Las 53 mejores películas de terror de la década (2010-2019)

Repasamos todo lo que ha dado de sí el cine de terror en diez años, desde
los espectáculos demoníacos de James Wan a los confines lovecraftianos y el
juego de posesiones de Hereditary. Una tarea demasiado extensa como para no
incluir cinco decenas de películas en un estudio de tendencias, nombres,
autores y títulos excepcionales, rarezas ocultas y éxitos universales. Tomen
aire y sumérjanse en la lista de imprescindibles de horror de los 2010.

Ha llegado el fin de una era. La década que acaba ha marcado
un antes y un después en la concepción del consumo de cine y las formas de
distribución han ido experimentando una adaptación a los formatos, los canales
y la tecnología disponible asociada. Del mercado de dvd hemos pasado al mercado
del VOD y el streaming, modificándose por completo la categorización del cine
destinado a cada uno de estos receptores. Antes, un film destinado a vídeo solía
tener la dudosa categoría de cine menor, de obras a la sombra de los grandes
estrenos cinematográficos en salas, incluso sirviendo de bálsamo o copia barata
de las tendencias marcadas por los grandes estudios. Ahora, estos espacios son
un espacio de creación de tendencias, de florecimiento de movimientos, de
explosión cámbrica de cine independiente y obras de autor.

Curiosamente, si en los 90 y 2000s el cine indie se
posicionaba hacia el drama, las comedias generacionales y films de calado
intelectual, en los 2010 lo independiente ha sido tomado por el terror. Tras el
resurgir del género en la década de los 2000, con una tendencia sangrienta y
rabiosa, de descuidados trabajos de edición y primeros devaneos con lo digital,
en los 2010 ha ido perpetuándose una estilización del terror que ha incorporado
el gore como medio y no como fin y se ha dejado empapar lo sobrenatural, lo
onírico y las posibilidades plásticas que ofrece el gótico más elegante y
ominoso. Un inicio de década empapado por el mumblegore y algunos autores jóvenes
que fueron consecuencia del Splat Pack,
dio lugar al prematuro fracaso de una visión del género aún ligada al factor
11-S y la guerra de Irak, con autores como Ti West que habían dado lo mejor de
sí en los últimos años de la anterior. El posterior Death Wave fue la continuación de aquella tendencia pero se
empezaban a hacer filmes de más trascendencia y llevaron al terror de
festivales.

En las salas de cine triunfaban films como The
Conjuring
(2013) y el terror comercial se hizo fuerte en las salas,
mientras en las sombras autores de todo tipo y pelaje entregaban grandes obras
como The
Babadook
(2014) o The Witch (2014) que llevaron a
algunos críticos a hablar de horror elevado, ese término paleto de quien ha
ignora que el cine de terror siempre ha tenido multitud de subgéneros y
autores, de Dreyer, Bergman a Polanksi o Robert Altman, haciendo películas con
todos los elementos orgánicos del género sin tener que categorizar o disculpar.
Sea como fuere, hemos seleccionado 53
títulos fundamentales
, con la voluntad de, no ya hacer una jerarquía de
cuáles son “mejores o peores” sino de tratar de encontrar una muestra
representativa de los distintos movimientos, subgéneros, autores y zonas
geográficas para hacer un fresco válido de lo que realmente ha sido importante
y ha tenido mayor o menos impacto, directo o indirecto. Para muchos no será
representativa, para otros sobrarán o faltarán títulos.

No hemos repetido del mismo director, por lo que si hubieran
dos importantes, sobreentendamos que dentro de una está la otra. Al igual que
dentro de algunos subgéneros, si ya hay demasiadas, el espacio obliga a dar
cancha a otros films aparentemente no tan sólidos, pero que sin embargo sirven
como contenedor de otros muchos que necesitan estar representados de alguna
forma. Por ello, como complemento y regalo, en cada película hemos incluido un
film de la década relacionado de alguna forma con el analizado para hacer un
programa doble ideal con el mismo, por tanto, realmente estamos hablando de 106
filmes de los 2010, una década de oro para el terror que deja tras de una
ingente cantidad de títulos de calidad que seguirán siendo descubiertos con el
paso de los años.

53. Green Room (2015)
de Jeremy Saulnier

Una ultraviolenta mirada casi satírica a la rivalidad de punks
y skinheads supremacistas que  recoge lo
mejor de las posibilidades del cine indie de ascendencia mumblecore y las líneas maestras del terror en un espacio cerrado
de tradición John Carpenter o George Romero. Se sustituyen zombies o monstruos
por nazis y se plantea una premisa maestra, un grupo de punks en una nave en la
que han tocado un concierto con temas de Dead Kennedys. Patrick Stewart es el
monstruo más terrorífico en un cambio de registro como cabeza pensante de la
asociación que deja helado. Imogen Poots se revalorizaba como musa indie y el
fallecido Anton Yelchin inmortalizaba su mejor papel convirtiendo la película
en una pesadilla survival de culto, algo así como la Eden Lake (2008) de esta
década y poniendo el ojo en Jeremy Saulnier como uno de los más interesantes y
talentosos de los directores mumble de la década.

Programa DobleYou’re Next (2011), este home invasion
familiar se convertía en un survival
gore en un solo espacio muy entretenido y rabioso con una protagonista femenina
con salero. Pese a que tuvo una caducidad temprana, es lo más reseñable de la
filmografía de Adam Windgard.

52. Shin Godzilla (2016)
de Hideaki Anno y Shinji Higuchi

Los 2010 han visto un resurgir del Kaiju Eiga a niveles
demenciales y, mientras el monsterverso de Warner Bros deja tibias revisiones
de iconos como King Kong o Godzilla, Toho reclamó a su lagarto gigante cuando
más lo necesitaba su país. La última versión japonesa del icono es un nuevo
reboot del original, volviendo a las raíces que lo convirtieron en la criatura
de los fantasmas nucleares del país del sol naciente, regresando ahora como
ejercicio de meditación nacional tras Fukushima. El monstruo sirve también como
una bella pero delirante correspondencia de identidad y orgullo entre ficción y
realidad. Además fue una versión diferente, limitando la aparición del monstruo
a unas cuantas secuencias aisladas y muy bien dosificadas, con un uso de la
escala espectacular por un lado y por otro, diseccionando los laberintos de burocracia
que llevaron al desastre en la realidad.

Programa doble – Pacific
Rim (2013)
, junto con Rampage (2018), el mejor y más
divertido kaiju americano, un divertimento de Guillermo del Toro que puso en
imágenes todo lo que debería ser una adaptación de Mazinger Z. Tortas entre
robots y monstruos con secuela Young
adult
mejor de lo que se dijo.

51. Grave (2016) de
Julia Ducournau

La única película de terror ambientada en una escuela de
veterinaria, lo que da la oportunidad de crear un microcosmos de muerte y carne
que le da ese punto enfermizo en el que transcurre esta historia de iniciación
femenina turbia que cubre el bullying, la anorexia, virginidad, sexo y envidias
adolescentes analizadas de una forma inteligente por su directora, que entre la
sangre y momentos desagradables confía en su sencilla historia como afluente de
varios subtextos. Su mirada al canibalismo es intimista y tan solo un punto de
inicio en su camino hacia el agujero macabro de la metamorfosis, rindiéndose
finalmente a su estructura de “yo fui un monstruo adolescente” tan popular en
los cincuenta. En particular, tiene mucho que ver con una pequeña película
llamada Blood of Drácula (1957) y la actualización de esta, Ginger
Snaps
(2000), que no parecen ajenas a Ducournau, quien propone una
visión parecida de la feminidad independiente como el monstruo que ven los
demás.

Programa doble – Excision
(2012)
, un estudio de personaje femenino adolescente disfuncional, extraño
y con tendencias psychosexuales perturbadoras con fetichismo por la sangre.
Humor negro y una AnnaLynne McCord irreconocible la convierten en el reverso
surrealista de Raw.

50. Paranorman (2012)
de Chris Butler y Sam Fell

Algunos pueden pensar que fenómenos como Stranger
Things
(2016-) o IT (2017-2019) han aparecido de la
nada, pero el abrigo de cine de terror con niños empezó siendo… para niños. Si
bien Monster
House
(2006) ya plantó la semilla Amblin en el cine de animación, y Super
8
(2011) abrió la veda de la nostalgia con tonos más adultos —aunque no
a los niveles de la, bastante gore, serie de Netflix— este contraataque stop
motion de Laika hizo un film de esas características utilizando zombies,
brujas, fantasmas y todo tipo de atmósferas góticas clásicas en una película de
terror infantil modélica, deliciosa en sus formas y ágil en su desarrollo.
Ahora, más que por su uso del estilo de cine de terror ochentero, se la
recordará por ser la mejor película de animación de terror de estos años, en
los que ha habido ejemplos interesantes como la comedia con visiones dantescas Hell
and Back
(2015) o el delicioso largo Frankenweenie (2012), lo
mejor que ha logrado Tim Burton en esta década.

Programa doble – O
Apóstolo (2012)
, la versión gallega del cine de terror en stop motion es un
maravilloso recorrido por las leyendas y folklore de la terra de meigas, con un planteamiento estético deudor del Burton de
Sleepy
Hollow
(1999) y un trabajo de atmósfera que ya quisieran muchas. Una
pena que pasara por debajo del radar.

49. Across the River (2013) de Lorenzo
Bianchini

El cine
italiano de terror murió en los 90 y no ha podido recuperarse, pero en los
2010, al menos ha dado algunas muestras de resurrección con propuestas aisladas
de poco presupuesto pero buen planteamiento. Si en los 2000 apareció de la nada
el fantástico found footage Road
to Lovecraft
(2005), ahora es esta pequeña pieza de atmósfera y miedo
rural que narra las noches de un hombre dedicado a recoger muestras de la fauna
de un pueblo abandonado y sus alrededores. Mezclando metraje de cámaras
recogido en la noche con una narración tradicional, esta historia de fantasmas
provoca auténtico miedo, pese a contar con pocos medios o líneas de guion. Un
trabajo de texturas y de planteamiento geográfico que apenas da unas notas de
folclore que la asocian a los imaginarios Italian
Gothic
de Pupi Avati. Casi una reflexión sobre la Italia despoblada, parece
el inicio de un subgénero de pueblos fantasma que podríamos compartir en la
península ibérica.

Programa doble – The Last Will and
Testament of Rosalind Leigh (2012),
otro trabajo de atmósfera pura, con un hombre solo en la
casa recién heredada que viene con fantasma. Hay muchas con la misma idea que
no logran el efecto hipnótico, místico y de horror que esta rareza indie.

