[Tv Review] The Walking Dead 7X01

El regreso de la serie de terror más popular responde a todas la preguntas que planteaba el manipulador final de la temporada anterior. Sabemos quien muere. Bien. Ofrece algo más el primer episodio de esta nueva era de la ficción zombie televisiva? No, no mucho. Pero lo preocupante no es el qué, es el cómo. 

(No hay nombres de personajes muertos, pero igualmente puede haber SPOILERS)

Hace falta echar la vista atrás a la decepcionante segunda mitad de la sexta temporada para entender el camino que ha tomado The Walking Dead desde que se pronunció la palabra Negan. Tras un épico mid season en el que la calidad de la serie alcanzó notas de televisión sublime, el regreso se empantanó en un constante “Que viene el lobo” que nunca se cumplía, pero la maquinaria viral seguía insistiendo. “Vendrá Negan con su Bate y matará a un personaje muy querido” y así, durante ocho semanas asistimos a un ejercicio de estiramiento del chicle que concluyó con el cliffhanger más chusco de la historia de la serie.

Ver la muerte en plano subjetivo es un truco, no una elección estética. Es tan obvio el montaje, que la campaña de marketing se basaba en el ¿quién habrá muerto? Organizando una macabra sesión de pósters de personajes al límite apuntados por el bate de Negan. No hay demasiado problema en ese aspecto salvo que la desesperada operación para inyectar épica a un momento importante para la historia, y los personajes, choca con la propia naturaleza del arte narrativo.

El episodio piloto de la temporada siete no hace más que confirmar que la historia, lo que cuenta, lo que viven los personajes, está más influenciado por decisiones externas, de despacho, que por el propio desarrollo natural de los acontecimientos. Y esto se deja intuir por el sosegado arte del relleno que han ido desarrollando durante el año pasado: la dosificación mínima de movimiento y ritmo en cada episodio y lo implausible ya de sus cliffhangers. Hasta DOS falsas muertes en la temporada anterior aplican un innecesario jueguecito de ‘Gran Hermano’ a una serie que tiene (tenía) calidad per sé. Personajes nominados y expulsados en una dinámica que ya hemos visto seis años y que ya agota.

La jugada del final de la sexta temporada fue barata y manipuladora, ahora, no solo no hay intención de expiar el error, o empezar desde ese punto y seguir con la historia hacia adelante. No, se vuelve al punto de partida, se elaboran las escenas de nuevo, se viene, se va. Se trata ese momento como si fuese un vórtex mental que Rick no es capaz de recordar hasta la mitad de capítulo. Un juego infantiloide de flashbacks sonrojantes e interminables monólogos de Negan con el único objetivo de alargar el momento en el que este se presenta y mata a alguien importante.

Resumámoslo en que, en el cómic, este momento se resuelve en unas cuantas viñetas, no demasiadas páginas. Si contamos los últimos veinte minutos del capítulo anterior, y los cuarenta de este, tenemos una hora entera para contar como Negan se presenta y mata a un personaje importante. (sobre el rango emocional de los personajes, lo que valen unos y lo que no otros, da para escribir una tesina). Hay películas enteras que duran una hora. El resumen es que se estira el cliche hasta lo ridículo y para ello no hay reparos ni vergüenza en utilizar recursos narrativos pobretones, casi de telenovela.

No vamos a entrar en la violencia del episodio, la falta de heroísmo en la muerte y la crueldad sádica con la que se despacha a un pilar del grupo de Rick Grimes. Pero el impacto que genera podría ser mayor con una gestión que hilara más fino en sus grotescos resultados. Lo peor es que, como para pedir perdón por la brutalidad con la que se despacha, la coda del episodio es una escena ridícula, un momento Nelly family, un picnic campestre new age, de última cena feliz de todos los personajes a modo de despedida que se adereza con musiquita de anuncio de compresas.

Un sumario de decisiones estructurales horrendas que, en última instancia logran salvarse por la impresionante, eso sí, interpretación de Andrew Lincon. El caso de Negan no resulta del todo decepcionante. Es un personaje interesante, no hay duda, y queda claro su sadismo, pero no funciona tanto la efectividad de sus interminables monólogos. Destacable, como siempre, las apariciones zombies, con un préstamo (otro) de George A. Romero con ese ahorcado viviente, sacado directamente de Un sumario de decisiones estructurales horrendas que, en última instancia logran salvarse por la impresionante, eso sí, interpretación de Andrew Lincon. El caso de Negan no resulta del todo decepcionante. Es un personaje interesante, no hay duda, y queda claro su sadismo, pero no funciona tanto la efectividad de sus interminables monólogos. Destacable, como siempre, las apariciones zombies, con un préstamo (otro) de George A. Romero con ese ahorcado viviente, sacado directamente de La tierra de los muertos vivientes (Land of the dead, 2005) que el mismo Greg Nicotero se encargó de maquillar hace una década. Un comienzo tenso que abre posibilidades importantes para que la serie crezca, siempre que sean capaces de centrarse en la historia y evitar la gratuidad narrativa con la que Walking Dead autosabotea su propia marca.