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Las 20 Mejores películas de terror de 2020

Como cada temporada, el cambio de año invita a hacer una reflexión sobre las ofertas más relevantes del género durante sus 12 meses. Seleccionamos nuestras veinte películas favoritas
estrenadas comercialmente durante el año 2020 y comentamos por qué creemos que deben de ser destacadas
.

2020 ha sido todo un viaje y, aunque nadie nos asegure que no vamos a pasar un 2021 muy diferente, desde luego no vamos a salir de él siendo los mismos. El cine tampoco, pero aún es muy pronto para conjeturar cómo le va a afectar exactamente. Los movimientos han fortalecido a las plataformas, pero no todo es un lucha entre dos vías de distribución o producción, lo que está claro es que el cine de terror ha tenido uno de sus años más ricos, variados y diferentes en oferta, aunque también ha supuesto un endurecimiento de ciertas vías de exhibición que ha convertido en fantasmas sin rumbo a algunas joyas que se han quedado sin ventana internacional, lo que no quiere decir que no existan.

Es un hecho que no hay una gran película de terror de estudio que haya sido estrenada a lo grande y haya tenido cierto impacto, pero lo cierto es que, desde hace unos años, lo más interesante en el terror no ocurre exclusivamente (más bien al contrario) en las multisalas. Sintomático de esto es que una película fundamental de 2013 como Under the Skin haya llegado a España tras siete años. Dificultades económicas, riesgos inasumibles y un público menos interesado de lo que quisiéramos, hacen que la realidad de la producción dependa de mercados que no están guiados exclusivamente por gustos masivos, sino que las tendencias, movimientos y realidades del género se
dividen y viven sus distintas situaciones por ámbito social, grupos de edad o dispersión geográfica.

imageEs decir, ahora ya no solo podemos mirar hacia Hollywood y
los estrenos masivos, sino que tenemos que buscar en lugares como Indonesia
para ver fenómenos que allí son incontestables. Puede que no hayamos vuelto a
tener un Babadook (2014), un Get Out (2017) o un Hereditary
(2018), pero estamos empezando a recoger los frutos de su influencia. Cada vez
más películas de horror dirigidas por mujeres, gente de distintas razas con
diferentes inquietudes culturales animados por el cine de Jordan Peele, y estupendos
ejercicios de atmósfera secos que llevan la visión de lo maligno de Ari Aster a
la América profunda.  ¿Alguna película
que vaya a cambiar el género? No, y es algo que tampoco debería convertirse en
la obsesión que muestran los habituales críticos que buscan el Santo Grial en
cada estreno.

No todos los filmes de terror están llamados a transformarlo,
no lo hacía ninguna nueva película de la Hammer y, de 1958 a los 70 no
cambiaron demasiado su fórmula. Por eso, es preocupante que la obsesión de
buscar esos cálices de la eterna juventud, lo diferente a toda costa, “las nuevas
voces” y otras ilusiones que acaban en pólvora mojada e impiden ver películas
que tan solo buscan contar historias o crear experiencias. Incluso podemos
comprobar visitando distintos medios que, realmente, ha sido un año tan variado
como para que las distintas listas de lo más destacado difieran mucho de medio
a medio. Solo incluimos las estrenadas comercialmente durante el año, con la
excepción de las que lo hayan hecho estrictamente en unas pocas salas y no
hayan visto vida digital. Como novedad este año, a causa de la gran cantidad de
películas de interés, aumentamos la selección a 20 y añadimos una recomendación
adicional para ver mano a mano.

20- The Invisible Man
(2020)

imageBlumhouse se redime de sus horrendas películas para
televisión y Amazon de 2020 con una apuesta por la espectacularidad en esta estupenda
reinvención del mito de la Universal que plantea una vuelta a los thrillers
adultos como Sleeping with the Enemy (1991), pero bañada de ciencia ficción,
cruzando el relato de aislamiento social de la mujer frente a un agresor
invisible de The Entity (1982) con un terror puro a los espacios vacíos que
parece más Predator (1987) que H.G Wells. Quizá la influencia más clara en
sea el film de terror 100 Feet (2008), en el que el
fantasma invisible del marido maltratador sigue atormentando a una mujer
después de muerto, sumando a esa idea el juego de subversión de expectativas
con giros, suspense y decisiones que hacen de sus dos horas una montaña rusa
que se pasa en un suspiro, dejando por el camino alguna escena memorable como
la violenta coreografía del asalto al psiquátrico.

Leigh Whannell se consagra como nombre a seguir incondicionalmente
con un film que utiliza al hombre invisible como antagonista y no como
protagonista, manteniendo el ritmo y la tensión al límite desde su tremenda
secuencia inicial. Funciona en sus dimensiones de drama, thriller y terror
clásico, además, el director hace uso del movimiento lateral de la cámara que
aplicaba a las escenas de acción de Upgrade (2018), convirtiéndolo aquí
en un sello personal no solo en los momentos más dinámicos, sino en una forma
de acentuar el punto de vista de la protagonista. Elisabeth Moss, el mejor efecto especial The Invisible Man, hace sentir
el miedo de una mujer maltratada y acosada a la que nadie cree aunque el
subrayado del discurso no solo acaba rebajando el conjunto, sino descarrilando
un poco en su discutible y poco elegante plano final. Pero lo importante es
cómo se genera terror con miradas y luchas con el aire, para redondear la película
con máxima Blumhouse definitiva. ¿Qué puede ser más barato que plantear las
escenas de terror más costosas con una cámara que apunta al vacío para causar
miedo?

Programa doble: Alone
(2020)

image No la versión americana del film de
zombies coreanos, este trepidante survival tiene puntos en común con el film de
Blumhouse por plantearse como una huida constante de una mujer acechada por un
perturbado sexual. Un thriller lleno de momentos de terror, tensión y angustia,
que plantea su viaje a través del bosque entre la ansiedad de la incertidumbre con
un ritmo preciso y una sencillez encomiable, que no tiene ningún elemento
ruidoso para vindicarse, ni ofrece ninguna lectura oculta sobre nada en
particular, con lo que ha sido apartada del foco de atención.

19- Little Joe (2019)

imageLa directora austríaca Jessica Hausner plantea un relato de
ciencia ficción y terror lo-fi, contado de forma silenciosa y pausada, pero con
un ritmo interno fascinante que despliega a la vez un gusto exquisito en su
diseño de producción, que da un oxígeno coherente para que el relato reme al
mismo tiempo que la reproducción en Angiospermas. Hausner propone un punto de
partida casi paralelo al que se narra en la creación de los Trífidos en la obra
capital de John Wyndham, con un elemento corporativo digno de la factoría de
Yogurt de The Stuff (1985), que da como resultado una nueva visión de Invasion
of the Body Snatchers
(1978), con la que se ha comparado, pero de la
que se distancia cuando decide dejar de lado los aspectos más relacionados al
horror botánico para centrarse en la psicosis de una mujer adulta a través de
una aséptica y muy hermosa puesta en escena minimalista que parece dibujar una
casi atemporal sociedad alternativa en Reino Unido. Su exploración de la
identidad y el extrañamiento social, tiene similitudes con los dramas de horror
y psique femenina de Robert Altman, aunque también puede verse como una versión
contemplativa y artie de The Little Shop of Horrors (1960)
desde una perspectiva biológica, ofreciendo una subversiva reflexión sobre la
naturaleza narcotizante de la felicidad, capaz de asimilar sus concepto
mediante una narración que emula el efecto inhibidor de emociones de un
sedante.

Programa doble:
Sputnik (2019)

imageLa mezcla de terror y ciencia ficción ha dejado buenas
películas en 2020, algunas tan interesantes como el rotundo debut de Egor
Abramenko, al que las comparaciones con Alien (1979) no le sientan bien por
su planteamiento muy diferente al del film de Scott u otras imitaciones de
personajes encerrados con monstruo, a lo que nos tienen acostumbrados
reciclajes ramplones e higienizados desde EE.UU. como Life (2017). Muchos
pueden quedar decepcionados al encontrar algo más similar a un thriller de
conspiración política de los 70 u 80, con una minuciosa exploración científica
de los efectos de un parásito espacial sobre un astronauta. Con más de la
ciencia ficción soviética dura, este paciente relato de simbiontes,
experimentos y trastiendas del gobierno es en realidad un film de orígenes de
un superhéroe de terror, un poco la Venom (2018) que no pudimos ver, con
todo el body horror, gore y criaturas
parásitas postCronenberg ausentes en la adaptación de Marvel.