48. Livide (2011) de
Alexandre Bustillo y Julien Maury

Una de las que descolocan la primera vez y ha ido cogiendo
fuerza a lo largo del paso del tiempo. El cine francés de terror vivió una gran
época en los años 2000, pero su discurso extremo y gráfico ha ido perdiendo fuerza
y el duo Bustillo/Maury ha caído en el anacronismo menos favorecedor. Sin
embargo, en esta pequeña rareza surrealista de montaje tosco y algunos dejes de
cine de terror juvenil hay una secuela perdida de Suspiria (1977) que aún
trabaja con caligrafías de torture Porn y cine gótico previo al Conjuringverso,
con referencias literarias fascinantes como los pasajes más siniestros de El
hombre de arena
(1816) de E.T.A Hoffmann. Una absoluta rareza de
taxidermia, vampirismo y mad doctors con arrebatos de belleza inexplicable,
fruto de la filosofía del horror francés contemporáneo y el intento del horror
de factoría A24 sin que esto aún fuera algo. Un híbrido fascinante que queda
como testimonio insólito de la bisagra entre dos etapas del terror que se han
diferenciado de forma casi radical.

Programa doble – Evolution
(2015),
una desconcertante fábula entre lo lovecraftiano y el Cronenberg
más neocárnico. Una poesía visual de momentos y texturas dentro del fantástico
más abstracto y embriagado de mitologías marinas. Una rareza de terror francés
a tener en cuenta.

47. The Taking of
Deborah Logan (2014) de Adam Robitel

El auge y caída del género found footage y el mockumentary
vivió sus etapas finales a mitad de la década, con muestras antológicas como la
digna colección de V/H/S (2012) y secuelas, o falsos documentales bien hilados y
tratando temas más amplios como The Banshee Chapter (2013), The
Atticus Institute
(2015) o Hell House LLC (2015), que siguen
funcionando pero no pueden competir con la imaginería grotesca de este
documental sobre la vejez y enfermedad degenerativa, que convierte el proceso
natural de degradación en un relato de terror con ecos de relato literario
clásico, connotaciones reptilianas y muchos momentos imborrables en la retina
como ese gif, ya célebre en la red, con la mujer tragándose a un niño con la boca
desencajada. El trabajo de Jill Larson es de Óscar, sin exagerar, sus momentos
de desconcierto por la casa son puro lenguaje corporal y ha inspirado mucho a The
Visit
(2015), el modesto regreso de M. Night Shyamalan a la forma.

Programa Doble  – Creep (2014), la diabólica comedia negra
del asesino que invita a un chico para que le realice un documental es ya un
pequeño clásico del found footage, en donde lo interesante es la interpretación
magnífica de Mark Duplass, que podría convertir esta y su estupenda secuela en
una obra de teatro macabra.

46. L’étrange couleur des larmes de
ton corps (2013)
de Hélène Cattet, Bruno
Forzani

Uno de los
movimientos no oficiales que se han convertido en tendencia en el panorama de
festivales durante la década es el neogiallo. Si bien Argento ha sido una
influencia más o menos evidente en un gran número de autores, de James Wan a
Nicolas Winding Refn, el giallo per se, y mucho del terror sobrenatural
italiano ha creado una corriente de renovación, entre la nostalgia, el homenaje
y la reformulación muy propia de los 2010. Uno de los primeros casos es la
reivindicable Les nuits rouges du bourreau de jade (2010), la gore y
estilizada Masks (2011) y puede que el más aceptado y elevado por la
crítica, Berberian Sound Studio (2012) de Peter Strickland. Pero si hay
dos directores que entienden el carácter sensorial de la narrativa italiana y
la practican en toda su filmografía son Hélène Cattet y Bruno Forzani, que con
esta El
extraño color de las lágrimas de tu cuerpo
elevaron su propuesta hasta
el delirio  experimental de sonidos,
montaje, primeros planos, filtros, colores y hasta casi olores.

Programa
doble – The Editor (2014)
, entre las muchas propuestas más paródicas del
género, destaca esta maravillosa regresión a las patillas y cuellos de camisa
descompensados lleno de imaginería visual que recuerda lo mejor de Sergio
Martino. Una comedia que no se ríe del giallo sino que lo adora.

45. Krampus (2015) de
Michael Dougherty

Tras la excelente Trick or Treat (2007), el director
Michael Dougherty trató de acercar la leyenda del demonio de las Navidades al
gran público como la némesis de Papá Noel, la sombra de Santa Claus e imagen ya
icónica de la anti-Navidad. Esta figura terrorífica opuesta a San Nicolás que
en vez de repartir regalos, castiga a los niños apenas aparece en la película,
dejando protagonismo a todos sus secuaces, es decir, una conjura de muñecos y
seres de todo pelaje que convierten la cinta en una comedia de terror que sigue
la estela del espíritu de Joe Dante y sus Gremlins (1984), pero que a menudo se
asemeja a las películas de muñecos diabólicos de la factoría Charles Band. Con
un gran reparto con Toni Collette perpetuando su rol de madre de cine de
terror, Krampus es una delicia con fragmentos animados, atmósfera
oscura y un tramo final y twist que dejan tiritando.

Programa Doble- You Better
Watch Out (2016),
tan terrorífica como divertida (si tu idea de diversión
involucra el gore y la tortura ocasionales), este home invasion navideño de sorpresa constante y buenas
interpretaciones, es en el fondo un trozo de turrón envenenado sobre la vida en
barrios privilegiados, las navidades o la masculinidad tóxica.

44. Dude Bro Party Massacre III (2015)
de Tomm Jacobsen, Michael Rousselet, Jon Salmon

Los 2010
también han sido un año de vuelta del slasher arquetípico, pero en la mayor
parte de las ocasiones que ha tenido éxito ha sido en forma de parodia,
homenaje, emulación del estilo de los 80. Lo que hacía ya de alguna manera el
remake de Friday the 13th (2009), generó una corriente bastante extendida
de regreso a la estética VHS, los carteles y cubiertas retro y una herencia
vintage de la cultura Grindhouse
aplicada al videoclub. Así, surgieron ejemplos como Lost After Dark (2014), The
Final Girls
(2015) —y otro buen montón de películas de chicas finales—
y series como Scream Queens (2015-2017) o American Horror Story 1984
(2019). Parecida a esta última, pero mucho más graciosa, inteligente e incisiva
en la cultura masculina tóxica que destilan los films americanos de la época,
es esta Dude Bro Party Massacre III, una muy modesta propuesta tan
descerebrada y falta de pretensiones que se atreve con todo, posicionándose por
delante del resto de parodias por su sentido del humor con la misma idiotez de
aquellas películas adolescentes, pero de forma consciente y subversiva. Gore a
raudales, muertes tan absurdas que se convierten en cónicas y estética de
videocasete grabado ocho veces por encima.

Programa doble – Scouts
Guide to the Zombie Apocalypse (2015)
, aunque no es slasher, sino cine
zombie, esta infravalorada comedia adolescente sabe reírse de las convenciones
del género teen, haciendo el equivalente descerebrado de un American
Pie
(1999) con zombies y gore.

43. Vanishing on 7th Street (2010) de Brad
Anderson

El éxito de A Quiet Place (2018) ha creado una tendencia
de fin de la década en la que se ha recuperado la idea de un apocalipsis
asociado a uno de los sentidos, ya sea “no hacer ruido que te comen los
monstruos” como esta y The Silence (2019), o no mires que
te suicidas en Bird Box (2018). Lo que no se suele comentar es que en la muy incomprendida
Vanishing
on 7th Street
aparecía este concepto de forma original, donde era la
oscuridad la que se tragaba al mundo sin dejar rastro, con un pequeño grupo de
protagonistas asediado por las tinieblas, sin más defensa que unos
fluorescentes y el generador eléctrico de un bar. Esta se apoya más en lo
fantasmagórico y el surrealismo asociado a lo metafísico, pero ya proponía los
dilemas de los supervivientes que tomaría el resto: la desesperación constante
y la extrema dificultad de sus condiciones de supervivencia en la que si falla
algo, la muerte es casi segura. Además, visualmente era muy atractiva, llena de
sombras expresionistas y un tratado de narración en la oscuridad que el cine
digital no ha vuelto a replicar con esta elegancia. El tiempo la ha ido
colocando como uno de los “episodios largos de The Twilight Zone
modernos más enigmáticos y fuera de corrientes.

Programa doble – A Quiet
Place (2018)
, John Krasinski logró dar forma a una serie B de concepto llena
de criaturas grotescas, invocando a los clásicos y moviéndose modestamente
entre la sencillez del cine de terror más accesible y el regusto por la ciencia
ficción apocalíptica de ecos dramáticos, heredera de Shyamalan y Spielberg.

42. I am a Hero (2015)
de Shinsuke Sato

El cine de zombies ha vivido una segunda vida en asia
durante los 2010, con un par de grandes ejemplos que superaban la escala de lo
que habitualmente habíamos visto en el cine gracias a un gran presupuesto.
Mientras la coreana Train to Busan (2016) se compone de un tejido de escenas poco
complacientes que prescinden de la sangre y se mueven hacia la acción, la
japonesa I am a Hero tiene una escala gigantesca, y un sentido de la
diversión que no evita la tragedia, pero mirando hacia el despiporre con un
baño de sangre memorable que la deja entre las mejores películas gore de culto
de la historia herederas de Braindead (1992). Basada en el manga
del mismo nombre, también supuso el reflejo de un fenómeno de esta década en
Japón, los live action fieles,
grotescos y que a menudo reflejan la violencia descarnada del papel sin reparar
en gastos en la acción. Imposible no mentar la versión de Attack on Titan I y II (2015),
cuya primera parte es una película de zombies kaiju, Gantz (2010-2011) y Inuyashiki
(2018).

Programa doble –
Parasyte I y II (2015),
la adaptación del manga homónimo también conoció un
gran anime, pero esta especie de cine de superhéroes de nueva carne con
variaciones alienígenas de The Thing (1982) es la más cercana a
los diseños grotescos del cine de terror.

