Los fans del terror estamos siendo atropellados por decenas (literalmente) de nuevas series, adaptaciones de películas, variaciones apocalípticas y de invasiones zombies, demonios, posesiones. La televisión es el escondite perfecto para que la sangre y la violencia no choquen con los valores de producción. Y en un paradigma lleno de elecciones posibles, ¿Qué ofrece Ash Vs Evil Dead de nuevo? En su primera temporada conseguía unificar el espíritu canalla del personaje y la idiotez de su humor socarrón con la acción sin descanso, los gags sangrientos y el espíritu demoníaco de la saga, sin descuidar unos valores de producción llenos de exteriores y mimo.
La noticia de varias temporadas es, en principio, una buena nueva. Pero esa sensación de producto compacto y supervisado por Raimi, casi como una secuela de seis horas de la saga original se sacrifica inevitablemente con la sola idea de una duración indefinida. Por eso esta segunda temporada ofrece la misma cantidad de sangre y diversión, nuevos y fascinantes demonios (esos seres de la sombra de diseño brillante) buena atmósfera de horror sobrenatural cuando lo necesita y más one liners memorables del rey de la función.
Todo funciona, aunque se puede ir acusando cierta repetición de esquemas que podrían causar cierto desgaste en posteriores episodios. A nivel argumental, hay una casi necesaria mirada al pasado de Ash, explorando las consecuencias en su vida de las otras películas. El detalle de la canción Ashy Slashy, que le plantea como el asesino de sus amigos en una cabaña, es un brillante guiño a canciones tradicionales americanas sobre asesinos como Lizzie Borden. Y la descripción de su padre como un pedazo de White trash son momentos decentes aunque tampoco espectaculares que no prometen mucha chicha más allá de las chanzas y la mutilación.
El tono tonto, con diálogos recitados casi de forma paródica, como en una obra de instituto, forma parte del espíritu ganso requerido para que jamás aparezca el aburrimiento, y por lo que a mí respecta, si hubiera que quedarse con una serie de comedia de terror actual tendría que ser esta por ese motivo, pero ojo, hay detallitos de dirección más vulgares, y se puede concluir, a juzgar por el aspecto visual, que el presupuesto podría haber sido recortado, con lo que no es de esperar un más y mejor en esta nueva colección de episodios sino, más bien, una estabilización de sus puntos fuertes como elementos característicos de la misma. En otras palabras, cierta vulgarización.
Sigue siendo imprescindible para cualquier amante de la comedia y el terror y quizá el arco de esta temporada aún no está tan bien definido como en el comienzo de la anterior, pero el combo de estupidez, gore y horror sigue bien engrasado y, pese a alguna autoreferencia paródica no tan afortunada, podemos esperar, no una montaña rusa, pero sí una segunda temporada muy divertida.












