The eyes of the Mummy
(Die Augen der Mumie Ma, 1928)
Vale, comenzamos con un ejemplo con trampa. No, no hay ninguna momia en esta película de Ernst Lubitsch, pero si hay que mentarla cuando hablamos del subgénero, principalmente porque aunque no tenga ningún motivo sobrenatural, sí que sirve de ejemplo perfecto del guion habitual del futuro cine de momias. Esto es, estructura de viaje a Egipto, vuelta a Inglaterra en dónde tiene lugar una trama de crimen y misterio al estilo de las posteriores visiones de ambiente victoriano, con la diferencia de que aquí el asesino es una persona. Eso sí, cualquier fan de Edward Gorey disfrutará con el estilo del diseño de producción.
‘La momia’ (1932)
Un clásico recordado por la interpretación de Boris Karloff, el tremendo trabajo de maquillaje de Jack Pierce o y la tenebrosa dirección de Karl Freund. El aspecto de la momia tal y como la conocemos se debe tan solo a unos pocos minutos en toda la película. Marcó el latido del monstruo trágico junto al Frankenstein de Whale y, a diferencia muchas otras momias que vinieron después, el Imhotep de la primera obra de Universal no era una bestia sin sentido, sino que se movía por amor, creyendo que Helen era la reencarnación de su amor perdido Ankh-es-en-amon, muy al estilo del Drácula que nos propuso Dan Curtis.
‘La tumba de la momia’ (1942)
La momia fue un éxito tan grande de Universal que tuvo muchas secuelas cuya calidad estaba en general por encima de de otros monstruos de la plantilla. Rodada diez años después de la original, este fue uno de sus ejemplos más claros de que a pesar de no tener la simpatía de los aficionados durante el devenir del género en los años siguientes, este tipo de películas fueron las que cineastas como George A. Romero disfrutaban y les servían como inspiración.
La maldición de la momia (The mummy’s curse, 1944)
Todos conocemos la película definitoria del mito. Boris Karloff, el maquillaje de Jack Pierce y la dirección en claroscuros de Karl Freund. Pero ¿Qué pasa con el resto de secuelas de Universal para el mito? Hasta cuatro películas más durante la década siguiente. Para que luego digan que el problema de las secuelas viene de los ochenta. Esta última incursión en el mito no destaca por su uso de la fotografía pero es una montaña rusa de acción y terror ligero. La momia de Lon Chaney Jr. Se estrenó en otro momento Tiene un nivel más que aceptable y debe alcanzar el mayor body count de su época.
‘La momia azteca’ (1957)
El cine gótico mexicano de los 50 y 60 tiene una gran cantidad de pequeñas joyas que van más allá del luchador Santo, con muchísimos terrores en blanco y negro que aún no tenían al enmascarado introduciendo peleas cada poco tiempo. Esta es una de las películas más curiosas, y nos descubre la variante del concepto de “momia” que existe en el fantástico mexicano, incluso dio lugar a su propia saga psicotrónica, rivalizando con la serie de “momias de Guanajuato”.
‘The Mummy’ (1959)
La Hammer revisitó el cine de monstruos de Universal por medio del director Terence Fisher, con Jimmy Sangster en el guion, con la pareja imprescindible del gótico británico de Peter Cushing y Christopher Lee. Su mirada al monstruo tenía una trama enrevesada que rompe el modelo clásico de viaje y expedición para recuperar la momia en Inglaterra. El imponente Lee cuenta aquí con lacayo encargado de ejecutar el rito para la vuelta a la vida del faráon, típica seña de identidad en la saga de Drácula de la factoría británica.
El sudario de la momia
(The mummy Shroud, 1967)
La inigualable visión de Terence Fisher, con esa inolvidable momia de Christopher Lee nunca llegó a ser alcanzada en la era de la Hammer. Pero de las tres posteriores versiones del mito que aparecieron bajo el amparo de la casa británica, esta de John Gilling es la mejor. El director de La plaga de los zombies (Plague of the zombies, 1966) tenía un toque especial con los muertos vivientes y esta visión de la momia destaca en su maquillaje y su la particular forma de rodar la violencia sin abandonar el gusto por el gótico colorido de su linaje. A recuperar y reivindicar.
‘Blood from the Mummy’s Tomb’ (1971)
Una de las tres adaptaciones de la novela ‘La joya de las siete estrellas de Bram Stoker, entrarían dentro del canon de las momias de la Hammer aunque no tenga conexión con la anterior. Esta entrega entra dentro de su etapa más violenta y erótica de los setenta, adaptando un texto que ayudó en la idea posterior de maldiciones y líneas sanguíneas a través de los tiempos con influencia de objetos sagrados. Aquí no hay vendas y la influencia sobre los vivos trae una cascada de muertes violentas y sensualidad.
