La nueva película de Alex Garland consigue un buen núcleo de terror genético e imaginería grotesca pero algunos problemas de estructura y una voluntad de epatar más allá de su condición de monster movie retorcida acaban haciendo su desarrollo más farragoso y hueco de lo que quiere aparentar, con una autoimpuesta etiqueta de ciencia ficción existencialista que le queda un poco grande.
Nota:65
No se le puede negar a Alex Garland una voz única en el género de terror y ciencia-ficción. Tanto, que incluso en sus producciones guionizadas para Danny Boyle se dejan ver sus huellas, hasta tal punto, que podrían ser coherentes con su propia filmografía como director. Su trabajo en conjunto con el británico dejó joyas como No se le puede negar a Alex Garland una voz única en el género de terror y ciencia-ficción. Tanto, que incluso en sus producciones guionizadas para Danny Boyle se dejan ver sus huellas, hasta tal punto, que podrían ser coherentes con su propia filmografía como director. Su trabajo en conjunto con el británico dejó joyas como 28 días después (28 Days Later, 2002) pero también obras que, como (28 Days Later, 2002) pero también obras que, como Sunshine (2007), mostraban que bajo la apariencia de película de ciencia ficción trascendente se escondía una serie B de “asesino suelto en nave espacial” con ciertas ínfulas que no llegaba a calar más allá del envoltorio. No es que el Garland director imite el existencialismo post-rave de Boyle pero (2007), mostraban que bajo la apariencia de película de ciencia ficción trascendente se escondía una serie B de “asesino suelto en nave espacial” con ciertas ínfulas que no llegaba a calar más allá del envoltorio. No es que el Garland director imite el existencialismo post-rave de Boyle pero Aniquilación (Annihilation, 2018) tiene algunos paralelismos con aquella misión para salvar el sol, es decir: bajo una obra en apariencia compleja se esconde una película de monstruos con mucho estilo y fondo, digamos, cuestionable.
Los ecos en común con Sunshine continúan con su naturaleza de terror espacial aplicada a una ciencia ficción de estructura similar, es decir, un grupo de astronautas desapareciendo uno a uno conforme entran en una zona desconocida en dónde reinan criaturas desconocidas. El tono es similar a aquellas odiseas como continúan con su naturaleza de terror espacial aplicada a una ciencia ficción de estructura similar, es decir, un grupo de astronautas desapareciendo uno a uno conforme entran en una zona desconocida en dónde reinan criaturas desconocidas. El tono es similar a aquellas odiseas como La galaxia del terror (Galaxy of Terror, 1981) u (Galaxy of Terror, 1981) u Horizonte Final (Even Horizon, 1998), en las que un grupo de científicos o gente preparada se va adentrando en un mundo de terrores cósmicos que a menudo tienen que ver con las propias debilidades de la conciencia. Claro que aquí no hay naves espaciales ni astronautas, pero incluso su estructura es gemela a aquellas. En Aniquilación, una pared luminiscente conocida como The Shimmer -un fenómeno misterioso que se asemeja a una lámpara de lava fantasma- surge cuando algo interestelar cae sobre un faro y se extiende gradualmente sobre un área pantanosa. Su estructura parece disolverse, con colores que aparecen y se difuminan como una pintura aguada, creando el «Área X».
?
Varios equipos de exploradores han sido enviados allí, para descubrir qué está pasando, pero solo una persona, Kane (Oscar Isaac), ha regresado con vida. La esposa de Kane, Lena (Natalie Portman), una bióloga, quiere saber qué le sucedió, por lo que se une a la siguiente expedición a la zona, sospechando que su esposo podría haber sido secuestrado por extraterrestres y haber regresado como un virus subcutáneo. Una misión en dónde todo parece sacado de la infravalorada comedia Varios equipos de exploradores han sido enviados allí, para descubrir qué está pasando, pero solo una persona, Kane (Oscar Isaac), ha regresado con vida. La esposa de Kane, Lena (Natalie Portman), una bióloga, quiere saber qué le sucedió, por lo que se une a la siguiente expedición a la zona, sospechando que su esposo podría haber sido secuestrado por extraterrestres y haber regresado como un virus subcutáneo. Una misión en dónde todo parece sacado de la infravalorada comedia Evolution (2001) de Ivan Reitman –incluso el grupo de chicas con monos y mochilas se parecen a los Cazafantasmas del mismo director-, con la que guarda más similitudes de las que parece. Pero su estructura de descubrimientos paulatinos del destino de “la otra misión” sigue la tradición de horrores espaciales de (2001) de Ivan Reitman –incluso el grupo de chicas con monos y mochilas se parecen a los Cazafantasmas del mismo director-, con la que guarda más similitudes de las que parece. Pero su estructura de descubrimientos paulatinos del destino de “la otra misión” sigue la tradición de horrores espaciales de Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) a (Alien, 1979) a La Cosa (1982).
