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Las 15 Mejores series de terror de 2020

Un repaso de todo lo que dio de sí la televisión de terror de 2020 con
las principales 15 aportaciones al género en forma de serie o miniserie.
Contando nuevas temporadas y programas de nueva creación, incluimos todo lo
emitido durante el año, aunque en alguna ocasión no haya terminado la temporada
corriente. Desde Lovecraft Country a 30 monedas, estas son nuestras favoritas
del año pasado
.

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2020 será recordado como uno de los peores años de nuestras
vidas, pero la irrupción de la pandemia, la cuarentena, y los estados de alarma
nos hicieron depender por primera vez de las plataformas de streaming y no de
los cines, una circunstancia que nos permitió conectar aún más en redes
sociales, compartiendo nuestras películas y series favoritas. En un periodo tan
extraño, la televisión respondió con una oferta sorprendente que compensaba
todos los retrasos de blockbusters y grandes estrenos en la gran pantalla. Esto
nos ha permitido ver, conocer y ampliar el fascinante panorama de
sobreproducción de series y miniseries en todo el mundo, en un estado de
competencia en la que muchas de ellas no llegan casi a sacar la cabeza del
agua. El terror es un gran beneficiado de la situación y por ello hemos
ampliado nuestra selección anual a 15 estrenos reseñables que repasamos uno a
uno a modo de anuario, con un pequeño anexo de otras menciones especiales que
no merecen quedar en el olvido.

15- Lovecraft Country
(2020)

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No es posible pasar por el 2020 televisivo de terror sin
hacer una mención a esta adaptación la novela de Matt Ruff, que no deja de
tener importancia y representación en el año de las revueltas por la muerte de George
Floyd. Sin embargo, es difícil no quedarse con la sensación de que es una
aventura decepcionante pese a sus ocasionales momentos de brillo. Empezó en HBO
con un piloto espectacular que lograba una mezcla perfecta de acción, misterio
y terror con mucha sangre, monstruos y una ambientación exquisita en la América
segregada de Jim Crow. Un episodio que hacía pensar en una especie de Supernatural
con gran presupuesto y el filtro racial de Jordan Peele, coproductor
junto a J.J. Abrams. El jarro de agua fría llegaba ya en su segundo episodio,
en donde se notaba un gran bajón en el nivel de producción, prominencia de
interiores y efectos especiales digitales como la infame “serpiente en el
pantalón”. A partir de ahí la serie alternó buenos episodios como Holy
Ghost
o Jig-a-Bobo con otros terribles como Strange Case o el mismo
final de la serie, con una coda vergonzosa, incómoda y perturbadora en el peor
de los sentidos. Personajes que pasan de grises a psicopáticos, fijación anal y
escenas de sexo completamente perdidas en el tono, deriva narrativa e
inconsistencia visual convierten a Lovecraft
Country
en una difícil elección entre lo mejor del año. Pese a que todos
sus problemas vienen de querer abarcar más de lo que le cabe en la mano (no
sabe si quiere ser terror de aventuras, una continuación de la serie Watchmen
o un subproducto de Ryan Murphy), sí que es una muestra positiva para
exponer que la cultura afroamericana también necesita su interpretación de la
ficción pulp, pese a que la presente suena a gran oportunidad perdida.

14- The Third Day
(2020)

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El supuesto regreso del folk horror tras el éxito de Midsommar
(2019) –cuesta hablar de una vuelta con títulos con solo una década como Wake
Wood
(2009), Black Death (2010), Kill List (2011) o The
Wicker Tree
(2011)– ha provocado un interés en nuevas variaciones de The
Wicker Man
(1973) y esta vez vino en forma de miniserie de HBO.
Dividida en dos mitades, (Summer y Winter), The Third Day, empieza
con una mitad veraniega, con un hombre (Jude Law) que visita una isla frente a
la costa británica y descubre que sus habitantes tratan de mantener sus tradiciones
paganas a toda costa. En el Invierno, una mujer (Naomie Harris) llega a la isla
en busca de respuestas relacionadas con el tramo anterior, pero provoca una batalla
para decidir su destino. Entre ambas partes, hubo un interludio teatral en vivo
de doce horas que se pudo seguir también de forma online, que aunque no aporta
demasiado a la trama, es un movimiento interesante e inédito en la ficción
audiovisual y centra su via crucis en
diferentes ritos que ofrece más de lo se supone que propone la propia serie
editada. El creador de Utopía logra una actualización
interesante de la premisa de Robin Hardy, con una narrativa alucinógena e
inmersiva, dando prioridad al drama y al misterio sobre el terror. No deja de
ser angustioso seguir a Jude Law desorientado en paisajes de belleza mórbida
que acompañan la extrañeza casi fantástica de la isla, por lo que su primera
parte es un sólido folk horror psicológico que, pese a que se hace un tanto
reiterativo y espeso, es más fascinante que su desangelada conclusión, que
confirma la sobrecompensación de elementos dramáticos y convierten The
Third Day
en una curiosidad que flirtea con el tedio y que podría haber
sido una gran película de terror pagano con un montaje más equilibrado y
fluido.

