En 2001 una pequeña película pasaba prácticamente desapercibida por las carteleras españolas. Su confuso título en español —Los Malditos: vampiros del desierto, que se leía del tirón de forma que parecía una comedia— hizo que los pocos que se enteraron de su existencia añadieran su confusión a la que reflejaba su campaña de promoción, en la que, tanto trailers como entrevistas, nos hacían creer que se trataba de otra película de horror adolescente más con el reclamo de uno de los actores de Dawson’s Creek y con la coartada de ser una suerte de episodio de Buffy la Cazavampiros de hora y media. No se puede decir que la película no diera al espectador un poco de esos elementos ya que, en efecto: su mayor reclamo comercial era la presencia de Kerr Smith, el amigo gay de Dawson, visto en Final Destination (2000), como protagonista. También el aspecto de mezclar adolescentes con vampiros era algo habitual en la serie de televisión con Sarah Michelle Gellar, Pero sorprendentemente la película no toma ese camino y, si bien no puede considerarse un clásico, sorprende al espectador despistado ofreciendo una coherente, entretenida y violenta película de vampiros al más puro estilo Kathryn Bigelow.
Y es que The Forsaken podría ser una puesta al día de Near Dark tomando algún elemento más del subgénero como The Lost Boys y la más cercana e imprescindible Vampiros de John Carpenter. La adicción como enfermedad, la infección y no la seducción. Su tratamiento del vampirismo, como en algunas de las películas citadas, se deshace de chupasangres románticos y limita el hecho sobrenatural a tímidas referencias religiosas o psicológicas, y se atreve a intentar crear una mitología vampírica propia. Quizás el mayor mérito de la película se debe no a su calidad per sé, si no que habría de encontrarse en su contexto de su estreno, ya que The forsaken se encuentra entre las primeras películas comerciales de género que empezaron a redireccionar el horror soft de los 90 antes del gran boom del fantástico británico y francés y la reformulación del cine de los 70 con sus sangrientos remakes.
La película es decididamente más áspera que el grueso de cine de horror post Scream y sorprende por su prematuro uso de la violencia, sangre y sexo, elementos muy atemperados en el cine de terror adolescente. A pesar de ello, la película es a la vez una de las últimas muestras de ese tipo de productos y le es imposible deshacerse de fórmulas presentes desde Scream a Road Trip (2000). Rodada con un presupuesto exiguo de 5,5 millones de dólares, su aspecto y FX son impecables y funciona como una película de espíritu comercial más que independiente. Sin embargo a la par que su coetánea Jeeper Creepers, apuntaba tímidamente a otro cine de horror que en el 2001 no estaba todavía tan asumido por la industria como hoy. The Forsaken está estructurada como una especie de Road Movie en el desierto, tomando aspectos de películas como Duel (1972) o Road Games (1981) y comparte una situación muy similar con los Vampiros de John Carpenter (la chica infectada, mordida en el pubis por el vampiro “jefe” y conectada mentalmente con él) y el grupo de vampiros podrían ser los hijos de los que vimos en las citadas. En esta ocasión los vampiros no exhiben sus dientes, si no que usan armas, y podrían pasar por simples autoestopistas con no muy buenas intenciones, lo realmente peligroso es que parecen adolescentes con ganas de juerga, que matan casi por placer y con gran crueldad.
El hilo de la trama es desarrollado a través de los ojos de Sean, un editor de trailers de la Troma, que viaja a la boda de su hermana y ve su viaje complicado por la presencia de Nick, (Brendan Ferh) el autoestopista (sin duda el personaje con más carisma del film), que resulta ser un cazador de vampiros y hace que el viaje se complique más de lo que Sean hubiera deseado. Realmente no ofrece nada especialmente nuevo y tampoco puede ser considerada como un nuevo clásico o ni siquiera alcance el estatus de culto, pero es no por ello puede dejar de reivindicarse, su correcta factura, algunos detalles de gore bestial, como una explosión de cabeza digna de Scanners, la competencia de os protagonistas y su valiente tratamiento del vampiro, sin escatimar su lado salvaje y sexual, pese a no tener ese punto de locura en el guion o un clímax algo más espectacular (quizás con algún vampiro más…) que le hubiera ayudado a recibir mejor consideración.