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Las 15 mejores películas de terror de 2019

Como cada año, el ocaso de la temporada invita a hacer una reflexión sobre las ofertas más relevantes del género durante sus 12 meses. Seleccionamos nuestras quince
películas favoritas estrenadas comercialmente durante el año 2019 y comentamos por qué creemos que deben de ser destacadas.

Llevamos unos cuantos años en el que todos los años son “el año del terror” y, pese a que el nivel de ingresos para el género en 2019 no ha sido tan espectacular como 2017, tiene una representación mucho más variada en cuanto a propuestas. Desde las franquicias más populares de Warner como IT Chapter 2 o Doctor Sleep a otro nuevo triunfo de Ari Aster, se deja ver un
repunte en opciones de terrores más sencillos como Crawl o Haunt, que vuelven a lo básico con una realización que hace quince años no se podía soñar para el género. De nuevo, el mercado vod permite una diversificación del terror muy saludable, con unos resultados tan potentes descartar los elegidos sigue siendo muy difícil. Por ello acompañamos de una selección de menciones especiales que es imposible no destacar. Como siempre, vaya por delante que esta lista es subjetiva, maleable y no pretende sentar cátedra. Empecemos.

15- Annabelle Comes Home (2019)

Annabelle Comes Home es un cierre divertido, oscuro, siniestro y lleno de imaginería heredera del terror clásico de la trilogía de spin offs del universo Warren. El debut de Gary Dauberman como director puede considerarse como la hermana pequeña y sin niños muertos de IT Chapter 2. Pese a que tiene ciertos remilgos en sus compases iniciales, el planteamiento general es más potente que el de un film adolescente al uso. En su catálogo de apariciones hay grandes momentos como la novia, la sala oscura del Caronte, el juego de mesa con almas condenadas o la maravillosa escena del exorcismo en diferido. Se mira más en el terror con niñeras, como The Gate (1987), que en las de los Warren, con estética de gótico italiano clásico, y momentos de humor sorprendentemente graciosos como la escena del pizzero. El cierre de la saga Annabelle es una divertida, honesta y muy sólida conclusión a una trilogía que representa lo mismo que las ensaladas
de monstruos de la Universal: un fin de ciclo de un tipo de películas de terror que urge ir saneando con ideas nuevas.

14- Little Monsters (2019)

Si el cine zombie parecía no dar para más, la proliferación de comedias como esta o Zombieland 2: Double Tap (2019)  —bastante inferior a esta pese a los millones— certifican que Romero está bastante aferrado a la cultura popular y que su creación sigue siendo el formato perfecto para combinar el humor y el terror. Más que la clásica revisión de Shaun of the Dead (2004) —aunque su protagonista sigue el itinerario de aquel personaje al dedillo— Little Monsters se postula como el primer musical —si obviamos Anna and the Apocalypse, que acababa siendo deprimente— “feel good zombie movie” de la historia. Las canciones vienen básicamente de una profesora cantando a sus alumnos con un ukelele, pero el espíritu es el de una Marry Poppins tan subversiva como adorable (los niños funcionan y son un aspecto original en el género). Funciona su humor irreverente, su salvaje splatterstick y su candidatura a ser el encantador remake de La vita è bella (1997) en clave romeriana. Probablemente la obra sería mucho más olvidable si no fuera una vehículo para que Lupita Nyong’o se reivindique como una actriz de otro mundo.

13- Bliss (2019)

La carrera de Joe Begos es, para un sector del público y
crítica de festivales, una bienvenida recuperación del espíritu de videoclub y
el cine de terror underground y con Bliss, por primera vez, puede
apreciarse una voz verdaderamente personal en su afán por recuperar el celuloide
punk de los años ochenta. Begos se mueve con una voluntad indie más natural, en
la que los protagonistas hablan y discuten sin que parezca una recreación
mímica de nada más que sus propios dilemas. Así, entramos en la historia de una
artista con problemas económicos que empieza a sufrir una transformación
vampírica que no sabemos si es producto de su imaginación o el efecto de las
drogas. El resultado son 70 minutos de performance exploitation, llena de
neones, explosiones multicolor y el vampirismo tratado como una conexión de
resacas más afín a la licantropía. Caminando por una línea entre Color
Me Blood Red
(1965) y las películas introspectivas sobre vampiros, de Habit
(1995) a The Hunger (1983), Begos le inyecta una dosis de heavy rock,
neon y psicodelia que hace que pensemos en Mandy (2018), aunque sus intenciones
están más cerca de las pesadillas urbanas sobre la adicción de Frank
Henenlooter y los exabruptos punk de Street Trash (1987).

