renombre. Netflix se ha llevado el gato al agua con varios de sus
estrenos y algunas series que no están catalogadas como terror nos han dado los
momentos más terroríficos del año. Estas son las diez elegidas.

10- Daybreak – season
1 (2019)

Una vibrante, gamberra e irreverente visión
post-apocalíptica de las dinámicas del instituto según las reglas del cine de
John Hughes y George Miller. En el fondo, es prácticamente un remake apócrifo de
la serie australiana de los 90 The Tribe pero con una especie de
zombis, llena de sangre e incluso, ocasionalmente un brutal body-horror casi
surrealista, como esas bocas abiertas hasta parecer caricaturas humanas. Es
como ver un capítulo de la serie de Ferrys Bueller en un universo que sigue las
reglas de Lord of The Flies y Mad Max. Es decir, villanos que
imitan a Humungus, niñas con lanzallamas, skaters con katanas, conciertos de
rock con versiones de Smashing Pumkins, en medio del
apocalipsis, nerds convertidos en asesinos, una narrativa rupturista, espíritu
atolondrado, gore y desvergüenza vitaminada. Pese a las críticas que la acusan
de estar guionizada por señores que quieren acercarse a los jóvenes, el diseño
de los personajes está muy bien escrito y alcanzan lugares emotivos dentro de
un tono despreocupado que convierte a Daybreak es un chapuzón de
terror-scifi súper cool y fresco, tan olvidable como disfrutable. Ahora que
está cancelada su final se revela como una coda bestial.

9- Creepshow – season 1
(2019)

La serie basada en la película Creepshow (1982) trata de
rescatar el espíritu de los ochenta más oscuros a base de retratar pequeñas
historias de terror en las que lo visual tiene un papel tan fundamental como la
propia trama. Sus cuentos adaptan a Stephen King o su hijo Joe Hill —una
curiosa cuadratura del círculo para el niño que leía los tebeos en la primera
adaptación—y a muchos otros autores, siempre con una clara voluntad retro, con
cortinillas de viñetas de cómic y la introducción de las historias por el creeper de las primeras cintas. La serie
divide sus episodios en dos historias como una expresión de la necesidad de
relocalizar el terror de cápsulas y voluntad artesanal anteponía el espíritu
festivo y los efectos especiales tradicionales a sus propios recursos, pero,
sin embargo, la serie de Nicotero deja ver muchas de sus carencias en su puesta
en escena, óptica y grano digital y localizaciones de interior, que si bien en
algunos episodios resuelve con dignidad reduce un poco el entusiasmo de sus
virtudes. Esto es, una galería de monstruos de látex y blandiblub, diseños
sacados de tebeos y animatronics alucinantes que rescatan el espíritu de la
serie “oficial” de Creepshow en los
ochenta, la imprescindible Tales from the Darkside (1983-
1988), en la que Romero y Tom Savini expandieron el concepto de la película a
serie regular. Lo que llama la atención es que Creepshow es la única de
su categoría con voluntad de hacer otro tipo de terror, algo que la convierte
en una rareza tremendamente disfrutable en sus mejores segmentos, pero como en
todas las antologías, algunas historias son mejores que otras.

8- The Guest – season 01
(2018)

Junto a la también muy interesante Priest (2019), esta The
Guest
es una muestra de la diversificación de las series coreanas hasta
tal punto que hay dos dedicadas exclusivamente al tema de las posesiones y
exorcismos. De las dos, The Guest es la más sólida y fresca,
pero sus virtudes se pueden encontrar también en el otro ejemplo. Esto es, una
concepción visual muy cinematográfica y una voluntad por entretener que la
acerca a la volatilidad de las páginas de los manga. Mucha acción, ritmo y
escenas intensas y de acción garantizadas en cada episodio. La mejor forma de
describirla es como si The Wailing (2016) tuviera una
continuación en forma televisiva, de forma que se juntan las tradiciones
chamanistas con la herencia de la religión católica, planteando una trama en la
que tres personajes representan diferentes miradas al tema de la posesión. El
demonio titular va pasando de huésped a huésped como en The Hidden (1987), pero
con la variación demonológica del mismo que hizo la película Fallen
(1998). Los puntos flacos del formato es la temporada sobrealargada a 18 capítulos,
que además son largos, y el uso de cierta pista musical hasta el exceso en
todos ellos, pero el conjunto lo compensa con un buen guion, una dinámica llena
de sucesos, terror y acción sin efectos digitales.

