La primera temporada de la serie de terror antológica de Amazon Prime explora la cara B del sueño americano a través de los tropos de casa embrujada, tratando de imaginar cómo sería una temporada de The Haunting of Hill House dirigida por Jordan Peele, sin embargo, su relevancia tras George Floyd no es suficiente para que su batiburrillo de drama racial, estética deslumbrante, metáforas y terror acaben cuajando para justificar sus excesivos 10 episodios.
Nota: 55
Es muy posible que Little Marvin, el creador de la serie Them,
esté preparado para todas las comparaciones posibles con la obra de Jordan
Peele, después de todo, su título no es sino una respuesta al de Us
(2019), la última película del director de Get Out (2017), cuyo póster incluso
tiene la misma fuente tipográfica que la elegida en la campaña gráfica de la
serie de Amazon Prime. Para redondear el pacto, entre su reparto, con Deborah
Ayorinde, Ashley Thomas, o Alison Pill, se encuentra Shahadi Wright Joseph, la
niña de la familia atacada por sus doppelgängers de la película de Universal.
El estilo de Peele se extiende a su propuesta visual y temática, de horror
puramente centrado en el problema racial de Estados Unidos, lo que venimos
llamando Horror Noire, desde que
apareciera el libro homónimo de Robin R. Means Coleman en 2011.
De hecho, la primera temporada de la serie antológica,
titulada Covenant, toma no solo un
punto de partida que deja espacio para algunos paralelismos con Get Out, sino un estilo de terror que
recuerda a los episodios más inquietantes de Lovecraft Country (2020),
también producida por Peele. Curiosamente, Them! es el título de una de las
películas de terror más míticas de los años 50, sobre hormigas gigantes que
representan los temores nucleares de la guerra fría, algo que también podría
tener un doble sentido, ya que la historia ambientada en esa misma época de
Estados Unidos, cuenta el proceso de adaptación de una familia afroamericana
que se muda al vecindario blanco Compton, en el condado de Los Angeles,
recogiendo así la cara B de ese “ellos” que temía la sociedad en la época,
dejando claro que para las familias negras que empezaron la gran migración del
sur el terror estaba en el racismo asimilado por la gran mayoría de la
población blanca de algunos municipios.

El mayor interés de Them
radica en su profusión documental para dibujar ese trasfondo histórico de los
barrios idílicos de la suburbia americana y cómo esta esconde un lado tenebroso
bajo los colores pastel, sus jardines perfectos y el sol de California. Hasta cierto
punto, relata una historia muy similar a la que plantea Suburbicon (2017) de
George Clooney, solo que cambiando el punto de vista de la familia de la
subtrama racista de aquella para hacerlos protagonistas de una historia con
menos parecido a una trama criminal de los hermanos Coen y que una variación de
horror sobrenatural que se infiltra en la vida de los protagonistas, como
reflejo de sus propios conflictos y temores. Sobre el papel es un planteamiento
muy interesante, y hasta cierto punto podría haber sido una serie mejor que Lovecraft
Country, pero arrastra algunos problemas que hacen del evento una
oportunidad perdida para confirmar que el subgénero tiene algo más que decir
más allá de una recapitulación del trauma.
Por supuesto, es de esperar que tras la muerte de George Floyd
y los posteriores disturbios del movimiento Black Lives Matter la ficción
recoja esa rabia social y la articule en un relato donde el dolor esté presente,
pero la idea de un drama agrio, y en ocasiones durísimo, sobre un problema tan
real, al que se le suman amenazas paranormales, acaba provocando una mala
reacción y la sensación de peligro no solo se anula sino que resulta agotadora
y hasta cierto punto simplista, ya que no recoge ninguna reflexión
especialmente brillante sobre el problema, salvo la conclusión de que está muy
bien arraigado y se perpetúa como una especie de maldición para los afroamericanos
que siguen buscando su sitio, tras ser rechazados al acercarse a terreno ya
ocupado por los blancos, y es aquí donde quizá le hubiera venido bien imitar a
Peele también en su capacidad de sátira y no solo en su estética.