13- The Shivering
Truth Season 2 (2020)

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La primera temporada Shivering Truth fue una pequeña obra
maestra de la televisión subversiva, consistente en varias viñetas
interconectadas repartidas en múltiples episodios que duran solo 11 minutos de pesadilla
claymation sin ataduras ni más espíritu que la apertura a la imaginería
mutante, formas indefinidas y constantemente cambiantes.  Adult Swim ataca con una segunda temporada más
ambiciosa, menos contenida si es eso posible, y llena de malos viajes de plastilina,
anatomía informe y paisajes de fuga alucinógena. La antología de terror de
Vernon Chatman aumenta su cuota de surrealismo de impacto, con ecos al Lynch de
sus primeros trabajos, aunque el aumento de escala hace que no sea tan
inquietante, pero no menos divertida. El mayor punto débil de esta nueva
entrega es que trata de ser aún más incómoda, y como todos los intentos
conscientes de provocación, a menudo acaban resultando más gratuitos que
incisivos. Afortunadamente sigue siendo variada y fluida en sus historias, que
cubren una amplia gama de situaciones, desde un dispositivo de rayos X que proporciona
un historial detallado de los Estados Unidos a una religión que rinde culto a
la carne, apariciones de todo tipo de criaturas, cambios de personalidad y de
cuerpo, argumentos que van dando paso a nuevos emplazamientos, personalidades y
mundos dentro de otros a modo de matrioska con ecos a ciencia ficción vintage. The
Shivering Truth
es difícil de ver, pero al mismo tiempo es casi arte en
movimiento, sigue resultando fascinante y su vocación marginal hace pensar en
un título de culto en el sentido más textual del mismo.

12- Drácula (2020)

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El primer capítulo de la adaptación de Stephen Moffat y Mark
Gatiss es una brillante remezcla hiperbólica, irreverente y gore del clásico de
Bram Stoker, con un Claes Bang diabólico, sexy y muy divertido, que convierte
su despliegue de body horror decrépito en la mejor ficción sobre la novela
desde Coppola. Un homenaje al legado de la Hammer que desafía al espectador con
una atrevida deconstrucción del mito que da la vuelta a los pasajes más
conocidos, reinventando las reglas de los vampiros, mientras ofrece escenas
espeluznantes y novedades como los ghouls
no muertos. Con un inteligente guion lleno de humor maléfico, el conde encaja
como nunca en el papel del mismísimo demonio: burlón, falaz y con el atractivo
absorbente del mal puro. El replanteamiento del texto consigue que el relato de
siempre parezca fresco y nuevo, adentrándose en el horror, con FX sangrientos de
vieja escuela, gran atmósfera gótica, algunos sustos e incluso cierta
iconografía de cine satánico que justifica la naturaleza diabólica de la
criatura.

La miniserie concibe
cada episodio como una película basada en bloques del libro, por lo que, si el
adictivo piloto es casi un resumen de distintas adaptaciones, el tramo del
Demeter es un divertidísimo Cluedo sangriento lleno de giros y
sorpresas que culmina con algunas decisiones arriesgadísimas que, si bien dejan
abierta la puerta a otra serie muy diferente, puede servir como final abierto.
En el tercer episodio es cuando recibe el mismo tratamiento que Sherlock
en cuanto a formato e intenciones, pero se queda con lo peor de aquella. Y es
que tomar riesgos está bien, pero solo si tienes una buena idea para continuar.
Tras dos maravillas, el tercer episodio es un bajón enorme y deja un sabor de
boca amargo, lleno de muchos hallazgos–ese escenario sacado de Abadía
en el robedal
(1809) de Caspar David Friedrich– pero pocas buenas resoluciones.
Por ello, la miniserie acaba en una nota de decepción que deja a medias. Sin
embargo, debido a la naturaleza casi antológica de cada episodio (son como obras
de tono independiente), Drácula
merece la pena en conjunto, pese a que su conclusión, llena de los irritantes
manierismos de la pareja creadora, no hace justicia a los grandes dos episodios
previos.

11- Monsterland
(2020)

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Hulu es una de las plataformas que más y mejor está
apostando por el terror en los últimos tiempos, creando no solo películas con
autores como Justin Simien o Babak Anvari, sino dando oportunidad a series como
Into
the Dark
, que quizá no acaba de funcionar por su compromiso con la
duración de largometraje de cada episodio, haciéndole más mal que bien a su
presupuesto ajustado. Por ello, es una buena noticia que no limiten su apuesta
a la carta de Blumhouse y tengamos la posibilidad de ver adaptada la
galardonada colección de cuentos terror de Nathan Ballingrud North-American
Lake Monsters
en ocho capítulos que, si bien desiguales, sí que ofrecen
visiones de la mitología americana con acertadas aproximaciones a temas
sociales centrados en diferentes estados. La showrunner es Mary Laws, guionista
detrás de The Neon Demon (2016) o series como Succession (2019), que
lleva su formato de antología al fantástico puro, pero con una aproximación
realista y áspera, acorde con las voces seleccionadas. Episodios como Eugene,
Oregon
recogen la tragedia de suburbio del director de Super
Dark Times
(2017) con un relato sobre a violencia surgida en los foros
de 4chan y las paranoias QAnon no solo relevante sino angustiosa y creepy y un
final que dio que hablar por su indefinición pero que tiene implicaciones
desoladoras. New Orleans, Louisiana es un gran horror noire faustiano o New
York, New York llevando el pecado yuppie a lugares que recuerdan a cierto filme
de Larry Cohen, Plainfield Illinois
rescata un American Gothic fragmentado y Palacios, Texas propone un cuento de
sirenas moderno lleno de atmósfera. Todas comparten un tono de baja intensidad,
sin concesiones y bastante depresivo, pero mantiene su espíritu episodio a
episodio más que algunas antologías en forma de largo.