12- Scary Stories to Tell in the Dark (2019)

La adaptación de los relatos contenidos en la de libritos Scary
Stories to Tell in the Dark
juega con la calificación PG-13 para
ofrecer una oscura versión del cine de terror juvenil, hasta cierto punto fiel
a su aspecto tenebroso y resoluciones siniestras, pero también quiere ser una
versión gótica de las pandillas tipo Stranger Things y en el camino hay
detalles perdidos en la translación. André Øvredal ha recogido en su estupenda
película de terror clásico referencias desde Salem’s Lot (1979), Kenny
& Company
(1976) de Don Coscarelli o la pandilla de The
Halloween Tree
(1993) de Ray Bradbury. La ambientación en los 60 es
impecable y los engranajes de ese tipo de película de los ochenta y noventa,
tan funcionales como aquellas de su etapa, tanto que en ocasiones pueden
recordar a las adaptaciones para televisión de R.L. Stine o a episodios de Are
You Afraid of the Dark?
(1991-2000). La mano de Guillermo Del Toro permite
que el producto tenga suficiente entidad, consistencia visual y  escala sorprendente, una concepción gótica y
creepy canónica y plenamente entregada a su coartada fantástica sin excusas,
ofreciendo una colección de criaturas memorable, pero le falta un final acorde
a la calidad de sus set pieces y algo
de ambición y urgencia para llegar a ser el clásico indispensable para ver esa
noche que pedía a gritos ser.

11- Haunt (2019)

Los guionistas de A Quiet Place (2018), Scott Beck y
Bryan Woods, escriben y dirigen esta producción de Eli Roth más cerca de los
films como director del autor de Hostel (2005) que del filme de John
Krasinski, una propuesta de terror que podría ubicarse en la filosofía de la
crueldad de la década pasada pero resulta un notable slasher deudor de The
Funhouse
(1981) Tobe Hooper que no debe pasar desapercibido. Sigue más
al horror clásico de los 70 que otras tendencias actuales mientras se reboza
completamente en los tropos de la fiesta de Halloween y su iconografía, con su
lugar remoto con viejo caserón de feria con atracciones macabras, llevada por
personas con máscaras siniestras. La dirección está un punto por encima de lo
habitual y todos los elementos de la producción se mueven en la misma
dirección, y un nudo que enfatiza los elementos survival, con un catálogo
despiadado de muertes violentas de body count generoso y estupendos efectos
gore que la convierten, fácilmente, en el mejor slasher del año.

10- The House that Jack Built (2018)

La divina comedia sociópata de Lars von Trier es una nueva
bomba en forma de comedia negra trufada de incómodas imágenes de violencia en
la que equipara su oficio de cineasta con el de asesino en serie. Un manifiesto
tarado en forma de psycho thriller en el que mantiene un pulso con la
tolerancia del espectador ante las escenas más duras que se hayan hecho en el
subgénero. Desde infanticidios a capillas de cuerpos, taxidermia mamaria e
insertos didácticos, una broma pesada con una reflexión que va en serio y sirve
para exonerar sus pecados de artista despiadado. Su tramo final es puro
fantástico y horror surrealista representando una visión del infierno de Dante
reservada para el villano-protagonista que parece emular la aventura en el
Hades de Zé Do Caixao en Esta Noite Encarnarei No Teu Cadáver (1967).
Todo un viaje épico que puede ser clasificada como comedia macabra, perversa en
ocasiones, grotesca y pringosa en otras. Fascinante y deleznable, hará que
busques la penitencia y la redención puede que hasta debas darte una ducha tras
disfrutar viéndola.