41. Don’t Breathe (2016)
de Fede Álvarez

Tras su potente debut tras las cámaras en el remake de Evil
Dead
(2013) el director Fede Álvarez aprobó con nota la reválida con un
reciclaje maestro de clásicos vistos mil veces con una receta clásica de
tensión constante y giros encadenados mantiene con las uñas clavadas al asiento
durante sus noventa minutos. Como una versión inversa de Wait Until Dark (1967),
en la que las víctimas son los ladrones, se actualiza con una dirección
espectacular, el uso de una fotografía en colores fríos y la tétrica y
excelente banda sonora de Roque Baños, consiguiendo una atmósfera de horror
validada por las concesiones a la estética de salvajismo heredada por Tobe
Hooper y el espíritu torture porn de la década pasada. Da igual si, en el
fondo, es casi un remake de The People Under the Stairs (1991)
de Wes Craven, o tiene un giro calcado al de Grandmother’s House
(1989), todo funciona con precisión, técnica y la pasión propia de un director
con hambre.

Programa doble – Dream Home (2010), entre el home
invasion y el slasher, esta sátira de la dificultad de acceder a una vivienda
en Hong Kong sigue siendo relevante y su comentario social no está reñido con
su gore exagerado y verdaderamente grotesco.

40. The Nightmare (2015)
de Rodney Ascher

Parte documental, parte película de terror, The
Nightmare
es el reflejo cinematográfico de un fenómeno televisivo que
ha acabado convirtiéndose en un subgénero a caballo entre el falso documental,
el docudrama y el cine de terror tradicional. Series como A Haunting (2005-) llevan
surgiendo y expandiéndose en la televisión americana desde hace tanto tiempo
que en los 2010 han alcanzado niveles de producción y edición propios de
grandes productos, jugando con el efectismo y la complicidad del público,
conociendo incluso su versión Netflix en 2018 bajo el original nombre Haunted
(2018). El documental de Ascher es una mirada terrorífica al fenómeno de la
parálisis del sueño, bien documentado y registrado, que, a lo largo de una
visión global de varias entrevistas, descubre que todos los casos tienen algo
en común, lo cual es más terrorífico que las pequeñas piezas que acompañan las
descripciones de los episodios de pesadillas que viven los testigos. Hombres de
negro, viejas brujas, enanos apoyados en el pecho… ante todo, es una
documentación fascinante de una condición del sueño terrible y milenaria.

Programa doble – La
rage du démon (2016),
el documental ha dado infinidad de largos reseñables
en la década y este francés es una versión mockumentary sobre las películas
malditas al estilo Le fin absolute du monde de John Carpenter, que en realidad esconde
un estudio y homenaje al aspecto esotérico y ocultista de Meliés y los orígenes
del cine.

39. Riddick (2013) de
David Twohy

A tercera parte de una trilogía de terror y ciencia ficción
con un capítulo intermedio que trató de ser un blockbuster. David Twohy imaginó
a un personaje propio de la filmografía de John Carpenter, un asesino
peligrosísimo que acaba convertido en héroe por accidente como un psicópata
amoral con un mínimo de sentido del honor. Sacado directamente de la idea de Alien
3
(1990), con una cárcel llena de escoria galáctica, esta conclusión es
la mejor de la trilogía, evocando las ficciones Metal Hurlant sin ningún tipo
de vergüenza ni pudor, con una estructura apasionante que divide una mitad a lo
Castaway
(2000) con monstruos y perros espaciales, un Vin Diesel primo hermano del Den
de Richard Corben y un diseño visual lleno de paisajes sacados de un álbum de
Frank Frazetta. Violenta, macarra, gore, juguetona y fantasma, es tan
incorrecta en ocasiones que parece de otra época. Su segunda parte es un
western virado a noche de los Aliens vivientes y permanece como una mezcla
perfecta de horror, acción y ciencia ficción, casi una rareza en el recorrido
de la década.

Programa doble – Hellboy
(2019)
, como Riddick, este regalo absoluto de Neil Marshall es cine Heavy
metal, hortera, grueso, ultraviolento y nostálgico de los tebeos de 2000 A.D.,
además de la mejor adaptación del gran cómic de Mignola, dando a los fans del
terror el blockbuster de acción con superhéroe satánico que nadie tuvo pelotas
para financiar.

38. Crawl (2019) de
Alexandre Aja

Elegida por Quentin Tarantino en su top 3 de 2019. Esta
producción de Sam Raimi es el ejemplo de que una buena idea, con una chica y su
padre encerrados en una casa con caimanes en medio de un huracán, bien
desarrollada, puede sacar lo mejor del género sin coartadas ni más ornamentos
de los necesarios. Aja navega entre el terror de vieja escuela con vestigios
del extremismo francés y las soluciones espectaculares de Hollywood sin abusar
de cgi. Dejando gran parte del trabajo en la siempre cautivadora Kaya
Scodelario, que convierte a una nadadora exigente consigo misma en una heroína
survival memorable. Como un menú del día del bar del barrio cocinado por un
chef con estrella michelín, Crawl es una película de cocodrilos
concisa, eficiente, espectacular y sangrienta. El ejemplo perfecto de cine de
horror veraniego que no busca ser más de lo que es, sino que da lo mejor de sí
misma a cada minuto, ofreciendo la mejor versión de una cinta de estas
características, que no es poco en una época en la que hay algo de saturación
de terrores de autor o cargados de mensaje. A veces hace falta saber que aún se
pueden hacer películas tan químicamente puras como esta.

Programa doble –
Piranha 3D (2010)
, el remake de Aja del clásico de Joe Dante sustituye la
gracia serie B por la estupidez y el gore sin mesura, logrando un slasher
animal festivo y verbenero cuyo atractivo reside en ver devorados cuantos más
jóvenes estúpidos con poca ropa mejor.

37. Overlord (2019)
de Julius Avery

Nunca un híbrido de cine bélico y terror había sido tratado
a esta escala y nivel de espectáculo. A Overlord
se le achaca, con parte de razón, que no desarrolle hasta el final sus
elementos fantásticos y de horror, ya que la trama de experimentos y soldados
reanimados comienza algo tarde y nunca acaba de explotar como podría, vistos
los espeluznantes resultados de sus ocasionales, pero muy efectivas,
apariciones mutantes en una especie de laboratorio del infierno. Al final, el
terror es un ornamento sobrenatural para apretar las dificultades de una misión
inicial que nunca se sale del carril de su condición de historia de guerra,
cuyo objetivo principal es contar la peripecia de un grupo de soldados que van
a cumplir su misión de cualquier forma, al estilo de un Amazing Stories de los 80,
virado hacia el terror. Finalmente, el equilibrio logrado entre producción,
personajes, acción y body horror es inédito para el subgénero. Un tebeo de la
serie Weird War Tales de DC con ecos de Re-Animator (1985), Day
of the Dead
(1985) y The Thing (1982) no apto para
puristas del cine de la Segunda Guerra Mundial, pero que permanece, de momento,
como el mejor film de guerra con horror.

Programa doble – Huset
(2016),
el cine europeo ha tanteado el terror de Segunda Guerra Mundial en
ocasiones y esta pequeña pieza de cámara de narrativa fragmentada, consigue
unificar lo psicológico con el cine de posesiones y una atmósfera de condena
palpable en uno de los buenos ejemplos de terror noruego.

36. Bloody Muscle Body Builder in Hell
(2012) de Shinichi Fukazawa

Mejor que
cualquier remake de Evil Dead (1981) este film japonés, que logra captar la esencia
más barata, de bajo presupuesto y delirante de la opera prima de Sam Raimi,
buscando asemejar su estética y doblando la cantidad de efectos gore y gags de
humor splatstick sin ninguna vergüenza a resultar demasiado absurdo o tonto. Una
de esas películas de espíritu trash y voluntad de videoclub que, extrañamente
logran una estética única, con sus efectos stop
motion
, sus maquillajes de arcilla y su sangre de consistencia de puré de
zanahoria y gores de plastilina. Con grano de film perdido de los 80, en
realidad no es ningún filtro ni tratamiento de post-producción sino pura vieja
escuela. El secreto es que realmente sí es un incunable. Rodada en super 8 en
1995, Fukazawa tuvo que esperar diez años para tratar todo el material y poder
editarlo y posteriormente, al acabarlo en los 2000 otros cuantos años hasta que
fue editada y distribuida. Un auténtico trabajo de amor y artesanía,
divertidísimo y no para todo el mundo, pero que los amantes del VHS verdadero y
no de imitación encontrarán vanguardista y superior a los múltiples intentos de
imitarlo que asolan el mercado DVD.

Programa doble – Deathgasm (2015), la sombra de Evil Dead es alargada y
este tratado de cultura Heavy Metal juvenil de tono autoconsciente es el
equivalente a Kung Fury (2015) llevado a la demonología y los films de bandas
y demonios como Trick or Treat (1986),

35. The Reef (2010)
de Andrew Traucki

Tras plantear un survival con cocodrilos ultra realista en Black
Water
(2007), el director Andrew Traucki fue a por el plato fuerte del
terror animal australiano. El gran tiburón blanco. Reincidiendo en un estilo de
cámara en mano semidocumental e inmersivo, The Reef cuenta la historia real de
Ray Boundy, el único superviviente de un incidente real muy similar al de la
película, no muy distinto al de la angustiosa Open Water (2003), de la
que esta toma la claustrofobia del mar abierto y la mejora con sus terroríficos
planos submarinos sin nada a la vista más que sombras. Un film que crea puro
pánico y paranoia sin apenas mostrar al tiburón, y cuando lo hace es
espeluznante al rodar con el animal real sin jaulas. No solo es la mejor cinta
de tiburones de la década sino que sitúa muy bien la cultura australiana
relacionada con la naturaleza salvaje y sus lugares no aptos para los humanos,
resultando tan plausible como aterradora.

Programa doble – The
Shallows (2016)
, una espectacular película de supervivencia con la premisa
de La
Balsa
de Stephen King, pero con un gran tiburón blanco. Llena de
momentos memorables, y con un gran guion con detalles como una gaviota llamada
Steven Seagull, pierde algo de impacto por exceso de irrealidad con un
desenlace de blockbuster tosco.

34. Cabin in the
Woods (2013) de Drew Goddard

Impulsada por su recordado y alucinante tramo final, esta
comedia de terror ha gozado de una fama algo exagerada, dado que el buen sabor
de boca que provoca se debe a un clímax fascinante, pero más apresurado y corto
de lo que uno recuerda  en las
revisiones. Pero es imposible no rendirse ante un monster mash llevado a escala épica. Heredera del filón de los
reality horror de los 2000, pero llevado al terreno de la ciencia ficción, en Cabin
in the Woods
hay una organización secreta desconocida que se dedica a
engañar y monitorizar a adolescentes para que sean masacrados por criaturas
clásicas del cine de terror. En realidad, más que un juego, es una tradición
mundial. Cada año, deben ser sacrificados en este ritual varios jovenzuelos de
distintas partes del globo para mantener contentos a dioses primigenios. Pero  todo es grabado y observado por los
funcionarios de la corporación, que entre donuts y chascarrillos apuestan sobre
quien muere antes o qué criatura le corta la cabeza a quién. Una sátira de programas
televisivos conocidos copia sin rubor a Stay Tuned (1992), que también tenía
la misma base argumental con una corporación diabólica que necesita hacer
sacrificios y controla cada víctima en un monitor.