10- The Outsider
(2020)

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La primera, y por el momento única, temporada de The
Outsider
(2020) es un conjunto de diez episodios que adaptan la novela de
Stephen King del mismo nombre de forma cerrada. Un misterio estructurado con la
dinámica de un procedural policial que se mueve en el filo de lo insólito, pero
con los pies más cercanos a la tierra de lo que una ficción con el apellido de
King puede hacer pensar. Sin embargo, la miniserie de HBO es todo un evento
para cualquier fan de X Files
(1993-) gracias a su voluntad de establecer su cariz fantástico de forma
esquiva, centrando el conflicto precisamente en la capacidad para digerirlo de
su protagonista. No es una serie sin sus problemas, y en su recorrido de 10
episodios se mueve entre lo brillante y el puro tedio, con una saturación de relleno
y minutos muertos que no siempre encuentran una recompensa. Pese a que su gran
baza es el desarrollo a fuego lento, su morosidad y tendencia a la reiteración
hacen que sobren fácilmente cuatro capítulos, aunque siempre mantiene parámetros
de calidad cinematográfica, cierto cuidado en el guion y una voluntad de crear
un tono sobrio y elegante. En conjunto su ansia de prestigio acaba restando en un
producto algo anémico y falto de adrenalina hasta su impactante y brutal tercer
acto, que demuestra que lo mejor se ha reservado para la hora final. Must
/ Can’t
es el episodio emocionante y con brío que merecía una historia
que exige tanta paciencia. La mitología del coco, las reglas del cambia formas
y una disquisición sobre cómo lo racional lidia con la aceptación de lo
irracional conviven con detalles del universo King y ese resplandor que puede
atisbarse en tantas de sus obras.

9- Cryptid (2020)

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El cine y televisión de género en Escandinavia no es
demasiado prolífico, pero rascando un poco podemos encontrar cosas como la
trilogía noruega Cold Prey (2006), o la serie sueca Black Lake (2016-2018),
que se alejan más del clásico formato de thriller criminal con raíces folk que
se lleva viendo los últimos años. El director de varios capítulos de esta
última, que trataba sobre huéspedes de una estación de esquí atacados por
fenómenos sobrenaturales, David Berron, se encarga ahora de esta muy curiosa
mirada adolescente al género en diez capítulos tremendamente adictivos y
concisos, que se basan en una idea del autor Sylvain Runberg, responsable de la
adaptación de la novela gráfica de la trilogía Millennium de Stieg
Larsson. Cryptid transcurre en el instituto de una pequeña ciudad sueca
cerca de un lago que los jóvenes visitan a menudo. Ya en el primer episodio deja
claro que no es la clásica serie limitada al público juvenil al estilo de
EE.UU., un comienzo que no escatima en gore explosivo, que puede recordar a Spontaneous
(2020), pero que toma caminos muy diferentes.

La historia aquí tiene una buena base de ocultismo
ancestral, criaturas míticas y consecuencias imprevisibles con rasgos
fantásticos propios de interpretaciones muy modernas de horror cósmico. Todo
ello sin perder de vista que, ante todo, lo que vemos es una historia para chavales
de secundaria con ansiedades y prioridades no muy diferentes a lo que podemos
encontrar en Riverdale, pero sin alivios cómicos, en cierta forma conectando
con un tono melancólico europeo común a Dark, con la que comparte cierta
afinidad por Twin Peaks. Las referencias culturales son más selectas que la
mayoría de trabajos de este estilo, como la sudadera de Revelation Records de
Ester, un guiño para los amantes del punk y el hardcore de pedigrí, lo que le
da a Cryptid
un toque de autenticidad coronado por el temazo principal de la cabecera, que
es asimismo el single de la banda de los protagonistas. Así, la serie busca su
propio encanto dentro de su entorno nórdico con un reparto convincente, dando
una sorprendentemente compacta pieza de terror juvenil con episodios de 20
minutos que vuelan y sorprenden por algunos giros muy feroces y mantiene
interesado por el extraño trasfondo de seres de los que no sabemos nada.

8- 50 States of
Fright (2020)

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La idea de crear una plataforma de streaming para móviles tenía sentido en un mundo en el que el
consumo de vídeo se ha ido haciendo cada vez en pantallas más pequeñas, casi al
mismo tiempo en el que las televisiones ofrecen más centímetros cuadrados por
mucho menos dinero que hace 10 años. Sin embargo, Quibi no ha sobrevivido al
año de la pandemia, con contendidos preparados exclusivamente para ver en el
móvil. Las series que han creado no eran precisamente baratijas, y la inversión
en micro-series como 50 States of Fright no ha sido nada
rácana, poniendo nada menos que a Sam Raimi al frente de esta antología que,
como Monsterland,
va recorriendo los Estados Unidos estado a estado para sacar una historia de
terror de cada uno, basándose en alguna leyenda o relativo a alguna
particularidad relacionada con lo oscuro y el terror. El resultado, como la
mayoría de antologías, es desigual, concentrándose aquí las historias menos
potentes en la primera temporada, con una mejora considerable en la colección
de la segunda entrega.

