
Repasamos las diez
películas más interesantes para el aficionado del terror de la reciente edición
de Sitges 2020, con un ranking basado en la mayoría de filmes del género
exhibidas pero con las excepciones como Saint Maud, Lucky, The initiation o 30
monedas, que seguramente podrían haber entrado en esta selección.
Sitges 2020 ha sido una de las ediciones más raras de su
historia. Sin embargo, la situación de la pandemia, restricciones de aforo, y
otras dificultades no han impedido una exhibición variada y llena de sorpresas,
con una cantidad de películas menor que lo habitual, pero tampoco exenta de
grandes títulos, muchas sorpresas y algunas joyas directas a lo mejor del
género. Entre lo que hemos visto hay una sorprendente irrupción de terror
dirigido por mujeres, y algunas muestras del nuevo horror indonesio que han
marcado el fenómeno más apreciable dentro del género. Esta es nuestra selección
de títulos imprescindibles del festival, a falta de ver Saint Maud, Lucky,
The
initiation o 30 monedas, que seguramente podrían
haber entrado. Al final, añadimos una pequeña selección de algunos títulos
reseñables a los que merece prestar atención.
10- Impetigore
(2020)/Queen of Black Magic (2020) ex aequo

Algo pasa en Indonesia. Uno de los fenómenos más fácilmente
comprobables por títulos y calidad es el viraje de terror asiático hacia el
país de Joko Anwar, que ha tomado
terreno frente a una Corea de Sur algo ausente, y un Japón entregado ya a la
charcutería con pocos medios. Impetigore es el folk horror de
Anwar, con ecos de un cuento de hadas de marionetas atroz o una fantasía entre Clive Barker y Tobe Hooper. Probablemente nunca llegue a estar a la altura de su
inicio, con una secuencia de terror en
la noche de un manejo del tempo y la profundidad de campo absolutamente
magistrales. Presente también como guionista, Anwar retoma los remakes, como su
estupenda Satan’s Slaves (2017), y ofrece el segundo vendaval Indonesio
del festival, un remake de un clásico del cine oriental de magia negra, con
escenas primas de Centipede Horror (1982) y maldiciones al estilo de lo Shaw
Brothers. Distinto en tono, este delirante y sangriento slasher sobrenatural
confirma que la frescura gore y el terror más macabro no están reñidos con una
gran dirección y fotografía.
9-Sputnik (2020)

Las comparaciones con Alien (1979) no le sientan bien a
esta producción rusa con un planteamiento muy diferente al film de Scott u
otras imitaciones de personajes encerrados con el monstruo a lo que nos tienen
acostumbrados reciclajes recientes desde EE.UU. como Underwater (2020) o Life (2017).
Y si bien muchos pueden quedar decepcionados por no encontrarse con algo así,
la comparación no hace justicia al planteamiento de thriller de conspiración
política de los 70 u 80, con una minuciosa exploración científica de los
efectos de un parásito espacial sobre un astronauta. Con más de la ciencia
ficción soviética dura que es tradicional en su filmografía, este paciente
relato de simbiontes, experimentos y trastiendas del gobierno es en realidad un
film de orígenes de un superhéroe de terror, un poco la Venom (2018) que no
pudimos ver, con todo el body horror,
gore y criaturas parásitas postCronenberg ausentes en la adaptación de Marvel.
8-Historia de lo oculto (2020)

Cristian Jesús Ponce,
el autor de la estupenda miniserie de Netflix La frecuencia Kirlian (2017), debuta en el largometraje con un
brutal thriller político de terror esotérico que circula alrededor de un
programa llamado 60 minutos antes de la
medianoche, un espacio de periodismo muy famoso de la televisión argentina.
Un grupo de periodistas consigue que Adrian Marcato acuda al programa, en
principio para exponer una conspiración que vincula al Gobierno con fuerzas
ocultas. Con lo mínimo, y en solo 82 minutos, Historia de lo oculto se
plantea como un Good Night, and Good Luck (2005) mezclado con Ghostwatch
(1992), el célebre falso programa de la BBC y en donde caben Narciso Ibáñez
Menta, Alan J. Pakula, Mariana Enríquez, Aleister Crowley y hasta HP.
Lovecraft. Una de las grandes sorpresas del festival, que examina la herencia
política y el recuerdo a través de la fantasía de terror.
7- The Dark and the Wicked (2020)