Programa doble – Evil Dead (2013), discutida, odiada, amada,
esta nueva versión del clásico de Sam Raimi eliminaba los detalles sobrenaturales
de casa encantada y se centraba en los poseídos, el body horror y el gore. Más
afín a los terrores torture porn de la década anterior que a la ola
sobrenatural de la siguiente, es un buen ejemplo de cine de cabaña en el
bosque.

33. The Invitation (2016)
de Karyn Kusama

La ganadora de Sitges 2015 es uno de los trabajos de tensión
insoportable más sólidos del cine de terror de la década. Parte drama de
ruptura, parte thriller con trasfondo de sectas, empieza con cierta pereza pero
va subiendo el nivel de paranoia de forma exponencial hasta su gran tercer
acto. Un engranaje sorprendente del que es mejor no saber nada antes que
empiece, con una simple premisa de una invitación a una cena, al estilo de Perfectos
Desconocidos
(2017) pero a lo loco, con el fantasma de la culpa sobrevolando
y un final redondo. A medida que se va transformando en una pesadilla
psicológica polanskiana, exige dejarse llevar por la experiencia que propone,
un ejercicio de suspense memorable y sorprendente que construye una paulatina
sensación de fatalidad irrespirable.

Programa Doble – The Conspiracy (2012), un mockumentary con el
tema peliagudo de las sectas y cultos asociados a los illuminati y la
investigación de dos hombres que acaban llevando, como no, su investigación
demasiado lejos. Un tema recurrente en el found
footage
de los 2010 con otros ejemplos como V/H/S 2 (2013) o The
Sacrament
(2013).

32. Everything is Terrible!
The Great Satan (2017)

Uno de los fenómenos underground más duraderos desde la
época de los VHS son los montajes de mejores momentos de otras películas. Como
una especie de documentales sin narrador, las mixtapes se han hecho toda una
cultura de foros, venta clandestina de dvds y ahora, en los 2010, como canales
de youtube e incluso eventos de interactuación. El colectivo Everithing is
Terrible! Es conocido por sus clips y montajes delirantes, pero su obra maestra
es The
Great Satan
, en la que a base de todo tipo de material audiovisual,
desde películas de serie B, filmografías de David DeCoteau hasta filmes
educativos ultracristianos conforman una historia con sentido, enlanzando
momentos, gags y respuestas que examinan la historia de satanás en la cultura
de forma absolutamente hilarante y visualmente deliciosa. Un delirio que implica
horas y horas de trabajo, guion y documentación que lleva el arte de los
mixtapes a niveles de gran cine, por supuesto, alrededor de iconografías
satanistas, de horror y serie B, trash y directo a vídeo inencontrable.

Programa doble- Skeleton Farm’s Halloween Horrorshow (2010),
una mixtape dedicada a la fiesta de Halloween en la que se mezcla el rock’n’
roll con el cine de terror clásico, el moderno y el gótico con clips de todo
tipo, de viejos filmes de propaganda a números musicales ignotos de los años
40. Tiene continuación.

31. Crimsom Peak (2015)
de Guillermo del Toro

Habían pasado demasiados años sin que se hiciera un romance
gótico clásico con todos los cartuchos visuales del género dispuestos y
Guillermo Del Toro se encargó de elabora una sencilla historia con pocas sorpresas
pero suficiente espacio para remezclar La caída de la casa Usher de Edgar
Allan Poe con El Tío Silas de Sheridan Le Fanu y hasta Operazione Paura (1966) de
Mario Bava. Es decir, una excusa para desplegar toda una explosión de colores,
detalles y excelencia de diseño artístico y una puesta en escena preciosista y
plenamente macabra, fantasmagórica. Todo un lujo aderezado por sangre y
oscuridad que funciona más como una pequeña obra de arte, un libro pop-up en
movimiento preparado para extasiar los sentidos. Un cuidadísimo trabajo de
orfebrería estilística en donde la trama arquetípica de barba azul era lo de
menos. Quizá la película más honesta de Del Toro, en la que se olvida de tratar
de enmascarar sus filias por el horror a base de dramas impostados y prepara
cada secuencia para las apariciones de un Javier Botet consagrado como el
monstruo cinematográfico de la década.

Programa Doble- The
Lodgers (2017),
Clásica historia de fantasmas ambientada en Irlanda a
principios del siglo XX, también heredera de Poe, que combina una soberbia
sensación de descomposición familiar con sombras profundas y tenebrosas para
alcanzar una atmósfera de fantasía de otro mundo más que un miedo absoluto.

30. Under the Skin
(2013) de Jonathan Glazer

Una película que indignó a bastantes tarugos que la vieron en
busca de un desnudo completo de Scarlett Johansson y se encontraron con una
silenciosa crónica de una visita extraterrestre, muy atmosférica y en ocasiones
rayana al video arte. Nació moderna y aún sigue dando de qué hablar, entre
otras cosas por su descripción del espacio negro, una metazona oscura e
infinita en la que la extraterrestre embebe a sus víctimas que fue fusilado por
Stranger
Things
en los viajes de Eleven a una dimensión de contacto psíquico.
Más allá de esto, el film de Glazer es una vuelta a las formas del cine más
gélido y telúrico de Nicolas Roeg y no necesita muchas líneas de diálogo para
que entremos en la lógica de una mujer que cayó del espacio que pasa de
depredar a hombres a cuestionarse su propia existencia. Las imágenes de piel
cayendo en los abismos de obsidiana líquida son como una portada del cómic Black
Hole
de Charles Burns llenas de lírica horripilante.

Programa doble-
Annihilation (2017),
otro híbrido de ciencia ficción y terror etéreo, altamente
experimental y con imágenes cercanas al film de Glazer, como esa silueta sin
forma definida que es el doble de Natalie Portman. Una versión mutante del Color
que cayó del espacio
de H.P. Lovecraft, con toques de The
Thing
(1982) con un oso monstruoso que da miedo.

29. Balada Triste de
Trompeta (2010) de Álex de la Iglesia

En Laugh, Clown, Laugh (1928) se
establecía una guerra por el mismo interés amoroso entre dos payasos de un
circo, que acababa con una amarga visión del lado más triste y oscuro del personaje
del circo que se emparentaban habitualmente por la figura de Lon Chaney, un actor
habitual de Tod Browning, que protagonizó muchas de sus sórdidas crónicas de
ferias de freaks ambulantes, con personajes trágicos que se lanzan a los bajos
instintos por pura venganza y amores no correspondidos. No es casualidad que
una imagen de Chaney aparezca en los alucinantes títulos de crédito de la
kamikaze Balada triste de trompeta, que recuperaba una tradición perdida
de cuentos de payasos reales que dan miedo. Curiosamente, el éxito de Joker
(2019) le da una nueva dimensión a su idea principal, ya que también un payaso
sin gracia se volvía loco e iniciaba una furia homicida en un contexto político
convulso, con Raphael en vez Gary Glitter. El film de De la Iglesia salta sin
red para describir el corazón podrido de una España en plena división.
Grotesca, gore, y hasta con reminiscencias góticas —ese Valle de los caídos de
la Hammer— o del Giallo —esa muerte a lo Suspiria (1977) con una bandera de
España— la convierten en una granada de dolor, deformidad, esperpento y muerte
imprescindible para entender España en los 2010.

Programa Doble – El
Bar (2016),
ideal para completar la visión de la España mezquina de De la
Iglesia, este Ángel Exterminador en el Palentino tiene más de George Romero
dibujado por Francisco Ibáñez y sigue siendo un film tan sucio y cabreado que
hace una duología idónea para ver una tras otra.

28. The Neon Demon (2015) de Nicolas Winding Refn

Desafiando a los fundamentalistas de la narración convencional
con una muestra corregida de sus desvaríos estilísticos menos afortunados,
Nicolas Winding Refn nos sumergió en una odisea visual y sensorial que eleva
sus referentes formales en una propuesta fascinante y absorbente, una hermosa
orgía de surrealismo caníbal que gusta y abusa del uso de colores, iluminación
y arquitecturas salidas de Argento, De Palma o Mario Bava proponiendo una experiencia
cinéfaga absorbente. Su vocación de videoarte ayuda a abrir la mente sobre lo
que debería ser una película de terror más allá de los sustos y las muertes, en
una experiencia embriagadora y esotérica que se podría considerar el remake
bueno de Suspiria (1977) y en la que caben Kenneth Anger, la condesa
Bathory y el David Lynch de Mulholland Drive (2001). Su discurso
sobre el narcisismo y depredación en el mundo de la moda, el arte y el
espectáculo, vampirizaba a la inferior Starry Eyes (2014) pero ambas son
proféticas de lo que se acabó descubriendo en los escándalos del MeToo.

Programa Doble – Masks (2011), tosca en las formas y más
preocupada en los elementos sangrientos que en clavar el aspecto visual, este
otro remake apócrifo de Suspiria no
esconde sus referentes y sirve de aperitivo sangriento para el filme de Refn.

27. Last Shift (2014)
de Anthony DiBiasi

El mercado de vod ha abierto las puertas a un amplio abanico
de ofertas, voces, autores y alternativas al horror mainstream, a menudo con
opciones más áridas, rugosas y menos seguras que las que podemos encontrarnos
en las pantallas de cine. Algunas veces, incluso aparecen muestras de terror
sólidas que van cogiendo categoría de culto con el paso de los años. Last
Shift
se encuentra entre los filmes que llegan a duras penas a algunos
países y resultan ser mejores que muchos de los filmes estrenados en su año.
Recuperando la efectiva premisa del turno de noche solitario de un solo
personaje frente a terrores desconocidos, el film de DiBiasi aprovecha la
atmósfera de una comisaría en la que han ocurrido cosas relacionadas con cierta
secta de adoradores del demonio Paimon —ojo a los fans de Hereditary— y, básicamente la última noche del precinto deriva en
una pesadilla de silencios, apariciones y trampas psicológicas. Otras nuevas
variaciones del mismo tema como The Vigil (2019) o The
Posession of Hanna Grace
(2018) funcionan pero no replican la atmósfera
de aislamiento y misterio de esta.