El tono es más o menos el de un Tales from the Crypt
moderno, mucho más ligero y gamberro de lo que estamos acostumbrados a ver
estos días, recuperando cierta voluntad de entretenimiento por el
entretenimiento añorada que se puede percibir en otras producciones de Raimi
para el cine como Crawl (2019), aunque no siempre acaba siendo una receta para
mejorar episodios mediocres como Oregón,
Minnesotta o Missouri. Sin embargo, piezas como Iowa, Washington o Florida son memorables. En total son
solo 9 estados, pero casa episodio se divide en pequeños fragmentos para
conservar el espíritu de micropiezas para móvil. Una pena porque las
interrupciones cortan la inercia que consiguen generar los episodios y
mejoraría si se reeditaran en su duración completa. Hay monstruos, gore,
atmósfera, codas siniestras y finales oscuros, todo lo que reafirma el formato
corto como el mejor continente para el terror, pero su propuesta, con nombres
interesantes en el género como Scott Beck y Bryan Woods, Alejandro Brugués, Ryan
Spindell o el propio Raimi, no fue suficiente para salvar Quibi, que quizá no
contó que hay mucho contendido en youtube, o Facebook, como Crypt Tv o los
cortos de David F. Sandberg que son más que competitivos con recursos mucho
menos lujosos.

7- Paranormal (2020)

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Netflix puede estar perdiendo inercia en cuanto a ofrecer
calidad en sus series estrella. La sobreproducción pasa factura y da la
sensación de que su contenido es lanzado como pienso en un corral para no
disgustar a sus suscriptores, con el desgaste que esto conlleva en cuanto al
impacto real del producto, pero esa política también ofrece posibilidades para
la diversidad creativa que pueden pasarse por alto. La conexión global está
permitiendo que países como Polonia, La India o Egipto también tengan un hueco
para mostrar su cara en el terror con medios suficientes y una presentación
digna. Este último ha sorprendido con la historia de un hematólogo gafe
enfrentado a casos inexplicables al estilo Lin Shaye en Indisious (2010), pero en
El Cairo de los 60. A diferencia de la obra de Wan, la mayor cualidad de Paranormal
no está en los momentos de terror, que son bastante suaves, sino en el delicioso
humor negro que circula sobre su gran personaje, entrañable y adictivo. Refaat
Ismail, interpretado por un flemático Ahmed Amin, es un médico que siempre ha
ignorado todo lo que parece sobrenatural y basa todo su razonamiento en la
ciencia, es como una versión africana de investigadores de lo oculto clásicos,
desde Carnacki a Kolchak, pero este se hace verdaderamente singular, en cuanto
que tenemos acceso a su diálogo interior, que a menudo es exactamente lo
opuesto a lo que dice. El actor logra agregar una capa de cercanía costumbrista
y con humor bastante sarcástico y oscuro, creando un personaje huraño, retraído
y cínico  es como ver a Saza o Jose Luis
López Vázquez protagonizando X Files (1993-).

El personaje da a la serie un tono amable, más inquietante
que espeluznante, y cada uno de sus seis episodios es un caso al estilo Dylan
Dog
pero con menos peso en los misterios que en las relaciones y
reacciones al fantástico de Refaat, sarcástico y descreído, que narra en
primera persona sus aventuras sobrenaturales, que adaptan historias de la serie
de novelas Ma Waraa al Tabiaa, una exitosa colección con hasta 81 títulos
que han vendido 15 millones de copias y recuperan figuras como momias,
fantasmas, náyades, súcubos y demonios, con más peso en el drama y la aventura
que en convertir estos elementos folkloricos en una actualización de sustos. Con
un presupuesto moderado para una serie de estas características, Paranormal
supone un pequeño hito para la industria egipcia, que cuenta con medios que
usualmente no están allí tan a mano, y a cambio, el mundo tiene acceso a una
producción cuando menos competente, que hace pensar en cómo sería una Evil
(2019-) en una cultura y emplazamiento completamente diferentes, transportando
al público por el país con un nivel o producción suntuoso y bien ambientado que
recuerda en su exotismo a Under the Shadow (2016), sin llegar
a tener la gravedad de esta.