18- The Lodge (2019)

imageLa aparición de Saint Maud (2020) ha abierto
distancia frente al estreno –relegado en España a un triste paso por
plataformas de alquiler menores– de la gran película de terror religioso del
año. Codirigida por una mujer, The Lodge podría ser el epílogo de
la interesante The Other Lamb (2019), otro drama de horror religioso en sectas
de Malgorzata Szumowska, o visto de otra forma, si con el planteamiento de la
serie Unbreakable Kimmy Schmidt (2015-2020) se planteara una película
de terror psicológico, se parecería algo a esta elegante paranoia bajo cero con
ecos a los ribetes menos sobrenaturales de The Shining (1980) y algún homenaje
directo a The Thing (1982). El cine de fiebres de cabaña, e incluso
ciertos aspectos de The Innocents (1961) conviven en este thriller cocinado a fuego
lento que no tiene miedo de tomar decisiones en seco y sabe cómo construir una
atmósfera opresiva de forma prácticamente visual. Los directores de Goodnight
Mommy
(2014) consiguen una obra mucho más sólida que su comentado
debut, desde la puesta en escena, a la ambición con sus personajes, sin
abandonar su tono cortante y algunos de sus temas estrella.

Emparentada con filmes como The Invitation (2015), no
pierde ocasión de cercar al espectador con alguna decisión algo lastrada por
ciertas asperezas de escritura en el nudo, pero su argumento pasa a segundo
plano frente a su manejo de la tensión, que va cargando las tintas hasta su
brillante clímax. Sus elementos más tramposos cambian de sentido en revisiones,
puesto que el conjunto sigue funcionando como un tic toc siniestro hacia un
destino inevitable en el que da un poco lo mismo lo que hagan los personajes.
Desde las escenas de casa de muñecas –su única deuda formal con Hereditary
(2018), que le ha llevado a absurdas comparaciones– a la primera escena de
impacto, seguida por el vuelo de globos negros en un funeral, The Lodge funciona como una consecución
macabra de funestos presagios que conducen a un tercer acto en el que la
autoflagelación y los momentos de body horror no son gratuitos, sino los
atributos con los que Riley Keough se revela como un escalofriante monstruo de
cine.

Programa Doble: Horse
Girl (2020)

imageOtra de las películas de mentes femeninas fracturadas del
año, esta rareza de Netflix pasa de
la comedia romántica incómoda de Todd Solondz al horror psicológico canónico y
la scifi paranoica, con fracturas de realidad casi Lynchiana. La esquizofrenia
vista desde dentro, Horse Girl está
llena de visiones bizarras y angustia que congelan la sonrisa gracias a una
matizada interpretación de Alison Brie, que escribe el film y se nota que ha
buscado crear un estudio de personaje en forma de drama indie multigénero, con influencias
de la perturbadora Equus (1977) y Polanski, que supone una victoria en su mismo
terreno al petulante ejercicio de tedio perpetrado por Charlie Kauffman en la
misma plataforma.

17- Gretel &
Hansel (2020)

imageUna notable traducción del célebre cuento de hadas a un
universo de horror afín a los trabajos de Angela Carter, visualmente bella y
con una siniestra puesta en escena deudora de The Witch (2015). Quizá
por ello, y la presencia de brujas y bosques se ha querido catalogar, dentro
del mismo saco que autores activos en A24, aplicándole la torpe denominación de
Elevated Horror, pero se ajusta más
bien a la tradición del cuento de hadas adulto, decrépito y oscuro de A
Company of Wolves
(1987), Snow White: A Tale of Terror (1997) o Il racconto dei racconti
(2015), ya codificados por la fantasía pura y lo grotesco, sin que a nadie se
le ocurriera ponerles la etiqueta estrella entre la crítica más perezosa. Esto
no significa que Gretel & Hansel
no se mimetice con algunos elementos formales del terror más marcadamente de
autor de los últimos años, como el uso de construcciones violentamente
geométricas, como las cabañas de tejado con ángulos tan agudos que forman
triángulos simbólicos, algo que, junto al atuendo de la bruja y determinada
iconografía mágika o esotérica tiene un nexo visual con películas como La
montaña sagrada
(1973) de Jodorowsky, lo cual, en un filme dirigido a
adolescentes, no deja de ser un movimiento interesante.

Sin embargo, Gretel
& Hansel
tiene mucho más que ver con películas que exploran la pubertad
a través del terror y las fábulas, con una confrontación con bruja como eje
central del relato, muy al estilo de films de culto escondidos como Lemora
(1973) o Valerie a týden div? (1970), que funcionaban como una parábola
del rito de paso femenino, con criaturas que representan la explosión sexual,
la menstruación o los miedos de/a la feminidad. Detalles como la puerta de la
casa de la bruja referencian directamente a Suspiria (1977), aquella
basada parcialmente en Blancanieves,
con la que también conecta en detalles surrealistas, sus colores vivos a lo
Mario Bava, siluetas siniestras, presencias susurrantes y uso del rojo para
codificar el peligro. La mejor película de Oz Perkins se postula como un libro
ilustrado con pasajes de pesadilla como el espejo múltiple que conecta con
otras odiseas de horror young adult
como Coraline
(2009) o The Watcher in the Woods (2010) y como aquella, destaca el
duelo de dos mujeres en diferentes edades, aquí Sophia Lillis y la siempre
escalofriante Alice Krige, de nuevo, uno de los monstruos más memorables del
año.

Programa doble: The New Mutants (2020)

imageSi Gretel & Hansel
es un filme de horror que acaba pareciendo los orígenes de una superheroína –esa
Sophia Lillis doblando sus poderes telekinéticos antes de I’m not Ok About This (2020)–,
The
New Mutants
es una película de orígenes de superhéroes que se convierte
en un film de terror. Planteada como el club de los cinco guerreros del sueño,
esta aventura de cómics Fórum mezcla el horror onírico juvenil y el espíritu
Buffy, con algunos toques de rebeldía posibles gracias a Fox, que echaremos de
menos en el Marvel que viene: tacos, héroes LGTB sexualmente activos y terror con
implicaciones muy sórdidas para un film muy pequeño, alejado de la
espectacularidad de los grandes blockbusters, que destila mimo por sus personajes,
casi un testamento a otra forma de ver el cine de mutantes. Si en Gretel & Hansel tenemos a la bruja,
aquí a una Anya Taylor-Joy que roba todo el protagonismo con una sociopática,
sexy, bravucona, valiente y entrañable en su muy humana vulnerabilidad, Illyana
Rasputin.

16- The Wretched
(2019)

imageSi hace unos años le dicen a James Cameron que la única
película en igualar el récord de fines de semana en el número uno de la
taquilla de Avatar (2009) es una producción independiente de terror hecha
con 66.000 dólares soltaría una risotada de fanfarrón, pero en 2020 las reglas cambiaron,
y por esto las únicas que se atrevieron a salir al circuito de autocines consiguieron
hacerse un nombre en la sequía de taquilla durante la gran cuarentena. The Wretched
no consiguió mucho dinero, pero sí la atención que nunca habría tenido de otra
forma un pequeño proyecto de dos hermanos enamorados del cine de terror tratando
de recuperar la figura de la bruja alejándose de la mirada mitológica y seria,
más cercana a las creatures features
juveniles de los 80 que normalmente pasaron por esa misma operación a vampiros,
hombres lobos y otros monstruos arquetípicos, siguiendo unas reglas claras con
las que actúan y contra las que se deben buscar soluciones.

Brett Pierce y Drew T. Pierce evitan la gravedad sin buscar
el tono de comedia paródica y estiran de forma milagrosa su exiguo presupuesto
para hacer lucir su juguete mejor que la media de producciones del estilo de
Blumhouse, logrando una pequeña gran joya que posee un guion más agudo de lo
que aparenta – lleno de señales y detalles sembrados para construir su magnífico
giro central–, FX prácticos que recuerdan a The Thing (1982), gore y
una de las secuencias más aterradoras del año, la de la mujer llamando desde el
marco de la puerta. Usando la premisa de Fright Night (1985), The
Wretched
utiliza un cóctel sobrenatural de horror ancestral que toca
desde Invasion of the Body Snatchers (1978), a dos formas de entender
las brujas de 1990: la ancestral de The Guardian (1990) y la infantil de
The
Witches
, que también ha sido objeto de un divertido remake este mismo
año. La diferencia es que esta, al no tener que rendir cuentas a nadie, no
tiene inconveniente en mostrar a brujas que no se cortan en robar y comerse a
niños sin que la cámara se achante. Algo que en el cine comercial es casi
imposible de ver hoy.

Programa doble: Voces
(2020)

imageJunto a Malasaña 32 (2020), la sorpresa del
cine español de terror sobrenatural de 2020, empieza como la clásica película
de psicofonías y apariciones primas de Insidious (2010) y la saga
Amityville, pero acaba cogiendo regusto a fantaterror añejo que funciona
gracias a un Ramón Barea cazafantasmas – como Jiménez del Oso o Sebastián
D’Arbó– giros inesperados, una crudeza inusual y una estética castiza de lo
paranormal tradicional en series españolas como Crónicas del Mal (1992) o
Sabbath
(1990). Su final es devastador y tiene sorprendentes rimas con The Wretched.