El santo contra las momias (1972)
La cinematografía del fantástico mexicano tiene dos grandes sagas, una es la de La momia Azteca, en la que acaban apareciendo luchadores de westring, la otra, apócrifa, es la de Las momias de Guanajuato. Basadas en un conjunto de cuerpos momificados y expuestos en un museo del estado de Guanajuato, esta serie de películas suele mezclar a sus héroes nacionales, Mil Mascaras, Blue Demon, y El Santo con los cadáveres vivientes con casi una especie de zombies conservados, como lo eran los Muertos templarios de Amando de Ossorio (que técnicamente son más momias que zombies). El resultado son luchas, diversión y poca atmósfera de terror.
La Gata (The Cat Creature , 1973)
En esta pequeña película para televisión se juntaron talentos como Curtis Harrington y Robert Bloch para llevar a cabo una modesta pero efectiva revisión del mito en la que la momia se transforma en gato, acercándose a una visión de animal maldito al estilo Poe, que realmente se acaba pareciendo más a algún kaidan eiga en la tradición japonesa del bakeneko. Aunque se ajuste mucho al estilo de la televisión de su época, el resultado es bastante reseñable y no desentonaría en una de las tv-Movies de Dan Curtis impregnadas del espíritu Kolchack, el investigador de lo sobrenatural.
‘La venganza de la momia’ (1975)
Carlos Aured , autor de ‘El espanto surge de la tumba’ (1973) se asoció con el mítico Paul Naschy para completar su colección cromos de monstruos y compensaba las torpezas de su dirección,, pese a mejoras en su color y fotografía, con carne femenina, un gran maquillaje para la momia y efectos gore como un cráneo apretado hasta reventar.
Doctor Who – Pyramids of Mars (1975)
Este episodio en cuatro partes de la etapa clásica del Doctor es como una mini película, gracias al formato de cuatro episodios que tenían cada arco en esa época. No es de extrañar la afición y pasiones que levanta, piezas como esta no pueden ser más divertidas. El episodio muestra al buen doctor viajando a 1911, en una época en la que la egiptomanía hacía estragos, y relaciona dicha cultura con los extraterrestres como ya hiciera Stargate (1994) más adelante. Aquí las momias son una especie de Golems, o una suerte de robots que también son cadáveres. Como soldados a las órdenes de un dios egipcio de marte. Así, a su estilo, Who rinde homenaje a las películas de sarcófagos dorados, guardianes siniestros y hombres envueltos en vendas de arriba abajo.
El despertar (The Awakening, 1980)
Segunda adaptación de la novela La joya de las siete estrellas de Bram Stoker después de la notable y sangrienta Sangre en la tumba de la momia (Blood From the Mummy’s Tomb, 1971). Relativamente más fiel a la obra original, este rara avis del horror de estudio tiene más que ver con las películas a rebufo de La profecía (The Omen, 1976) como Holocausto 2000 (1977) en las que la moda marcaba protagonismo de antiguas estrellas de Hollywood y sucesos paranormales asociados a la venida de una entidad maligna. Normalmente, el viejo actor hacía de padre condenado a presenciar cómo su hijo se convertía en un ser diabólico, y Heston, aquí, no hace de menos a sus compañeros Peck y Douglas.
‘Dawn of the Mummy’ (1981)
Alguien en Italia se dio cuenta que un zombie y una momia es lo mismo, a pesar de tener normalmente un solo zombie. Como estaban en la época del cine caníbal y las imitaciones de Romero, esta tiene varias para no desmerecer como exploits de moda, subiéndose al carro de Lucio Fulci y su Zombi 2 (1979) siguiendo su fórmula de presupuesto justito, mucha sangre y poca vergüenza.
O Segredo da Múmia (1982)
La interpretación brasileña del mito no podía ser más singular. Piensa en una película de Pajares y Esteso bajo el filtro de la sensualidad del país, a modos de homenaje a las cintas de Hammer y Universal de momias, es decir, con sus flashbacks a Egipto (lleno de orgías) y momias enamoradas. Todo ello con un Mad Doctor, imágenes de archivo de la vida política de Río de esos años sin venir a cuento, cortes y planos sin cohesión narrativa aparente, surrealismo a raudales y un inefable cameo del jefe del fantástico en portugués, el gran José Mojica Marins. No por casualidad, el proyecto parece una de sus obras experimentales-picantes pero rebajada en psicodelia.
‘Amazing Stories’ (1986)
Spielberg quiso crear su propia ‘Twilight Zone’ en los ochenta, y tres de los mejores episodios de la primera temporada de su serie se reeditaron en forma de película para cines. El segmento ‘Mummy Daddy’, dirigido por William Dear, era tremenda mezcla de humor y terror con un actor disfrazado de momia que acababa enfrentándose a una de verdad en un duelo de maquillajes estupendos y terror en la onda de la época.