6- Eli Roth’s History
of Horror: season 2 (2020)

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Que la figura de Eli Roth en el cine de terror se ha ido
apagando como autor es una muestra de lo difícil que lo tuvo la generación splat pack para trasladar la crudeza de
su cine más allá de la cada vez más lejana década de los 2000. Casi 20 años
después de su debut, Roth permanece como una cara reconocible para los
aficionados, con más influencia en Estado Unidos que en el resto del mundo,
pero de alguna manera sobrevive con pequeñas gamberradas deliciosas de terror
infantil como The House With a Clock in its Walls (2018). Sin embargo, su
faceta como promotor y activista del género no cesa, y como el Clive
Barker’s A-Z of Horror
(1997) o el Mark Gatiss’s A History of Horror (2010),
su serie de historia del terror supone un hito para los aficionados y los que
deseen adentrarse en el género por primera vez. Pero en esta ocasión ha logrado
incluso que se haga una segunda temporada. Esto hace que sea algo más completa
la experiencia que los siete primeros episodios dejaba renqueante, con seis
nuevos especiales adicionales en donde no hay una gran exhaustividad, pero sí
una selección experta a través de los ojos y las experiencias de Roth,
contenido curado con un sello personal que da a la visión la perspectiva de la generación
del videoclub, dejando que la narración nos informe de cómo los filmes han influido
al director desde una mirada de fan, con la que, en realidad, cualquier
generación circundante encontrará afín. Si la primera temporada cubrió historias
de fantasmas, vampiros, criaturas asesinas, los demonios de la mente, Slashers
(Parte 1 y 2) y Zombies, la segunda temporada abarca casas del infierno,
(lugares encantados más allá del cine de espectros), Monstruos (esta vez con
más atención al Kaiju), el Body Horror desde Cronenberg a la actualidad, niños
terroríficos y brujas.

Esta vez hay un episodio extra llamado nueve pesadillas que desafían las categorías y límites del horror,
en donde encaja Midsommar, The Wicker Man, Us o favoritas personales
de Roth como Cannibal Holocaust y Mil gritos tiene la noche, un cajón
desastre agradable que parece una forma de agrupar un anexo con adiciones de
última hora con intención de darle a la temporada un toque de actualidad y
recopilar algunas carencias que no encajan del todo en las categorías
anteriores. Parece que parte de esta temporada se ha hecho con segmentos de
entrevistas que sobraron de la anterior, como las realizadas a Rob Zombie, Stephen
King y Tarantino, añadiendo nuevas como las de Jordan Peele, Joe Dante, Mick
Garris, Bryan Fuller, Bill Hader Megan Fox, Chris Hardwick, Jack Black o
Katharine Isabelle. Además, Roth se rodea de otros expertos y académicos como Kier-La
Janisse, Jordan Chrucchiola, Jennifer Moorman, Tananarive Due o Chris Dumas. La
selección de películas y metraje es estupendo, con un indudable cariz
estadounidense, pero con suficiente material para alternar, gore, efectos
especiales con la belleza más poética de muchas de las películas, de las que se
trata de rescatar las razones de su impacto e importancia, desde el contexto y
la influencia, sin excederse en subrayar subtextos y resultando siempre muy
entretenido y absorbente. Esta segunda temporada hace de la experiencia
completa de 13 episodios un valioso recorrido por el género que servirá,
además, como testamento de la importancia industrial de este en el momento
actual.

5- Caminantes (2020)

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Una vertiginosa y salvaje miniserie de siete capítulos dirigidos
por Koldo Serra que bien podría ser una película de dos horas si le quitáramos
los créditos y el capítulo complementario (un divertido e interesante making-of
dirigido por Borja Crespo). A pesar de ser una propuesta de Found Footage, es uno de los raros
ejemplos del formato que está lleno de recursos e ideas, y eso se traduce en
una versatilidad de puesta en escena muy poco común en otros productos del
estilo. Aquí, el metraje encontrado se compone básicamente del material de
vídeo de los móviles y el dron de un grupo de peregrinos adolescentes del
camino de Santiago. El único salto sobre ese patrón se produce con la inclusión
de algunos fragmentos de telediarios ficticios de los 90, que inyectan en el
imaginario cotidiano las temáticas del cine de terror con las que juega Caminantes.
El cine español no terminó de subirse a la ola del regreso de los 70 al género
de los años 2000, no hubo un verdadero conector con las raíces rurales de
nuestra geografía que tuviera la audacia de ir algo más allá al proponer ideas
más radicales en cuanto a la representación de la violencia.

Aquí, Serra reimagina la Selva de Irati como un lugar de peligros
afines a filmes de supervivencia menos populares que Deliverance (1972), pero
con un manejo del terror invisible más sofisticado, desde Southern Confort (1981) a
Rituals
(1977), para llenar un hueco muy importante en la cinematografía española de forma
excepcional, reactivando el formato gracias a referentes del cine salvaje que
trasladan el horror físico y tangible de clásicos con un pulso lleno de tensión
y violencia herederos de Wes Craven, Rob Zombie o Alexadre Aja en formato de
Found Footage. Una planificación metódica y una vocación frenética de acción
constante —con gran uso de la geografía y la profundidad de campo— con
localizaciones en un bosque lleno de niebla que convierten la miniserie en un
perfecto condensado de referentes resuelto con un ritmo vertiginoso, buenas
actuaciones de un reparto juvenil y un brutal catálogo de crueldades, incluso con
un uso escalofriante de los filtros aumentados de snapchat. Una sorpresa que
llega desde Orange Tv y complementa la cinematografía del terror español con
una de las mejores series de género del 2020.