9- US (2019)

Una revisión por todo lo alto del cine de doppelgängers
llevado al terreno del fantástico americano tradicional heredero de The
Twiligh Zone
. En su siguiente película tras Get Out (2017), Jordan
Peele se aferra al relato moral sobre pecados que vuelven como castigo divino,
natural o simplemente figurado de George Romero en Night of the Living Dead (1968),
para crear un reflejo de nuestra culpa colectiva y lo materializa de una forma
aún más explícita. Con mimbres que van desde el home invasion a Seconds (1968), Us
afronta temas de represión personal, la dualidad del yo, la pérdida de la
identidad y los enlaza con una visión universal que va desde la diferencia de
clases y la sociedad olvidada de la América sin recursos, los oprimidos frente
a los opresores, todo recogido en una mitología completa, visualizada con
trajes rojos, tijeras y conejos. Mención especial para el doble papel de Lupita
Nyong’o que este año se convierte en nueva musa del terror gracias a su escalofriante
doble. En Us el monstruo somos,
valga la redundancia, nosotros, o al menos un reflejo en forma de dobles
oscuros. Su vida se dilatará en el tiempo gracias a sus detalles, invitando
volverla a ver, discutirla y reconsiderarla.

8- It Comes (2018)

Estrenada en Sitges 2019, ya apareció en bastantes países
durante el 2019. Este J-Horror regresa al kaidan de una forma impredecible y
sorprendente, Tetsuya Nakashima plantea su argumento como un recorrido épico a
través de unos personajes embrujados y va entrando en sitios desconocidos con
una estructura fluida que pone de manifiesto que nos encontramos ante una obra
del director de Confessions (2010). La vuelta a lo sobrenatural no toma forma
de mujer de pelo negro sino que hace una lectura del estado del género tras Insidious
(2010) y sus demonios parásitos y lo lleva a terrenos sintoístas que no
desentonan con el cine de magia negra y chamanes de los Shaw Bros. Algo así
como lo que hizo The Wailing (2017), pero con lógica de manga y estética de
Argento o Bava, con alguna recuperación de ideas infernales de Jigoku
(1960). It Comes tiene los mimbres de un slasher sobrenatural, y se
plantea como una película de terror clásica pero bastante diferente en su forma
de contar el relato, siempre impredecible, con un clímax final apoteósico, de
antología, que convierte en una guerra lo que estamos acostumbrados a ver en un
dormitorio y que pone la guinda a un impredecible y chalado relato de miedo a
la paternidad.

7- Border (2018)

Heredera de las grandes películas de monstruos trágicos con
ecos de Browning a Cronenberg dentro de la matriz del folklore nórdico, Border
está narrada de forma insólita y su mirada a lo diferente consigue ser
ambivalente y hermosa, sórdida y delicada, un emocionante viaje al
autodescubrimiento que desafía convenciones y clasificaciones. Una preciosa oda
a lo diferente que conecta con los clásicos del género que se ocupaban más de
desmenuzar el carácter trágico del monstruo como ser ambivalente, empatizando
con su drama y mostrando el horror que crean de forma ambigua, el arquetipo
original de filmes como Frankenstein (1931) es transferido
aquí a las formas del drama intimista para conformar todo un viaje,
inclasificable, sobrecogedor, bello, repugnante, extraño, tierno, sorprendente,
rico y transgresor. Una cinta de fantástico heredera de los clásicos del género
pero subvirtiendo las expectativas, postulándose como una experiencia única.

6- Hellboy (2019)

Pese a su polémico estreno en España, en su versión sin
censura, Hellboy es un estreno
demencial y kamikaze en el panorama del blockbuster
actual, no solo certifica que hay vida más allá de los universos compartidos, y
que las grandes set pieces no están
reñidas con lo salvaje sino que incluso un típico clímax con ciudad destrozada
puede tener nuevos matices de caos y matanza salida del infierno con criaturas
cenobíticas y neocárnicas. Un cómic oscuro que rinde pleitesía a su origen de
papel al mismo tiempo que construye su propio tono, como si fuera una película
de superhéroes dirigida por Conan, el bárbaro. Neil Marshall parece haber
cuajado un proyecto soñado, con seres monstruosos, despensas con cadáveres de
niños, sangre, criaturas, ectoplasma con formas grotescas, más sangre, mitos,
leyendas artúricas, tiros, gente destripada, seres infernales, guiños y
homenajes ofrecidos con la honestidad de quien ama el fantástico y el horror,
en una especie de matrioska de antología de escenas que conforman un repaso por
distintos ángulos del cine de terror, desde el folk horror de brujas a los
filmes del santo. No nos cansaremos de reivindicarla.