7- Chernobyl (2019)

Aunque pudiera parecer extraño incluir una serie histórica
sobre un desastre natural dentro de un listado de series de terror, lo cierto
es que Chernobyl pertenece de lleno a un subgénero que siempre ha
tenido conexión con el género, el de los horrores nucleares como advertencia a
los políticos, gobernantes y empresas. Hay una rica tradición que va desde Threads
(1984) a esta nueva serie de HBO en la que los efectos de la radiación se nos
muestran para alertarnos y, como todo buen relato clásico de terror, enseñarnos
una moral. Aquí, el desastre natural más grande de la historia se nos muestra
en profundidad, una vez han cicatrizado las heridas del impacto sociocultural y
humano que supuso. Por una parte, la miniserie explora la cadena de mentiras y
errores que llevaron a la hecatombe, pero por otra nos obliga a mirar las
consecuencias del desastre desde una perspectiva sobria y realista, pero con
recursos propios del cine de terror. Sin dulcificar las mutaciones en la carne,
planteando la explosión como una invasión extraterrestre y las tareas de los
equipos como auténticos viajes al fondo del abismo, como ese grupo que ve cómo
la radiación anula el funcionamiento de sus linternas. Para muchos, resulta una
pieza de gran televisión, que toma elementos del lenguaje del cine de ciencia
ficción, fantástico e incluso gótico y los incorpora a la documentación de un
desastre que arañaba la superficie de la Guerra Fría latente. Es una serie que
bien podría haber sido uno de los opresivos filmes televisivos de los 70 y
ochenta, que trataban de concienciar de los peligros de la era nuclear a base
de mostrar en crudo la fragilidad del ser humano.

6- What We Do in the
Shadows – season 1 (2019)

Antes de dirigir películas para Marvel y aspirar al Óscar con sátiras antifascistas, Taika Waititi nos trajo la mejor comedia de terror de la década,
haciéndonos partícipes de la escena vampírica en Nueva Zelanda, que sería el
germen de esta serie homónima y otro excelente spin-off sobre los policías del
film Wellington
Paranormal
(2018-). La nueva What We Do in the Shadows nos da
todo lo que esperábamos de su hilarante universo de vampiros y hombres lobo, empezado
de forma antológica con un episodio dirigido por el propio Waititi que recoge
todo lo bueno de la película, pero presentando a un grupo de nuevos vampiros
anacrónicos cuyos planes derivan en sublimes momentos de humor absurdo. La
genialidad de la serie llega incluso a superar a la película gracias a
personajes como Colin, el vampiro psíquico, y episodios tremendos como ‘Baron’s
Night Out’, con Doug Jones de The Shape of Water (2017) como
vampiro milenario, que es sencillamente brillante. Para redondear, WWDITS
logra lo imposible con un crossover definitivo con el mismísimo Blade
de Wesley Snipes. Un must de las comedias de terror televisivas.

5- Game of Thrones – The
Long Night (2019) 

La serie de adaptaciones de George R.R. Martin siempre ha
tenido un ojo puesto en el género del terror. No solo por su descarado uso de
la violencia, las torturas, el gore y la descripción ocultista y esotérica de
su magia negra, sino por el realismo con el que ha concebido la aparición de
monstruos como dragones y zombies. Pese a que ha decepcionado a muchos, la
última temporada es un espectacular compendio de fantasía épica de espada y
brujería salvaje y asimilada al género. Además de detalles como ese pueblo
asolado con asesinatos rituales de los primeros episodios, con signos hechos
con miembros humanos que podrían salir en un relato de Clive Barker, el tercer
episodio, con la épica batalla de Invernalia de 82 minutos, es el gran
largometraje de terror épico del año. El
planteamiento es un clímax de principio a fin, una gargantuesca batalla en la
más pura oscuridad que toma una opción de narrativa sin apenas diálogos, un
puro y duro survival horror de gran
cinemática visual sin pausa, llena de muertos vivientes, escenas de mutilación,
y hasta kaiju fantástico sin precedentes en televisión. Todo un hito
multigénero que acumula planos perfectos como la mirada de Melisandre con el
fuego de las piras en los ojos, ejércitos ardiendo por el fuego de los
dragones, o la visión de las formaciones a vista de pájaro, o la caída de
dragones como un grabado de Doré. Influencias
del cine zombie que van desde Land of the Dead (2005) de George
Romero, World War Z (2013) y sus zombies trepadores, y por supuesto, Army
of Darkness
(1992) y su ejército de esqueletos asaltando una fortaleza,
liderados por un nigromante. Terror en las catacumbas, llegada de los
caminantes como los fantasmas de The Fog (1980) de John Carpenter o
la escena de la biblioteca con el mismísimo Javier Botet, son momentos imprescindibles
para cualquier amante del horror.

