‘Under the Shadow’ (2016) review

Bajo la sombre (2016) crítica

‘Under The Shadow’ es una experiencia de terror interesante, aunque su ambientación no logre alejarla de los referentes del cine de fantasmas que maneja y su formato de drama social con capas se quede en un honesto intento de cine de género, cuyo resultado está más lejos que cerca de ser una obra realmente reseñable, más allá de su exotismo.

El cine de terror cargado políticamente es siempre necesario. El fantástico tiene una función de catarsis y exorcismo  colectivo imposible de replicar en otros alegatos más realistas de cine comprometido. El mensaje alegórico o la sátira son ingredientes deseables que siempre merecen aplauso, pero a veces, las buenas intenciones no son el único ingrediente necesario para crear una experiencia completa. El valor que puede tener el debut de Babak Anvari en el futuro del género en Irán es incalculable, pero, como tal, es una película más fácil de alabar por ello que por lo satisfactoria que resulta la experiencia de su visionado

Narges Rashidi interpreta a Shideh, una esposa y madre incluida en la lista negra de la facultad de medicina después de ser acusada de subversión contra el gobierno. Su esposo Iraj (Bobby Naderi) es reclutado por el ejército y enviado a la batalla, dejándola a solas con su hija Dorsa (Avin Manshadi). Poco después, un misil que falla al explotar es el desencadenante de sucesos extraños: la muerte misteriosa de un vecino y el comportamiento extraño de su hija Dorsa. Hay ambición en Under the Shadow. Mientras que muchas películas de terror intentan sacudir a la audiencia con sustos baratos, esta se esfuerza por fusionar preocupaciones sociales con elementos de horror tradicionales: una idea de demonios desconocidos como metáfora del dolor de la guerra y, sobre todo, de sus consecuencias para los ciudadanos.

Los Djinn son espíritus malignos que podrían equipararse en la cultura de Oriente Medio a los poltergeists de occidente. Shidah es inicialmente escéptica de esa idea, la actuación de Rashidi, estratificada y compleja, muestra a una mujer cuyo miedo a la guerra del exterior la hace rendirse gradualmente a los eventos paranormales que tienen lugar en su edificio. En ella recae el mayor peso dramático y es, sin duda, lo más reseñable de una obra que sufre de un poco de división de intenciones  al no llegar a encontrar la manera de crear una fusión de aspectos sociales y terroríficos dinámica más allá de lo que está sobre el papel, moviéndose de un lado a otro sin crear una consistencia fluida que la hubiera hecho realmente aterradora.

Quizá las comparaciones con la excepcional The Babadook (2014) han jugado en su contra, ya que, salvo la presencia de una madre, hijo y aspectos sobrenaturales, no tienen nada que ver. Sin embargo, resulta, globalmente, simétrica a la Dark Water (2002) de Hideo Nakata, en la que el sacrificio materno se hace leit motiv en una trama de madre e hija acosados por los espíritus tan similar, que el plano recurrente de la gotera en el techo como epicentro de la maldición, se replica en esta con una brecha causada por el impacto del misil.  Estos detalles hacen que no solo no resulte tan novedosa, sino que crea una inmediata sensación de deja vu.

El problema, principal, digámoslo ya, es que en sus escasos ochenta minutos dedica casi setenta a la exposición, interesante y prometedora, de un clímax de diez últimos minutos en los que se sacan todos los conejos de la chistera, emocionantes y efectivos, pero para entonces, es difícil no ser asaltado por la sensación de que han llegado demasiado tarde. Hay mucho que apreciar desde una perspectiva técnica, también se arriesga, está bien realizada y evita teatrillo de películas de baja estofa para tomarse el género en serio. Pero, precisamente por su gran potencial, decepciona su incapacidad para proporcionar un temor creciente, gradual. Su emplazamiento y fondo eclipsan, en  gran parte, a sus elementos de terror pero también maquillan sus principales defectos de cara a la galería.