4- What We do in the
Shadows – temporada 2 (2020)

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A estas alturas no debería ser necesario aclarar que una
comedia también es terror, por mucho que no de miedo, pero por si acaso, es tan
fácil como ver el género como un conjunto de temas y estéticas que pueden estar
destinadas también a proponer carcajadas a partir de los lugares más conocidos
del cine de monstruos, como, por ejemplo, los vampiros. La serie basada en la
película de Taika Waititi y Jemaine Clement sorprendió hace dos años con un
plantel de nuevos personajes que igualaban a los de su original y con su
segunda temporada no solo se consagra sino que llega a superar al film. Un
regreso a lo grande en el que la serie no sólo sigue siendo brillante,
ingeniosa y creativa, sino que ahora se presenta con una fotografía renovada,
que eleva el formato documental con un grano más cinematográficos, y FX de otra
división que la alinea con las grandes comedias de terror del cine como Ghostbusters
(1984).

No es ninguna sorpresa que tuviera 6 nominaciones en los
Emmys 2020, incluida Mejor serie de comedia y Mejor guion, aunque urge empezar
a reconocer a su reparto exquisito, capaces de crear personalidades
reconocibles, desastrosas y absolutamente adorables. En esta temporada, además
de Nandor, Laszlo, Nadja, Guillermo y Colin tenemos de nuevo cameos brutales
como los de Haley Joel Osment y Mark Hamill, y se amplía la gama de temas
sobrenaturales con los que se enfrentan los vampiros. De nigromantes a aquelarres
de brujas, pasando por fantasmas y otras sorpresas. Si el gran momento en la
anterior temporada fue la noche de fiesta con el Barón, el episodio 6 es el
imprescindible de la temporada ya conocemos por primera vez nada menos que al
inigualable Jackie Daytona, el alter ego de Laszlo que podría tener su propio spin off. No sería justo no incluir en
esta lista la serie Ghosts, porque es casi tan buena como esta, pero es inevitable
reconocer la temporada 2 de What We Do In The Shadows como una
de las mejores comedias de terror del año.

3- Raised by Wolves
(2020)

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Creada por el guionista de Prisoners (2013), Aaron Guzikowski, y supervisada
para la pantalla por Ridley Scott, puede que esta serie de ciencia ficción y
mitología tenga una adscripción dudosa al género de terror, pero aunque no sea
estrictamente ubicable en un mismo cajón, es ineludible que es una obra acorde
al universo del director británico, tanto de Blade Runner (1982) como
de la saga Alien (1979), siendo un ejemplo más confiado, sólido y salvaje
que las precuelas con su misma firma. Por ello, independientemente de las
diserciones sobre su etiqueta, es un auténtico festín, imprescindible no solo
para los amantes del fantástico en su sentido más amplio, sino también para los
que consideran el viaje de la Nostromo una pesadilla clave del horror espacial,
es decir, plenamente ineludible en un listado de género con lo mejor del año.
Su trama sobre androides que crían a niños humanos en un misterioso planeta
virgen, mientras una colonia de humanos les acecha por sus diferencias
religiosas sirve a Scott para proponer una versión galáctica de los caballeros
templarios con un estilo tan extraño y esotérico que a veces toca lo
experimental y resulta todo un continente para sus ideas más oscuras que llegan
hasta la metafísica de Na srebrnym globie (1987) de Andrzej
Zulawski. La actriz danesa Amanda Collin ha sido todo un descubrimiento como Madre,
una loba androide que asombra con su lenguaje corporal de movimientos salvajes,
representado una ira aterradora y una vulnerabilidad que genera compasión. Un
ser tan trágico como terrorífico, un auténtico monstruo de cine de terror, que
acompaña con sus poderes explosivos con resultado ultraviolento y muy gore: explosiones
de sangre, transformaciones en masas tumorosas, criaturas anfibias… decenas de
detalles que conectan con el influyente mundo de Scott.

Además de parecerse a no pocas películas con monstruo, la
violencia exacerbada de Raised by Wolves
se combina con operaciones a replicantes que acumulan una colección de Body Horror no menos perturbadora y
brutal que el que nos muestra Cronenberg por tratarse de autómatas. Desde los
primeros fetos conservados fuera de una matriz, ojos de quita y pon,
operaciones de todo tipo y la muestra de unidades mutiladas, quemadas o con
diseños siniestros, la senda del género se combina con temas de monstruo y
creador salidos de Frankenstein, homenajes directos a la escena más grotesca de Poltergeist,
criaturas que podrían estar en Dreamcatcher de Stephen King o incluso
From
Beyond
de Lovecraft. La serie no solo es una cita obligada para los
amantes del horror espacial: ojos como armas y herramientas para visitas al
médico de los sintéticos, transfusiones imposibles, embarazos imposibles,
naves, fauna y flora hostil y sexo VR con litros de “semen” para una ópera
fantástica, violenta, hipnótica y sorprendente que se postula como la
confirmación de que estamos en el momento clave en el que los grandes autores
literarios inadaptables como el Isaac Asimov de Foundation y sus epopeyas
robóticas u otros clásicos de la colección de ciencia ficción de bolsillo de
Ultramar son posibles, y en este caso hay un mundo violento y fascinante que no
para de crecer y que explota en su último episodio, abriendo posibilidades
inmensas

2- The Haunting of Bly
Manor (2021)

