The Meg (2018) review

Una nutrida dosis de escenas de acción rayana al kaiju no logran elevar Megalodón más allá del espectáculo veraniego olvidable, por debajo de sus posibilidades y con un tono que engaña: bajo la careta de gamberrada aceptable para adolescentes con protagonista macarra hay un filme familiar rutinario más ñoño de lo que dejan ver las dentelladas. 

Nota: 55

El cine sobre escualos gigantes siempre ha tenido reservada una estantería de oro en los videoclubs. Desde la saga El cine sobre escualos gigantes siempre ha tenido reservada una estantería de oro en los videoclubs. Desde la saga Shark Attack (2005), cuya tercera parte se dedicaba a un Megalodón devorahombres, a los delirios de Asylum de los episodios de (2005), cuya tercera parte se dedicaba a un Megalodón devorahombres, a los delirios de Asylum de los episodios de Megashark vs Giant Octopus (2009) y otras bestias, la figura del tiburón gigantesco ha dominado el reino de la serie Z de la era CGI de liquidación. La prueba de ello es la asombrosa aceptación de una saga tan chapucera como (2009) y otras bestias, la figura del tiburón gigantesco ha dominado el reino de la serie Z de la era CGI de liquidación. La prueba de ello es la asombrosa aceptación de una saga tan chapucera como Sharknado (2013), que ha creado todo un culto al tiburón en los sitios más insospechados. Tiburones en la arena, en tu casa, en la nieve, en el WC y hasta en el aire, dirigidos por zombies nazis. El reto es que, cuanto peor se vean los efectos digitales, más hilaridad causa, o algo parecido.

Lo cierto es que, al mismo tiempo, hay un resurgimiento del subgénero en paralelo, que realmente sí se toma en serio el verdadero terror que supone un monstruo real bajo el agua. La tremenda Lo cierto es que, al mismo tiempo, hay un resurgimiento del subgénero en paralelo, que realmente sí se toma en serio el verdadero terror que supone un monstruo real bajo el agua. La tremenda El arrecife (The Reef, 2009) lidera un grupo en el que las complementarias Infierno azul (The Swallows, 2016) y (The Swallows, 2016) y 47 Meters Down (2016) han llevado el concepto a superficie y profundidad respectivamente. Todas ellas son obras notables, que aprovechan el desasosiego potencial de la idea generada por la gran madre de todas ellas, (2016) han llevado el concepto a superficie y profundidad respectivamente. Todas ellas son obras notables, que aprovechan el desasosiego potencial de la idea generada por la gran madre de todas ellas, Tiburón (Jaws, 1975). Por ello, no era mala oportunidad para esta (Jaws, 1975). Por ello, no era mala oportunidad para esta Megalodón (The Meg, 2018) para posicionarse como la película que podría dar cierta vuelta a la paradoja autodestructiva del cine de tiburones. Si ya hemos visto todo, ¿Por qué no recuperar la paleontología que nos habla de un gran animal que surcó los mares devorando a otros tiburones? Teniendo a mano una novela entretenida y convenientemente atmosférica o festiva según requiere el momento, la adaptación lo tenía todo para ser un hit.

Cuando se confirmó a Eli Roth al mando, el proyecto tomaba tintes extraños. El director de al mando, el proyecto tomaba tintes extraños. El director de Hostel (2005) probablemente convirtiera el argumento en un Pac-Man con un gran tiburón y humanos, pero al menos sería sangriento y divertido. Las malas noticias llegaron cuando su nombre se desligaba del proyecto por diferencias con la planificación del presupuesto. No hay que ser muy perspicaz para saber que el problema tenía más que ver con el color rojo. De hecho, así lo confirmaba Jon Turteltaub recientemente, comentando que tuvieron que eliminar un número “trágico” de muertes horripilantes y gore para obtener la calificación PG-13. Y la verdad, vista la película, lo del tema del presupuesto suena a cuento chino. Y China también puede tener que ver con esa esterilización del producto. Como la última recientemente, comentando que tuvieron que eliminar un número “trágico” de muertes horripilantes y gore para obtener la calificación PG-13. Y la verdad, vista la película, lo del tema del presupuesto suena a cuento chino. Y China también puede tener que ver con esa esterilización del producto. Como la última Jurassic World, el direccionamiento familiar se hace patente y cristalino.