Puede que la nueva película de Bryan Bertino tenga algún
susto facilón de más, pero si no eres un extremista que se dedica a filtrar las
películas por el número de jumpscares o cómo estos se ejecutan, The
Dark and the Wicked ofrece también un terror rural minimalista capaz de
transmitir el poder de los maligno, creando escalofríos intraepidérmicos y una oscuridad
desoladora en un sencillo relato American
Gothic sobrenatural. Ni siquiera algunos momentos similares a Hereditary
(2018) le podrán arrebatar la insignia de film más escalofriante de 2020. Es
fácilmente la mejor película del director de The Strangers (2008), que esta vez propone un film menos representativo
de las corrientes del horror comercial, que está producido de forma independiente
y no tiene que justificar su trama laxa ni su intención principal, lograr un
áspero relato sobre la muerte donde la atmósfera es prácticamente lo único que
le importa. Ojalá más proyectos tan casuales y efectivos como este.
6- Come True (2020)

Un inclasificable viaje de horror onírico al fondo del
angst adolescente, lleno de hipnóticas (y adictivas) secuencias surrealistas, diseñadas
para aterrar a víctimas de la parálisis del sueño, a lo que se le añade una
buena pila de retro scifi que construye un alucinante híbrido de Donnie
Darko (2001) y A Nightmare on Elm Street (1984) bajo
el filtro de Tron (1982), que, aunque queda algo perjudicado por su perezoso
final, resulta una de las experiencias más hipnóticas y obsesionantes del año. Camina
entre el terror young adult y la ciencia ficción ochentera como una hija
bastarda low tech deprimente de Dreamscape
(1984) y el terrorífico documental The Nightmare (2015), absorbiendo
hacia su espiral tenebrosa de sueños febriles y relaciones disfuncionales en un
etéreo collage con principio y final difusos. Siendo dos películas sobre temas
bien diferentes, Come True conecta estilísticamente con Our House (2018), la
anterior película del director Anthony Scott Burns, que mezclaba el terror
sobrenatural y la ciencia ficción con ecos Amblin con entidades oscuras que
podrían convivir en el mismo universo. Además, en Come True aparecen algunos guiños a George A. Romero, desde el
clásico visionado de Night of the Living Dead (1968) en
un cine a la camiseta de la protagonista o las gafas de uno de los personajes,
lo cuál podría ser una pista de cara a resolver su paradoja final. Va a
acumular fans con el paso del tiempo.
5- PG Psycho Goreman (2020)

Un auténtico catálogo de aventura, terror gore, comedia y
acción llena de mala baba en una matrioska de escenas de inventiva sin límite,
conectadas entre sí como historias que expanden un universo que recoge una idea
nostálgica de la serie B sin replicar de cara a la galería. PG
es una especie de parodia del cine fantástico infantil de los 80 que trata de
explicar con humor macabro, que algunas películas dirigidas para niños eran
auténticos festivales de gore y efectos prácticos, refrendando una propuesta
como The
Gate (1987) frente a E.T. (1982) cambiando al
extraterrestre por un destructor de mundos. Una lógica de cine súper Sentai y los
villanos de Greyskull con explosiones de látex, monstruos, fantasía de space
opera y brujería con terror cárnico donde cabe hasta Elm Street. Lo más similar a ella es la saga The Guyver (1991) o el
mítico anuncio fake Every 90s Commercial Ever, invocando la subcultura del
videoclub con bajo presupuesto pero una libertad absoluta, lleno de ideas
rescatadas de films como The Brain (1988) y fugas flipantes a
la fantasía épica espacial de Krull (1983) y medio catálogo de la
Empire y Full Moon Pictures. Puede que Steven Kostanski en solitario no tenga
los mismos objetivos que en The Void (2016), pero seguro que es
la parte más juguetona de su pareja creativa de aquella. En cada nuevo proyecto
suyo puede pasar cualquier cosa.
4- Amulet (2020)