15- Anything for
Jackson (2020)

imageEn un año en el que la plataforma americana Shudder ha dado
un estirón importante, estrenando muchos títulos interesantes de cine de terror
de bajo presupuesto, destaca entre su catálogo esta película canadiense,
ignorada extrañamente por festivales especializados, cuando es sin duda de lo
más original del año. Empezando por lo extraño de su origen, siendo el primer
trabajo de cine de terror de Justin G. Dyck, director de decenas de películas
navideñas de Hallmark, una especie de equivalente a los telefilmes de sobremesa
alemanes de Antena 3, con temática de las fiestas. No deja de ser muy punk que
su primer trabajo “real” trate las aventuras de un par de abuelos satanistas en
duelo que secuestran a una mujer embarazada para meterle el espíritu de su
nieto muerto en el feto. Un punto de partida de comedia negra pero que no debe
engañar, Anything for Jackson no es
una película que se quede en la gracieta de un par de ancianos haciendo perrerías
a una secuestrada, sino que es suficientemente inteligente para convertir su
premisa en un tren de la bruja de apariciones y situaciones macabras, grotescas
e inesperadas cuando sus rituales acaban convocando más de lo que esperan, sin
perder de vista el drama subyacente.

El resultado es que por una parte hay una aventura esotérica
abocada a la calamidad, con un tono propio de una producción de los Coen (si
hicieran algo de horror sobrenatural), y por otra un film melancólico y triste,
que no deja de tener, además, un ácido cometario sobre el privilegio de clase,
o más bien, la actitud de los que están acostumbrados a comprar todo lo que
quieren. Respecto al ángulo ocultista, la descripción de los rituales no es tan
detallada como A Dark Song (2016), pero evita la verborrea de aquel para dotar
de un gran ritmo a su tragedia, que también tiene más de uno y dos puntos en
común con el episodio Fair-Haired Child (2006) de la serie
Masters
of Horror
. El film aparenta formas y maneras de un debut en el género,
pero con el callo de muchos filmes de encargo a las espaldas, lo que se deja
notar en su impecable puesta en escena y su fotografía gélida, que contrasta
con sus arrebatos gore e implementa sus set
pieces
de horror, como la brutal aparición de Twisty Troy o de esos
fantasmas de sabanita que aquí vuelven a dar miedo.

Programa doble: The
Sonata (2019)

imageOtra de esas películas bien producidas y competentes que
acaban perdidas en el mercado de vod sin que ni siquiera lleguen a estrenarse
en plataformas de en muchos países. Una rutilante odisea gótica que tiene uno
de los papeles póstumos de Rutger Hauer y se centra en la investigación sobre
una vieja melodía maldita, muy al estilo del cine de Pupi Avati, lo que la
convierte en una rareza absorbente y adictiva donde lo sobrenatural es algo
prohibido. Se le puede achacar algún momento de cgi pobre, pero está relegado a
un segundo plano porque lo que le interesa es crear atmósfera, su conexión de
símbolos ocultistas, sus oscuros misterios y un magnífico clímax musical que la
emparenta con Lords of Salem (2012), aunque su naturaleza sea más tradicional
y retro.

14- She’s Allergic to
Cats (2016)

imageSi algo nos ha enseñado 2020 es que la falta de grandes
estrenos que hay que ver por imperativo social no es el fin del mundo cuando el
mercado está lleno de ideas y películas más pequeñas que buscan un hueco entre
las avalanchas en plataformas. Algunas de ellas quedan en el limbo, sin
productoras detrás, sin ningún aparato publicitario que las respalde y les dé
una oportunidad. Este es el caso de She’s Allergic to Cats, una absoluta
rareza hecha en 2016 que ha visto la luz cuatro años después en algunos
mercados de VOD de difícil acceso para todo el mundo. Parte videoarte, parte
mofa del género mixtape, parte adaptación de un cómic underground al estilo de
Joe Matt, está especie de Barton Fink (1991) de barrio
residencial se mueve entre la parodia de comedia indie y la pesadilla
avant-garde, utilizando imágenes de perros y gatos, simbolismo absurdo y
cultura pop en montajes experimentales alucinógenos e inenarrables que apenas
podrían compararse con los de Damon Packard o Randy Moore, que se alternan con
el día a día de un perdedor que trabaja en una peluquería canina.

Rodada en vídeo y con verdadera textura VHS, los insertos
animales son como un mal viaje de LSD a partir de los pensamientos del
protagonista, capaces de crear un tono que inquieta y genera carcajada al mismo
tiempo. Una gamberrada que acaba resultando aterradora, divertidísima y con un
lenguaje propio en lo que parece un inaudito híbrido entre la comedia romántica
indie de los 90 y el horror alucinógeno. Protagonizada por Mike Pinkney y Sonja
Kinski (hija de Nastassja), She’s
Allergic to Cats
es el primer largometraje del director de videos musicales
Michael Reich, director de videoclips en la escena punk de Los Ángeles que con She’s
Allergic to Cats
hace una bizarra autobiografía con insertos de
videoarte perturbador y surrealista no para todos los paladares, pero sí para
los más exquisitos.

Programa doble: The
Berlin Bride (2020)

imageOtra gran gema independiente desconocida del terror 2020.
Rodada en los 80 y completada en la actualidad, es un delicioso film silente
con base de E.T.A. Hoffman, Poe y Hitchcock, entre la parodia afectuosa y la
mimesis de la estética de films europeos de bajo presupuesto de los 70 como la
Amicus. Un relato abstracto que parece una parodia y no lo es, toca temas de
transexualidad –ojo en la década que estamos– a través de maniquíes y
deliciosas escenas oníricas. Si tuviera un apellido Strickland o Maddin no
cabrían las caricias de la cinéfilia de pro, pero le será difícil entrar
siquiera en el debate porque es de esas películas que aparecen de la nada, de
las que verdaderamente justifican ver cine hecho sin presupuesto.

13- Leap of Faith: William
Friedkin on The Exorcist (2019)

imageMuchas veces en los resúmenes del año se tiende a crear una
cortina de humor frente a las películas no exclusivamente de ficción, algo que
a menudo nos hace perder grandes documentales como este, un complemento a la
altura de la considerada por muchos la mejor película de terror de la historia.
Aquí, Alexandre O. Philippe redondea su trabajo más brillante con la
inestimable ayuda de William Friedkin, que, siendo justos, es prácticamente el
que dirige el filme con su conversación y su tremenda capacidad para crear un
foco de atención en todo lo que cuenta. Un storyteller
nato, su voz va haciendo mover el relato del proceso de creación de la
adaptación de William Peter Blatty, hipnotizando con sus trucos de viejo zorro
e incluso haciendo cómico un momento tan grave como sus dudosos métodos en el
rodaje, como el uso de una pistola.

Mientras, Philippe monta las imágenes que colorean el
seminario con un timing preciso y una
selección de material artístico extraordinario. Desde el análisis de escenas
oníricas o las más triviales, a la discusión sobre el final junto a Blatty,
todo lo que se expone hace aún más fascinante a The Exorcist, auténtico porno
para los fans de la obra y lección maestra en menos de dos horas para cualquier
cineasta que, más que un documental, es una clase magistral de la boca de un
tipo que encarna el valor de transformación del cine de los 70, decodificando
la gran paradoja del terror moderno de forma estructurada, absorbente y sabia.
Una absoluta virguería.

Programa doble: Fulci
for Fake (2020)

imageEn un año de grandes documentales de terror, como el
imprescindible Phil Tippett: Mad Dreams and Monsters (2019), destaca una
rareza sobre el director italiano Lucio Fulci, que más que un repaso riguroso
de su obra, es un acercamiento biográfico y emocional a su persona. Lejos de
ser un trabajo dedicado a limpiar su nombre, como algunos análisis perezosos
del trabajo indican, Fulci for Fake
no niega –de hecho parte de ello para justificar su existencia–que fuera una
figura problemática, pero sí encuentra un camino para lograr entender que
muchas de sus filias, fobias y rabia convertidas en fotogramas de violencia no
son, ni más ni menos, que la expresión pura y dura de un autor.

12 – Historia de lo
oculto (2020)

imageIncorporación de última hora en Filmin, tras su paso por
festivales, el debut en el largometraje con de Cristian Ponce, el autor de la
estupenda miniserie de Netflix La frecuencia Kirlian (2017), es un
singular thriller político de terror esotérico que circula alrededor de un
programa llamado 60 minutos antes de la
medianoche
, un espacio de periodismo ficticio muy famoso de la televisión
argentina. Un grupo de periodistas consigue que un personaje luciferesco
llamado Adrian Marcato acuda al programa, en principio para exponer una
conspiración que vincula al Gobierno con fuerzas ocultas. A partir de esta
premisa y en solo 82 minutos, Historia de
lo oculto
se plantea como una colisión de Good Night, and Good Luck
(2005) con Ghostwatch (1992), el célebre falso programa de la BBC en el
que se hizo creer a todo Reino Unido que se estaba retransmitiendo un ataque
poltergeist en directo.

