La comunidad turística de Sand Lake, en el estado de Nueva York, vivió una ola de calor durante el mes de julio de 1908. Una chica con pelo pomposo y ojos azules de 20 años, llamada Hazel Irene Drew, recogía moras por una parte remota de la carretera de Taborton. Una zona arbolada, popular entre los cazadores, aficionados al camping y pescadores que buscaban cebo, pero no era uno de los lugares del pueblo más adecuados para ir solo por la noche. Aproximadamente a las 19.30 horas de ese 7 de julio se encontró con dos hombres: Frank Smith, un campesino adolescente con el que habría coincidido en un puñado de ocasiones, y Rudolph Gundrum, un borrachín vendedor ambulante de carbón. Después de saludarse, nadie más volvió a verla.
El 11 de julio, cuatro días después, el cuerpo sin vida e hinchado de la muchacha fue descubierto flotando boca abajo en las orillas del pantano de Teal. La causa de la muerte fue un golpe en la parte posterior de la cabeza con un arma contundente y desconocida que habría hundido su cráneo. El efecto del agua había distorsionado las facciones de Hazel de tal manera que no podía reconocerse más que por su ropa y los empastes de oro en sus dientes. Todas las evidencias apuntaban, claramente, a un asesinato. Aún hoy, el misterio de quién mató a Hazel y por qué permanece sin resolver. Y aunque el caso atrajo diariamente la cobertura de la prensa de costa a costa durante semanas, Hazel pasó al olvido durante mucho tiempo hasta que un joven Mark Frost pasó sus vacaciones en Taborton, Nueva York. Su abuela materna, Betty Calhoun, le contaba relatos del folclore local, incluyendo el misterioso asesinato de Hazel, que se solía contar como una vieja historia de fantasmas con moralina para asustar a los niños y advertirlos de no salir al bosque por la noche.
Frost heredaría algo del estilo de su abuela para contar cuentos, convirtiéndose en un popular novelista, guionista y autor de televisión. Pero la mayoría de su éxito se lo debe a la serie que se convirtió en un fenómeno en los noventa y aún sigue dando alegrías televisivas. El escritor creó junto a David Lynch el angustioso misterio de la muerte de Laura Palmer que todos conocemos. En los primeros contactos para desarrollar las primeras ideas estaban hablando de cuentos y anécdotas en una cafetería de Los Ángeles cuando se les ocurrió la imagen de un cuerpo sin vida de una joven en la solitaria orilla de un lago pequeño. Lynch tiene fijación artística para representar mujeres jóvenes y vulnerables, a menudo rubias, y Frost recordó a Hazel y su historia, cuando caminaba por la zona con lago similar al que veríamos en ‘Twin Peaks’. Tomó algunos detalles del caso real, como la noción de que el cuerpo se encontraba al borde del agua, el misterio aún no resuelto o los sospechosos de todo tipo de clases sociales e interculturales diferentes con las que interactuaba y que convivían en el pueblo.
En el caso real, la familia y los amigos de Hazel insistían bastante, al menos inicialmente, en que ella no tenía ningún interés amoroso importante. Sin embargo, los investigadores desenterraron numerosas pistas que sugerían citas y reuniones clandestinas. Se descubrieron docenas de postales y cartas entre Hazel y sus conocidos. Como Laura Palmer y el diario que descubría que no era lo que parecía a primera vista, la muchacha asesinada podía tener muchas relaciones diferentes a juzgar por el correo, con hombres mucho mayores que ella. También se descubrió que había abandonado el trabajo en la mañana antes de desaparecer sin dar una razón concreta a su jefe.
Como consecuencia de los distintos descubrimientos, nuevos sospechosos aparecían diariamente. Frank Smith estuvo bajo el ojo de la policía desde el principio, no solo porque le gustaba la chica muerta sino por su colección de declaraciones contradictorias a las autoridades. Le siguieron su tío William Taylor, un dentista casado que habría pretendido a Hazel, un conductor de tren, un millonario de Albany que dirigía un complejo cercano donde se decía que sucedían extraños acontecimientos con orgías secretas. Se dice que los vecinos habían oído gritos cerca del mismo en las horas del asesinato. Esto también tiene su resemblanza con el bar en el que se concentran comportamientos extraños y gentes de mal vivir en la serie, en dónde Laura pasa su última noche antes de morir. En general, la investigación fue apresurada y chapucera por distintos motivos. Desde la condición de clase baja de Hazel al poco interés en levantar aguas turbias en el pueblo.
Cualquiera que haya visto la serie puede reconocer las similitudes con el caso de Laura Palmer, desde el joven relacionado sentimentalmente (como Bobby) a la historia del rico empresario del pueblo que se refleja en Ben Horne y su burdel, One Eyed Jacks. También hay inspiración en el hotel, puesto que en 1908 esa zona de Nueva York era un territorio boyante, lleno de turistas y zonas hoteleras. Las historias sobre personas de la zona, de pura américa profunda, tuvieron un impacto en la manera de pensar de Frost que relacionó incluso también el lugar. Tanto Twin Peaks como Sand Lake están ligadas a los abundantes recursos naturales de la región: la industria maderera y los campos de caza aislados parecen estar extrañamente relacionados con Sand Lake a principios de 1900. Olmos, robles y arces del norte también forman bosques y hay montañas circundantes y un clima generalmente gris.
No faltaban las historias esotéricas y extrañas en el pueblo. Uno de los médicos solía cuidar a animales que estaban enfermos pero insistía en trabajar solo, por lo que se creía que practicaba las artes oscuras. También se reportaba que subiendo a la montaña Taborton se veían mujeres corriendo semidesnudas. También la superchería del pueblo hizo que semanas más tarde, un becerro atrapado en el barro y bramando por ayuda al anochecer fuera confundido con el espíritu de la chica perdida por un par de borrachos locales.
El asesino de Laura Palmer fue revelado a mitad de la segunda temporada de la serie, pero lamentablemente no pudo llegarse a resolver el de Hazel. La falta de evidencias hizo que se cerrara el caso. La ciencia forense apenas existía en aquellos momentos y el proceso de captura de huellas dactilares solo tenía tres años antes. Además, en aquellos días, tristemente, no había mucha simpatía por las víctimas femeninas. Tampoco ayudaba que la tía de Drew, Minnie Taylor, el último miembro de la familia que la vio viva, se negara a cooperar con la policía, insistiendo a los amigos de su sobrina que hicieran lo mismo. Un detalle tan sospechoso como la mayoría de misterios que rodean el caso del asesinato en Sand Lake.