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Mike Flanagan continuó su particular taxonomía del fantasma
literario para Netflix con una continuación independiente a The Haunting
of Hill House
(2018) que consigue sobrevivir a las expectativas, pese a
no llegar a la excelencia de aquella. La aproximación en este caso apuesta por
un formato semiantológico que toma The Turn of the Screw (1898) de
Henry James como matriz y, sabiendo que ha tenido infinidad de adaptaciones,
variaciones e inspiraciones, decide separarse bastante de esta, como ya lo
hacía Hill House. Pero en esta
ocasión el desvío sirve como una forma de estructurar el plan real de la serie:
conectar a través de las historias de los diferentes personajes una colección
de adaptaciones de varios cuentos cortos de James que quedan embebidos en la
línea general de Otra vuelta de tuerca,
y sirven como trasfondo y cuerpo de conflicto de los protagonistas. Un tapiz
completo de la obra de horror del autor completamente inédito hasta la fecha en
el cine o la televisión que crea una variación caleidoscópica de tonos y
sensibilidades en los diferentes episodios, ayudando a que cada miniadaptación
tenga cierta personalidad y el experimento se beneficie de una mayor entidad.

The Haunting of Bly
Manor
se aleja de la familiaridad j-horror que James Wan y el propio
Flanagan convirtieron en norma en el terror comercial americano de los 2010 con
un tono más cercano al de una producción actual de la BBC de clasicismo rotundo
que ya no se limita a la claridad narrativa típica del director, sino que se
adhiere a un tono más retro y atemporal, apagado y propio del melodrama
cinematográfico más universal. Flanagan homenajea a otras adaptaciones de
James, con especial reverencia a The Innocents (1961), de la que toma
prestada la canción O Willow Waly, y la sensibilidad del cine de terror
italiano más romántico y tenebroso, como Danza Macabra (1964). Probablemente
el punto más decepcionante sea el reciclaje del tema principal de la anterior
temporada y una caligrafía más modesta que acusa la ausencia de Flanagan detrás
de todos los episodios. Pero de nuevo, llega al punto B sin salirse de los
renglones y vuelve a ofrecer una historia sorprendentemente sólida, bien atada
en todos los flancos y con otro tipo de sorpresas, quizá no tan espectaculares,
pero que dejan una recta final más potente, más oscura y bien conectada con el
hilo conductor de la novela original, dejando la sensación de haber presenciado
un producto de terror especial, con un juego constante con la realidad y el sueño,
el recuerdo y el presente.

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Un terror trágico y melancólico, que conecta más con la
concepción de la obra de James en su sentido más amplio, moviéndose hacia el
romance gótico, con fuertes atmósferas siniestras o de agonía sobrenatural, y
personajes condenados que exploran el significado de los fantasmas como
expresión de nuestro miedo a la muerte, a modo de un misticismo psicológico con
poso de tristeza, que nos habla finalmente de convivir con el dolor y la
ausencia. Pero Bly Manor también tiene
suficientes momentos macabros y aterradores, algunas apariciones fantasmales perturbadoras,
y un uso inquietante de la casa de muñecas de Flora, que va contando algo en
segundo plano con figuritas creepy y estampas
siniestras. Bly Manor muestra una madurez insólita en el género que tiende a
modelar su aura según el estado emocional de los personajes una historia
redonda, donde cada pieza tenía una razón de ser y cuyo final es tan conmovedor
y agridulce como el de la anterior. Otro éxito para la televisión de terror de
Netflix, imprescindible para amantes de Henry James, o la literatura gótica,
abiertos al halo romántico y emocional intenso y puro, sin coartadas cínicas

1-30 Monedas (2021)

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30 Monedas es el gran regreso de Álex de la Iglesia al horror
que todos los seguidores de El día de la Bestia (1995) esperaron
en su momento y no había llegado hasta ahora. Una trepidante aventura satánica
de gótico costumbrista, con el director pletórico invocando a personajes de
Miguel Delibes y Jonh Carpenter en una misa negra donde caben Lovecraft y Jose
Luis Cuerda, Stephen King y Fernando Fernán Gómez, Jose Luis Borau y Dennis
Weatley. Probablemente la mejor serie de terror española desde Historias
para no dormir
, y la más importante de la década hecha en Europa desde
que empezó la década pasada. De la Iglesia está más interesado en el miedo que
de costumbre, con un tono más serio en donde lo grotesco sigue moviéndose hacia
el esperpento pero sin dejar de ser inquietante en ningún momento. Hay un
constante juego fantástico con la imaginería católica, y al igual que la
película que le dio la fama se mezcla con la exploración ocultista y un sacerdote
encargado de librar una gran batalla contra el mal que encuentra recodos en el
dogma para proponer una mitología irreverente con personajes siguiendo pistas,
signos y vueltas que le llevan de un lugar a otro. La narrativa de una partida
de juego de rol se trasforma en sus ocho capítulos en toda una campaña con
módulos casi independientes. 30 monedas desata un crisol de influencias
en donde aparecen Larry Cohen, momentos a lo X-Tro (1982) y la
trilogía del apocalipsis de John Carpenter.