‘The Monster Squad’ (1987)
Este claro precedente de ‘Stranger Things’ incorporaba los principales monstruos de la Universal con una momia completamente autómata con pocas apariciones pero que dejaron huella en los niños que pensaban que iban a ver otra Goonies. Uno de los grandes gags de la película es el ingenio con el que los niños acaban con el monstruo en una versión de todo loq que se podría esperar de una adaptación a acción real de Scooby-Doo.
Tales from the darkside (1990)
Esta adaptación al cine de la serie de televisión Historias del más allá puede enorgullecerse de ser la primera que adapta el relato originario de dónde vienen, realmente, todas las demás. La primera de las historias de esta antología fue Lot 249, recreando el texto de Sir Arthur Conan Doyle que posee la primera momia “maldita” o hechizada, tal y como la conocemos en el mundo de la ficción. Es, por tanto, la base literaria sobre la que se sostendría el género en sí mismo, y no en la película original con Karloff. Esta versión, producida por Romero, da bastante más peso al maquillaje y la violencia, con un reparto estelar que incluye a Steve Buscemi, Christian Slater o Julianne Moore. Una pequeña delicia.
The Mummy Lives (1993)
Esta rareza absoluta de los noventa no es una buena película ni lo llegará a ser con el paso del tiempo, pero desde luego no merece la nota que lleva en imdb, ni permanecer tan sumamente oculta. Para empezar tiene unos valores de producción y fotografía que la alejan de otros productos de vídeo de la época. Por otro lado, tenemos a un Tony Curtis haciendo del típico faraón condenado a muerte que regresa por amor. El actor no se toma en serio la película y por ello esta se hace entretenida en su puro espíritu camp, casi una celebración de la ridiculez de la mitología de la maldición momia de Hollywood.
La sombra del faraón (Tale of the mummy, 1998)
Aparecida casi al mismo tiempo que la momia de Sommers, esta aportación de Russell Mulcahy seguía la estructura tradicional de la maldición pero elevando la propuesta a un mejunje post-seven a modo de procedural sobrenatural, una monster movie al uso, con la momia atacando con sus vendas volantes por doquier, en asesinatos súper gore, para finalmente incorporarse como un ser diabólico en busca de reencarnación con homúnculos informes con animatrónics cortesía de la KNB. Una absoluta delicia en su versión del director, más de media hora más larga que la incomprensible versión americana actual.
La momia (Trance) (The Eternal, 1998)
Este olvidado terror independiente es un receptáculo de lo mejor del género en los noventa. Esto es, contención y sugerencia llevados con una narración que se apoya en el drama. Toda una rareza al trasladar el mito de la momia a la tradición Irlandesa, proponiendo una reliquia embalsamada de un druida como pieza desencadenante del horror. La pareja protagonista son dos alcohólicos en busca de redención y cura y el factor sobrenatural se infiltra en la trama a modo de doppelgänger, aumentando el interés hasta su brillante tercer acto. Un pequeño clásico oculto.
The Mummy (1999) y ‘The Mummy Returns’ (2001)
Stephen Sommers dio la vuelta al estilo de terror de Universal con aventuras al estilo de Indiana Jones, lo que no sólo fue un acierto, sino que supuso un descubrimiento de una fórmula que se plantearía en el blockbuster fantástico para toda la familia actual. Su segunda entrega tenía incluso más escala, más acción, más diversión, mosntruos y batallas épicas. Una pena sus efectos de CGI, que van envejeciendo como todo lo de la franja de finales de los 90 y principios del siglo XX, porque es una pieza de evasión perfecta que modeló el cine comercial posterior como demuestra la saga de Piratas de Disney.
‘Bubba Ho Tep’ (2003)
Otra película de terror original, extraña, y amarga de Don Coscarelli, que se alió con Bruce Campbell para hacer de un Elvis Presley (el que fingió su propia muerte) que tiene un compañero que se cree John F. Kennedy (Un anciano negro en silla de ruedas) en un asilo asediado por una momia maléfica en busca de las almas de los pacientes más débiles. Una premisa tremenda a la que le cuesta estar a la altura de su propia genialidad durante todo su metraje, pero que resulta una obra de culto de un autor que nunca puede preveerse.
The Mummy (2017)
La nueva versión del mito de la Universal quería servir como introducción para todo un nuevo mundo de películas de monstruos interconectadas, y para ello, el director Alex Kurtzman convirtió su visión del cine de momias es una macedonia de homenajes y puntos de referencia pulp, desde el cine de John Landis a Nigel Kneale. A pesar de sus problemas, Sofía Botuella hizo una gran momia y tenía unos cuantos momentos de comedia de terror divertida.