Con un presupuesto de
risa y elementos mínimos, durante los 60 minutos del programa hay una cuenta
atrás a través de dos líneas argumentales con una puesta en escena elegante
construida en un blanco y negro casi expresionista, en donde caben Narciso
Ibáñez Menta, Alan J. Pakula, Mariana Enríquez, Aleister Crowley y hasta HP.
Lovecraft. Como hacía su miniserie de Netflix con la radio, todos sus
referentes circulan en el recuerdo de una televisión olvidada, de ondas
catódicas salvajes que nos llevan a programas como La Clave, que ayudan a
desencriptar una memoria traumática de la realidad social, válida para
Argentina, como para España o cualquier país con un pasado turbulento, a través
de la fantasía y el miedo a lo oculto. Una de las grandes sorpresas del año que
examina la herencia política con elementos de literatura weird fiction y el ingenio como bandera

Programa doble: Al
morir la matinée (2020)

imageEl cine de terror de Latinoamérica vive un momento de
eclosión que hace necesario tornar las miradas ante las interesantes propuestas
que están apareciendo. Casos como Diablo Rojo (2019), la primera
película de terror de Panamá o esta coproducción de Argentina y Uruguay que no
es sino un slasher modélico dentro de un cine. En la tradición de Angustia
(1987) y Demons (1985), Al morir
la matinée
tiene un punto nostálgico de la experiencia de ir al cine, de
coincidencia poética y necesaria en estos tiempos, por momentos cercana al
costumbrismo de Paco Plaza y por otros con una cualidad técnica que la acerca
en ocasiones al cine de Hélène Cattet y Bruno Forzani, aunque nunca pierde el
interés por ser un espectáculo sangriento. Incluso si quiere ser vista solo
como un body count sangriento, le
lleva muchas millas de distancia en ganas y puesta en escena a ejemplos de del
subgénero cercanos como Freaky (2020).

11- The Antenna
(2019)

imageLa ópera prima de Orçun Behram es una inusual muestra de
cine turco que ignora las tendencias del género de su país, fuertemente
centradas en tradición religiosa y sustos, para moverse por la distopía de ecos
experimentales más afín a la ciencia ficción oscura de la unión soviética o el
videoarte, que definitivamente entra en la categoría de horror de ondas que
transforman a las masas. Desde la poco conocida Extraña Invasión (1965)
proveniente de Argentina –aunque también tenga mucho que ver con la propia La
Antena
(2007) de ese país–, o las variaciones de John Carpenter en Halloween
III
(1982) y la herramienta de control político extraterrestre de They
Live
(1988), el uso de las ondas como control no son ajenas al cine de
terror. Primas más lejanas son The Signal (2007) y Pontypool
(2008), que comparten puntos en común con esta espesa pero superior pesadilla
expresionista moderna, cuyo ritmo exige mucho al espectador pero permite que la
atmósfera vaya envolviendo la historia para ofrecer una deliciosa y asfixiante
segunda mitad casi sin diálogos de un surrealismo deudor de Brakhage, David
Lynch, Shinya  Tsukamoto, Clive Barker,
David Cronenberg, Kafka o Ballard. Su metáfora del control es diáfana, tanto
que no pretende hacer una intrincada parábola política porque sus tesis son
obvias, pero Behram va más allá que buscar expresar el poder opresor de la
propaganda.

La situación en la Turquía de Erdogan habla directamente con
la ficción, ofreciendo The Antenna
casi más una llamada de socorro desde dentro que una sátira política de ciencia
ficción al uso que, además, ha cobrado un nuevo sentido durante la cuarentena
de la pandemia. Familias encerradas que se van volviendo locas ante la
televisión supurante de fake news,
debates absurdos y consignas que se revelan como una masa negra y pringosa.
Toda la película está llena de ideas de puesta en escena y simbolismos
sencillos condensados en un líquido supurante, relojes que se paran, grifos que
gotean y, en general, una tendencia a la repetición que busca asemejar la
sensación social actual de un pueblo superado por cambios demasiado recientes
en una nación que era mucho más moderna de lo que se cree. Brutalismo siniestro
y un modo de vida gris que emula el conformismo ante el cambio hacia el
autoritarismo mediante la transformación en una noche de espantos. Un film de
texturas y con un diseño de sonido extraordinario, que acompaña su imaginario
adyacente a Alfred Kubin, Tetsuya Ishida o Zdzis?aw Beksi?ski. Una lógica que
emula la cámara lenta y la imposibilidad, la impotencia claustrofóbica, que
hacen de The Antenna una experiencia
salida de otro planeta, única, en espiral, que parece cine polaco de los 70.

Programa doble:
Vivarium (2019)

imageOtra opresiva sátira kafkiana que sintetiza el ciclo social
programado a una rutina monótona que puede resultar tan tediosa para el
espectador como para los protagonistas, pero a la que apetece volver y
reflexionar sobre ella. Como si el reboot
de Twilight Zone de Jordan Peele tuviera un episodio bueno,
estilizado y con gusto de la ciencia ficción británica. Desde Village
of the Dammed
(1960) y otros “cucos” extraterrestres a un
espíritu similar al mítico episodio Child’s Play (1984) de la serie Hammer’s
House of Mystery and Suspense
, está llena de fugas hacia el terror
laberíntico de las arquitecturas imposibles de M.C. Escher, o la fotografía de
Andreas Gursky y Gregory Crewdson.

10- The Dark and the
Wicked (2020)

imagePuede que la nueva película de Bryan Bertino tenga algún
susto facilón de más, pero su trabajo de atmósfera prepara con mimo para ello y
no todos esos sustos se apoyan en puro volumen, ni la instrumentación utilizada
es la misma que en el de cualquier producto descuidado. Detalles como la
aparición mínima de un extraño hombre entre el ganado son material salido de
pesadillas, que valen por sí mismos todo el metraje, y si no eres un extremista
que se dedique a filtrar las películas por el número de jumpscares o cómo estos se ejecutan, The Dark and the Wicked tiene también que ofrecer un rotundo
ejercicio de terror rural minimalista, capaz de traducir los silencios y
claroscuros del filo de la noche en el entorno de una granja del oeste en una
sensación que hace tangible lo maligno, creando escalofríos intraepidérmicos y
una oscuridad desoladora. Es fácilmente la mejor película del director de The
Strangers
(2008), que esta vez propone una producción independiente, menos
representativa de las corrientes del horror comercial, pese a algún momento
similar a Hereditary (2018), y que no tiene que justificar su trama laxa
ni su intención principal de lograr un áspero relato sobre la muerte en donde
la ambientación es prácticamente lo único que le importa.

Su aparición en el difícil panorama de 2020 resulta tan
casual y desligada como efectiva gracias a su sencillo y asfixiante relato de American Gothic sobrenatural. The Dark and the Wicked tiene un punto
de partida similar al de Relic (2020) de este mismo año, con
un anciano enfermo cuyos familiares deben ir a visitar para encargarse de él en
sus última horas. Sin embargo, esta es mucho menos cristalina, y explora un
misterio imposible en medio del drama familiar que se va desmarcando de otras
producciones de horror sobrenatural similares con un twist nihilista al cine de posesiones. Además, Bertino logra
sugerir con imágenes mucho de lo que otras obras de terror de este año ahogan
en un discurso al dictado, a través de aureas enloquecedoras, diálogos ásperos
entre Michael Abbot Jr. y una notable Marin Ireland, que dejan entrever
antiguas costumbres de estirpe, y dinámicas –quién se queda a cuidar del padre,
madre anciana relegada al mantenimiento de la casa… – que indican un
patriarcado dominante sin hacer subrayados repiqueteantes. Un film minimalista
y abierto, sin conclusiones ni soluciones, que se percibe como un fragmento de
una historia más grande que no alcanzamos a adivinar del todo, parte del
encantamiento de incertidumbres que la colocan como uno de los títulos verdaderamente
escalofriantes de los últimos años.

Programa doble: The
Deeper you Dig (2019)

imageHacer una película de 10.000 dólares con tu pareja y tu hija
y que luzca mejor que gran parte de lo producido por Netflix en 2020 es
meritorio, pero además, esta pequeña joya independiente logra escapar de su
etiqueta de “tiene mucho mérito” para postularse como un excelente relato de
crimen rural con fantasmas, con notas del cine de Larry Fesseden y el tono de
películas como Winter’s Bone (2010), pero con un verdadero eco sobrenatural.
Afín al American Gothic de Bertino
por su mirada al medio rural americano, este relato de una madre médium en
busca de su hija asesinada se permite estupendas escenas de visiones oníricas y
generosas muestras de imágenes macabras que actualizan la lírica de Edgar Allan
Poe para el nuevo milenio en un Norte del estado de Nueva York helado y árido.
Venganza de ultratumba, drama amargo sobre gente solitaria sin posibilidad
conectar y nada tímido en la violencia, el mayor problema de estos esfuerzos es
lo difícil que es hacer que lleguen a su público potencial.

