‘Truth or Dare’ (2018) review

Blumhouse muestra sus cartas en una tendencia que se venía oliendo desde The Gallows. La factura de quickies baratísimos de terror adolescente sin gota de sangre o riesgo para no molestar a MPAA o al público ya forman parte de su franquicia, el problema es que esta vez, además acabas mirando el reloj durante sus dos horas de duración.

La nueva película de la factoría Blumhouse cae en uno de los dos sacos que parecen ir definiéndose en la filmografía amparada por el productor que ha ido marcando el paso del cine de terror comercial de presupuesto ajustado en los 2010. Por una parte, tenemos los proyectos como cae en uno de los dos sacos que parecen ir definiéndose en la filmografía amparada por el productor que ha ido marcando el paso del cine de terror comercial de presupuesto ajustado en los 2010. Por una parte, tenemos los proyectos como Déjame Salir (Get Out, 2017) que dan voz a nuevas voces o no tan nuevas pero arriesgadas, como la apuesta por repescar a Shyamalan del agujero negro en el que se fue adentrando en la segunda fase de su carrera. La otra son los proyectos como este o del agujero negro en el que se fue adentrando en la segunda fase de su carrera. La otra son los proyectos como este o Feliz día de tu muerte (Happy Death Day, 2017), películas puramente adolescentes, efectivas y con ritmo pero sin gota de sangre, una especie de reformulación de lo que funcionaba en la era post-Scream, hasta tal punto en el que ha recogido el testigo de Dimension films en plena decadencia de sus productores principales, los hermanos Weinstein.

No hay nada especialmente malo en una película de terror adolescente si uno tiene el gimmick del producto en mente. Son perfectamente disfrutables con la consciencia de que siguen ciertas reglas bien perfiladas en una segmentación de público objetivo que crea casi un universo alternativo. Un mundo juvenil idealizado en el que las preocupaciones y sentimientos con los que se manejan los personajes pertenecen al día a día acotado por estudios, relaciones amorosas poco sólidas, engaños y secretos. El caso de del producto en mente. Son perfectamente disfrutables con la consciencia de que siguen ciertas reglas bien perfiladas en una segmentación de público objetivo que crea casi un universo alternativo. Un mundo juvenil idealizado en el que las preocupaciones y sentimientos con los que se manejan los personajes pertenecen al día a día acotado por estudios, relaciones amorosas poco sólidas, engaños y secretos. El caso de Verdad o Reto (Truth or Dare, 2018) no es demasiado diferente al de otros slashers modernos en los que un hecho al inicio de la película “condena” a una pandilla a ser asesinados uno a uno.

La diferencia de esta nueva hornada con la época “dorada” de Dimension es que si antes se jugaba con leyendas urbanas, ahora la mitología deriva del creepypasta y tiene muy en cuenta las nuevas tecnologías y el universo social media. Quitando ese detalle, no hay demasiadas diferencias entre el planteamiento de esta y un y tiene muy en cuenta las nuevas tecnologías y el universo social media. Quitando ese detalle, no hay demasiadas diferencias entre el planteamiento de esta y un Destino Final (Final Destination, 2000), en la que su estructura dejaba propagarse a la muerte como un ente sobrenatural que aquí obliga a los protagonistas a decir la verdad o jugar a un reto, con el típico desenlace fatal esperable más tarde o temprano. Las ideas que destila son derivativas y ni siquiera erigen al filme como el primero en utilizar el juego de “verdad o reto” como mecha para los asesinatos. (Final Destination, 2000), en la que su estructura dejaba propagarse a la muerte como un ente sobrenatural que aquí obliga a los protagonistas a decir la verdad o jugar a un reto, con el típico desenlace fatal esperable más tarde o temprano. Las ideas que destila son derivativas y ni siquiera erigen al filme como el primero en utilizar el juego de “verdad o reto” como mecha para los asesinatos. Truth or dare (2013), (2013), Truth or Die (2012) o (2012) o Nerve (2016) presentan el mismo intercambio con el asesino tratado con diferentes expresiones de horror.

Con esa idea de partida, Jeff Wadlow deshoja la margarita de jóvenes y jóvenas de distinto carisma sin ninguna sorpresa o giros dignos de mención. No llega a aburrir pero puede hacerse tediosa por su predecibilidad a pocas películas del estilo hayas visto. De nuevo, nadie pide a un slasher que invente la rueda, pero normalmente hay detalles satélite que hacen que este tipo de películas funcionen una y otra vez, al menos entre aficionados más veteranos o casuales. Uno de esos detalles, por ejemplo, es la creatividad en las muertes, que aquí, además de no mostrar una gota de sangre más allá de lo necesario, son a lo sumo rutinarias, sin colesterol. Cuando el truco que mueve la película acaba –una elección de prueba o muerte próxima propia de juego diabólico de Jigsaw- pasamos a funcionar con otro recurso machacadísimo en este reciente florecer de los teen horrors. El secreto incontable de los cuernos entre mejores amigos.

Casi como una tendencia reciente, vimos algo similar en la decente Casi como una tendencia reciente, vimos algo similar en la decente Don’t hang up (2017) y el Skype horror movie (2017) y el Skype horror movie Eliminado (Unfriended, 2014), también de Blumhouse, que planteaba un conflicto de pareja idéntico y que, además, tenía un elemento sobrenatural similar. Un bug del Messenger que obligaba a jugar a un grupo de amigos al ‘Yo nunca he…’ revelando los mismos secretos bajo la misma amenaza sobrenatural. Y en este punto, cuando nos percatamos que la capacidad de vender la moto de Blumhouse es alucinante, el evento se hace algo más largo de lo que debería y, haciendo balanza, vemos que el prestigio de la marca se está empezando a poner en juego y quizá deberían sacar estos divertimentos inanes bajo otra etiqueta diferente.

Por mucho que los juegos asesinos estén de moda, con ejemplos de la misma idea dirigida al público millenial como la reiterativa Game of Death (2017), que añadía a la formula gore descarnado y salvaje, la idea de anunciar las pruebas con personas con un filtro de Snapchat conecta con cierto pánico propio de la era digital, que sigue explotando el universo social media como fuente del mal desconocido. Hay algún bit maldito que es también origen de numerosas historias de internet y supone un nuevo horror en cadena que recupera las intenciones de (2017), que añadía a la formula gore descarnado y salvaje, la idea de anunciar las pruebas con personas con un filtro de Snapchat conecta con cierto pánico propio de la era digital, que sigue explotando el universo social media como fuente del mal desconocido. Hay algún bit maldito que es también origen de numerosas historias de internet y supone un nuevo horror en cadena que recupera las intenciones de Ringu (1998). A este respecto, mucho más interesantes son (1998). A este respecto, mucho más interesantes son Friend Request (2016) o (2016) o Bedeviled (2017), ambas bastante desconocidas pero con incursiones entretenidas sobre los mismos temas de (2017), ambas bastante desconocidas pero con incursiones entretenidas sobre los mismos temas de Verdad o Reto.