5- Midsommar (2019)

Puede que la nueva película de Ari Aster esté por debajo de Hereditary
(2018), que fue nuestro número uno del año pasado, en cuanto a que se centra,
expande y recicla alguno de los hallazgos de aquella —sin su medido juego de
expectativas, sorpresas y enigmas—, pero funciona como un complemento luminoso
de aquella, que representaba al lado gótico, oscuro y fantástico del género. En
esta también vemos pesadillas, momentos lisérgicos y oníricos, pero está más
centrada en horrores terrenales funcionando como un complemento y otra cara de
la moneda en forma de cuento de hadas adulto, oscuro y moderno, que convierte
el proceso de una ruptura sentimental en un auténtico ritual iconoclasta,
degenerado y mordaz. Con la base de The Wicker Man (1973), The Texas Chainsaw Massacre (1974) y
algunas muestras de cine fantasía soviética, Midsommar es un festín
para los sentidos y un ejercicio en terror de texturas y humor macabro que
demuestra que la voz de Aster es única y su talento un valor seguro que depara
muchas sorpresas en su carrera.

4- Crawl (2019)

En algún momento de este año, antes de que llegara The
irishman
(2019), el regreso de Alexandre Aja a terror físico fue
elegida por Quentin Tarantino como su favorita de este año. Y es que aunque
parezca una película sencilla, esta producción de Sam Raimi es el ejemplo de
que una buena idea, con una chica y su padre encerrados en una casa con caimanes
en medio de un huracán, bien desarrollada, puede sacar lo mejor del género sin
coartadas ni más ornamentos de los necesarios. Aja consigue ajustar en todo
momento a sus propias reglas, logrando un tono mucho más sólido que navega
entre el terror de vieja escuela con vestigios del extremismo francés y las
soluciones espectaculares de Hollywood sin abusar de cgi. Dejando gran parte
del trabajo en la siempre cautivadora Kaya Scodelario que convierte a una
nadadora exigente consigo misma en una heroína survival memorable. Como un menú
del día del bar del barrio cocinado por un chef con estrella michelín, Crawl
es una película de cocodrilos concisa, eficiente, espectacular y sangrienta. El
ejemplo perfecto de cine de horror veraniego que no busca ser más de lo que es,
sino que da lo mejor de sí misma a cada minuto, ofreciendo la mejor versión de
una cinta de estas características, que no es poco en una época en la que hay
algo de saturación de terrores de autor o cargados de mensaje. A veces hace
falta saber que aún se pueden hacer películas tan químicamente puras como
esta.

3- IT Chapter 2 (2019)

Es injusto juzgar las dos mitades de esta adaptación de
Stephen King porque ambas forman un todo que no debería escindirse. Con todo,
esta mitad es un complemento desmesurado, frenético, repetitivo y alucinante de
la primera película. Una matrioska grandilocuente en donde caben varias
películas en una. Por una parte una adaptación airosa de la novela de, por otra
una secuela inédita de A Nightmare on Elm Street (1984) en
la que los protagonistas realmente nos importan, un cocido desaliñado e
inabarcable lleno de metáforas sorpresas, y problemas que se compensan con un
festín para el adicto al cine de terror. A veces parece que tiene que ver con
películas italianas de los ochenta como Paura nella città dei morti viventi
(1980), en donde todo un pueblo embrujado es el escenario de escenas de horror
inconexas llenas de homenajes a The Thing (1982), o Hiruko
the goblin
(1991), según se mire, el horror cósmico de lovecraft como
una odisea emocional hacia un clímax en el inframundo gótico del Ercole
al centro della terra
(1961) de Mario Bava, la aventura fantástica de
Spielberg y el reflejo especular de momentos de la primera película como estudio
de la realidad del adulto, la superación de los traumas, y el tema más
importante de la novela: el poder de la imaginación de la infancia y la amistad
como energía para el resto la vida. Cuando los grandes estudios dejen de
apostar por películas como esta, se entenderá el regalo que supuso para los
amantes del género.