El cine de terror dirigido por mujeres está dejando de ser
algo que resaltar y celebrar y se ha integrado en la constante de los estrenos
y los festivales, tanto que varios de los títulos más importantes de esta
edición tienen dotación XX. She Dies Tomorrow (2020) y la más
popular Relic (2020) se han colado en los primeros puestos de las
favoritas de muchos espectadores, y junto a The Stylist (2020), Amulet
lidera una gran cuadratura con la historia más explícitamente feminista,
incómoda y sin ningún reparo en presentarse como un film con intención de
provocar miedo de las cuatro. El debut de Romola Garai es un enigmático relato de oscuros misterios en una casa con una habitación habitada por una mujer
encerrada al estilo de Burnt Offerings (1976) y se acaba
revelando como una historia moral típica de viejos tebeos Creepy, que no
desentonaría en una antología de Amicus, en la que se nos describe un malsano
plan a fuego lento con exabruptos de horror surreal, con criaturas extrañas, simbolismo
y ecos del primer David Cronenberg y Clive Barker. Su banda sonora es
diferente, arriesgada y memorable, ayudando a consolidar el film como una
verdadera sorpresa de horror que ofrece un buen estudio de la toxicidad
masculina más difícil de diseccionar, la de la falta de conciencia, a través de un personaje complejo y torturado
y una mirada compasiva, multidimensional y que hace replantearse conductas
asumidas. Tiene secuencias estremecedoras con lo mínimo, como la del WC, y su
final es una absoluta lavadora mental. Además, Imelda Stauton da miedo y es una
de las películas de terror más estimulantes del año.
3- The Mortuary Collection (2020)

De un tiempo a esta parte, el mundo de las antologías de
horror ha perdido mucha de su magia, principalmente porque parece que el
pequeño subgénero ha sido relegado a la merca colección de cortos más o menos
alargados que se unen por una línea rodada al efecto, juntando a varios
directores que hacen sus filmes por separado y se unen con más o menos criterio
por un coordinador. Mejores o peores, son muestras heterogéneas con más o menos
coherencia temática, por eso a The Mortuary Collection no le hace
falta mucho para ser más redonda y divertida desde Trick ‘r Treat (2007) que
tenía los mandos de Michael Dougherty en todos y cada uno de sus segmentos. El
debut de Ryan Spindell es una de esas raras antologías de autor, que es escrita
y dirigida por él mismo, y tiene como objetivo analizar el espíritu que mueve
al cine compuesto por historias a través del humor negro y la referencialidad
sin condescendencia, poniendo a examen la validez de las antiguas estructuras y
temáticas morales tradicionales celebrando al mismo tiempo el formato. Pese a
su modestia, posee una escenografía y dirección de arte deliciosa, con ecos de
Jeunet o un Wes Anderson borracho de George Romero. Un anfitrión de lujo, con Clancy
Brown como presunto del tío Creepy y su espíritu se parece al de las historias
de la serie Tales from the Darkside, no escatima con el gore y las
criaturas y será un clásico de culto para recuperar en Halloween.
2- May the Devil Take You Too (2020)

El director Timo Tjahjanto sigue creciendo y ofrece una
secuela superior en todos los aspectos a la anterior, limando momentos muertos
de aquella para lograr un sublime espectáculo de horror físico, gore frenético,
posesiones y golpes vía Satán que certifica al terror indonesio como el primer
gran fenómeno de género de la década de los 2020. Sin un momento de descanso, Tjahjanto
muestra su arsenal de puesta en escena y narrativa visual que nos dejó ver en The
Night Comes for Us (2018) y lo aplica al splatterpunk más desquiciado,
ofreciendo todo lo que podríamos esperar de una puesta al día de Evil
Dead para el siglo XXI, pero con el universo de horror con flecos religiosos
del mundo musulmán, influenciado de vuelta por la onda occidental de The
Conjuring (2013) y un pulso narrativo trepidante. Además tiene mucho de
la desvergüenza del terror italiano en su fase más charcutera y de desfase, pura
verbena de grumo y baba sin rendir cuentas a nadie, como las propias secuelas
de Demons
(1985) en los ochenta. Toda una maratón de escalofríos y gore, pero una que
marca la diferencia con muchas muestras actuales de occidente por su dirección,
con gran uso del panorámico de Tjahjanto, algo que, aunque parezca mentira, es
ya difícilmente encontrable en una serie B media en USA que no busque ser “algo
más” que un viaje de estímulos de adrenalina y sangre.
1-Post Mortem (2020)

Hacía mucho tiempo que el terror europeo no ofrecía una
muestra tan despreocupada por el qué dirán, capaz de aunar las tendencias
comerciales de antes de ayer con el gótico tradicional y la fantasía con raíces
en el folklore local. El sabor de grandes autores soviéticos como Nicolai Gogol
se deja notar en un tono de fábula que confluye con la comedia macabra más fúnebre
y despreocupada. Pero aunque tiene detalles de filmes como Insidious (2010), Post
Mortem está rodado y planteado como un drama histórico de época, sobre
la historia de un fotógrafo de muertos y una niña conectados por un vínculo
sobrenatural que deben librar a un pueblo embrujado de la Hungría de
entreguerras de sus fantasmas, uniendo el desarrollo de investigadores
sobrenaturales como Carnacki de William Hope Hodgson con el splatstick con
sabor al Sam Raimi de Drag Me To Hell (2009) o incluso el
Peter Jackson más comedido de The Frighteners (1996). El film de Péter Bergendy es modesto y usa un
naturalismo inmediato que quizá queda corto para plasmar su retrato de época,
para los paladares más acostumbrados a producciones americanas, pero resulta
una necesaria incursión en el fantástico europeo, con ideas afines a la estonia
November
(2017) —desde el humor, algunas levitaciones y escenas—, con el gamberrismo
soviético de los cazabrujas de Gongofer (1992).