Cada capítulo responde a un subgénero de terror, casi a modo
de semiantología, pasando por el cine de posesiones, la necromancia, las
visiones de todo tipo y hasta las realidades paralelas. Mientras, de fondo
avanza una trama de cismas siniestros en la propia iglesia que recuerda a la
que desarrollaba la película Memorias del Ángel Caído (1997), con
la que también podría compartir universo y mitología. Un episodio parece una
continuación lógica de La habitación del niño (2006),
explorando las mismas ideas de forma complementaria y coherente, tanto que
podríamos decir que hay un universo de la Iglesia con reglas precisas, y un
ámbito expansivo, inabarcable, que deja espacio para casi cualquier suceso
sobrenatural concebible en el género. Eduard Fernández, que fue el diablo en Fausto
5.0
(2001), está tremendo como Vergara, el cura especializado en
exorcismos que guarda un arsenal en la sacristía, y vamos siguiéndole por todo
el mundo. Destacan una Carmen Machi aterradora o Miguel Ángel Silvestre como
Paco, el alcalde del pueblo, inseguro, algo torpón, muy reconocible y diferente
a lo que puede proyectar otros trabajos del actor. Megan Montaner también logra
que su Elena sea más cercana que la clásica heroína de cine de terror o acción
y los villanos de la función son un contrapunto de auténtica maldad con el
brillante Manolo Solo a la cabeza.

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La serie abraza el discurso teosófico sobre la aceptación
del mal en la doctrina católica que vertebra toda The Exorcist III (1990),
pero llega hasta H.P. Lovecraft y el Stephen King de Salem’s Lot, adelantando
elementos que hemos visto este año en Midnight Mass (2021) o Evil
(2021). De la iglesia tiene en cuenta los pueblos neblinosos de The
Fog
(1980) y Operazione Paura (1968) de Mario
Bava, pero también hay sitio para Azarías de Los santos inocentes
(1984), los rituales diabólicos sangrientos y desagradables a escala municipal,
los hechizos a lo Helllblazer, los viajes oníricos y las criaturas monstruosas
hechas con una impresionante combinación de animatronics y trabajo digital. Su banda
sonora es también espectacular, vertebrada sobre el tritono prohibido del diablo,
con el que un atinado Roque Baños inquieta con algunos temas de murmullo
gutural en baja frecuencia y un tema principal que suena a Semana Santa maligna
que proporciona momentos épicos. Guste más o menos, con sus imperfecciones y
momentos que buscan abarcar más de lo que puede el presupuesto, 30
monedas
es algo único, ajeno a modas y con su propio mundo, un delirio
controlado pero que invita al disfrute sin complejos. Puro torrezno para
amantes de una forma de entender el terror y la aventura siempre al límite,
siempre en llamas, que, simplemente, ya no se hace.

Menciones especiales
– Algunas series de terror que merecen recordarse

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Betaal (2020) una miniserie en Netflix de horror militar en la
onda de The Outpost (2007) y Demons (1985) que toma sus raíces en
el folklore hindú para ubicar tensiones políticas locales actuales y fantasmas
del colonialismo, que no renuncia a un espíritu ochentero de serie B de zombies
y posesiones sin escatimar en gore.

El Palmar de Troya (2020) un documental seriado sobre una de
las sectas más desconocidas de la península ibérica. Parte del modelo conocido
de Wild
Wild Country
(2018) de Netflix pero encuentra su propia personalidad al
retratar al papa Clemente, una figura tan ridícula y costumbrista como
siniestra. Sus grabaciones susurradas son espeluznantes.

Motherland: Fort Salem (2020) una disparatada serie juvenil
distópica que parece reimaginar cómo sería The Craft (1996) expandida y
aumentada en una fantasía bélica matriarcal con formación militar de hechizos,
armas con cánticos y lucha antiterrorista mágica con elementos de terror
crecientes en la siguiente temporada.

Freud (2020) la miniserie de Netflix pasa de la historia
oficial y ofrece un relato criminal pulp con doctores contra Svengalis, ribetes
folk horror, posesiones, viajes psíquicos con presencias diabólicas y las
teorías de Sigmund desperdigadas en un sangriento tebeo Weird Fiction bastante calentorro.

Ares (2020).  Netflix expande
a Holanda con 8 capítulos de sociedades secretas, extraños ritos, muertes
salvajes, fluidos negros, rivalidad letal y estética aséptica con ecos de Eyes
Wide Shut
(1999) y Argento. Terror young
adult
con algo de gore, enigmático y gélido, donde las logias de élite diseñan
crueles ritos de paso con personajes grises y suicidios traumáticos dentro de
un trasfondo sobrenatural de expiación de los pecados y trapos sucios de la
alta sociedad de Amsterdam. Episodios cortos con ritmo y absorbentes. Ares fue
una sangrienta sorpresa.

Bloodride (2020) – Una antología de terror noruega de Netflix que
recuerda en su humor negro a Tales from the Crypt. Aunque es
barata y le falta imaginería de horror, lo suple con perversidad, humor salvaje
y mala baba. No todos los episodios merecen la pena pero Small town y Dark secrets
merecen un vistazo.

Jorge Loser

Author

  • Jorge Loser

    Jorge Loser (@loserjorge) es un biólogo no practicante, experto y adicto al horror, crítico de cine, creador de contenidos culturales y diseñador. Colabora en medios como 'Imágenes de Actualidad', 'Canino', 'Tentaciones', 'La sexta cultura', 'Espinof ', '2000 maníacos', 'Amazing Monsters'.  También toca punk rock y hace canciones con @Psycholoosers desde hace 15 años.