Garland adapta el primer volumen de la infilmable Southern Reach Trilogy de Jeff VanderMeer, como una excusa para desplegar una cartera de imágenes visionarias de paisajes surrealistas y flora y fauna alucinante con las que la película a veces deslumbra. Partiendo de un concepto deudor de de Jeff VanderMeer, como una excusa para desplegar una cartera de imágenes visionarias de paisajes surrealistas y flora y fauna alucinante con las que la película a veces deslumbra. Partiendo de un concepto deudor de El color que cayó del cielo (The Colour Out of Space, 1927), en los mejores momentos de Aniquilación chocan las pesadillas viscosas de H.P. Lovecraft y el horror mutante de David Cronenberg para dar forma a conceptos biológicos de metástasis y existencialismo, aberraciones antinaturales y naturaleza humana. Remezclas de ADN imposibles que crean extraños engendros como un cocodrilo albino gigante o un espeluznante oso rata que ha aprendido a gritar como una mujer. A medida que el grupo de mujeres protagonistas son atrapadas por las bestias nos encontramos, en un núcleo primo hermano de chocan las pesadillas viscosas de H.P. Lovecraft y el horror mutante de David Cronenberg para dar forma a conceptos biológicos de metástasis y existencialismo, aberraciones antinaturales y naturaleza humana. Remezclas de ADN imposibles que crean extraños engendros como un cocodrilo albino gigante o un espeluznante oso rata que ha aprendido a gritar como una mujer. A medida que el grupo de mujeres protagonistas son atrapadas por las bestias nos encontramos, en un núcleo primo hermano de Depredador (Predator, 1987) pero con propósitos aparentemente más ubicuos y freudianos, en cuanto se plantea como un viaje al corazón de las tinieblas que busca un paralelismo entre la búsqueda del yo y la absurda termodinámica del crecimiento del cáncer.
Y aquí es dónde se perciben de forma más cristalina los problemas del guion de Garland, que pretende girar alrededor de la ciencia ficción más cerebral sin lidiar con los conceptos que maneja más allá del espectáculo deslumbrante en el que coexiste el horror y la maravilla, desde árboles de cristal hasta desconcertantes plantas en forma de personas. Fuera de todo su despliegue, no es capaz de hacer que su aspecto intelectual sea satisfactorio por sí mismo, manejando una escritura vaga que puede despertar al mismo tiempo el elogio crítico automático y la confusión del respetable, que ante la ensalada de frases sacadas de un manual técnico de genética y libros de filosofía deciden que es mejor aparentar que “le ha hecho pensar” y no admitir que se ha aburrido un poco.
Y es que el desarrollo narrativo de Aniquilación se toma su tiempo. Pasa media hora hasta que el grupo entra en el área X y hasta ese momento no hay nada especialmente determinante para el desarrollo posterior. Tampoco en la cantidad de flashbacks inertes sobre Lena y sus escarceos con su compañero de trabajo, sus recuerdos con su marido y otras escenas de cama que no aportan a los cimientos de la historia. La presentación de sus compañeras de misión tampoco acaba siendo significativa y aprovecha el tiempo en pantalla de cada una de ellas para que entendamos los traumas por los que pasa cada una, detalles que acaban siendo , a menudo, verbalizados. A veces el equilibrio de algunos elementos de la trama con la película que de verdad es esconde dentro es tan fino que da la impresión de ser un clásico caso de idea para corto estirada y retorcida hasta lograr una película.
Coincidencias como que las mujeres que experimentan dolor son las que entran en ese entorno de caos biológico sugiere la idea de que todo lo que ven dentro del área es una manifestación simbólica de los problemas en sus vidas. El tono pasa de ser ciencia ficción genética dura a plantear una parábola profunda de autorreflexión, un viaje interno que explora el deseo errático de la naturaleza humana de expandirse constantemente hacia lo desconocido en oposición a la capacidad intelectual que nos obliga a recogernos en nosotros mismos. Y sobre el papel, todo suena fascinante, pero el resultado es un viaje psicodélico algo hueco que evidencia las limitaciones del director para crear una narración coherente.
Sí, visualmente es apabullante y el terror muy conseguido, pero como una narración metafórica, vaga entre el reino alegórico de Andrei Tarkovsky y el final de significados insondables de Sí, visualmente es apabullante y el terror muy conseguido, pero como una narración metafórica, vaga entre el reino alegórico de Andrei Tarkovsky y el final de significados insondables de 2001: Odisea en el espacio (2001: A Space Oddity, 1968) sin terminar de dar forma y ritmo a su combinado de acción, terror y ciencia ficción. Y deja todo en manos de su catálogo visual CGI-friendly, coronado por algún momento videoclipero un poco anacrónico, más preocupado por su dimensión de videoarte encargado por daft punk que por conectar sus referentes de tradición Quatermass, (del astronauta “retornado” de la primera al misterio cósmico a partir de un descubrimiento de la tercera) con dinámicas más trascendentes. Volantazos de lógica interna que se deben a un núcleo emocional flojo, en el que solo nos preocupan algo los personajes de Portman y Leigh.
Leigh es enigmática, pero, una vez revelado, su secreto es completamente intrascendente. Y aunque el dolor y la culpa de Portman son el principal motor de la película, nunca decantan en algo conmovedor o significativo. La ambigüedad no es necesariamente mala en una película. Pero Aniquilacion parece más dispuesta a confundir, que su propia ambigüedad se vuelve ambigua. ¿Quiere que el espectador valore interpretaciones o simplemente no sabe lo que quiere contar? Su embrollo intelectual evidencia la voluntad por crear ciencia ficción de alto nivel, pero le falta la estructura subyacente para desarrollar el contenido. Provoca reflexiones pero no lo justifica más allá del espectáculo visual, que funciona mejor cuando se ajusta a su condición de serie b de monstruos. Llega a fascinar cuando nos deja entrever los resultados de las explosiones mutantes de la antigua expedición, pero acaba perdiéndose en su pretensión trascendente, mucho menos enraizada de lo que parece. Y lo sintomático no es que su final se entienda o no, sino que al terminar, no te importa demasiado entenderlo o no.