[Review] La autopsia de Jane Doe (The Autopsy of Jane Doe, 2016)

Una historia sacada de un volumen de comics de Creepy, una de esas películas ideales para una noche de sábado con el tiempo tormentoso y la luz muy tenue. Una experiencia ideal para el aficionado casual o duro, puro terror del de siempre, un regreso que debería dar que hablar y convertirse en obra de culto al momento.

Nota: 85

La autopsia de Jane Doe es de esas películas que se disfrutan mejor sin saber absolutamente nada de ella, aunque sí podemos decir que su estructura en dos mitades bien diferenciadas juegan a partir de un misterio que se desarrolla alrededor de un cadáver desconocido y conforme se va expandiendo la trama, la película sorprende con mucho más de lo que uno espera de una situación tan minimalista. En el tablero, dos hombres, padre e hijo, encerrados en una morgue progresivamente más y más claustrofóbica.

La construcción de una atmósfera a través de su relación y sus descubrimientos intoxica el aire hasta que la historia se desvía del territorio de tensión tradicional para explotar en un último acto de puro terror clásico. Muchas han sido las críticas sobre este tramo, sugiriendo que entran dentro de lo más trillado, pero no estamos nada de acuerdo. Todo el minuto a minuto cuenta y las semillas para lo que va sucediendo se plantan en la, sí, más intrigante primera parte. Es cierto que en todo film de suspense, una vez se resuelve el meollo la cosa pierde su gracia, pero en el caso de la película de André Øvredal no es el caso.

De las posibles soluciones, toma la vía del terror más clásico, casi de cómic de la EC o Warren, como si fuera un episodio perdido de De las posibles soluciones, toma la vía del terror más clásico, casi de cómic de la EC o Warren, como si fuera un episodio perdido de Historias de la cripta (1989-1996), o cualquiera de esos estrenos de vídeo de primeros de los noventa, en los que se mantenían las atmósferas azuladas y fantásticas del cine de terror de los ochenta, pero limaban sus aspectos más festivos, para dar experiencias más austeras, un poco al estilo de (1989-1996), o cualquiera de esos estrenos de vídeo de primeros de los noventa, en los que se mantenían las atmósferas azuladas y fantásticas del cine de terror de los ochenta, pero limaban sus aspectos más festivos, para dar experiencias más austeras, un poco al estilo de Ánimas (Nightlife, 1989), que también trascurría en una Morgue y planteaba un conflicto adolescente como el de Austin, el personaje del hijo cuya historia con el legado familiar de su padre, Tommy da pie a una subtrama terciaria importante entre los dos personajes.

Emile Hirsch y Brian Cox dan la credibilidad necesaria a los personajes, en especial al veterano actor y sus expresiones faciales cuando la novia de Austin ve los cuerpos de la morgue en el primer acto. El mejor ejemplo de como una pequeña producción como esta funciona gracias a estas pequeñas sutilezas. En el caso de la muerta, es reseñable la manera en la que la expresión inamovible de Olwen Kelly crea una extraña sensación de hipnosis. Tan solo con su mirada o su presencia, o la manera en que la cámara y el montaje corta los intervalos necesarios para crear una sensación de amenaza catatónica, Jane Doe es un personaje más, aunque no mueva un músculo o pronuncie una sola línea de guion.

El director mantiene el espacio en movimiento incluso cuando gran parte de la trama está limitada a unos metros, alrededor de los dos hombres de pie, sobre un tercio en una mesa de operaciones. Su estilo cinematográfico evita que haya distracciones sobre el misterio y no se ahogue en una puesta en escena teatral o demasiado estrecha y centrada en un mismo punto de giro. Claro que a la hora de asustar, no se puede negar que utiliza algunos trucos de manual, pero igualmente, entran dentro de su celebración de las maneras del terror más clasicista y disfrutable, indicativo de su falta de pretensiones más allá de crear una pieza atemporal. Prueben a verla en blanco y negro.

Hay un corazón gótico en ella, porque habla sobre consecuencias del pasado y los muertos. Los aspectos sobre la madre de Austin muerta, la tristeza implícita en la figura solitaria de Tommy y el aire mortuorio y maléfico que desprende su configuración geográfica, que sin necesidad de pasear la cámara de arriba abajo para explorarla, da la sensación de su distribución, con pasillos que siempre parecen conducir de nuevo a la sala principal que ayudan a que el tono ominoso del relato se mantenga. Una pequeña película de terror, íntima, efectiva en sus aspiraciones y eficiente en sus resoluciones. No pretende ser más de lo que puede y no llama a las puertas llorando para convertirse en la nueva sensación indie. Es un tipo de terror que, sencillamente, parecía estar olvidado. Bienvenido.