Programa doble- The
Autopsy of Jane Doe (2016),
una noche en una morgue, un misterio y una
resolución propia de Tales From the Crypt. Una película
de terror sobrenatural tan buena como Last
Shift
, pero que acaba perdiendo impacto en revisiones, ya que el misterio
de quién es el cadáver de Jane Doe, es una de sus grandes armas durante la
mayoría del film.

26. Enemy (2013) de Denis
Villeneuve

Villeneuve ha logrado, película a película, establecerse
como uno de los directores con más personalidad y talento del cine fantástico.
Tras un impresionante psycho-thriller tenebroso como es Prisoners (2013) ese
mismo año estrenó su película más extraña y menos conocida. Una adaptación de
José Saramago sobre doppëlgangers y el mito del doble que, en realidad,
escondía todo un laberinto psicológico hacia el corazón de la culpa, con
visiones surrealistas y simbolismo constante, las arañas monstruosas son uno de
sus leitmotif recurrentes apareciendo en los momentos más inoportunos, desde
que en una extraña reunión secreta de hombres frente a una stripper aparezca
una tarántula sin que podamos descubrir las claves de esas siniestras
reuniones. Una elegante pesadilla claustrofóbica llena de enigmas e
interpretaciones, con pistas para construir un puzzle que nunca se nos llega a
presentar como tal, pero que plantea cuestiones sobre la infelicidad, la
soledad, las relaciones y el egoísmo mientras deja gotas de maestría narrativa
en 90 minutos inquietantes que se meten bajo la piel para no soltarte.

Programa doble –
Bilocation (2014)
, el tema de los dobles ha sido también recurrente en la
década pero esta ha asado bastante desapercibida, al igual que Another
Me
(2013) de Isabel Coixet, este film está dirigido por una mujer y
resulta un complemento perfecto a la de Villeneuve como respuesta a los pánicos
vitales de la mujer simbolizados en un doppelgänger.

25. John Dies At The
End (2012) de Don Coscarelli

Es una auténtica pena que en los 2010 pocos de los grandes
maestros del terror moderno hayan conseguido cerrar sus proyectos con éxito o
hayan conseguido hacer algo que trascienda. El único caso destacable es el de
Don Coscarelli, por quien parece que no pasan los años cada vez que nos entrega
una nueva película. Levantando proyectos con poco dinero, probablemente habría
necesitado algunos millones de dólares más para hacer justicia a la escala de
la novela de David Wong. Otra cosa es que la película como esté no tenga muchos
aspectos superiores al texto que adapta. John
Dies at the End
es un oasis dentro de la década, sin parecerse a nada en
particular, se podría describir como la gran aventura  de ácido de Bill y Ted, una road movie de
terror surrealista con ecos de William Burroughs y Cronenberg pero con el
estilo festivo del tándem Stuart Gordon y Brian Yuzna. Comedia gore de trama
impredecible, un Existenz (1999) pop con personajes salidos de una buena
película de Kevin Smith que demuestra que antes de las aventuras scifi
lovecraftiano-costumbristas del dúo Benson/Moorhead, el director de Phantasma
(1979) ya había pasado por allí.

Programa Doble –
Detention (2011),
si algo define el fim de Coscarelli es que es tan
imposible de clasificar que se ha convertido en una pieza de culto y poco menos
ocurre con este slasher con viajes en el tiempo —ejem, Happy Death Day (2017)—
que hace una llamada al club de los cinco y acaba siendo una especie de Scott
Pilgrim vs the World
para fans del cine de terror.

24. Baskin (2016) de
Can Evrenol

Aunque internet nos permita tener cada vez más cerca otras
filmografías, nuestra burbuja occidental no ha dejado entrar demasiado el
fenómeno de la explosión del cine de terror turco de esta etapa con sagas como Siccin,
Dabbe,
Musallat
o Harfliler generando secuelas y secuelas anuales. Al igual que
la expansión del horror sobrenatural indonesio, no es fácil encontrar ejemplos
que se salgan de las habituales propuestas de exorcismo y luchas contra
demonios plagadas de sustos facilones. Sin embargo, el debut de Can Evrenol es
una experiencia de horror sobrenatural sin tamizar, que maneja a la perfección
sus referentes occidentales para ofrecer una historia de folklore turco de
textura infernal y onírica que justifica su tendencia al gore, rozando el
torture porn, en una de esas muestras raras y
fascinantes que ofrece el género cada mucho tiempo. Desde Clive Barker a
Fulci o Argento, pasando por Ze do Caixao, este extraño, exótico, salvaje y
realmente escalofriante sueño infernal no está destinado a la discusión en
circuitos indies pero muestra un pequeño pedazo de lo pudiera ser el horror
absoluto.

Programa doble – Tumbbad
(2017)
, una fascinante fábula oscura en tres generaciones sobre el poder de
la avaricia basada en el folklore hindú, narrada con brío y compromiso con los
ribetes más sórdidos de su ambientación. Hay toques de horror que, como el film
de Evrenol, podrían ilustrar un relato de Clive Barker.

23. What We do in the
Shadows (2014) de Taika Waititi y Jemaine Clement

Pese a que a muchos les da urticaria asociar la comedia al
terror, las parodias, los híbridos y las variaciones de temas clásicos del cine
de espantos por medio del humor ha sido también una constante en el género
desde el propio Frankenstein (1931), por lo que no iba a ser menos en esta
década. Este descacharrante mockumentary de vampiros jugaba con todos los
tópicos del monstruo y creaba un magnífico retablo de lo que debe ser una
comedia de terror. No sorprende viniendo del gran Taika Waititi, que ha acabado
dirigiendo para Marvel. Haciendo equipo con Jemaine Clement esta película ha
servido para hacer dos spin offs en forma de serie, la homónima cuya primera
temporada no solo igual sino que supera al film y la estupenda Wellington
Paranormal
(2018-) que ya va por su segunda temporada. Casi nada.

Programa doble – Tuck and Dale vs Evil (2010), la otra gran comedia
de terror de la década es más un clásico bombazo de sesiones golfas
festivaleras, con splatstick demencial y una sátira del modelo hillbilly
americano que servía de clavo en el ataúd del revival de horrores de américa
profunda célebre en los 2000.

22. Stake Land (2010)
de Jim Mickle

El descubrimiento de un gran talento del cine fantástico que
sacó ventaja a la gran mayoría de directores independientes de su generación,
puede que junto a Ti West el único representante de la filosofía de cine fuera
del circuitos del padrino del horror al margen de los grandes estudios, Larry
Fesseden, con su productora Glass Eye Pix, el verdadero germen del mumblegore y
otras escenas posteriores. Y haciendo honor al pionero del horror indie, esta
road movie post apocalíptica es la secuela del cine zombie de Romero que podría
haber surgido si el director hubiera llevado sus ideas del cine de vampiros a
su terreno. Un modesto coming of age
salvaje, de fascinante tono de western crepuscular y lleno tanto de criaturas
como de monstruos humanos que se adelantaba mucho en tono y soluciones a
temporadas posteriores de The Walking Dead (2010-), mientras
trataba aspectos candentes en la geografía americana que se han hecho reales en
los episodios de Charlottesville.

Programa doble – The
Crazies (2010)
, los últimos coletazos del primer revival zombie (el
siguiente sucedería en la televisión y en Asia) se tradujeron en un
espectacular remake del film de George Romero que inventó a los “infectados”,
limando mucho de su discurso político pero logrando un gran film lleno de
giros, impacto y mirada nihilista.

21. Sinister (2012) de
Scott Derrickson

Cuando James Wan aún se estaba
limpiando la sangre del muñequito de Jigsaw, preparando sus películas de terror
con hálito sobrenatural que tardarían algunos años en llegar, el director Scott
Derrickson recuperó el terror satánico al mismo tiempo que las precuelas
oficiales de The Exorcist (1973) sorprendiendo a muchos con la estimable The
Exorcism of Emily Rose
(2005), que fue la verdadera iniciadora de una
nueva veda para el cine de posesiones y de raíces satánicas y diabólicas. Con Sinister
recibió la confianza de blumhouse tras el éxito de Insidious (2010),
enfocando de nuevo su mirada a lo diabólico, e inventándose a un nuevo hombre
del saco que representaba al mal puro, en un drama psicológico que acompaña en
la espiral de decadencia a su protagonista con las secuencias de terror dentro
de los códigos de casa encantada modernos, logrando uno de los mayores éxitos
de Blumhouse, y una de los filmes de su estilo más perturbadores de su década,
gracias al uso de grabaciones encontradas dentro de la película que causan
escalofríos.

Programa doble – The
Canal (2014)
, otro descenso a la locura de un hombre influenciado por los
demonios y fantasmas dentro de su casa, pero con el factor de la culpa del
corazón delator dentro de la receta. El tono y parte de la investigación
personal tienen muchos puntos en común con Sinister.

20. Under the Silver
Lake (2018) de David Robert Mitchell

El director de It Follows (2014), se alejó del
terror para elaborar un complejo viaje al corazón de Los Ángeles suburbano con
un artefacto mucho más complejo y tan inclasificable que merece su aparición en
la lista antes que su irregular primer acercamiento al horror. Con mimbres de
cine negro con ribetes de fantástico casi surrealista, trata de desentrañar el
sentido de la cultura pop, con Andrew Garfield como una especie de Gran
Lebowski millenial, perdido en un laberinto de paranoia y señales ocultas en el
que hay espacio para bastantes escenas inquietantes, leyendas urbanas creepy
—esa terrorífica mujer búho— y momentos gore además de constante suspense
onírico heredado de Vertigo (1958). La idea de que hay algo detrás controlando todo
hace que la conspiranoia se cruce con el humor absurdo. La mirada al reverso
oculto y oscuro de la ciudad soleada y brillante como Los Ángeles va por
caminos turbios, que la incorporan a un subgénero con la ciudad como
protagonista, junto a la inquietante Day of the Locust (1975) o Mulholland
Drive
(2001) y se postula como la mejor adaptación apócrifa de la
novela gráfica Like a Velvet Glove Cast in Iron (1993) de Daniel Clowes, incorporando momento visuales también propios de
Charles Burns, lo que automáticamente la hace una imprescindible de género,
pese a no entrar en ninguna categoría.

Programa Doble –
Nightcrawler (2014)
, otro film de culto que no puede ser catalogado como
terror, pero que muestra una Los Ángeles turbia, oscura y casi surrealista que
la hace imprescindible para los fans del género. Jake Gyllenhaal hace de
sociópata amoral y casi perturbado que da más miedo que Norman Bates.