2-Daniel Isn’t Real

Tras la curiosa Some Kind of Hate (2013), Adam Egypt
Mortimer sorprende con una adaptación de la novela In This Way I Was Saved
(2009) que coguioniza el autor de la misma. Utilizando la idea del amigo
imaginario, Daniel Isn’t Real se
postula como una revisión en toda regla del clásico silente Der
student von Prag
(1926) y el mito de Jekyll & Hyde para desarrollar
una escalofriante plasmación de la esquizofrenia, que consigue posicionar al
espectador en la angustia vivida por alguien que realmente siente un
desdoblamiento. Partiendo de un supuesto troncal del cine de terror (el superyo
faustiano, descensos a la locura, el doppelgänger) reinventa de formas
creativas lo que vimos en Fight Club (1999), empapado por la
libertad creativa de los espacios mentales representados como universos propios
como en Legion (2016-2019) a modo de realidades sacadas del imaginario
de Clive Barker o la pintura de Francis Bacon y el Bosco. Mención especial para
los tres actores principales, Sasha Lane, Miles Robbins hijo de Tim —en un
guiño directo a Jacob’s Ladder
(1990), que también se deja notar— y sobre todo Patrick Schwarzenegger,
perfecto como reverso oscuro de la personalidad del personaje principal.
Creativa, inteligente, divertida y deprimente, un gran tanto de Spectrevision marcando
el paso del futuro del género.

1-Doctor Sleep

Mike Flanagan coge la patata caliente de la secuela de The Shining (1980) entregándose al
material de partida y elevándolo de manera inaudita, haciendo de ella una de
las más hermosas y melancólicas adaptaciones de Stephen King; planteada como
una ejemplar aventura psíquica de horror, que solo recurre al film de Kubrick
como reverencia algo envenenada, puesto que se acaba revelando como un
ejercicio poético de reparación a la obra original dentro de la carcasa de un
film fantástico inmaculado. Con más en común con el Shyamalan de The
Sixth Sense
(1999) que con el film de Kubrick, y sirve de prueba
fehaciente que los límites del cine de terror van mucho más lejos que el cine
de sustos y nos recuerda que aún hay muchas historias complejas, profundamente
melancólicas y luminosas, que tan solo pueden explicarse a través de los tonos
tenebrosos y funerarios, los demonios internos y externos, los lugares macabros
y los monstruos. No solo es la mejor película de terror del año, sino una suma
de las virtudes del director y el autor de la novela original.

Menciones de Honor.


Como cada año, la cifra de 15 películas se queda corta para incluir
todas las que nos han parecido reseñables o disfrutables, y en retrospectiva
numérica 2019 ha dejado una gran cantidad de filmes que, si bien no pasan el
corte puede ser porque que ya haya demasiados de su subgénero en la lista. Por
ello pasamos a comentar pequeñas joyas como:Saint Bernard (2017), una absoluta locura que se propone ser El proceso de Kafka en clave escatológica,
con ecos de Tideland (2005), y efectos a lo Jan Švankmajer.

In Fabric (2018), una comedia negra de horror surreal, imágenes
de brujería a la mode y neo giallo estilizado. Una sátira del consumismo con
trajes asesinos con vida propia que solo puede compararse con la marciana Death
Bed. Ojalá sus dos capítulos estuvieran al mismo nivel.

Girl on the Third
floor
(2019), horror de casa encantada que lubrica y eyacula, con puesta en
escena interesante, detalles de cine italiano sobrenatural de los 80, Mother!
(2016) o Chasing Sleep (2000). La premisa de casa viviente de Shirley
Jackson y su Hill House, en clave literal para un relato feminista desde un
narrador protagonista no fiable.

