‘Blair Witch’ (2016) review

Blair Witch 2016 crítica

La segunda secuela de ‘El proyecto de la bruja de Blair’ es una poco inspirada reformulación de la primera película que ignora los avances y hallazgos del formato que han tenido lugar tras esta, para ofrecer una visión genérica del mismo, a todas luces decepcionante.

Cuando uno se plantea ver un nuevo found footage tiene en cuenta dos detalles. Por una parte la experiencia, el aquí y ahora que es inherente al recurso y que explotan más o menos, en algún momento, todas las propuestas existentes. Por otra parte, tenemos aquellas películas de metraje encontrado que aprovechan todo el potencial del guión para crear una historia de fondo, relatos y leyendas que enriquecen y dan sabor al insípido plato de ver una hora y media de película cuasi amateur, rodada con calidad usualmente paupérrima, sin planos bonitos, ni fotografía, ni valores de producción.

La mitología es esencial. Sin ella, la primera película se quedaría en un revoltijo de actores gritándose los unos a los otros en calidad de video pésima. Lo que da trasfondo y valor a sus imágenes es que son una pequeña parte de un todo muchísimo más grande. En un complemento a un cuerpo de trabajo que se retroalimenta con otros elementos multimedia. El buen found footage no es una manera de ahorrar presupuesto. Tampoco es una opción visual, a priori, preferible a una buena fotografía llena de densos tonos de color. Blair Witch se presentaba con la oportunidad de ir más allá del mero formato y explorar, o reutilizar los elementos de la historia con un nuevo interés.

El mayor problema es, en parte, también algo de su virtud. Es una carta de amor tan sentida a la experiencia del primer Proyecto de la bruja de Blair que se limita a imitar su estética tanto en imágenes como en sonidos para crear una textura general de vídeo maldito y estropeado que, como opción visual tiene su encanto, pero se aborda con un gran escollo: el diseño de los efectos de sonido es, literalmente, muy molesto. No hablamos de que la cámara móvil maree, es una cuestión de que a cada corte de montaje da tales saltos de sonido que sobresalta de continuo, logrando una sensación constante de incomodidad , hasta que cansa, claro. Y no solo eso. A los cuarenta minutos de película, cualquier intento de asustar a base de suspense o subidas de volumen ha perdido efectividad.

Cuando llega la mejor parte de la propuesta, su claustrofóbico clímax, los resortes no funcionan, el espectador está demasiado exhausto como para sentir inquietud. Además, Blair Witch no avanza en la mitología del mito, no explora nuevos terrenos, no aprovecha su posición privilegiada como fan film de lujo. En la papelera, quedan las ideas de Eduardo Sanchez y Dan Myrick para explorar los precedentes y avanzar en la dimensión lovecraftiana del mito. En su lugar, nos queda una aventura adolescente en primera persona que ni siquiera aprovecha su despliege técnico inicial.

El absurdo uso del dron, relegado a un vergonzoso McGuffin, es uno de los puntos más bajos de un espectáculo inverosímil, en el que, en ocasiones, parece que estemos asistiendo a la huida de un grupo de jóvenes de un bosque en plena tala, más que una película de terror. Sus mayores aciertos, como esa infección maléfica, son desaprovechados, se pierden en un juego de personajes creando farsas, el tópico recurso de Pedro y el lobo, y una motivación inicial que se va evaporando para dejar paso al tedio. En realidad, todo está planteado como un reboot-secuela que trata de dejar el mismo sabor de boca que la original, pero no logra ser mejor que una de las historias menos buenas de la saga V/H/S. Al menos, El libro de las Sombras: BW2 (Book of Shadows: Blair Witch 2, 2000) trataba de hacer algo diferente, resultando en una interpretación curiosa y sobrenatural del terror adolescente post scream. Demonios, incluso los mockumentaries para televisión que complementaban la original (Curse of Blair Witch, Burkkitsville 7 y Shadow of the Blair Witch) son mejores.