4- Stranger Things 3 (2019)

Volver a Hawkins, Indiana, es cada vez un viaje más
peliagudo cuando fuera, en el planeta Instagram, los protagonistas de esa
pequeña pandilla que robó a muchos el corazón en 2016 son pequeñas estrellas de
rock que generan un feed abominable. Sin embargo, con la tercera temporada, la
serie fenómeno Netflix sabe sobreponerse a su carácter de artefacto nostálgico y
mediático para regresar a la forma perdida en su anterior temporada y ofrecer
un gran blockbuster de horror, nueva carne, monstruos, scifi y acción que
flexiona la rodilla ante el George Romero de Day of the Dead (1985),
David Cronenberg o John Carpenter y su The Thing (1982) tomando de aquí y
allá pero también buscando el elemento narrativo que hace funcionar el terror
moderno convertido en nuevo clásico. El argumento general es una variación del
clásico esquema de ultracuerpos en un pueblo, pero con referencias estéticas a The
Blob
(1988), que si bien ya era una presencia constante en la primera
temporada, aquí se materializa en el monstruo que reabsorbe la carne de los
humanos e incluso el emplazamiento del cine o el hospital. Además, este combo
de ocho episodios logran conectar en lo emocional con una tierna mirada al paso
a la madurez que, pese a caer en alguno de sus vicios adquiridos, destaca por
muchos momentos especialmente bien escritos. Además de buenos diálogos, la
estructura del libreto mantiene la tensión en todas sus vías abiertas y van
juntándose y volviéndose a separar de forma vibrante y siempre en alto. Un
ritmo que tiene mucho que ver con la voluntad de la temporada en convertirse en
un gran espectáculo de verano en ocho partes, consiguiendo un equilibrio entre
el humor, el terror, el drama y la acción pura y dura que convierten a Stranger
Things 3
en una aventura de vieja escuela infalible.  Pocas películas estrenadas en el cine en 2019
han recuperado con tanta la emoción, espontaneidad y la perspectiva de gran
cine fantástico de terror de antaño.

3- Castle Rock – season
2 (2019)

Tras una primera temporada algo tibia, Castle Rock se adentra a
fondo en el universo de Stephen King haciendo un crossover imposible entre Misery
y Salem’s
Lot
. Su arma infalible es contarnos los orígenes de Annie Wilkes, a la
que interpreta una enorme Lizzy Caplan, ubicándola a caballo entre el pueblo
del título y Jerusalem’s Lot, pero además con un mix de nigromancia, brujería y
cultos ancestrales que sustituyen a los vampiros para darle a la casa Marsten
el carácter de lugar maléfico que no se limita a criaturas sino a todo tipo de
horrores sobrenaturales. Para colmo, hay elementos de folk horror colonial, con
ecos al film Eyes of Fire (1983) o The Witch (2015) dándole un nuevo
carácter a Annie Wilkes de antiheroína psicópata contra las fuerzas del mal que
supone un borrón y cuenta nueva vibrante y adictivo como una novela del
escritor de Maine. En sus diez capítulos siempre pasan cosas, no racanea el
terror y dota al conjunto de una urgencia narrativa que corrige el ritmo
aletargado de la anterior, aportando personajes sólidos, tramas con acción y
peso y una atmósfera de peligro creciente y real. Un verdadero page-turner
visual de producción lóbrega a gran escala que lleva a un final impresionante
que hasta da más sentido a la anterior entrega y conecta de forma increíble con
el film de Wilkes. Como propina, es un lujo tener a un Tim Robbins flemático y
áspero que conecta con The Shawshank Redemption (1994),
además de puntos de unión con otros trabajos del escritor como  ‘The Body’, ‘The Sun Dog’, ‘Needful Things’ o
incluso ‘Pet Sematary’.

