En el último episodio de la serie original, el detective Dale Cooper entraba en la logia negra e interactuaba con Laura Palmer, quien le aseguraba que se volverían a ver en veinticinco años. Ahora, la profecía se ha cumplido en una vuelta metafílmica curiosa, tras veintiséis años, Cooper y Palmer vuelven a encontrarse. Lo cierto es que tras ese episodio hubo oportunidad de verlos un año después en Twin Peaks: fuego camina conmigo, recomendada por el propio director como elemento conexivo con el regreso: «he comentado que es importante, pero incluso así, creo que alguien que ni siquiera haya visto la serie podrá seguir sin problemas», contaba a «New York Times». Probablemente haya una buena cantidad de espectadores casuales que se interesen por esa serie de la que todo el mundo habla, pero en Showtime son conscientes de la atención hacia una ficción que evolucionó, a base de surrealismo, los límites del formato televisivo.
No faltan voces críticas a la misma, especialmente tras la resolución del misterio principal, y entre los decepcionados, el mismo director, que opina que «se volvió muy tontorrona y estúpida en la segunda temporada. Era ridículo. Dejé de verla cuando se volvió tan mala». Pero aun así, regresó para dirigir el último episodio «quise ser yo quien la terminara», y efectivamente, reescribió el viaje de Cooper a la logia para acabar de forma anticlimática y trágica. Una receta de choque contra la deriva hacia la telenovela de la mitad de esa temporada que perdura como uno de los episodios más terroríficos de la historia del fantástico en televisión.
El sueño de millones de fans
El interés por retomar la serie siempre había estado presente, al menos por parte de su actor principal, Kyle MacLachlan, que pinchaba de vez en cuando al director en estos últimos veinte años. No fue hasta 2012 cuando Mark Frost y Lynch empezaron las conversaciones y no tardó en saltar dentro David Nevins, presidente de Showtime, en cuanto oyó que el director tenía interés en regresar. Dicho y hecho. Tras un periodo de negociación turbulento en el que la cosa llegó a cancelarse por un desacuerdo en el contrato y los royalties del director, se cerró un rodaje de dieciocho episodios, pero con un plan de producción diseñado «exactamente como una película para salas», describe el director. El rodaje fue de seguido, durante ocho meses y una semana de descanso entre cada episodio, para reflexionar sobre el material. Los actores solo recibieron guion de sus escenas y tenían prohibido comentar nada del mismo en entrevistas.
Han pasado once años desde Inland Empire y el director no había vuelto a dirigir, por lo que volver a Twin Peaks para él «es como regresar al lugar en donde creciste, recuerdas el camino incluso cuando las cosas han cambiado un poco. La gente que estuvo en la original conocía bien a sus personajes, amaban este universo y solo tuvieron que volver a montar la bicicleta y todo salió rodado». De los nuevos personajes no se sabe nada más que su reparto, con nombres como Michael Cera, Laura Dern, Tim Roth, Naomi Watts, Amanda Seyfried, Jennifer Jason Leigh, Monica Bellucci, Ashley Judd o Jim Belushi.
Lynch desatado
Los primeros episodios son una continuación en toda regla. El mimo por el misterio de Showtime, que se echa en falta en cine y televisión en plena era dorada del tráiler, se traduce en el secretismo total en su sinopsis, y hace que ni en sus primeros capítulos tengamos muy claro el tema principal «Será muy diferente esta vez, no es una investigación del tipo ¿Quién mató a Laura Palmer», explica el cocreador Mark Frost sobre el arco. Otra novedad importante de esta temporada es que no solo se enmarca en el pueblo de ficción Twin Peaks ni estará limitada al estado de Washington. «Hay diferentes hilos en distintas partes de los Estados Unidos. No saldremos fuera del país pero sí hay múltiples localizaciones dentro de EE.UU. David retrata la mentalidad del Medio Oeste norteamericano y ayuda a entender lo que significa cuando se dice el «hacer América grande otra vez» que usan los seguidores de Trump» explica Nevin.
«Todo lo que ha pasado desde el 11-S y la elección de Obama ha tenido un efecto, y esto se refleja en cualquier idea que aparece definida por el mundo y los tiempos en los que has metido a los personajes» aclara un Lynch no demasiado preocupado por el subtexto. La trama parece estar menos atada al pueblo, puesto que se revela como una expansión del universo de la serie sin límites espaciales ni de lógica. El «doppelgänger» de Cooper ha estado suelto durante estos años y la vuelta del Cooper real desde la logia negra hace que tenga que encontrarse a sí mismo y lidiar con las consecuencias de las acciones de su yo malvado en el tiempo que estuvo ausente, la presentación del primer doble es una escena que podría cuadrar perfectamente en Carretera Perdida. El resultado es cine Lynch en estado puro: oscuro, violento, fuera de ataduras y tendencias. Huye de la nostalgia y se limita a mostrar los acontecimientos. Mientras, una subtrama de asesinato recuerda al espíritu «procedural» de la primera temporada hay otras dos extrañas muertes en Nueva York, frente a una misteriosa caja de cristal, con una presencia intangible y espeluznante, hacen que esta nueva temporada abrace el fantástico y terror sin miedo, desde la huida de Cooper de la logia negra, una aventura surrealista y terrorífica en paisajes extraños, hasta llegar a esa obra maestra que es el episodio 8. Tampoco Lynch se ha cortado en mostrar el interior de la logia, desatando su lado más surrealista y críptico, sin mesura ni límites. El regreso de Twin Peaks nos permite ver a un autor en estado puro. Según sus propias palabras: «el cine no está viviendo su mejor momento ahora mismo, o al menos la clase de cine que me gustaría hacer o ver. El nuevo cine de autor es la televisión por cable».