9- La casa lobo
(2018)

imageAunque este año han aparecido obras reseñables como Kill It
and Leave This Town
(2019),
El cine de animación como envoltorio de horrores atávicos no tiene apenas ya
representación en el tejido comercial actual, por ello, aunque se estrenara en
Chile en 2018, conviene recuperar La casa lobo, una maravilla insondable
que ha visto cómo 2020 le ha permitido el acceso internacional, siendo uno de
los estrenos más destacados del género en Estados Unidos y exhibiéndose también
por primera vez en países como España. Puede decirse que este ha sido el año de
la eclosión comercial de este tenebroso viaje experimental al interior de una
casa encantada que transforma en pesadilla los pensamientos, un cóctel de
cuento de hadas, performance artística y animación tétrica a la Švankmajer y
los Quay. La Casa Lobo es una sátira
política más cercana al videoarte –no en vano, se grabó durante cinco años en
instalaciones de museo– que se mueve entre la pintura en directo y la animación
stop-motion más tétrica, cuyo
discurrir de pintura derretida y residuos que cambian de forma constantemente
tratan de visualizar el miedo y el trauma asociado a la infame Colonia
Dignidad. La conocida secta alemana funcionó como centro de prisión, tortura y
desaparición de opositores durante la dictadura de Augusto Pinochet, y fue
fundada y dirigida por el ex-militar nazi Paul Schäfer, quien escapó de
Alemania por acusaciones de pedofilia y que en suelo chileno siguió cometiendo
abusos, protegido por una red de aliados de la derecha política.

El filme inicia con un video propagandístico de este lugar,
donde se mencionan sus supuestas bondades como si fuera uno de los ejercicios
de lavado de imagen habituales respecto a sus actividades. Inspirada en los
mismos hechos, una niña llamada María (Amalia Kassai) logra huir de este lugar
y busca refugio en una casa, donde a través de un cuidadoso plano secuencia se
desarrolla todo el filme, convirtiendo el lugar en un personaje más, que se
transforma y modifica a partir del abrumado estado mental de la protagonista
debido a la experiencia en la colonia. La lucha entre el recuerdo y el trabajo
de ocultación por parte del lobo es como introducirse en el subconsciente
turbio de las imágenes, con personajes y escenarios en constante transformación
y descomposición, como una versión atormentada de un trabajo de Bruce Bickford.
Una pesadilla única y desatada, profundamente perturbadora y sugerente en su
torbellino de estímulos visuales y música, que van asociando levemente ideas
que tratan de decodificar el dolor de los abusos sexuales a personas menores de
edad a base de símbolos, lucha y metáforas terribles que la convierten en una
pieza de arte mutante que gana en revisiones y es imposible recordar en su
totalidad.

Programa doble:
Pinocchio (2019)

imageSi La casa lobo se dibuja como un
cuento de hadas corrupto, Mateo Garrone retrata fielmente la crueldad de la
obra de Collodi al estilo de un neorrealismo italiano reimaginado por Terry
Gilliam, entre la visión de las leyendas para niños que se pasan de frenada de The
Storyteller
(1988), con muñecos y personajes que bien podrían aparecer
en la etapa más brumosa de Jim Henson, hasta la visita al valle inquietante,
esta versión de Pinocho alterna la belleza más conmovedora con auténticos
momentos adyacentes al horror, proponiendo educar a niños con todo lo que no
vamos a ver en las versiones de acción real de los clásicos Disney.

8- Bad Hair (2020)

imageAunque en 2020 no hayamos visto ninguna película de Jordan
Peele, y el estreno de Candyman (2020)
se haya pospuesto, puede decirse sin ningún pudor que ha sido el gran año del Horror Noire. Además de estrenos
televisivos como Soul City o Lovecraft Country en HBO, ha habido
una avalancha de películas americanas que tratan el género desde la perspectiva
de la comunidad afroamericana o que al menos tienen mayormente protagonistas de
raza negra, muy influenciadas o animadas por el éxito de Get Out (2017) y Us
(2019). Aunque apenas hayan tenido oportunidad en la pantalla grande, como sí
ha sido el caso de Antebellum (2020), 2020 ha recibido películas como Vampires
vs Bronx
(2020) de Netflix, Spell (2020), Tales from the Hood 3 (2020), The
Devil to Pay
(2020), Hecks (2020), Black Box (2020), la
británica Kindred (2020)… sin embargo, la voz más interesante del lote es
la de Justin Simien, creador de Dear White People (2014) y artífice
de esta Bad Hair (2020), una excelente película de terror de pelos
malditos que camina entre la comedia absurda, el drama social y el horror más
impúdico y libre, aunque lamentablemente solo se ha estrenado en Hulu. La
plataforma americana ha sido en 2020 la casa de un buen número de propuestas
interesantes y bien acabadas como esta, que lleva su comentario social asociado
al peinado de la mujer afroamericana en Estados Unidos, centrándose en la
sátira del uso de extensiones como forma de presión social, semilla de clasismo
racial y obligación adquirida entre la comunidad afroamericana. Bad Hair ha sido objeto de controversia,
puesto que su mensaje puede tener una perspectiva frívola sobre un tema
sensible para las mujeres de raza negra, pero el foco de Simien está más en la
lucha social que se genera alrededor de un elemento cultural impuesto.

Además, es una gran sátira de horror, que se puede tomar a
broma por la exageración que la llevan al extremo de lo Camp, pese a que no está escrita con diálogos de comedia. Su tono
se parece en parte al de otra película con objetos inanimados asesinos como In
Fabric
(2019) de Peter Strickland o Pelts (2006) de Dario
Argento, aunque en realidad es como una nueva versión de uno de los cortos de Body
Bags
(1993), o películas orientales de pelos malditos como Gabal
(2005) o Ekusute (2007). A estas les añade cierto punto de relato
faustiano, cerca del mito del vampiro, y a los zombies haitianos, pero con un
surrealismo visual en su body horror
como sacado de tebeo de Junji Ito. En realidad, lo más interesante de Bad Hair es como Simien integra esos
referentes de horror en una mirada a la cultura de videoclip de los 80 como la
que describían películas como Tapeheads (1988), para lo que da un
aspecto de film underground vetusto, con textura llena de grano, que conecta
con el cine independiente de su época, a medio camino entre el retrato urbano
de Frank Henenlooter y la atmósfera decadente de Vampire’s Kiss (1989).
Casi con más en común con el cine de Spike Lee que con el de Peele, su relato
de pelos monstruosos habla de subyugación forzada y el control como ecos del
esclavismo en un ciclo interminable que se relaciona con el mundo laboral y su
difícil acceso para los afroamericanos, otro punto en común con la fantasía
surrealista de culto Sorry to Bother You (2018).

Programa doble: Body
Cam (2020)

imageUna modesta película de terror que hibrida el género de
fantasmas vengativos con el drama policial y el misterio con una puesta en
escena superior a la media de productos de su categoría. Su idea de partida es
parecida al episodio X-Cops (2000) de X-Files, sin embargo, lo más
escalofriante del film es cómo parece haber leído el futuro del caso George
Floyd y haberlo integrado en la trama, como si los sucesos paranormales de la
propia película tuvieran ese mismo poder de premonición. Un horror noire particularmente relevante
en el año del Black Lives Matter,
mostrando que de nuevo el valor del cine de terror cómo documento de las
ansiedades sociales más intangibles, dándoles forma y contexto, esta vez de
forma inaudita. Un film importante en 2020.

7- Mortuary
Collection (2020)

imageDe un tiempo a esta parte, el mundo de las antologías de
horror parecía haber perdido mucha de su magia, principalmente porque parece
que el pequeño subgénero ha sido relegado a meras colecciones de cortos, más o
menos alargados, que se unen por una línea conductora rodada al efecto,
reuniendo a varios directores que hacen sus filmes por separado y se unen los
resultados con más o menos criterio por un coordinador, incluso con trabajos de
distintas épocas, ya presentados en festivales o incluso publicados en la red.
Mejores o peores, son muestras heterogéneas con más o menos coherencia
temática, pero una diversidad de formato que menoscaba el valor de la propia
antología. Es por esto que a The Mortuary Collection no le hace
falta mucho para ser la más redonda y divertida desde Trick ‘r Treat (2007),
que tenía los mandos de Michael Dougherty en todos y cada uno de sus segmentos.
El debut de Ryan Spindell es una de esas raras ensaladas de terror desde un único
autor, que guarda consistencia no solo por estar escrita y dirigida por él
mismo, sino porque tiene como objetivo analizar el espíritu que mueve al cine
compuesto por historias.

A través del humor negro y la referencialidad sin
condescendencia, Spindell pasa a examen la validez de las antiguas estructuras
y temáticas morales tradicionales, celebrando al mismo tiempo el formato. Un
trabajo sacado adelante desde la más absoluta independencia, durante varios
años, que pese a su modestia, deja notar en cada plano el mimo puesto en la
deliciosa escenografía y dirección de arte, con ecos de Jeunet o un Wes
Anderson borracho del George A. Romero de
Creepshow
(1982), de hecho, su
espíritu se parece al de las historias de la serie nacida a partir de dicho
film, Tales from the Darkside, en la que convivía lo grotesco con lo
arquetípico y el apego por la viñeta. Cada relato alterna temáticas familiares,
con tono de humor negro, criaturas, gore generoso hecho con efectos prácticos,
y algo que no puede faltar en una buena recopilación de cuentos, un anfitrión
de lujo, con Clancy Brown como presunto del tío Creepy, dueño de una Morgue,
como el propietario de la genial Tales from the Hood (1995). Como
aquella, será un clásico para recuperar en Halloween.