19. Black Swan (2010)
de Darren Aronofsky

Uno de los primeros intentos de remake fallido Suspiria, cuya protagonista iba a ser
Natalie Portman, dejó como secuela esta maravilla de Aronofsky que transcurría
en una escuela de ballet, en la que hay duras sesiones de ensayo cortadas por
el patrón del film de Argento. Este lavado de cara a los thrillers psicológicos
de Roman Polanski marcaría la tendencia del uso del género en el horror durante
la década. Con más de una ayuda del anime Perfect Blue (1997) de Satoshi Kon, de
la que toma más de un plano prestado, cuenta la historia de una frágil y joven
bailarina que se enfrenta al durísimo entrenamiento para el estreno de El lago de los cisnes mientras se va
consumiendo por su alter ego poderoso y la vulnerabilidad inicial del personaje
se va transformando en una obsesión que la consume y transforma. Un tour de forcé para Natalie Portman, que
va desde la fragilidad a la angustia mientras las alucinaciones a su alrededor
se convierten en una pesadilla digna de los pasajes más suntuosos de The
Red Shoes
(1948), compartiendo un argumento similar a la desconocida y
recomendable Etoile (1989) para narrar un descenso a los infiernos, de
progresiva degradación y asfixia hasta llegar a convertirse en una cinta de
terror con todas las letras.

Programa Doble – Darling
(2015)
, las variaciones, reformulaciones y rescates de Repulsion (1965) de Polanski en esta década dan
para un estudio y una de las más estimulantes es esta pieza experimental de
Mickey Keating que pone imágenes expresionistas pop a un descenso a la locura.

18. Verónica  (2017) de Paco Plaza

La mejor película de Plaza se mete de lleno en las
corrientes del terror de la década en una de las muestras más sólidas de los
últimos años por su oscura visión del fin de la infancia como un mundo de
horrores y fuerzas diabólicas. Su gran triunfo es meternos en la piel de una
adolescente de quince años hastiada, superada y en un bucle de tristeza por la
pérdida. El corazón de Verónica es la propia Verónica,
propia obsesión melancolía y su papel de guardiana roza, en ocasiones,
espirales de locura polanskiana que entroncan perfectamente con su vocación
sobrenatural y la llevan más allá del mero espectáculo de terror, hasta el
terreno de la fantasía oscura y la metáfora de horror llevada a cabo por obras
como A
Company of Wolves
(1984). Una consecuencia de su momento que toma como
punto de partida un caso paranormal real, con ambientación de época como
elemento conectivo, pero más que una versión castiza de The Conjuring (2013) es
un coming of age oscuro, divertido,
terrorífico y triste que escarba en algunos clásicos ocultos como The
Sentinel
(1977) dando la vuelta a escenas ya asimiladas por el público
con una personalidad castiza y costumbrista que la colocan en el top ten de las
mejores películas de terror que se hayan realizado nunca en España.

Programa doble – Pyewacket
(2017)
, la versión siniestra y
satánica de Ladybird (2017), a medio camino entre el cine de iniciación más
áspero y la película de terror contemporánea, es la prima american gothic suburbano de Verónica.

17. The Void (2016)
de Jeremy Gillespie y Steven Kostanski

Otro fenómeno de la década es la producción vía crowfunding
de obras independientes. Puede que el mejor ejemplo salido de este sistema, The
Void
es limitada en recursos, pero logra sobreponerse a las
limitaciones de película de amigos con humildad y una traslación de lo que
significa el horror cósmico como pocas veces se ha visto en pantalla. Con temas
y vestigios visuales de Lucio Fulci y Clive Barker, trata de emular la
sobriedad narrativa del John Carpenter de la trilogía del apocalipsis, en su
versión más nihilista, sin intenciones de alcanzarle o aportar nada nuevo, pero
con voluntad de rescatar un tipo de cine muy concreto con pasión y amor al
género en cada fotograma. Una visión ochentera del género inamovible, oscura,
árida y sin concesiones, que no juega al guiño kistch, sino que abraza sin
concesiones lo insondable e incluso surreal, proponiendo nuevas vías para el
género utilizando las mismas bases literarias de donde proviene con algunos de
los FX prácticos más alucinantes vistos en años, con diseños pesadillescos y
creaciones grimosas. Mientras, logra condensar una atmósfera tensa y lóbrega
sobre la que se va destapando su constante ristra de sorpresas Lovecraftianas
sin rendir cuentas a nadie. Un milagro de culto hecho por fans, para fans, que
nunca habría visto la luz de otra forma.

Programa Doble- The
Endless (2017)
, el espíritu rebelde en el cine de Benson y Moorhead los
sitúa dentro de una burbuja aislada de tendencias en la que se acercan a lo
lovecraftiano explorando la paradoja de los universos paralelos mediante una
ruptura de la lógica entre espacio y tiempo con muy poco presupuesto.

16. I Saw The Devil (2010)
de Kim Jee-woon

Otro de los fenómenos del cine de terror de la década es la
explosión en cantidad y calidad de cine de género en Corea del Sur, siguiendo
la tendencia de la década pasada, muchos de los grandes nombres de aquel
momento lograron sus mejores obras en la presente. Probablemente, el mejor
director del lote es Kim Jee-woon, quien propuso una demencial historia de
venganza con uno de los asesinos más despiadados y terroríficos, por su
frialdad, del cine con asesinos en serie. Rompiendo cualquier expectativa de
género relacionada, I Saw the Devil es tanto una película de terror, como un
thriller de venganza, como un espectáculo gore de grand guignol heredero
incluso del chambara de géiseres de sangre. La set piece final es una
endiablada construcción del asesinato macabro propio de una secuela de Final
Destination
(2000) o un episodio de Rasca y Pica que deja
clara la caligrafía de la violencia y la sangre con la que Jee-Woon dota a su
inigualable visión de los límites de la humanidad y la futilidad de los
instintos más básicos.

Programa doble-  The House that
Jack Built (2018)
, el monstruo desde su punto de vista puede ser más
terrible, pero también puede dar para comedia negra. Lars Von Trier hizo un
manifiesto kamikaze lleno de violencia absolutamente intolerable, estomagante y
divertida.

15. Daniel isn’t Real
(2019) de Agam Egypt Mortimer

Tras la curiosa Some Kind of Hate (2013), Mortimer
sorprende con una adaptación de la novela In This Way I Was Saved (2009) que
coguioniza el autor de la misma. Utilizando la idea del amigo imaginario, Daniel Isn’t Real se postula como una
revisión en toda regla del clásico silente Der student von Prag (1926) y el
mito de Jekyll & Hyde para desarrollar una escalofriante plasmación de la
esquizofrenia, que consigue posicionar al espectador en la angustia vivida por
alguien que realmente siente un desdoblamiento. Partiendo de, supuesto troncal
del cine de terror del super-yo faustiano, reinventa de formas creativas lo que
vimos en Fight Club (1999), empapado por la libertad creativa de los
espacios mentales representados como universos propios como en Legion
(2016-2019) a modo de realidades sacadas del imaginario de Clive Barker o la
pintura de Francis Bacon y el Bosco. Mención especial para los tres actores
principales, Sasha Lane, Miles Robbins hijo de Tim —en un guiño directo a Jacob’s
Ladder
(1990), que también se deja notar— y sobre todo Patrick
Schwarzenegger, perfecto como reverso oscuro de la personalidad del personaje
principal. Creativa, inteligente, divertida y deprimente, un gran tanto de Spectrevision
marcando el paso del futuro del género.

Programa doble – The
Hexecutioners (2016)
, un euro gothic independiente fuera de modas con el
sello del inclasificable Tony Burgess, tomando satanismo de la hammer tardía,
plantea un terror contemplativo, psicológico y surrealista que despliega
influencias del terror italiano hacia el final.

14. Get Out (2017) de
Jordan Peele

La sorpresa de la década es que un film de terror obtuviera
un Óscar a mejor guion, pero lo más significativo es que la película haya
servido como revulsivo para la cultura afroamericana en Estados Unidos y ahora
Jordan Peele sea un nombre clave en el género al hacer cine con contexto racial
sin justificar ni exponer temas sociales específicos inspirando la existencia
de películas como Sorry to Bother You (2018) o Antebellum (2020). Una
película pequeña, de presupuesto ajustado y pocos personajes con comentario
social con molde de gran sátira heredera directa de George Romero. Claridad
narrativa, dirección de actores precisa y una puesta en escena sencilla pero
tremendamente efectiva en la exposición de los elementos con los que juega al
suspense hitchcockniano. Una pesadilla en forma de relato moral invertido,
lleno de contenido e ironía, pero también con narración casi impoluta y una
serie de elementos reconocibles que la convierten en un pequeño clásico lleno
de idiosincrasia en un panorama en el que el cine de terror parecía haber
perdido su poder evocador, de tuerca efectiva contra la pérdida de la
conciencia colectiva.

Programa Doble –
Horror Noire (2018)
, además de la estupenda Us (2019) del propio Jordan
Peele, la velada puede quedar perfecta con un aperitivo documental, y este
recorrido por el papel de la raza negra en el cine de horror estadounidense
resulta imprescindible.

13. Possum (2018) de
Matthew Holness

Pequeña y oscurísima odisea de horror psicológico puro del autor
de la serie de culto Garth Marengi’s Dark Place (2005),
quien se aleja de la comedia paródica para adentrarse en los recodos más
perturbadores de la psique en una recreación minimalista del sentimiento de
culpa en bruto, sin pizca de humor ni concesiones a corrientes actuales. Recuperando
una tradición británica propia de los años setenta que absorbía la sordidez de
la realidad suburbana, del medio rural, y la vida en colores ocres y apagados,
que se reflejaba en macabros vídeos que advertían de peligros cotidianos que
dejaban traumas indelebles en los niños de las islas. Holness apuesta por una
difícil narrativa fracturada para crear un estado mental casi hipnótico en el
que las imágenes se suceden sin prisa, ajenas a las urgencias del espectador,
hasta los 90 minutos de viaje sin retorno a los infiernos de la memoria
reprimida. Solo vemos a Sean Harris deambular por diferentes emplazamientos de
su pueblo, recorriendo una geografía sacada del imaginario gótico de la
Inglaterra profunda, recogiendo la tradición de adaptaciones de M.R. James en
la BBC como Whistle And I’ll Come To You (1968), buscando  el minimalismo expresionista de Orlacs
Hände
(1924) para plantear una cinta de horror esencial para fans de Martin
(1977), Magic (1978), Spider (2002) o Eraserhead (1977). Su
marioneta, una araña con cara de maniquí, es la creación más espeluznante de la
década,  y sus puntuales apariciones
dejarán una semilla en tus pesadillas de la semana siguiente.

