La primera sensación que tuve al terminar de ver Errementari es la de haber presenciado una fantasía de otro tiempo, concretamente afín a una etapa en la que el cine infantil y juvenil no excluía al público adulto y se impregnaba con un tono oscuro ya perdido para siempre. Producciones de los ochenta como Cristal Oscuro y Laberinto, en las que la magia pasaba por utilizar fotografía lúgubre y efectos de maquillaje prácticos que asustaban a los niños. En especial, me recordó a algún episodio de la serie El Cuentacuentos como El soldado y la muerte, en el que un personaje debía jugar una partida contra un puñado de demonios a los que acababa engañando. No sorprende que su director Paul Urkijo se declare «un gran fan de Jim Henson y todas las películas que son protésicas; tenía claro que al ser un cuento tenía que ser todo muy tangible, aparte que considero que es como mejor funcionan los efectos, combinando lo fijo con lo digital», como comenta al blog «Sitges Experience».
Urkijo ha dado un paso lógico aplicando la óptica del fantástico mágico de esa etapa a un material de base que no ofrece ninguna resistencia al tratamiento: la mitología del País Vasco. Para ello ha escogido una fábula tradicional de Euskal Herria, Patxi Errementaria, sobre la vida de un herrero tan malvado que hasta el mismo diablo le temía. Un cuento para niños, que recogió Joxe Miguel Barandiaran, un sacerdote considerado uno de los grandes antropólogos vascos. «Era mi cuento favorito cuando era niño, tiene unos elementos muy poderosos que en una película podían ser bonitos, como la herrería de Patxi, los diablos… ¿Cómo puede ser una persona tan malvada para que lo odien hasta los demonios? Me atraían esos símbolos, ese mundo de superstición en el que meter diablos rojos de rabo y cuernos, de los toda la vida» explica el director, que antes de acabar de reunir el dinero para rodar recibió la llamada de otro director que le debe mucho a satanás. «Álex de la Iglesia me mandó unos mensajes por twitter y me dijo «¿Que estás haciendo? He visto el diseño de los demonios, molan un montón. ¡Quiero producir!». Y el proceso fue sobre ruedas. La rodé tal y como la tenía en la cabeza, y una vez montada se la enseñé y le encantó. Entró como productor para poder cerrar bien la película a nivel de efectos especiales y postproducción. Es una gozada haberlo tenido al lado aconsejando pero nunca imponiendo».
Errementari no es la primera vez en la que la mitología de Euskal Herría aparece en el cine español. Tenemos Vacas, donde Julio Medem se aproxima al mito de la diosa Mari, a través del realismo mágico, continuado en La ardilla roja y Tierra. Olentzero y el tronco mágico es una película de animación sobre el Olentzero, una especie de Papá Noel Vasco, que premia con regalos a los niños de buen comportamiento. Las brujas de Zugarramurdi tenía a Álex de la Iglesia usando los mitos de brujería en la localidad vasca, basados en un proceso bien real llevado al cine por Pedro Olea y El guardián invisible era un thriller criminal tenía fugas al fantástico, con la aparición del Basajaún, un protector de los bosques vasco-navarros.
Nunca apuestes tu cabeza al Diablo
Han pasado 10 años desde de la primera Guerra Carlista de 1833. En un pequeño pueblo de Álava, un comisario del gobierno llamado Alfredo (Ramón Aguirre) investiga un suceso que le lleva hasta una siniestra herrería en lo profundo del bosque, donde vive un peligroso y solitario herrero llamado Patxi (Kandido Uranga). Los aldeanos de la zona cuentan oscuras historias sobre él relacionadas con robos, asesinatos y pactos demoníacos. Hasta que por casualidad una niña huérfana llamada Usue (Uma Bracaglia) consigue colarse en la misteriosa herrería, destapando la terrible verdad que se esconde tras Patxi el Herrero. El argumento es tan sencillo como el de cualquier leyenda, pero la introducción de una niña como conductor del hilo le confiere un punto de vista adicional que, si bien ayuda a crear un tono de fantasía infantil, no acaba de cuadrar en el conjunto una vez se pone en marcha el verdadero conflicto.
Es difícil no simpatizar con una propuesta como Errementari, desde su gran presentación visual a sus hallazgos en el campo de los efectos especiales tradicionales. Su tono retro, casi atemporal, le dota de un encanto irresistible que hace que sus defectos narrativos sean llevaderos. Una de las elecciones formales más interesante es el uso del euskera alavés durante toda la película, lo que enfatiza el aroma de cuento, como bien señala Urkijo, que «quería hacerlo en euskera antiguo, del que ya no se oye, porque tiene ciertas palabras extrañas que dan a la película una textura y color especial». Además, el idioma ayuda a enmascarar algunas interpretaciones muy pobres, que chocan mucho con el acabado general. Se nota cuando algunos debuts quieren abarcar más de lo que pide una historia tan sencilla y este funciona mejor cuando tiende al cuento gótico oscuro que en sus momentos de humor, pese a ello y algunos desajustes perceptibles de la historia en su primera mitad, donde deja ver una errática mezcla de tonos y algunos estereotipos históricos manidos, pueriles y predecibles, ya clásicos en el cine español, su estupendo desenlace, dantesco en sentido literal, con diablos grotescos, sacados de un filme de Brian Yuzna consigue que el conjunto quede como una agradable muestra de género con una sensibilidad local idiosincrática fresca y algunas imágenes plásticas inéditas en nuestra cinematografía.