Sin embargo, a la
hora de plasmar algunas apariciones, como sombras reptantes que podrían
aparecer en la obra del polaco Zdzis?aw Beksi?ski, se realizan con uso de FX
digitales, que tienden a la sencillez, usando un efecto difusor de movimiento
que recuerda al de los viejos trucajes de emulsión de fotos espiritista
victoriana, lo que conecta con la temática Memento Mori. Cerca de su fin, se
saca de la chistera un pequeño clímax febril influenciado por el expresionismo
alemán, en el que las figuras aparecen en espacios vacíos y desaturados a modo
de estampas de cine silente de terror, lo que lleva a la obra de los artistas
europeos más oscuros de la época que retrata, como Hugo Steiner o Alfred Kubin.
En un momento del fantástico en el que hay tanto análisis agotador de lo que
ofrece o no de fresco el terror, forzando una idea del vanguardismo que el
tiempo siempre acaba llevando a superficies familiares, es más necesario que
nunca torcer la mirada hacia una progresión que no se fuerza, sino que aparece
en películas como Post Mortem, una
visión de lo de siempre bajo un filtro decididamente exótico, que algunos
rechazan por el envoltorio, ignorando que forma parte de un acervo cultural
igual de opaco y minoritario que otras nuevas miradas mucho más sencillas (y
convenientes) de reivindicar.
Otros títulos
reseñables de Sitges 2020

Entre los muchos filmes destacables de una notable
selección, destaca La funeraria (2020) Una pequeña película de terror argentina,
con momentos de auténtico miedo, sin recurrir a sustos y reinterpretando los
patrones conocidos del nuevo cine de casa encantada con una atmósfera vil y quietud
sugerente de la verdadera presencia del mal. Lástima que el cierre se quede
corto, porque algunos momentos pertenecen a una película de horror verdaderamente
escalofriante. Aunque está producida en Norteamérica, The Old Ways (2020)
recupera exorcismos indígenas y posesiones ancestrales en la misma celda de
desintoxicación del demonio durante 90 minutos. Mejora cuando se deja llevar
por el chamanismo latino pop y enseña sus diversos rituales para rivalizar con
los Shaw brothers, pero su primera mitad deja algunas repeticiones de
estructura algo innecesarias que le impiden alzarse sobre otras de su mismo
ámbito.

La decepción generalizada fue Península (2020), la
secuela de Train to Busan (2016) que se desmarca de la anterior con una de
las plasmaciones del espíritu anime al cine más cercanas a lo que el medio
puede lograr con dibujos. El resultado es una atolondrada y trepidante
macedonia de Land of The Dead (2005) y la saga Mad Max, con el espíritu de blockbuster
tarugo de las películas Too Fast Too Furious pero con body horror zombie deudor de Brian Yuzna.
Sus escenas de acción son una exhalación y aunque el ajustado presupuesto deje
a la vista el uso del CGI, ni es tan malo como se comenta ni es un problema
para dejarse llevar por su magistral dominio del arte secuencial en movimiento,
con un montaje y planificación de la acción alucinante. Nos quedamos con los
personajes de las niñas como lo más gamberro y reivindicable del festival. La
ganadora del palmarés, Possessor Uncut (2020) de Brandon Cronenberg
es un un thriller de espías amodorrado, con ecos de Phillip K. Dick y posesión
inducida, vía superchería cyberpunk, como expositor de gore doloroso y
secuencias oníricas, más deudoras de Panos Cosmatos que de su padre. Un poquito
hinchada para tener una dirección ramplona, similar a muchos productos
mumblegore de principios de los 2010. Por último, la interesante The
Education of Fredrick Fitzell (2020) trata mediante un fantástico
familiar, las vidas que no fueron y la memoria, que se entrecruzan en un
remolino de ansiedad y confusión con dos sólidos Dylan O’Brien y Maika Monroe,
en un guiso de Abre los Ojos (1997) y Donnie Darko (2001) con especias de
un Jacob’s
Ladder (1990) blandito.
Jorge Loser