Programa doble – The
Antenna (2019)
, una impenetrable alegoría ballardiana con ecos de Clive
Barker a Shin’ya Tsukamoto, para acercar al espectador a la Turquía oprimida de
Erdogan a través de bucles kafkianos de ritmos pausados tan exigentes como los
de Possum.

12. The Witch (2015)
de Robert Eggers

Cuando el cine de terror consigue llevar a los intelectuales,
o con aspiraciones de serlo al cine, no hay que repudiar al mensajero, sino más
bien lo contrario. El género, normalmente vapuleado por producciones miméticas,
merece que se rescaten otros referentes, ni mejores ni peores, que estaban
instalados en su historia desde principios del siglo XX, para evitar que se anquilose
y se reivindiquen cuando no se le toma en serio. Uno de los hallazgos de este
esfuerzo indie, entre otras muchas virtudes, es que asusta sin utilizar trucos
baratos. El debut de Robert Eggers consigue transportar a una granja de Nueva
Inglaterra en 1630, con la represión puritana como telón de fondo y un cuidado
por el detalle escrupuloso. Explora la naturaleza del mal, real e imaginado, y
consigue crear un nuevo icono del horror en esa cabra, Phillip el negro. Una
película bella como un cuento de los hermanos Grimm contado por el Bergman más
tenebroso, tan consciente del Dreyer de Dies Irae (1943) como heredera de The
Shining
(1980), Goya, Blair Witch Project (1999) y el
horror satánico tradicional.

Programa doble-
November (2018)
, el film de Egges creó tendencia con variaciones pastorales
como la alemana Hagazussa (2017), pero esta fábula en el medio rural de
Estonia, que recupera la mitología del país eslavo en una exuberante recreación
en blanco y negro de muchas de sus leyendas, es la mejor muestra de verdadero
folk horror europeo.

11. Goksung (2018) de Na Hong-jin

Más conocida como The Wailing, esta es, probablemente,
la película de terror oriental más importante de esta década. Comienza como un
procedural al estilo de Memories of Murder (2003), con todos
los ticks del thriller y el cine policial coreano y su trama se va enturbiando
con elementos de fantástico y terror satánico clásico, mezclando la tradición
europea judeocristiana del mismo con el desconocido pero muy rico universo
cinematográfico del chamanismo coreano. The
Wailing
significa una recuperación inaudita, seria y espectacular de un subgénero
de magia negra relegado en los 70 a la explotación hongkonesa de los hermanos
Shaw. Durante sus dos horas, su atmósfera se va enrareciendo a medida que
abraza lo sobrenatural y llega a su final incendiario y estremecedor, todo un
recital de miedo teosófico oscuro, serio y terrorífico con notas del mejor
William Friedkin, que pese a sus escarceos con el humor se toma muy en serio el
horror y el dilema de fe que plantea en su siniestro clímax. Una obra maestra
hipnótica que reclama paciencia, llena de detalles que decodifican su
ambigüedad y dejan en el aire su mayor regalo: el verdadero misterio aparece
cuando comienzan los créditos finales.

Programa doble – Kuru (2018), o It Comes, la vuelta a la forma del horror sobrenatural en
Japón no toma forma de mujer de pelo negro sino que mira a Insidious (2010) y sus
demonios parásitos y lo lleva a terrenos sintoístas de chamanes de los Shaw
Bros, pero con lógica de manga y estética de Argento o Bava.

10. The Evil Within
(2017) de Andrew Getty

En el olimpo de las películas de culto, deberían abrir una categoría
especial para incluir esta película, el equivalente moderno a aquellas que solo
podías lograr una copia si algún amigo la tenía en VHS grabado. Ahora es más
accesible pero la oferta salvaje de los tiempos digitales la harán perderse en
el limbo de los títulos que nadie recuerda, con tan mala fortuna que además se
llama igual que un famosísimo videojuego de terror. Su historia fuera de la
pantalla da para libro, o historia de terror. Imaginen estar trabajando en la
película durante 15 años (se rodó en 2003) y no lograr verla acabada nunca. Es
lo que le pasó a Andrew Getty, nieto del magnate del petróleo que murió
tristemente y su película queda como un testamento a su propia vida
problemática y sus experiencias con las drogas. The Evil Within es un
viaje mental abrupto y accidentado, lleno de fugas oníricas inquietantes,
efectos especiales tradicionales, artesanía Stop
motion
, una Nightmare on Elm Street (1984) perversa con lógica de pesadilla
psychosexual que oprime, atrapa y crea un estado de hipnosis que está por
encima de las decenas de fallos técnicos o de guion que pueda tener. Un
accidente sin precedentes, un caramelo envenenado para seguir redescubriendo en
años venideros.

Programa doble –
Oculus (2013)
, los espejos malditos también han tenido su momento en la
década y, además de The Evil Within
hay que destacar la película con la que Mike Flanagan sorprendió en la escena
del terror sobrenatural, con un espejo que ha tenido cameos en el resto de su
filmografía.

9. Mandy (2018) de
Panos Cosmatos

El cine de explotación y venganza como delirio psicotrópico
de colores, sangre y excesos, que se construye sobre una concepción de cine
sensorial, una experiencia con Nicolas Cage en su mejor trabajo en una década.
El director, Panos Cosmatos, hijo de George
Pan Cosmatos era conocido por su
extraña epopeya de video-arte de ciencia ficción y terror retro Beyond
the Black Rainbow
(2010). Algo más accesible que su primera obra, Mandy usa la trama como macguffin para
ir ornamentando su viaje surrealista e hiperviolento con una guarnición en la
que caben la Empire, Dario Argento, los duelos de sierras mecánicas de Texas
Chainsaw Massacre 2
(1986), los cenobitas de Hellraiser (1987), los
paisajes infernales en la tierra de Sorcerer (1977), el onirismo
enfermizo de Phantasma (1979), el mesías extraterrestre de God
Told Me To
(1976) o los fragmentos animados de Ralph Bakshi, muy bien
integrados en su atmósfera de años 80 alternativos, como somatización
iconoclasta de la tristeza, ideas y nostalgia que van más allá del homenaje
vacío. Una catarsis insondable, una indescriptible experiencia de pura épica de
horror fantasmagórico, con Barker y Jorodowski en plena orgía de sangre, LSD y
Heavy Metal que acaba en éxtasis lisérgico y gore.

Programa doble – Bliss
(2019),
la hermana pequeña de Mandy
es una performance exploitation, llena de neones, explosiones multicolor y
vampirismo afín al celuloide punk de los años ochenta, cerca de las pesadillas
urbanas sobre la adicción de Frank Henenlooter.

8. Take Shelter
(2011) de Jeff Nichols

No todo el cine de terror va de sustos, monstruos o pasar
miedo instantáneo. Hay películas que trabajan durante sus dos horas sólo para
transmitir sensaciones que quedan bajo la piel mucho tiempo después de verlas,
a veces mostrando en pantalla unos pocos minutos de impacto ante lo sublime y
lo terrible. Como una versión moderna y actualizada de The Last Wave (1977) de
Peter Weir, Take Shelter enfrenta al hombre frente a lo desconocido en su
máxima expresión, una concepción de horror cósmico sin tentáculos ni
invocaciones, tan solo por una premonición inexplicable que transforma tu vida.
Si las pesadillas del personaje principal entran de lleno en el cine de terror
más clásico, el tono que se construye alrededor de las consecuencias es el de
un drama familiar de atmósfera ominosa, realista pero con una constante
sensación de inquietud. Nichols fabricó el film perfecto para la crisis,
transmitiendo la idea de un cambio social a partir de una alegoría de lo que se
nos viene encima, un “no hay futuro” en la idea del apocalipsis de pequeñas
señales como bandadas de pájaros concibiendo formas casi rituales antes de caer
muertos. La idea persistente de crear un refugio frente a lo que viene como
cruel metáfora del desconsuelo del americano medio frente a la indefensión. Una
brillante interpretación de Michael Shannon para disfrutar gesto a gesto y un
tramo final entre lo reconfortante y lo absolutamente sobrecogedor, la
convierten en un clásico sin excusas.

Programa Doble – 10 Cloverfield Lane (2016), superior
secuela de Cloverfield (2007) en forma de thriller de tensión irrespirable,
con John Goodman interpretando a un tarado solitario que ha construido un búnker
por si hay un ataque marciano. El juego del gato y el ratón con la  sobresaliente Mary Elizabeth Winstead crea
paranoia constante sobre si Howard es un loco o no hasta su final, una versión
más Twilight
Zone
de Take Shelter.

7. IT 1 y 2 (2017-2019)
de Andy Muschietti

Es injusto juzgar por separado las dos mitades de esta adaptación
de Stephen King porque ambas forman un todo que no debería escindirse. En
conjunto, el actor Bill Skarsgard captó la naturaleza no humana del payaso
Pennywise, y en sus transformaciones, en su variedad de formas e ilusiones, es
en donde Muschietti ofrece lo que la miniserie de los 90 no pudo conseguir. Con
ricas influencias de imaginería, inéditas en el cine más comercial, que van
desde Modigliani a Junji Ito, deja piezas que serán recordadas en el género en
años venideros, como la tremenda escena inicial, de Georgie y el barquito.
Además, el argentino supo exprimir la razón de ser de los perdedores, tanto a
nivel individual como grupal, logrando una consistencia poco habitual en un
producto destinado a las masas. En su parte adulta está más desmesurada y
frenética, como una matrioska grandilocuente en donde caben una secuela inédita
de A
Nightmare on Elm Street
(1984), las películas italianas de los ochenta,
homenajes a The Thing (1982), e inframundos mitológicos del Mario Bava
peplum y la fantasías oscuras de Jim Henson. Una aventura fantástica sobre la superación
de los traumas, el poder de la imaginación de la infancia y la amistad como
energía para el resto la vida. Convertida en un fenómeno global, es ya la
película de terror más taquillera de la historia y, en conjunto, una la
experiencia épica de cinco horas sin igual en la historia del cine de terror.

Programa doble – Super 8 (2011), olvidada por el efecto Stranger
Things
, esta recuperación del sentido de la maravilla y los niños
contra monstruos de J.J. Abrams ha marcado el pulso de la nostalgia de los
ochenta de toda la década, incluida IT. Bicis, luces y fantástico de
herencia Spielberg, todo estaba aquí.