Programa doble: Books
of Blood (2020)

imageOtro de los pequeños regalos de este año de Hulu, primero
proyectada como serie de terror y condensada en una introducción para lo que
deberían convertirse en una colección de películas que adaptan la obra de
Barker. Este primer intento deja ver su origen híbrido de cine y televisión,
adaptando solamente las mismas historias que ya hizo The Book of Blood (2009),
con la inclusión de un relato nuevo, supervisado por el propio Barker, que da
su bendición a esta infravalorada visión de su mundo en pantalla, con un
acabado formal estupendo y la libertad suficiente para aplicar el splatter
necesario. El único “pero” es que se nota que es tan solo un aperitivo a algo
más grande que más adelante debería incluir relatos más ambiciosos.

6- Amulet (2020)

image2020 fue un año en donde se pueden rastrear varios fenómenos
de eclosión, pero también podemos comprobar fácilmente la consolidación del
cine de terror dirigido por mujeres, un hecho que está dejando de ser un
detalle a resaltar o celebrar ya que definitivamente se ha integrado en la
constante de los estrenos y los festivales, tanto que varios de los títulos más
comentados del año tienen dotación XX. Obras de ciencia ficción y terror marino
como Sea
Fever
(2019) y otros títulos más divisivos como She Dies Tomorrow (2020),
o la más popular Relic (2020) se han colado en los primeros puestos de las
listas de favoritas, pero el ruido también esconde otros trabajos menos
publicitados, bien por su procedencia, como Bulbbul (2020) o Tvar
(2019), bien porque han generado menos conversación como 12 Hour Shift (2020), Nocturne
(2020), The Other Lamb (2020), o por ser televisivo, como el mejor
episodio de The Haunting of Bly Manor, Monsterland, Lovecraft Country o Into the Dark: Delivered (2020). Amulet
lidera el conjunto de todas ellas con la historia más explícitamente feminista,
incómoda y sin ningún reparo en presentarse como un film con intención de
provocar miedo.

El debut de la actriz Romola Garai es un enigmático relato
de oscuros misterios en una casa con una habitación habitada por una mujer
encerrada, al estilo de Burnt Offerings (1976) y se acaba
revelando como una historia moral típica de viejos tebeos Creepy, que no
desentonaría en una antología de Amicus, en la que se nos describe un malsano
plan a fuego lento con exabruptos de horror surreal, criaturas extrañas,
simbolismos recurrentes y ecos del primer David Cronenberg y, sobre todo, el
buen Clive Barker de los Books of Blood. Su banda sonora es
diferente, arriesgada y absolutamente memorable, ayudando a consolidar el film
como una verdadera sorpresa de horror que ofrece un estudio ambivalente de la
toxicidad masculina más difícil de diseccionar, la de la falta de conciencia, a
través de una mirada compasiva y multidimensional a un personaje complejo y
torturado que hace replantearse conductas asumidas. Tiene secuencias
estremecedoras con lo mínimo, como la del murciélago en el WC, y su tercer acto
es una inmersión en un sueño febril coronado por un final que resulta en una
absoluta lavadora mental. Además, Imelda Stauton da miedo, dando como resultado
una películas de terror que, adaptando una trama de castigo sobrenatural
arquetípico en el género, consigue uno de los planteamientos más kamikazes y
estimulantes del año.

Programa doble: The
Turning (2020)

imageLa segunda versión de A
Turn of the Screw
de Henry James de 2020, es muy diferente a The
Haunting of Bly Manor
, y no solo es mejor de lo que se ha comentado,
sino que hace una reinterpretación valiente del texto de James para conectar
con miedos femeninos y horrores hereditarios dentro del universo gótico
decadente de su directora Floria Sigismondi, quien llena el film de señales,
simbolismo y detalles que dan pistas para interpretar su ambiguo final, dejando
espacio para los revisionados, que permiten también deleitarse en su alucinante
diseño de arte, lleno de maniquíes, espejos rotos y pinturas.

5- The Empty Man
(2020)

imageEn un año en el que los grandes estrenos de terror en
pantalla gran han brillado por su ausencia, vale la pena reflexionar sobre el
uso que ha dado Disney a los proyectos desarrollados por Fox que habían quedado
colgados en el fondo de catálogo, relegados a un estreno suicida en medio de la
pandemia, como The New Mutants o este
ejemplo, aún más descortés, siendo anunciado solo una semana antes del estreno,
sin entrevistas al autor y un tráiler lanzado a la nada, dejando pensar que el
film es otra versión cualquiera de Bye Bye Man (2017) o Slenderman
(2018). Imagina la sorpresa del grupo de adolescentes que acude a la sala con
ganas de llevarse unos sustos que se encuentran una densa adaptación, en clave
de horror metafísico puro, de la prestigiosa novela gráfica de Boom! Estudios,
con calificación R y un planteamiento totalmente distinto a la película de
miedo ordinaria proveniente de gran estudio. Rodada en 2017, The
Empty Man
es el testamento del cine de terror con presupuestos holgados
de Fox, puede que el último estudio capaz de invertir para permitir gran diseño
de producción en filmes de horror adulto no basados en la fórmula Warner de jumpscares,
que se toman el tiempo necesario, 137 minutos en este caso, para desarrollar su
historia, aunque incluso en páginas especializadas famosas decidan ignorar
completamente las intenciones de la propuesta y la fusilen exclusivamente por
este hecho. Tampoco ayuda a mejorar la impresión general que algunas copias que
se están viendo en streaming mutilen el suntuoso formato panorámico de 2:39 con
el que ha sido concebida.

Un caso no muy diferente al de The Cure for Wellness
(2017), aunque ahora presenciamos un debut menos firme, el de David Prior,
autor del alucinante mediometraje de horror lovecraftiano AM1200 (2008), con la que
esta se relaciona de tantas formas que podrían transcurrir en el mismo
universo. Dirigida con una puesta en escena elegante, de tonos fríos y oscuros
captados por la impresionante fotografía de Anastas Michos, sorprende una
aproximación visual tan hermosa en una película que se plantea como una
investigación paciente, sin grandes set
pieces
, aunque sí desarrollada con riesgo desde su estructura. Con un
prólogo que podría ser The Ritual (2017) resumida en 22
minutos, Prior desarrolla muchas reglas de lo que vamos a ver a continuación y
planta ideas que se retomarán más adelante durante el núcleo del film, una
investigación en clave The Ring (2002), llevada en los
hombros de un adecuado James Badge Dale, adentrándose en un mundo de sectas
dianéticas próximas a Blue Sunshine (1977), que va
derivando en un opresivo laberinto mental de horror, más que cósmico,
fiilosófico, profundamente existencial, muy arriesgado y tratando conceptos
complicados como los tulpas desde una perspectiva inusual. Con algunos momentos
de terror grotesco, The Empty Man
referencia a Zdzislaw Beksinski y su The Horn Player y tiene algunos
puntos en común con Wounds (2019), o Angel’s Heart (1987), si en vez del
satanismo o vudú hubiera ecos de Nietzsche. Es cuanto menos irónico que se
invoque a menudo a Thomas Ligotti para elevar las virtudes de una serie
policial que usa citas del autor sin acreditarle o sin tener gran conexión con la
trama y a la película que más se ha llegado a acercar a parecerse a una
adaptación puramente nihilista de sus temas y obsesiones se la reciba con gran
rechazo.

Programa doble – Come
Play (2020)

imageProbablemente la película que muchos habrían esperado
encontrar en The Empty Man, una
variación de hombre del saco post Babadook dirigida al público
juvenil, versión en largometraje del corto Larry (cuyo personaje daba más miedo
que en la película), pero que no obstante funciona bastante bien y representa,
de nuevo, el terror de estudio que se arriesgó a llegar a la gran pantalla en
el triste 2020. La estupenda Z (2019) también se mueve en el
mismo ámbito con incluso algún parecido con el film de Prior.

4- May the Devil take you 2 (2020)

imageAlgo está pasando en Indonesia y 2020 es el año en el que la
proliferación de películas de terror de su cinematografía ha dejado de verse en
el mundo como un plato exótico propio de algún capítulo del libro Mondo Macabro
a atisbarse como la consecuencia de una industria cada vez más sólida y competitiva,
confirmándose ya como un fenómeno comprobable no solo por cantidad de títulos
sino por calidad, un viraje de terror asiático que ha tomado terreno frente a
una Corea de Sur bastante ausente, y un Japón entregado ya a la charcutería con
pocos medios, que salvo casos honrosos como el de Tetsuya Nakashima parece
haber enterrado el eco de la explosión J-Horror que cambió el género a
principios de siglo. Sin esa onda de influencia, la aparición de nombres como
Kimo Stamboel, Joko Anwar o Timo Tjahjanto están confluyendo en un movimiento
que podría asemejarse al de los directores de terror italiano de los 70 y 80 si
sigue progresando. El mejor ejemplo es el de la secuela de May the Devil Take You
superior en todos los aspectos a aquella, limando momentos muertos para lograr
un sublime espectáculo de horror físico, gore frenético, posesiones y golpes
vía Satán que certifica el movimiento del país.