Y es que Megalodón tiene una mezcla de tonos que la convierten en una colección de retales tan monstruosa como el animal prehistórico que la protagoniza. No sabe si quiere ser la propuesta de ciencia ficción y terror con la que flirtea en su primer acto, una película de acción de macho, inevitablemente ligada a la presencia de un Jason Statham limitadísmo en su rango sarcástico o una especie de tiene una mezcla de tonos que la convierten en una colección de retales tan monstruosa como el animal prehistórico que la protagoniza. No sabe si quiere ser la propuesta de ciencia ficción y terror con la que flirtea en su primer acto, una película de acción de macho, inevitablemente ligada a la presencia de un Jason Statham limitadísmo en su rango sarcástico o una especie de Piraña 3D (Piranha 3D, 2009) en la que no se ve una gota de sangre en el agua. Para empeorar las cosas tenemos a una niña mona para interactuar con Statham, interés romántico llevado de la forma más ñoña imaginable y la inclusión en la trama de una exmujer con la que se amaga algún juego triangular que no va a ninguna parte, como finalmente su personaje. Por no hablar de los odiosos secundarios y el recurso cómico insoportable, que más que divertir hacen desear su digestión lenta y dolorosa. También tenemos a Ruby Rose luciendo peinado chuli y poco más. ¡Ah! y también aparece Rainn Wilson, desaprovechadísimo como “no-villano”.

Sin salsa y sin guarnición, lo único rescatable del conjunto es el bicho en cuestión, el animalazo que, aunque palidece en comparación con la creación CGI de Infierno Azul mejora algo a sus primas de VOD. Algunas de las escenas de acción están bien organizadas, dado el tamaño de la escala y las panorámicas necesarias para integrar los ataques y movimientos del gran pez, que dejan algunas estampas que hacen soñar que habría pasado con la película en manos más hábiles. Aunque la idea de Statham contra el tiburón pueda resultar atractiva, lo cierto es que no hay ni siquiera una concesión al delirio verdadero, sino una consecución predecible de momentos vistos en otras muestras del subgénero. Hay una docena de momentos de dèja vú a Tiburón, desde un uso de banda sonora similar a la secuencia entera de la jaula. Más preocupante es la patológica necesidad de imitar la muerte de Samuel L. Jackson en , desde un uso de banda sonora similar a la secuencia entera de la jaula. Más preocupante es la patológica necesidad de imitar la muerte de Samuel L. Jackson en Deep Blue Sea (1999) sin conseguirlo, dejando farragosos momentos de suspense predecible, además de no acercarse ni un poquito a la capacidad de aquella para sorprender y tomar decisiones que requieren más valentía.

No hay apenas tensión en No hay apenas tensión en Megalodón. Escenas que podrían haber dado miedo, como el episodio nocturno al lado de la ballena se quedan en un inserto inerte que provoca menos terror que el similar inicio de la caricaturizada . Escenas que podrían haber dado miedo, como el episodio nocturno al lado de la ballena se quedan en un inserto inerte que provoca menos terror que el similar inicio de la caricaturizada Tiburón: la venganza (Jaws: The Revenge, 1987). Para colmo, ni siquiera se incluye el prólogo prehistórico de la novela, con un el ataque del escualo a un dinosaurio. Es sintomático, por otra parte, que el planteamiento de esta se salte la estructura del texto y la convierta en un fascímil de la reciente (Jaws: The Revenge, 1987). Para colmo, ni siquiera se incluye el prólogo prehistórico de la novela, con un el ataque del escualo a un dinosaurio. Es sintomático, por otra parte, que el planteamiento de esta se salte la estructura del texto y la convierta en un fascímil de la reciente El Rascacielos (Skyscraper, 2018). En aquella tenemos a un magnate chino con una construcción megalítica que responde al sueño de toda una vida y cuando este se ve comprometido llama al héroe de acción musculoso de turno, que curiosamente tienen un pasado traumático por los hechos que vemos en los 5 primeros minutos de película. Todo ocurriendo, por supuesto en China, con bañistas chinos etc. Idéntico.

Acción que no mancha, violencia con condón, humor rozando lo lamentable y un clímax apresurado que no da lo que promete en los festivos tráilers y adelantos. Puede que para muchos el concepto de película de tiburón gigante y la presencia de un ídolo del cine de acción sea suficiente para disfrutar de lo que finalmente ha quedado en pantalla, pero si no tiene ninguno de los elementos que se supone que debe tener una película de terror animal, si juega a morder sin masticar, si ni siquiera es un delirio a los Sharknado e incluso se toma totalmente en serio a sí misma en los momentos más inadecuados ¿qué ofrece Megalodón? Un sucedáneo de cine de tiburones, surimi pasteurizado, desalado y con colorante que lo hacen pasar por el pez real. Otra oportunidad perdida y un patrón preocupante en los grandes blockbusters de 2018.