Dirigida por John Carpenter en 1978, Halloween es el slasher que estableció el paradigma que iban a imitar decenas de películas. Pero detalles como la despersonalización del asesino y otros recursos narrativos, provenían de una película estrenada cuatro años antes, Navidades negras, dirigida por el estadounidense Bob Clark, en realidad, era como una precuela extraoficial de la de Carpenter, puesto que, tras preguntarle a Clark de qué iría una secuela de su película, este le contestó que el asesino se escaparía de una institución mental y volvería a la casa de la hermandad en… la noche de Halloween.
Irónicamente, Blumhouse ha decidido volver a hacer un remake de la obra de Clarke—está reciente el que dirigió Glen Morgan en 2006— tras el éxito de su última secuela de la saga protagonizada por Michael Myers. Tras hacer un episodio de la serie Into the Dark en un tiempo récord, Jason Blum llamó a la directora Sophia Takal a principios de este año, con el objetivo de estrenar la nueva adaptación en diciembre. «Al principio dudaba un poco, porque sentí que en 2019 realmente no quería hacer una película sobre un grupo de mujeres asesinadas, pero me convenció la idea de mostrar que no puedes erradicar por completo la misoginia. Siempre estará allí acechando en las sombras, incluso cuando creas que has ganado». Comenta la directora a «The New Yorker».
Curiosamente, el anuncio de que Takal tomaba las riendas del remake se produjo después de que el director de Blumhouse hiciera comentarios controvertidos sobre la falta de directoras que hicieran películas para su compañía. Ajena al oportunismo de la decisión, Takal afronta su película como «una perspectiva moderna sobre la amenaza de la masculinidad tóxica en forma de una película slasher. La historia es la misma, pero ahora hay un giro cuando una de ellas decida averiguar quién es el asesino y por qué lo está haciendo. Cuando vieron el montaje, se entusiasmaron por lo provocativa que era y por tener una película slasher abiertamente feminista».
Las distintas versiones de Navidades Negras no son las únicas películas de terror en residencias de estudiantes femeninas, recuperamos algunos ejemplos con asesinos acechando estas residencias como Un hombre lobo en el dormitorio de mujeres (1961), cuyo título lo dice todo, aunque más que un film de explotación camp al uso es un thriller de misterio con interesantes escenas de terror gótico.¿Qué habéis hecho con Solange? (1972) demostraba que las escuelas de chicas son un tema recurrente en el giallo y esta muestra lo ejemplifica con una desagradable y turbia historia de un asesino de adolescentes. En Siete mujeres atrapadas (1983) tenemos uno de los clásicos de la era dorada del slasher americano, ofrecía un claustrofóbico juego del gato y el ratón con una asesina demente y en La iniciación (1984) se añadía al psicópata misterioso y los asesinatos brutales un ángulo sobrenatural.
Chicas de fraternidad
La Universidad Hawthorne no tardará en cerrar sus puertas para las vacaciones. Riley Stone (Imogen Poots) y sus compañeras de la hermandad femenina Mu Kappa Epsilon, entre las que están la atleta Marty (Lily Donoghue), la rebelde Kris (Aleyse Shannon) y la sibarita Jesse (Brittany O’Grady), están preparando una serie de fiestas cuando un asesino con máscara empieza a matar una a una a sus compañeras de hermandad. A medida que crece el número de víctimas, Riley y sus amigas empiezan a preguntarse si pueden fiarse de algún hombre, sea el que sea, incluso de Nate (Simon Mead), el novio de Marty; o de Landon (Caleb Eberhardt), el nuevo amor de Riley, o incluso del admirado Gelson (Cary Elwes), el profesor de literatura clásica. El asesino irá descubriendo que la nueva generación de mujeres no está dispuesta a ser víctima sin pelear.
Sophia Takal ha impreso su mirada en esta nueva versión como forma de mantener la alerta, a modo de bandera roja en un mundo en el que todo pasa deprisa, incluso la ola de denuncias y descubrimientos en el mundo del cine. «A principios de 2019 después de que la explosión del movimiento MeToo destapara a algunos tíos malos empecé a notar que algunos de esos mismos hombres en posiciones de poder continuaron haciendo comedia, contratos de libros, cine o lo que estuvieran haciendo antes y tuve el presentimiento de que quizá las cosas no estaban cambiando tanto como pensábamos», comenta Takal, convencida de que el momento llevaba a una nueva visión del clásico pese a tener ya una revisión para el siglo XXI. «Cuando me tantearon y revisé la original me dio la impresión de que no habíamos vencido la misoginia, me quedó la sensación de que debía hacer una película para tratar de capturar esa sensación de inquietud, de nunca saber que está completamente a salvo, de no sentirte segura, por ello en esta película las chicas nunca han tenido un descanso y siguen luchando». Es curioso que esta reformulación tan crítica se dé sobre un film considerado como uno de los principales slashers más feministas, en el que todas las protagonistas eran mujeres que desafiaban las normas, llegando a ser bastante provocativo en más de una ocasión, porque además de beber, fumar y hablar abiertamente sobre sexo, su protagonista consideraba las decisiones sobre su aborto e forma independiente a su novio—presentado como un tarugo—, un tabú en el cine de la época, entre no pocos destellos de contenido político antimoralista.