Sin dejar un momento de descanso, Tjahjanto muestra su
arsenal de puesta en escena y narrativa visual que nos dejó ver en The
Night Comes for Us
(2018) y lo aplica a su mezcla de splatterpunk y
horror de posesiones desquiciado, ofreciendo todo lo que podríamos esperar de
una puesta al día de Evil Dead para el siglo XXI
–superior al propio remake de Raimi–, pero dentro del universo con flecos
religiosos del mundo musulmán, influenciado de vuelta por la onda occidental de
The
Conjuring
(2013) y un pulso trepidante gracias al montaje. Además, May the Devil Take You 2 tiene mucho de
la desvergüenza del citado terror italiano en su fase más charcutera y de
desfase, pura verbena de grumo y baba sin rendir cuentas a nadie, como las
propias secuelas de Demons (1985) en los ochenta. Toda una maratón de escalofríos y
gore, pero que marca la diferencia con muchas muestras actuales de occidente
gracias a su dirección, con gran uso del panorámico de Tjahjanto, algo que,
aunque parezca mentira, no es tan fácil de encontrar en una serie B media en
USA que no busque ser “algo más” que un viaje de estímulos de adrenalina y
sangre.

 

Programa doble: Queen
of Black Magic (2020) / Impetigore (2020)

imageImposible decantarse por una de estas dos, cualquiera puede
servir para cerrar un programa doble tremendo con la de Tjahjanto. Impetigore
es algo así como el folk horror visto por Joko Anwar, con ecos de un cuento de
hadas de marionetas atroz o una fantasía entre Clive Barker y Tobe Hooper. Su
gran punto débil es no poder estar a la altura de su inicio, una  secuencia de terror en la noche de un manejo
del tempo y la profundidad de campo absolutamente magistrales que puede ser la
más efectiva del año. Presente también como guionista, Anwar retoma los
remakes, como su estupenda Satan’s Slaves (2017), y ofrece otro
vendaval con la nueva versión de un clásico del cine oriental de magia negra,
con escenas primas de Centipede Horror (1982) y
maldiciones al estilo de lo Shaw Brothers. Distinto en tono, este delirante y
sangriento slasher sobrenatural, con Kimo Stamboel al mando, confirma que la
frescura gore y el terror más macabro no están reñidos con una gran dirección y
fotografía.

3- His House (2020)

imageUna de las películas mejor valoradas por el público y
crítica de 2020, apareciendo en la lista de lo mejor del año de medios tan
prestigiosos como Sight and Sound, que ha tenido la eventualidad de haber
llegado a muchos hogares gracias a Netflix. Y aunque algunos rápidamente la
hayan metido en el saco del sistema de producción de la plataforma de forma
despectiva, es una producción independiente de la BBC y Vertigo. De hecho, la
crítica más despistada la relaciona como un subproducto influido por Jordan
Peele, pese a que salvo sus actores africanos y el diseño de su póster, no
podía ser más diferente en tono e intenciones, respondiendo más a un relato
arquetípico de casa encantada y fantasmas, cuyos elementos sociales conectan
más con los del propio cine de género africano, matices evidentes, aunque
seguramente ignorados por los que la han interpretado a la ligera. Porque His House podría ser el reflejo
especular en el otro lado de películas como Atlantique (2019), más
conectado a las raíces mágicas africanas de la literatura de Amos Tutuola que a
los homenajes a Wes Craven que pueda tener Us (2019). De hecho, su imaginería
fantástica conecta con el realismo mágico del cine fantástico australiano con
ascendencia aborigen, presente en títulos como Bedevil (1993) que alguna
de las fallidas producciones para TV de Peele. Solo que aquí nos muestran la
realidad de Sudán –inaudito escuchar que tiene “un mensaje obvio” cuando la
situación allí es el mismo punto de partida– con un trasfondo con más en común
con Hotel
Ruanda
(2004).

A Remi Weekes, director debutante, le bastan dos minutos
para ponernos en la piel de sus protagonistas, pero cuanto más sabemos de su
historia más complejo es el meandro emocional que nos lleva a deliberar sobre
sus decisiones frente al conflicto de la inmigración, que queda en un plano
superficial. His House pasa por el
brexit por encima – devastador el encuentro con británicos de raza negra
humillando a la protagonista– y deja su núcleo en una sensible historia de
identidad y culpabilidad que sigue el patrón del cine de terror moderno, sin
abandonar el motor clásico que la mueve, una revisión de cierto relato de Poe
que pocos han sabido leer, junto a toda una tradición británica que recuerda a
relatos de M.R. James como Lost Hearts (1904). His House ha conquistado por su rotunda
honestidad y su capacidad para hacer empatizar al espectador con el complicado
conflicto de los protagonistas, llegando a emocionar en sus durísimos giros,
gracias a las apabullantes miradas de Wunmi Mosaku, y a aterrar en sus
contenidas y estupendas set pieces de
terror, que se atreven a dibujar secuencias de pesadilla angustiosas con
inventiva e incluso con algún homenaje a The Shining (1980), utilizando con
ingenio el laberíntico emplazamiento de las construcciones miméticas típicas de
los barrios obreros y de extrarradio británico, algo que extrañamente, nunca
había sido utilizado para el terror antes.

Programa doble:
Detention (2019)

imageEl terror con una base política de genocidios silenciados y
crímenes de estado, tiene en esta producción de Taiwán un ejemplo sorprendente.
Adapta un videojuego homónimo que se ambienta en la época del “terror blanco”,
con unos estudiantes atrapados en un instituto con un oscuro pasado que se
refleja en inquietantes apariciones y viajes a una realidad alternativa con
seres extraños, no muy diferente a la lógica de Silent Hill. Una
estupenda película de género asiático con cierta vocación didáctica y superior
a la adaptación en formato serie que se puede encontrar en Netflix.

2- Colour Out of
Space (2019)

imageQue el horror cósmico ha estado siempre presente, de una u
otra forma, en el ADN del cine con elementos sobrenaturales y de ciencia
ficción es una reiteración innecesaria, ya que nunca han faltado ejemplos de
influencia literaria, incluso con numerosas adaptaciones oficiales H.P.
Lovecraft a lo largo de los años. Otra cosa es tomar esa realidad como un
comodín para obviar un fenómeno cada vez más tangible en la ficción audiovisual
afín al fantástico, que es la presencia creciente de adaptaciones, apócrifas u
oficiales de la mitología y las formas del de Providence, que, si bien no ha
dejado de tener una presencia constante, apenas ha visto su obra adaptada al
cine con los medios de un estudio en condiciones, salvo contadas excepciones.
Ya sea por la necesidad de ampliar horizontes temáticos o perceptivos, o bien
por la democratización de los efectos visuales, el cine y la televisión de los
últimos años ha comenzado a ser más perseverante en tratar de traducir lo cósmico
en pantalla, desde intentos independientes como The Void (2016) o The
Endless
(2018) a la confirmación de horrores de Eldritch en la
televisión, con casos como Lovecraft Country, 30
Monedas
o la última temporada de Chilling Adventures of Sabrina. Hay
una seducción de los horrores primordiales en los despachos de producción,
confirmándose por la puerta grande con esta nueva adaptación de Colour
Out of Space
, la más fiel, rigurosa y arriesgada hasta el momento.

El regreso triunfal de Richard Stanley, tras su obra maestra
Dust
Devil
(1992), nos ofrece la mejor adaptación del relato, con una paleta
de colores prima de From Beyond (1986), monstruos salidos de The Thing (1982) de John
Carpenter, FX prácticos de carne mutante,  pura psicodelia cósmica gelatinosa en gradiente
púrpura, transmisiones en frecuencia alien y conexiones psíquicas con otros
mundos que devuelven al cine fantástico y de terror a un territorio olvidado
que camina entre la diversión y el fatalismo, con el sello cada vez más
inconfundible de Spectrevision. Quizá por esto tenemos a Nicolas Cage de
protagonista, un más que adecuado Nahum Gardner, cuyos excesos están más
comedidos, y no funcionan mal con la sucesiva espiral de demencia que propone Colour Out of Space. Sin ser lo mejor
del film, el actor hace las veces de un Jeffrey Combs que no desentonaría en su
tono cercano a Stuart Gordon. Pero Stanley sigue su camino, más interesado en
plasmar lo imposible, con una inusitada comprensión de la ciencia ficción weird
solo conseguida en trabajos de riesgo como Butcher’s Block (2017) y, sin dejar
de lado su vis mágika, que pone al servicio del relato con una dirección
potente y rica visualmente, sorprendiendo con decisiones como usar stop motion en pleno 2020 o estructurar
el relato sin actos claramente diferenciados, exponiendo la secuencia de
efectos del meteoro con una curiosidad científica descriptiva propia de un documental,
en realidad tal y cómo se desarrolla en el texto. Planeada como la primera de
una trilogía unida por el personaje Ward Phillips, de la universidad de
Miskatonik, Colour Out of Space salda
una deuda con el autor de literatura de terror más influyente del siglo XX,
tratado por fin como merece en pantalla sin las ataduras de gran estudio que
han impedido que piezas capitales del género como At the Mountains of Madness
lleguen a la gran pantalla sin las deudas propias de un blockbuster. Un momento
para celebrar.

