[Review] Proyecto Rampage (Rampage, 2018)

El director de la mediocre San Andrés (San Andreas, 2015) sorprende con una eficaz reinterpretación del cine de catástrofes vía kaiju, netamente americano y tremendamente entretenido. Monstruos que asustan, escala pantagruélica y acción siempre arriba para un producto de gama Dwayne Johnson que sale airoso cediendo el protagonismo a un gran gorila. Probablemente no haya otra adaptación de un videojuego mejor y se eleva como una corrección ligera de las aparatosas recuperaciones de King Kong y Godzilla en su versión americana. 

Nota: 70

El panorama neokaiju se nos está yendo de las manos con decenas de muestras de calidades variables. Tras una agradable transformación de la mitología super sentai hacia el espectro young adult en la disfrutable en la disfrutable Pacific Rim: Insurrección (Pacific Rim: Uprising, 2018) tan solo hace un par de semanas, llega esta adaptación de un videojuego con The Rock, cuando todavía no nos hemos acabado de desempachar de la pasable secuela de Jumanji (1995). El proyecto adapta un curioso videojuego de los ochenta, pero la excusa de tener tres monstruos (cuatro, con un guiño que cogerán los fans del juego) permite elaborar otra variación más del cine de catástrofes tipo Roland Emmerich con el factor, esta vez, mirando hacia el cine de animales gigantes de los cincuenta.

Bueno, pero eso es el kaiju al fin y al cabo, ¿No? Sí, pero no. Es decir, la trama está mucho más construida según los preceptos del cine de desastres que al de monstruos, aunque al final acabe confluyendo en ese corral de igual forma. La diferencia está en cómo se plantea la trama, con su principio, nudo y desenlace amarrados fuertemente a los personajes protagonistas. En realidad se percibe casi como una revisión de películas como Bueno, pero eso es el kaiju al fin y al cabo, ¿No? Sí, pero no. Es decir, la trama está mucho más construida según los preceptos del cine de desastres que al de monstruos, aunque al final acabe confluyendo en ese corral de igual forma. La diferencia está en cómo se plantea la trama, con su principio, nudo y desenlace amarrados fuertemente a los personajes protagonistas. En realidad se percibe casi como una revisión de películas como El monstruo de tiempos remotos (The Beast from 20,000 Fathoms, 1953) o (The Beast from 20,000 Fathoms, 1953) o Surgió del fondo del mar (It Came from Beneath the Sea, 1955), es decir, más la inspiración americana de Godzilla, orquestada por los efectos de Ray Harryhausen, que los derivados de las ensaladas de monstruos japoneses.

Planteada como un auténtico monster mash con plena fascinación por el material con el que juega, se olvida lo justo de que es otra de las películas-salchicha de marca Dwayne Johnson y se eleva sobre esa condición para incorporar a The Rock como un monstruo zopenco más. Eso es, la novedad que incorpora sobre otras ensaladas de gargantúas recientes es la presencia de un gorila amistoso, con el que el personaje de Johnson tiene una relación de colega que atrapa desde que los dos aparecen juntos en pantalla. Un poco la relación de investigador-primate de James Franco con César en con plena fascinación por el material con el que juega, se olvida lo justo de que es otra de las películas-salchicha de marca Dwayne Johnson y se eleva sobre esa condición para incorporar a The Rock como un monstruo zopenco más. Eso es, la novedad que incorpora sobre otras ensaladas de gargantúas recientes es la presencia de un gorila amistoso, con el que el personaje de Johnson tiene una relación de colega que atrapa desde que los dos aparecen juntos en pantalla. Un poco la relación de investigador-primate de James Franco con César en El origen del planeta de los simios (Rise of the Planet of the Apes, 2011) pero con el punto macarra de Clint Eastwood y su orangután en (Rise of the Planet of the Apes, 2011) pero con el punto macarra de Clint Eastwood y su orangután en Duro de Pelar (Every Which Way But Loose, 1978). La diferencia es que aquí, el gorila albino crece y acaba volviendo a las raíces Harryhausen, convirtiéndose en una variación de (Every Which Way But Loose, 1978). La diferencia es que aquí, el gorila albino crece y acaba volviendo a las raíces Harryhausen, convirtiéndose en una variación de El gran gorila (Migthy Joe Young, 1949) en la que el simio también se zurra con animales, pero estos más peligrosos que los leones de stop motion de aquella.

Más organizada y ágil que la reciente visita a la isla calavera, el guion es propio de un blockbuster al uso, pero que exprime las posibilidades de su formato casi al máximo, e incluso juega con las expectativas que crea nada más empezar, añadiendo personajes y sustituyendo por otros en giros invisibles pero que dan fliudez al conjunto. Sí, puede que los primeros personajes queden demasiado olvidados a la primera de cambio, pero la incorporación de figuras ambivalentes como ese Jeffrey Dean Morgan reciclando a su Negan de Más organizada y ágil que la reciente visita a la isla calavera, el guion es propio de un blockbuster al uso, pero que exprime las posibilidades de su formato casi al máximo, e incluso juega con las expectativas que crea nada más empezar, añadiendo personajes y sustituyendo por otros en giros invisibles pero que dan fliudez al conjunto. Sí, puede que los primeros personajes queden demasiado olvidados a la primera de cambio, pero la incorporación de figuras ambivalentes como ese Jeffrey Dean Morgan reciclando a su Negan de The Walking Dead hacen que ciertos sacrificios de la trama funcionen. Por otra parte tiene un ritmo envidiable, empezando totalmente en alto, con una secuencia que podría ser el final de hacen que ciertos sacrificios de la trama funcionen. Por otra parte tiene un ritmo envidiable, empezando totalmente en alto, con una secuencia que podría ser el final de Life (2017) perfectamente y un desarrollo digno de serie b nuclear de los años 50. Tal vez el punto más flojo del libreto sean los bloques de exposición de los malos de la película, que carecen del mismo interés que los de los héroes o las secuencias estrella, la destrucción en sí.

https://youtube.com/watch?v=e3ZpsSVIJCw

Se le ha achacado que el grueso de kaiju eiga se acumula solo en su tercer acto, pero lo cierto es que la película va en constante crescendo de escenas a gran escala, sin renunciar a momentos de acción tan llamativas como la del avión, o más sangrientas de lo esperable en un PG-13 como la cacería del lobo. Lo cierto es que con el final llega el delirio, que sabe a poco de pura catarsis destructora, y la verdadera sorpresa. Era una película de la que se esperaba ser poco más que metadona de segunda categoría hasta se acumula solo en su tercer acto, pero lo cierto es que la película va en constante crescendo de escenas a gran escala, sin renunciar a momentos de acción tan llamativas como la del avión, o más sangrientas de lo esperable en un PG-13 como la cacería del lobo. Lo cierto es que con el final llega el delirio, que sabe a poco de pura catarsis destructora, y la verdadera sorpresa. Era una película de la que se esperaba ser poco más que metadona de segunda categoría hasta Godzilla: King of the monsters (2019), pero acaba siendo mucho más sólida que la anterior, dentro de sus limitaciones de producto de consumo rápido, y con una lección bajo el brazo bastante importante. Aumentar el tamaño no hace a una película de monstruos gigantes más efectiva, sin embargo, invertir un poco en dar personalidad a tus héroes, incluida la afición por las bromas de tu gorila protagonista, hacen crecer las escenas claves de la misma. La única decepción de esta descarga de adrenalina es que no hayan mantenido la canción de Smashing Pumpkins del tráiler en el clímax.