

13- Pengabdi Setan (Satan’s Slaves, 2018)



Aunque la película que llegó a los cines no es la secuela de Predator (1987) de Shane Black que estaba rodada, los arreglos para rehacer el tercer acto no son, para nada, desastrosos. De hecho son bastante consecuentes con la obra de Black, y tienen una pequeña dosis de todo lo que hace que sus películas de acción tengan esa vocación de espectáculo de viernes noche, con su sello de gente colgando de sitios imposibles, malos que interrogan de forma violenta a los buenos para acabar recibiendo su merecido o una concepción única de la violencia—esa que precedió a Tarantino— y es utilizada aquí sin complejos ni reticencias. Olvida que es una secuela, The Predator es un tebeo de perdedores contra monstruos, es la secuela espiritual de The Monster Squad (1987) solo que en vez de Drácula, el hombre lobo y Frankenstein hay depredadores alienígenas, perros mutantes y uberpredators de tres metros que te descuajeringan de un revés. Los niños ahora son un comando de zumbados, graciosos, adorables y duros, comandados por el primer héroe de acción de la historia que se para en medio de la película para ir a cagar y mata brutalmente a un villano delante de su hijo autista y luego bromea con él sobre ello. En una época de blockbusters fotocopiados y nostalgia de Cannon films o las películas de monstruos de los 80, una película con la sensibilidad de Fred Dekker para el cine de criaturas en una noche interminable y autenticidad en cada fotograma de quienes creen que la serie B no es una etiqueta peyorativa, sino un polvo sin condón no tiene precio. Imagina que Los mercenarios de Stallone lucharan contra extraterrestres asesinos y además, con buenos diálogos.










ANEXO: 11 obras de terror destacadas en 2018.
Apostle (2018)
Una mezcla de cine de aventura con tropos del folk horror británico clásico. Heredera de las texturas ásperas importadas de a casa paralela a Hammer pictures, la Tigon, con rescates del cine de brujería abocado a la tortura y la descripción de un universo equivalente al western americano pero en los páramos británicos, llenos de puritanos y hechicería pagana, como si formaran un propio subgénero junto a Mark of the Witch (1970), Witchfinder General (1968) o The Wicker Man (1973). Quizá de todas ellas, la que más resemblanza encuentre con esta Apostle es Cry of the Banshee (1970), en la que se combinaban los elementos de inquisición y tortura sucios de los setenta con el terror sobrenatural de cultos que no cesa de generar ficciones en esta segunda mitad de los 2010. Todos esos elementos están salpimentados con violencia, fugas lovecraftianas y exabruptos casi de caricatura (esa actuación histriónica de Dan Stevens) que sustituyen lo enigmático por el exceso para bien y para mal.
Slender Man (2018)
Una incomprendida y modesta cinta de terror teen rica en atmósfera, que plantea un tenebroso viaje dentro de una pesadilla de obsesión adolescente, con un turbio diálogo con los sucesos reales. Pese a las críticas terribles y la ola negativa hacia ella, Slender Man no es la película sobre el creepypasta que el público le exige ser, sino un oscurísimo relato sobre decadencia plagado de visiones oníricas, imaginería macabra y atmósfera de pesadilla que se eleva sobre productos de su categoría revelándose como una notable y elegante película de terror juvenil, con ecos oníricos y guiños a joyas como Jacob’s Ladder (1990) y no la enésima reinterpretación de Scream (1996) o Final Destiny (2000).
Les Affamés (2018)
Demuestra que un drama zombie puede ser lírico, romeriano, verdaderamente espeluznante y tan gore como el género requiere. Su limitación de presupuesto y la mirada intimista engañan. Su estructura de road movie dilata la sensación de aventura en el tiempo, consolidando su universo a través de su geografía dinámica y, además, tiene un sentido del humor muy particular, y su descripción del zombie es desgarradora y horripilante.
La rage du Démon (2016)
Los fans de Cigarrette Burns (2006) de John Carpenter tienen una cita con este maravilloso mockumentary cuyo mayor problema es que es fácil verle el truco desde el primer momento. Sin embargo, parece que los directores son conscientes y plantean el viaje en busca de un filme perdido de Meliés que, al estilo de La Fin Absolue Du Monde, vuelve loco a quien lo ve, como una exploración de la obra y vida del autor, de las relaciones con el ocultismo de su círculo y del cine en sus inicios.
Pyewacket (2018)
La versión gótica-ocultista-metal de Ladybird (2017) tiene que ver con brujería, adolescencias no convencionales y enfermedad mental. Pywacket es un drama que va construyendo una atmósfera de escalofrío que invade pacientemente una historia de madre e hija que trata más del trauma emocional que de las amenazas sobrenaturales.
Todd and the Book of Pure Evil: The End of the End (2018)
Un filme animado que sirve como tercera temporada de la mítica serie, que, esta vez, recupera el tono gamberro, incorrecto y gore de aquella en forma de dibujo animado matinal de los ochenta, como una auténtica perversión de Scooby-Doo. Una pequeña joya de animación underground que en los 90 habría arrasado.
La casa del reloj en la pared (2018)
El paso de Eli Roth del cine de terror de cobertizo al blockbuster fantástico para todos los públicos se salda con una más que simpática aventura terrorífica que combina el encanto de los filmes mágicos de Disney de acción real de los 70-80 con el espíritu de R.L. Stine y la familia Addams que, además, no deja pasar la oportunidad de hacer un estimable ABC del terror para niños—con momentos escalofriantes como el demonio de la guerra, los maniquíes vivientes o ese Jack Black bebé— que mereció su Nº 1 en taquilla.
Rampage (2018)
Una eficaz reinterpretación del cine de catástrofes vía kaiju, netamente americano y tremendamente entretenido. Monstruos que asustan, escala pantagruélica y acción siempre arriba para un producto de gama Dwayne Johnson que sale airoso cediendo el protagonismo a un gran gorila. Probablemente no haya otra adaptación de un videojuego mejor y se eleva como una corrección ligera de las aparatosas recuperaciones de King Kong y Godzilla en su versión americana.
Tumbadd (2018)
Una fascinante fábula oscura en tres generaciones sobre el poder de la avaricia basada en en folklore hindú, narrada con brío y compromiso con los ribetes más sórdidos de su ambientación. Hay toques de horror que podrían ilustrar un relato de Clive Barker.
Mon mon mon monsters (2017)
Una perla de terror taiwanés que se mueve entre la comedia adolescente y el drama social—dando vueltas sobre el tema del Bullying— con un par de monstruos sanguinarios que recogen la dimensión trágica clásica de las criaturas pero que tornan la película en una extraña fábula cada vez más oscura y horrible, con momentos de gore grotesco.
The cleanse (2017)
Una poco publicitada comedia negra de horror que utiliza su premisa poco convencional heredera de Gremlins (1984), el primer Cronenberg o Brain Damage (1988) como el marco para una excursión misteriosa y sólidamente actuada con un sorprendente impacto emocional.