2- Evil – season 1
(2019)

Los creadores de The Good Wife (2009-2016), Michelle
King, Robert King, son un par de guionistas brillantes y en su primer acercamiento
al género, Braindead (2017), lograron una divertidísima sátira política
llena de gore, ultracuerpos y humor absurdo, cuyo mayor activo era la
imprevisibilidad. Aplicando esa lógica al terror sobrenatural con altas dosis
de escepticismo y ambigüedad, con Evil han conseguido una de las
mejores series de terror de los últimos años. Utilizando una estructura y fórmula
herederas de X-Files (1993-) y The Exorcist (2016-2017), los King
van navegando por las posibilidades del formato procedimental para saltar de los
casos de la semana a, sencillamente, contar una situación o consecuencia de
alguno de esos casos. Rompiendo con la tendencia actual a los arcos de
temporada, se deja llevar por los personajes y juega a explorar las posibilidades
de las opciones ambivalentes, provocando un tono que se mueve entre lo
científico, lo místico y el del humor negro que no se acaba de tomar en serio
lo que está contando. Sin embargo, aprovecha cada oportunidad para seguir
sembrando dudas y rebozarse en la iconografía del terror sobrenatural, ya sea
con monstruos—con unos efectos especiales prácticos alucinantes de cuando en
cuando— y visiones, como con la posibilidad de que realmente pueda pasar esto
en la vida real. Evil es el
equivalente al cine de Val Newton de las series de horror, solo que con un
toque de pimienta, humor y comentario político actual, lo cual es decir
bastante sobre ella. Elegante, muy bien escrita y sobre todo, adictiva.

1- Marianne (2019)

La sorpresa de terror del año vino de Francia con
vibraciones de un montón de películas de terror como Hereditary (2018), The
Witch
(2015), Misery (1990) o IT (2017-2019)— la fecha
coincidente con la segunda hace que veamos la escena de Mrs Kersh del libro de
Stephen King, prácticamente adaptada dos veces de dos maneras muy diferentes—, aterrorizando
(con razón) a los usuarios de Netflix. Solo su piloto da más miedo que
cualquier película de 2019, estableciendo su imaginario entre pesadillas,
libros que escriben la realidad, maldiciones y maleficios… básicamente como
una novela de Stephen King sobre brujas. Pero a pesar de jugar en el terreno de
los procesos de creación literaria, su fuerte son los momentos de terror,
basados en miedos atávicos básicos, desde lo subliminal al pavor a la oscuridad
o los espacios que no se ven. En verdad, toda Marianne es la obra de un
mismo autor, Samuel Bodin, quien trata de concentrar sus terrores favoritos
haciendo un recorrido por estilos que van desde The Fog (1980) o In
the Mouth of Madness
(1995) de John Carpenter, el susto de The
Exorcist III
(1990) o aventuras más recientes como The Visit (2015) o, por
supuesto, The Conjuring (2013), o incluso coincidiendo en la idea de la
literatura como creadora de realidades de Scary Stories To Tell in The Dark
(2019). Inspiraciones evidentes de muchas set
pieces
de Marianne, que, sin embargo, no son impedimento para que muestre
una personalidad propia reconocible. Cada capítulo empieza con una deliciosa
cita literaria con relación a la trama, pero el punto de partida parece una
actualización del trauma infantil y las pesadillas con El hombre de arena del
clásico del horror literario Der Sandmann (1817) de E.T.A. Hoffman.
La segunda mitad de no tiene el mismo nivel de terror que sus primeros
episodios, pero sí muy buenos sustos, su trama engancha y su concepción visual
del horror (bellísimos juegos de sombras, transiciones siempre creativas) sigue
siendo excelsa hasta el final. El clímax tiende a la fantasía pura y cierra
cabos con un repertorio gótico de imágenes líricas, planos abiertos
sensacionales y una coda satisfactoria con ciertos puntos de apertura que no
tendrán continuación. Marianne es la demostración de que
el terror francés es mucho más que el extremismo y deja ocho episodios
extraordinarios, llenos de detalles de puesta en escena y montaje y muchas
imágenes de horror memorables para el recuerdo, como esa bruja de ojos saltones
que parece una máscara japonesas de kabuki viviente.

Jorge Loser