Península estaba diseñada para un estreno casi en el momento perfecto: el interés occidental en el cine surcoreano está en su punto más alto después de que su industria recibiera un gran protagonismo el año pasado gracias a Parásitos, que se convirtió en la primera película del país en gana el Óscar a la Mejor Película. Ahora queda un poco desdibujada, cuando el interés en cualquier apocalipsis distinto al que el que estamos viviendo no está precisamente al alza. La película se rodó el verano pasado y se completó antes de que la COVID-19 estallara. La fecha de estreno en julio de este verano tenía un gran riesgo, pero resultó un éxito mayor de lo esperado en esta situación de pandemia. Para su director, el objetivo era precisamente ese. «Pensé que Peninsula era una película de un color diferente a Tren a Busan. Dejé de lado la idea de crear una secuela y me mentalicé de que estaba haciendo algo completamente nuevo. Quería crear una película que pudiera disfrutar toda la familia», comenta Yeon Sang-ho a «Looper».
Mientras Tren a Busan era un film de supervivencia claustrofóbico en los primeros días de un brote de zombis, Península es una aventura épica en el corazón de un paisaje postapocalíptico ya establecido. «Era una película que no se había creado antes, por lo que tuvimos que idear nuevas soluciones de producción para crear escenas como la escena de persecución de autos con CGI o la representación de una Corea en ruinas. Esas partes me parecieron un nuevo desafío», continúa Sang-ho. La original usaba arquetipos como un yuppie rico y un sin techo, para demostrar la forma en que una amenaza existencial, como, por ejemplo, zombis en un tren, rompía las líneas artificiales de estratificación social que son una característica tan prominente de la sociedad surcoreana, pero en esta ocasión, el director «quería lidiar con una sociedad bárbara y la esperanza de que la familia es la unidad básica de la sociedad. Con Península, quería mostrar que la unidad familiar no se trata solo de lazos de sangre. Es una historia sobre cómo, en un mundo aislado y frustrante, podemos inventar formas de mantener la esperanza. Creo que es un tema que debe pensarse en nuestra realidad actual».
Península bebe de diversas películas de zombies y apocalípticas, sin esconder ninguna de sus referencias, comentadas y compartidas por el director en muchas entrevistas. La principal es Mad Max 2 (1981) y su uso de los vehículos como forma de combate, la velocidad como receta contra la desesperación y escenas de acción frenéticas en un mundo destartalado. Escape from New York (1981) y su trama de infiltración en una ciudad destrozada separada de un mundo que sigue su curso, las tonalidades oscuras y azuladas y otros detalles salieron del gran western de Carpenter. Akira (1988) y su segunda mitad, en la que las Fuerzas Especiales se infiltran en el Neo-Tokio postapocalíptico fue una gran inspiración para el director, al igual que Land of the Dead (2005) de George Romero, con la que hay tantas similitudes que parece un remake, especialmente en la pieza principal de esa “cúpula del trueno” con zombies, en la que se pinta a los luchadores con spray, casi un calco.
Furia en la carretera
Han pasado cuatro años desde que la península de Corea se puso en cuarentena como resultado del brote de zombis que se muestra en Tren a Busan. Nadie entra y nadie sale. El mundo entero supone que el país que alguna vez se conoció como Corea del Sur ahora pertenece a los muertos. Un grupo de refugiados coreanos que viven una exigua existencia en Hong Kong acuerda emprender una peligrosa misión de regreso a la península para recuperar un camión blindado que transporta 20 millones de dólares en billetes estadounidenses. Un líder de una pandilla china facilita la infiltración y la huida a cambio de la mitad del efectivo. Es demasiado dinero para que cualquiera de los refugiados lo deje pasar, así que con el ex soldado surcoreano Jung-seok (Gang Dong-Won) a la cabeza de la expedición, se adentran en el páramo zombi.
Península dejaba sus cartas sobre la mesa desde su tráiler, prácticamente un resumen de lo que se desarrolla en el film. Cualquier idea preconcebida por ser la secuela de Tren a Busan queda en la expectativa del espectador que espere algo más similar en tono a aquella. El argumento y detalles del apocalipsis se reciclan de otros filmes de zombies populares, especialmente de George A. Romero, pero el conflicto central del personaje, y la estructura con la que se presenta es, en esencia, la misma que el de Robert Carlyle en 28 semanas después. Pero aquí la idea es la de la redención, que se desarrolla en plena aventura sobre ruedas que toma su raíz en El tesoro de Sierra Madre y la concepción de sus numerosas escenas de acción en la saga Too Fast Too Furious, solo que añadiendo masas de zombies a la mezcla, algunas con una amalgama andante de nueva carne surrealista propia el cine de Brian Yuzna. Las escenas de acción, son trepidantes, con chispa y una paleta visual oscura deliciosa. Esa es su receta y a ella se atañe, no hay complejidad y más ideas que la velocidad y los sentimientos a flor de piel en los momentos climáticos, casi como una hiperbólica adaptación de un anime a acción real, lo que se le podría pedir o exigir no va con ella, con lo que el espectáculo es evasión descerebrada, con una mirada técnica colosal a las escenas que le importan y un rendimiento bajo mínimos en el endeble hilo conector entre estas.