6. The Babadook
(2014) de Jennifer Kent

Un cuento infantil más oscuro de la cuenta consigue que un niño
se obsesione y balbucee en posición fetal pensando en un personaje parecido a
un hombre del saco típico. Sin embargo, Babadook decepciona al que la aborda
con esperanza de encontrar un ser pesadillesco como Freddy krueger, un nuevo
icono del terror como Candyman o cualquier otro personaje de leyenda urbana. No
sólo es una visión estéticamente alucinante de los terrores infantiles sino que
encierra una valiente, casi subversiva, disertación sobre la maternidad atípica
y un horror psicológico cercano al Polanski de la trilogía de los apartamentos
o los filmes sobre mentes femeninas fracturadas de Robert Altman. Una bestial
mirada a la depresión, encarnada en un monstruo fantasmal que lleva a la
pérdida del control y la identidad, con una estética grisácea, azulada y de
puesta en escena casi expresionista, revisaba Shock (1977) de Mario
Bava de forma original y con imágenes icónicas en el género como ese libro de
ilustraciones que todos queremos tener en casa. El film seguía la estela de
otros como Dark Water (2002) o Babycall (2011) pero creó toda una
babadooxploitation con títulos como Lights Out (2016) o Under
The Shadow
(2016).

Programa Doble – Lovely
Molly (2011)
, la interesante carrera de Eduardo Sánchez tras The
Blair Witch Project
(1999) ha dejado más de una joya, pero esta
necesita más reconocimiento. Un terror psicológico que adelantaba muchos temas
vistos en Hereditary y en The Babadook como el concepto de la creación de
un monstruo a partir de una emoción oscura.

5. Doctor Sleep
(2019) de Mike Flanagan

Mike Flanagan ha ido construyendo, poco a poco, un cuerpo de
trabajo sólido y coherente, dentro de la artesanía y logrando en cada nueva
película fabricar un todo más elegante. Aunque su obra maestra siga siendo la serie
The
Haunting of Hill House
(2018), la patata caliente de la secuela de The
Shining
(1980) es resuelta con una narración clasicista y sencilla, de
música atmosférica y grandísimas actuaciones que elevan de manera inaudita el
material de partida para convertirlo en una de las más hermosas y melancólicas
adaptaciones de Stephen King como no se veía desde The Mist (2007). Planteada
como una ejemplar aventura psíquica de horror, que solo recurre al film de
Kubrick como reverencia, se acaba revelando como un ejercicio poético de
reparación a la obra original, dentro de la carcasa de un film fantástico
inmaculado. Con más en común con el Shyamalan de The Sixth Sense (1999)
que con el film de Kubrick, sirve de prueba fehaciente de que los límites del
cine de terror van mucho más lejos que el cine de sustos y nos recuerda que aún
hay muchas historias complejas, profundamente melancólicas y luminosas, que tan
solo pueden explicarse a través de los tonos tenebrosos y funerarios, los
demonios internos y externos, los lugares macabros y los monstruos. No solo es
una de las mejores muestras de horror de la década, sino una elegante suma de
las virtudes del director y el autor de la novela original.

Programa doble – Gerald’s Game (2017), la otra gran adaptación
Flanagan-King demuestra lo bien que se entienden y se postula como una de las
grandes producciones originales de Netflix. Consiguiendo hacer trepidante un
punto de partida minimalista, su única pega es que no se atreva a limar el
decepcionante epílogo de la novela.

4. The Conjuring 1 y 2
(2013-2016) de James Wan

Hablar del universo Conjuring o el Warrenverso es hablar de
un nombre definitivo para el cine de terror del siglo XXI: James Wan. No se
puede elegir entre estas dos películas porque si la primera ofrecía una mejora
de sus anteriores acercamientos al terror sobrenatural a través del virtuosismo
de la puesta en escena, la segunda elevaba sus hallazgos a través de los
movimientos de cámara imposibles y el cine de terror concebido como un
auténtico espectáculo. Del nunsplotation diabólico, cine de fantasmas y la
demonología al tebeo de la colección Creepy con dos personajes
recurrentes—ya icónicos Patrick Wilson y Vera Farmiga—  que están basados en dos cazademonios reales,
ninguna película de terror sobrenatural moderna puede ya entenderse sin esta
dupla que se miraba en los clásicos de los setenta, Friedkin, Fulci, o Mario
Bava como extensión de la influencia del horror japonés moderno en el cine
americano. Pese a retirarse del género de cuando en cuando, Wan sigue siendo
una parte activa de su serie de spin offs muy inferiores a sus aportes pero con
algún capítulo reseñable como Annabelle: Creation (2017)

Programa Doble –
Insidious (2010),
puede que más importante a medio y largo plazo que la
saga Conjuring, esta remake apócrifo de Poltergeist (1982) tiene todo lo que
hizo importante la resurrección del cine de sustos y entidades sobrenaturales
que ha marcado la década, con viajes dimensionales y fantasmas salidos de cine
de Mario Bava.

3. Lords of Salem
(2012) de Rob Zombie

El rockero Rob Zombie se hizo un nombre como cineasta de
culto con sus primeras películas de terror, pero su carrera es tan irregular
como fascinante, ya que, por cada obra seminal como House of 1000 Corpses (2003)
vio tropiezos como su decepcionante remake de Halloween (2007). Su
estilo más reconocible pertenece más a una visión más tangible y física del
horror, heredero de Tobe Hooper y rarezas de explotación, sin embargo, esta
exploración del satanismo y la brujería de corte casi experimental es su obra
más madura. La historia sobre una drogadicta en rehabilitación que trabaja como
DJ en una estación de radio de Salem y un día, recibe un disco de una banda
llamada The Lords of Salem que deja a
sus oyentes en trance y les provoca visiones inquietantes para derivar en una
versión psicodélica de Rosemary’s Baby (1968), ofrecía un
óleo en blanco en donde caben la casa de horror británica Tigon, y un estilo
onírico que baila entre el Ken Russell más irreverente y lisérgico al Fulci de
su trilogía de Eibon. Abucheada en festivales y cuestionada por sus fans, su colección
de imágenes de pesadilla, con un juego de colores y visiones, en ocasiones, muy
deudor de Argento, su ritmo cocido a fuego lento y su malignidad latente, la
convierten en su mejor película. Teniendo en cuenta la deriva del género en la
década, se sitúa como un precedente claro de filmes como The Witch (2015) y, pese
a ser una obra controvertida, ha resultado ser una de las más influyentes de
esta década, especialmente en lo que se ha venido llamando por algunos críticos
como horror elevado.

Programa doble –
Cherry Tree (2015),
el mercado de vídeo on demand de vez en cuando ofrece
sorpresas como esta verbenera cinta de brujas llena de scolopendras, rituales, venta
de alma y hechicería turbia en la adolescencia. Es tosca pero grotesca y con
efectos gore pertinentes que la convierten en un digno entretenimiento para
adictos.

2. A Cure for
Wellness (2017) de Gore Verbinski

El director de The Ring (2002) afronta la tarea
titánica de resucitar el cine gótico europeo de los sesenta a través de
referentes literarios, desde Poe a Lovecraft, para esculpir una exuberante
epopeya de terror alucinógeno de factura preciosista. Con la perversidad de
Polanski y la obsesión visual por el detalle de Kubrick, esta apuesta suicida
de dos horas y media de duración, coloca la narración visual como objetivo y cada
plano, cada encuadre, está pensado, embellecido y cuidado. Un laberinto cada
vez más asfixiante cuya estética y actitud se deleita y descansa para recrearse
en símbolos, pistas y visiones, en una sintaxis sensorial que explota en un
clímax perfecto, en donde su artillería de clasicismo se desata en el delirio
más Felliniesco, de influencias visuales del Corman más elegante, Ricardo
Fredda y otros héroes del gótico italiano menos revisitado. Una
película-experiencia para degustar sin prisas, con una copa de vino amargo en
la mano, para dejarse sorprender con su atmósfera malsana, su catálogo de
retorcidas imágenes de textura atemporal y perderse en un universo de perfidia
inédito estos días. El hecho de que una gran productora esté detrás de esto es
prácticamente un milagro. A Cure for
Wellness
es uno de los genuinos futuros clásicos del cine de terror de la década
y es una pena que las ediciones en vídeo hayan perdido su imprescindible ratio original de 1:66, por lo que exige
un tratamiento Criterion con urgencia.

Programa doble –
Shutter Island (2010)
, hasta el protagonista de A Cure for Wellness parece el reverso perverso de este acercamiento
de Martin Scorsese al terror psicológico con influencias de Val Newton y una
relectura lujosa de The Ninth Configuration (1980) via Caligari.

1. Hereditary (2018) de Ari Aster

El debut del director Ari Aster es una de esas óperas primas
que marcan toda una carrera y aparece como consecuencia o colofón del movimiento
de terror independiente y sobrenatural que ha ido transformando la década en un
género maduro y adulto. Hereditary
puede ser la mejor muestra del gran terror desarrollado en los 2010, en el que
los referentes recogen obras como Don’t Look Now (1973) y The
Shining
(1980). Con actuaciones de oro como la de Tony Colette, que
puede mostrar seriedad, introspección, dolor o histeria a su antojo o Alex
Wolff, lo que atrapa es su narración a base de pistas dosificadas, de puesta en
escena elegante, con suaves movimientos de cámara, o el sutil planteamiento de
algunos encuadres. Una dimensión visual que nunca expresa virtuosismo hueco de
un director demasiado preocupado en demostrar sus habilidades. Agobiante,
enervante y escalofriante, no concede un solo centímetro a la complacencia
industrial y eso que podría definirse como la versión tenebrosa y desquiciada
de Ordinary
People
(1980). Una misa negra en la que participan el Argento
esotérico, Friedkin, Wan, Altman, Kubrick, Polanski, Nicholas Roeg, Kiyoshi
Kurosawa, el Michael Winner de La Centinela (The Sentinel, 1977), o
el Bergman más gótico, encontrado su
propia voz dentro de su contexto, revelándose como la obra maestra de terror
más espeluznante e impactante la década.

Programa doble –
Midsommar (2019)
– Una vuelta al folk horror vía remake apócrifo de The
Wicker Man
(1973) con algo del humor negro de Tobe Hooper y 2000
Maniacs
(1964) que ya apuntaba Aster en su debut, funciona como la cara
b, luminosa y aún más grotesca de aquella.

Jorge Loser