Existe algo de didáctica de barrio, de cómo se ha llegado a
donde se ha llegado, el poco tiempo que ha pasado desde Jim Crow y hasta cierto
punto, cómo esto sigue perpetuándose, pero en ningún momento hay una sutilidad
que compare el pasado que presenta con el presente, el guion es disperso y poco
afilado, de tal forma que las actitudes racistas acaban resultando casi
frívolas, con el sufrimiento casi como fin del terror que presenta, con una
escena particularmente horrible, en la que se recrea de forma muy innecesaria y
que tendrá consecución en otros capítulos que recuerdan lo peor de los linchamientos.
La idea de presentar esos motivos históricos como elemento de terror
funcionaría en otro contexto, pero en Them,
llegado cierto punto, comienza a parecer una colección de penurias que meten el
dedo en la llaga del trauma pero no hacen nada para avanzar en el discurso, por
lo que acaba resultando una pornografía del racismo hueca, que incluso encuentra
cierta oposición cultural reciente en la comunidad afroamericana, en donde el
resto de elementos de terror son meros aderezos para justificar su pertenencia
al género, no la catarsis por la que los personajes dan la vuelta a la
situación.
Y esto es algo decepcionante no por las propias expectativas
que despertaba la serie, sino porque para llegar a ello hace muchas cosas bien
y da rabia que la historia y los personajes no estén a la altura, por ejemplo,
de su deliciosa paleta visual y su trabajada puesta en escena, que es muy cinematográfica
y goza de una fotografía espectacular. Las escenas de miedo varían entre lo
inquietante y lo indiferente, pero por lo general siguen las reglas del terror
onírico de A Nigtmare on Elm Street (1984) o IT (2017-2019), en
concreto hay cierta escena de terror sacada de la segunda parte de esta, a lo
que se suma ese fantasma del “black face”, que no deja de parecer un Pennywise
inverso, rescatando el terror de los Pickaniny del episodio 8 de Lovecraft
Country.

También hay ecos de El resplandor (The Shining, 1980) en
la progresiva descomposición de Lucky, cuyo trauma comparte ciertos ecos de la
magistral Beloved (1998), pero conforme avanza la serie queda claro que
el modelo es la Carla Gugino de The Haunting of Hill House (2018),
de la que también rescata su “hombre alto”, sin resistirse tampoco a utilizar
la estructura de su continuación, ya que tenemos un episodio 8 en blanco y negro
como en The Haunting of Bly Manor (2020). Sin embargo, Little Marvin no
explora el significado de los fantasmas y la resolución del origen del terror
es un batiburrillo de metáforas, fantasmas del pasado, trauma y llamada de los
ancestros para afrontar las amenazas del presente que no tienen ningún sentido,
dando la sensación de que no hay más que ideas sin cuerpo que tratan de hacer
algún tipo de simbolismo forzado sin ningún plan prefijado.
Tampoco ayuda que durante la serie se dedique una buena
cantidad de tiempo al personaje interpretado por Alison Pill para cerrar su
historia en una nota sin conexión con el tema principal, sin llegar a
humanizarla y sin que su arco sirva para desarrollar o llevar a ningún punto su
antagonismo con los protagonistas. Durante gran parte de Them pensamos que hay un
cierto elemento de comunidad secreta como la de películas recientes como 1BR (2019) o Spiral (2020), pero esa
idea de “vecinos ultracuerpos” queda en la cabeza del espectador puesto que los
planos en los que nos son mostrados como inquietantes observadores responden
más a la búsqueda de un momento plástico para los tráilers que por un verdadero
desarrollo bajo los márgenes de algo más inexplicable o un terror mayor.

De hecho, ni siquiera hay una cadena de acontecimientos para
que el clímax se precipite como el la mentada Suburbicon, sino que tan solo acaba pasando precisamente lo
esperable desde el primer minuto. El único problema es que durante los 10
episodios no se han enredado suficientes hilos de interés y tan solo hemos
visto secuencias de visiones para cada miembro de la familia que juegan sobre
un terreno seguro ya que una y otra vez acaban sin consecuencia. Esto crea una
dinámica repetitiva, en la que el drama se intercala con algunas apariciones y
blancos agresivos cerrando el círculo durante los diez días que dura el relato.
En general, es más consistente que Lovecraft
Country y más contenida que una temporada de American Horror Story,
pero la serie de Misha Green al menos tenía tres buenos episodios
autocontenidos, el problema de Them
es que camina hacia la nada, le sobran muchos capítulos y horas y trata de
compensarlo con una solemnidad postiza que no hacen más potentes su terror de
simbolismos como el uso de pintura blanca como deseo de integrarse.
No ayuda tampoco que haya interpretaciones por debajo de lo
esperable por su nivel de producción o que a veces plasme escenas de terror
reciente de forma casi similar –esas pesadillas de madre homicida de Hereditary (2018)– o que la propia
lógica de su estructura se desarme al mínimo rasguño, por cómo los fantasmas
afectan a cada uno de los miembros de la familia. Lo más frustrante es que Them
es, en el fondo, una buena serie escondida a la que no han conseguido sacar
potencial, a la que le cuesta tanto arrancar que no llega a hacerlo del todo
nunca, y es tan atractiva visualmente que se lo perdonas y tratas de no
aburrirte con ella para disfrutar de sus cosas buenas. Pero en el fondo hay un
problema de fondo que solo se habría solucionado menos metáforas y más vocación
de hacer un producto de terror a la altura de las circunstancias, con vocación
de sátira como Bad Hair (2020) o ciñéndose a los resortes del cine de
fantasmas tradicional, como Body Cam (2020), tan estupenda en su
sencillez, como relevante por su discurso de fondo.
Jorge Loser