Child’s Play (2019), el aspecto del nuevo muñeco asustó en las
tedes, pero este remake es una inesperada y brillante sátira cáustica sobre el
fenómeno Alexa en forma de slasher sangriento, lleno de humor macabro a costa
de la nostalgia 80’s y un Mark Hamill hilarante. Sorpresa.


BOO! (2019) valorada con menos de un 4 en imdb, la única
explicación para ese odio es que su contenido es altamente crítico con la
religión, siendo la respuesta crítica, irreverente y nihilista del cine de
terror Warner. Puede que su descripción de un Detroit abandonado da una atmósfera
increíble y su resolución corta el aliento. Modesta y con actuaciones
mejorables, pero injustamente maltratada.Morto Nao Fala (2018) La tradición de Mojica Marins colisiona
con el cine Wan, The Cremator (1969) y Orozco el embalsamador (2001) en un
relato moral propio del Kaidan que se acaba acercando al género sobrenatural
actual sin dejar de ser un “terror de conciencia” típicamente
brasileño. Dentro del cine en Sudamérica hay que destacar también la curiosa Belzebuth,
cuya primera hora es todo un procedural satánico espectacular.

Rim o the world (2019) Los productos de usar y tirar de Netflix
no suelen dejar obras para el recuerdo, pero con McG vuelve a acertar tras The Babysitter
(2016) y aprovecha el formato low cost Netflix para diseñar una gamberrada para
niños con incorrección, humor absurdo y un ritmo frenético que se asemeja a una
Road Movie con monstruos. Deliciosamente estúpida, barata y contagiosa.

Brightburn (2019) La mejor de las tres de niño malvado de 2019,
es una excelente película de terror áspero. Sencilla, arriesgada, pequeña, pero
deliciosamente perversa y ultraviolenta. El espíritu del James Gunn más
underground, troleando al Hombre de acero de su colega Zack Snyder en un
one-shot de IDW comics en acción.


3 from hell (2019) La obra más autoparódica y salvaje de Rob
Zombie es un incomprendido western psychobilly protagonizado por la familia
Manson en el que caben Asesinos Natos, Peckinpah, Eraserhead, WIP films, sangre con
tequila y exceso de verborrea y minutos. No está al nivel de sus mejores
momentos, pero es una gamberrada a reivindicar desde ya.Itsy Bitsy (2019) Películas como esta o Here comes Hell son un
auténtico fenómeno en el mercado vod. Obras de crowfunding, pequeñas,
voluntariosas, muy bien acabadas y con algún elemento que no podemos encontrar
en el cine comercial o indie. En este caso, una aracnofobia gótica y con ecos
sobrenaturales con monstruo animatronic y muchísima atmósfera.

Horror Noire (2019) Este esperadísimo documental sobre la
blacksplotation de terror de los 70 y cómo la representación racial en el cine
americano ha ido evolucionando es tan conciso y modesto como revelador en forma
de relato oral  con imágenes de filmes olvidados
o de culto que no solo aclara una realidad sociológica a través de las
películas de miedo en el punto de mira como llave para decodificar temas como
la representación y la tardía asimilación del afroamericano fuera de los roles
que se le han asignado tradicionalmente.

The field guide to evil (2018) Una deliciosa antología de folk
horror internacional y leyendas ilustradas con imágenes góticas, pastorales y
hasta expresionistas. El corto americano es terrible, pero el resto elevan el
nivel del cine de episodios de los últimos años con un increíble segmento de
Peter Strickland. Otra antología a recuperar es la modesta pero divertidísima Nightmare
Cinema
(2018).

Jorge Loser

Author

  • Jorge Loser

    Jorge Loser (@loserjorge) es un biólogo no practicante, experto y adicto al horror, crítico de cine, creador de contenidos culturales y diseñador. Colabora en medios como 'Imágenes de Actualidad', 'Canino', 'Tentaciones', 'La sexta cultura', 'Espinof ', '2000 maníacos', 'Amazing Monsters'.  También toca punk rock y hace canciones con @Psycholoosers desde hace 15 años.