Programa doble: Love
and Monsters (2020)

imageLa otra película sobre
asteroides que al llegar a la Tierra hacen que los animales muten en monstruos
de este año es una comedia de terror juvenil parte Zombieland (2009), parte Tremors
(1990), en la que Dylan O’Brien nos guía por una aventura apocalíptica con criaturas
alucinantes, muy logradas en diseño y ejecución, que pese a su toque de romance
adolescente no deja de ser una actualización de las fantasías de Kevin Connor y
el cine clásico de continentes perdidos con homenajes directos a filmes y
creaciones de Ray Harryhausen como es cangrejo gigante a pleno sol, digno del
de Mysterious
Island
(1961).

1- Murder Death
Koreatown (2020)

imageUn found footage
anónimo basado en un crimen real aparecido de la nada, sin tener detrás a productoras
o estudio ni autores o actores acreditados, que se ha convertido la película de
terror de culto del año más raro del siglo XXI. Murder Death Koreatown fue
lanzada en todo el mundo en su propia web para ir ganando notoriedad boca a boca
entre los aficionados al cine de terror y, más concretamente, los connoisseurs más fieles al formato, que
han llevado el nombre a la controversia en redes por su bajo presupuesto y su
propuesta diferente en un género machacado que, irónicamente, parece haberse
reanimado “oficialmente” en otro frente gracias a la distribución en Shudder de
esa enésima mimesis de Unfriended (2014) que es Host (2020). El interés de MDK
reside, más allá de su misteriosa procedencia, en su carácter poliédrico,
primero por su punto de partida, no muy diferente a un True Crime aficionado que refleja el interés morboso en el
subgénero gracias a las plataformas de streaming, tirando del hilo de una
crónica negra real el barrio coreano de Los Ángeles, que no es muy diferente a
documentales sobre asesinos de zonas cercanas, como Tales Of The Grim Sleeper
(2014). Pero pronto se torna material de puro creepypasta moderno y funciona como complemento (o conclusión) del
material diseminado en la página web, que construye previamente la mitología
del relato con numerosas capturas, noticias, y bitácoras desde un investigador
que ha encontrado y editado el material que estamos viendo. Aunque el efecto de
su esfuerzo es imposible de hacer pasar por algo real, no deja de ser una
voluntariosa vuelta al origen que recupera la pasión que generaba Blair
Witch Project
(1999) con su material satélite, sacrificando la autoría
y el ego para conseguir el efecto máximo de la narración por proxy de tradición
literaria que viene desde Lovecraft, o como cita el podcast La
cola del escorpión
el Inferno de
Strindberg hecho película
”.

Murder Death Koreatown parece, además, un “descenso a la madriguera
de conejo” que parece el reverso de terror puro de Under the Silver Lake
(2018), con la que converge en el dibujo de un Los Ángeles irreal y pesadillesco,
acorde ya casi a un subgénero de L.A. gothic en el que los mendigos tienen una
mitología propia que va desde Day of the Locusts (1975) o Prince
of Darkness
(1987) a Mulholland Drive (2001). MDK
converge incluso con ese mismo David Lynch en su juego con la percepción,
logrado a partir de rupturas de la realidad que llegan a traspasar la cámara,
en alguna secuencia tan alucinógena como rompedora para el mockumentary, que solo podría funcionar en el cocido de ideas paranoicas
en el que nada el protagonista. Y es en ese aspecto en donde se puede encontrar
el nivel de análisis más abstracto del film, ya que lo que se inicia como un
misterio de “sigue las pistas” acaba dando vueltas en torno al narrador, que en
una innovación totalmente inédita en el subgénero, nunca llega a aparecer
frente a la pantalla, convirtiéndose en el propio objeto sobre el que todo
acaba girando. A través de la omisión y de la progresiva antipatía hacia el
protagonista–que también puede generar empatías a cualquiera que haya vivido un
periodo alargado de carencia de empleo–, MDK se convierte en un estudio de la
conspiranoia tóxica, muy acorde con los movimientos QAnon surgidos en la era
Trump en la que ha sido concebida. De hecho, el creador fue volcando toda la
información previa en foros a lo 4Chan con el elocuente pseudónimo “K Anon”,
con lo que el film forma ya parte de una performance completa, con cierta mofa
del norteamericano creyente en maga, más oportuna imposible en un 2020 que ha
terminado dando lugar al asalto al Capitolio por conspiranoicos del mismo movimiento
disfrazados de Búfalo.

imageNo por casualidad todos los horrores se basan en la otredad
del desconocido, el coreano con su propio lenguaje ininteligible y contactos
privados, coronando en su desagradable personaje no solo un narrador no fiable
sino el portador de una xenofobia encubierta más representativa de la metáfora
de los temores de Lovecraft que lo que puedan explicar las diez horas de cierta
serie de HBO. Puede que Murder Death
Koreatown
no sea la mejor película del año en una consideración
tradicional, puede que muchos la encuentren tan odiosa que crean que es una
broma, pero, cuanto menos, merece destacarse para dar coraje a en una época de
dificultades para la cultura y la industria, porque, si algo demuestra es que
para hacer una película de terror memorable, a la que se puede volver una y
otra vez encontrando nuevos detalles, no hace falta un presupuesto millonario
sino ingenio, emoción y talento. ¿Por qué no destacar a una película hecha
desde los márgenes, con la misma ausencia de pretensiones de autor que de
aparato publicitario y de marketing? Puro punk y libertad en plena época de
google trends, palabras clave y click bait. Un manifiesto hecho cine que, con
apenas cuatro elementos consigue construir un universo digno de un foro para sí
mismo.

Programa doble: Death
of a Vlogger (2020)

imageTan meritoria como Murder
Death Koreatown
, esta especie de extensión streamer de Lake Mungo (2008) consigue todo lo
que tratan de explicar intentos como Followed (2020) o Spree
(2020) pero consiguiendo dar mucho miedo, de nuevo con cuatro elementos y un
juego con la parodia de los youtubers que consigue elevarse sobre su propia
idea de partida de “caranchoa contra los fantasmas” con un opresivo juego de
veracidad en el que el cuento de Pedro y el lobo recibe interacciones y
difumina las líneas de la veracidad, haciendo más plausible y asfixiante el
miedo del protagonista. Llena de estupendas escenas de terror verité, su tramo
final es un crescendo de miedo en blucle, espirales de locura en cámara que te
harán pensar dos veces volver a meterte en las imágenes latentes de google
maps.

Otros filmes destacables
de 2020

imageIncluso aumentando la selección hasta 20, con sus 20
compañeras correspondientes, el año ha dejado muchos ejemplos adicionales que,
al menos son dignos de una mención especial. La peculiar forma de mirar al
género del autor Jim Cummings convierte a The Wolf of Snow Hollow (2020) en
una verdadera rareza de tono imposible de comedia negra a descubrir, el horror
acuático ha visto una resurrección con cintas como Sea Fever (2019) o Underwater
(2020), el híbrido de horror bélico vuelve a La Rivière du hibou sin miedo a
los giros Shyamanescos con la más que destacable Ghosts of War (2020), las
noches de terror en un mismo emplazamiento reciben una nueva variación kosher de
Viy (1967) en la reivindicable The
Vigil
(2019), a la que se le perdonan los sustos gracias a su final, las
conspiraciones vecinales a lo Community (2008) de Mary Harron
tienen una digna continuación en 1BR (2019),

el
terror infantil de Rache Talalay de A Babysitter’s Guide to Monster Hunting
(2020) y la atolondrada y muy gore secuela The Babysitter: Killer Queen (2020)
demuestran que la fórmula niñera le funciona a Netflix

y la decepción vivida
con Península
(2020) no le quita ser una divertida heist
movie
de zombies a toda velocidad que puede verse separando sabores con la
original, y muy diferente, Train to Busan (2016).

Jorge Loser

Author

  • Jorge Loser

    Jorge Loser (@loserjorge) es un biólogo no practicante, experto y adicto al horror, crítico de cine, creador de contenidos culturales y diseñador. Colabora en medios como 'Imágenes de Actualidad', 'Canino', 'Tentaciones', 'La sexta cultura', 'Espinof ', '2000 maníacos', 'Amazing Monsters'.  También toca punk rock y hace canciones con @Psycholoosers desde hace 15 años.