Los remakes siempre son un asunto delicado y, en general, simbolizan al Hollywood más perezoso en busca de dinero fácil. A veces existe alguna posibilidad de mejora, o al menos, la ventaja de un nuevo punto de vista aplicado a una buena historia, aunque en muchos casos la operación nace de un sentimiento de nostalgia. El productor Seth Grahame-Smith aún era un niño cuando vio por primera vez la película de 1988 que presentó al mundo al muñeco asesino Chucky. «Tenía solo 12 años cuando salió y me asustó muchísimo. La vi una y otra vez. Es una película especial para mí», comenta Grahame-Smith a «Entertaiment Weekly». Ahora, con una posición privilegiada en la industria, ha supervisado el rodaje de una nueva versión de Muñeco Diabólico con su socio David Katzenberg. El proyecto de MGM y Orion Pictures está escrito por Tyler Burton Smith y dirigido por el cineasta noruego Lars Klevberg, otro fanático de la original. «Sigue siendo una de mis películas de terror favoritas de todos los tiempos. Recibí el guion y me pareció excelente, sabía que los productores de “It” estaban detrás y salté de inmediato. Hemos hecho nuestro propio Chucky y va a dar miedo, y al tiempo es una historia sorprendentemente emocional, y también queremos que sea divertida. La mezcla es un desafío», afirma Klevberg al mismo medio.
Mantenido como un gran secreto durante la producción, a finales de marzo de 2019 se confirmó que el actor Mark Hamill es la nueva voz del muñeco. Aunque muchos conozcan a Hamill —y les cueste separar al actor el personaje— únicamente por el rol Jedi que lo convirtió en una celebridad, es uno de los actores de doblaje más talentosos del mundo, muy celebrado por su Joker de la serie animada de Batman de los 90, por lo que su presencia hace más fácil la polémica ausencia de Brad Dourif, que había encarnado al pequeño asesino en siete películas. El actor de La Guerra de las Galaxias compartió un vídeo en sus redes sociales, afirmando que no puede «esperar a dar vida a un icono como Chucky y presentarlo como nunca lo habíais visto hasta ahora».
Hay muchas variaciones de inteligencias artificiales asesinas, pero este nuevo muñeco diabólico se une a la de otros robots para uso humano con el cable cruzado, rebeliones domésticas como Demon Seed (1977), premonitoria en su concepción de un hogar automatizado, plantea lo que pasaría si Alexa tuviera conciencia y quisiera tener descendencia con humanos. Runaway(1984) demostraba que Michael Crichton es especialista en tecnologías que se vuelven contra sus creadores, lo vimos en Almas de Metal y en esta invasión de endiablados robots asistentes. Chopping Mall (1986) proponía cómo el sistema de seguridad robotizado de un centro comercial se vuelve loco en una noche en la que un grupo de trabajadores decide montar una fiesta y la cosa acaba en matanza. Evolver (1995) era una joyita camp perdida que teorizaba con videojuego interactivo de VR con un robot que se volvía loco y trataba de matar a una familia.
Asesino cibernético
La empresa Kaslan acaba de lanzar una nueva línea de muñecos de alta tecnología conocidos como «Buddi», adquiriendo fama a nivel mundial y convirtiéndose en el regalo perfecto para los niños. Karen Barclay (Aubrey Plaza) decide regalarle uno de ellos (Mark Hamill) a su pequeño hijo Andy (Gabriel Bateman) por su cumpleaños. Sin embargo, un mal funcionamiento causará que el muñeco adopte un comportamiento agresivo y psicópata, iniciando una sangrienta oleada de muertes en el pueblo. Chucky podría haber sido re-programado por un trabajador de una fábrica china, que acabará suicidándose después de eliminar las limitaciones.
Si bien este nuevo proyecto tiene involucrados bastantes talentos como Aubrey Plaza, no hay, a priori, una buena razón para rehacer Muñeco Diabólico, especialmente cuando Don Mancini, el escritor de la original, hizo su propia reimaginación de su criatura en sus dos últimas secuelas. Klevberg apunta que «todo el equipo es muy fan de Don y si estuviera haciendo esta nueva película con nosotros, sería algo realmente increíble, pero entendemos que tiene sus razones. Le estamos muy agradecidos y siempre lo estaremos». Son palabras amables que esconden, en realidad, una disconformidad más incómoda. Mancini ha dejado claro que no está nada contento con el curso de las cosas. En una charla del podcast «Post Mortem», aseguró que MGM quería que se le acreditara en el remake como productor ejecutivo sin darle ninguna voz ni decisión creativa real en la película. «Solo querían pagar nuestra aprobación. Me negué enérgicamente. Le dijimos no, gracias, porque tenemos nuestro propio negocio en curso con Chucky».
Mancini ha mantenido a Chucky vivo todos estos años cambiando y experimentando con el tono de la saga con La maldición de Chucky y Cult of Chucky, que llevaron la franquicia a una dirección que planea continuar con su serie de televisión, producida nada menos que por Nick Antosca, creador de la sublime Channel Zero. Parte del disgusto del director de 56 años por este remake es su preocupación por la posibilidad de que tenga un impacto negativo en su propio universo Chucky, separado del remake. «La gente que está haciendo esa película, no sabe ni le importa cómo afectará eso a mi sustento. La franquicia no es sólo un cheque de pago. Es algo muy personal con lo que MGM está potencialmente jodiendo».