10-Drakula Halála (1921)
Si pensabas que la primera aparición de Drácula en el cine fue Nosferatu de 1922 vas bien encaminado, pero no. La muerte de Drácula, una producción húngara de un año antes, se llevaría ese honor, pero es probable que ni tú ni yo la veamos ya que todas las copias se han perdido. Existe una novela basada en la película y algunas fotos que parecen indicar que la trama no tenía mucho que ver con el texto de Stoker. En los créditos aparece como coguionista el futuro director de Casablanca antes de cambiarse el nombre por Michael Curtiz.
9- Deafula (1975)
Si los fans de Chiquito de la Calzada tienen a Brácula y los afroamericanos a Blácula, los sordomudos tienen a “Sórdula”. En serio. Realmente, Deafula es la única película que existe rodada en signscope, o lo que es lo mismo, hablada en su totalidad en lenguaje de signos. La trama no tiene que ver con la novela y la película es una bizarrada en toda regla. Ciertamente un esfuerzo noble y encomiable por sus creadores, pero el mejunje sólo es apto para gourmets del celuloide más psicotrópico.
8- Zinda Laash (Drácula en Pakistán, 1967)
Perdida durante 30 años, la primera película de terror de Pakistán fue recuperada y restaurada para DVD en 2003. El Drácula de la Hammer es la principal inspiración de esta locura que convierte al conde en un científico loco en busca de la inmortalidad. Como en muchas películas de horror de Bollywood, la trama está interrumpida por actuaciones musicales muy divertidas, incluyendo una versión de “La Cucaracha”. Con todo, se hace un buen uso de la fotografía en blanco y negro y su ambientación gótica restaura el tono de terror que merece el relato.
7- El conde Drácula (1970)
El Drácula del temible Jess Franco. Aquí, el director no sólo está contenido, sino que consigue una particular atmósfera, fría y seca, cercana a la del cine mudo. Sin embargo, no hay mucho más que reseñar salvo, claro está, que está interpretada por el vampiro de la Hammer por excelencia: Cristopher Lee, caracterizado según la descripción del personaje en la novela. Destaca, años antes de interpretar al Conde en el Nosferatu de Herzog, Klaus Kinski como Renfield. Además, el supuesto making off, Cuadecuc vampir, es una epopeya metafílmica y surrealista. Una alucinante película en sí misma.
6- Hrabe Drakula (1971)
El Drácula de la televisión checa. No tendrás problema al verla si dominas el idioma o si hablas algo de ruso, ucraniano o polaco. En realidad la trama es muy fácil de seguir porque, aunque es un telefilm muy cortito, sigue convenientemente el manuscrito. Pese a que su presupuesto parece que rondó las 5 koruns, está llena de atmósfera y posee un interesante aspecto expresionista. Además, las vampiras son como espectros y tiene el precario honor de tener al único Drácula con barba y ushanka de toda la historia.
5- Drácula (1980)
Anime japonés basado en la serie de cómics La tumba de Drácula de Marvel y no en la obra original. En España se emitió en horario infantil en un programa de Teresa Rabal, por lo que no es de extrañar que ahora estemos hablando de “la generación perdida”. La trama viene a contar cómo Drácula le roba la novia a Satán, tiene un hijo con ella y este resulta ser un mesías celestial que quiere matarle. Satán, cabreado, le roba los poderes a Drácula, todo el mundo acaba en Transilvania en un clímax lleno de muertos vivientes. Muy loca.
4- Drácula en Estambul (1953)
¡El segundo Drácula calvo! ¡El primer Drácula que trepa por las paredes! Vale, no son grandes hitos, pero no está mal para la tercera adaptación de la historia tras Nosferatu y la de Universal. El film se ambienta en los cincuenta y el vampiro se muda a Estambul y no a Londres. Por lo demás, sigue la misma trama salvo detalles como el personaje de la virginal Mina, que aquí es una bailarina de cabaret, o que, a falta de agua bendita y cruces, los turcos se conforman con combatir vampiros con ajo.
3- Drácula (versión en Castellano, 1931)
La hermana gemela del Drácula de Bela Lugosi permaneció olvidada el resto de siglo hasta su recuperación en vídeo por la Universal en los 90. Se rodó por las noches con actores hispanos, en castellano, en los mismos escenarios que la de Tod Browning. Contaba la leyenda que era mucho mejor que la americana, pero una vez vista, la verdad es que quitando algún plano más dinámico y pasajes mejor resueltos, resulta involuntariamente cómica en muchos momentos. ¿La culpa? la sobreactuación cañí de algunos secundarios, que le dan un aire “Vente a Transilvania Pepe” demasiado presente.
2- Dracula: pages of a virgin diary (2002)
Muda y de estética preciosista, esta historia de Drácula se narra como una obra de ballet y está rodada como un experimento de neo-expresionismo alemán. Adelantándose unos años a Sin City, su fotografía en blanco y negro usa ocasionalmente el rojo (sangre, ojos, rosas) y otros colores. El film ganó el Festival de Sitges pero nunca se estrenó en España. Al tradicional subtexto erótico del género vampírico se añade el de la xenofobia (no es casualidad que aquí el conde tenga rasgos orientales). Una de las mejores obras de Guy Maddin, recóndito creador de estilizadas fábulas surrealistas.
1- Conde Drácula (1977)
Dios salve a la BBC. Con el presupuesto aproximado del peinado de Gary Oldman en el Drácula de Coppola se cascan la adaptación más fiel hasta la fecha de la novela de Bram Stoker. El buen hacer de los británicos en este tipo de miniseries televisivas se deja notar en las actuaciones y el talento de los guionistas, que suelen confiar en el poderío de los diálogos y narrativa de los textos originales. Injustamente criticado por su desaborida interpretación, Louis Jordan compone un Drácula nietzscheano como si fuera un moderno aristócrata satánico. A la altura de los mejores.