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Midsommar (2019) review

Tras el éxito de «Hereditary», la película de terror más esperada del año es el nuevo trabajo de Ari Aster, aunque este ya ha advertido a todos los admiradores de su opera prima que no esperen ver algo parecido. En «Midsommar», el director ha planteado miedos a plena luz del día, todo lo opuesto a la oscuridad de la anterior.
2019
/10
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Ari Aster, nacido en Nueva York en 1986, Se obsesionó con las películas de terror mientras crecía. Se graduó en el Conservatorio AFI donde conoció a muchos de sus futuros colaboradores con los que hizo el corto The Strange Thing About The Johnsons en 2011, además de otros 5 pequeños trabajos antes de Hereditary (2018) el film que le dio a conocer. Aunque los 79 millones de dólares que recaudó Hereditary al final de su recorrido no sean comparables con lo que consigue una producción baratita de Blumhouse, el fenómeno que supuso su debut dentro del cine de terror el año pasado aún colea. La división radical en la opinión, tanto de público como entre los propios críticos, creó una brecha que sigue dando de qué hablar y genera calurosas discusiones en las redes sobre si es la mejor película de terror de lo que llevamos de década o solo otro bluff indie. Y en estas, el director reaparece en medio de la discusión y propone una nueva aventura de horror con A24, solo un año después de su ópera prima, que seguro encenderá nuevas discusiones entre escépticos, conversos y fans de la anterior decepcionados con su nueva obra.

Si en Hereditary exploraba el miedo psicológico heredero de los Friedkin y Polanski más satánicos, en su nuevo trabajo hay un fuerte componente de cine sobre cultos, con una resemblanza al El hombre de mimbre que salta a la vista, que además está de actualidad con películas como The Ritual y al que se suele etiquetar como folk horror. «Supongo que sí pertenece a ese espacio del cine de terror, o al menos establece su base en ese camino, y luego todo sucede de una manera que resulta un anatema para lo que se está esperando. Espero que logre entrar en un nuevo territorio. Cuando me preguntan, me gusta decir que es una película sobre rupturas vestida con la ropa de una película de folk horror» indaga Aster en «Indiewire».

Midsommar recoge una amplia tradición de cine de terror relacionado con ritos paganos, horror y folklore, cultos religiosos ancestrales reales, alejados del cristianismo en las que participan. Eye of the Devil (1965), precursora de The Wicker Man, que coincide en su trama con aldea que conspira para evitar que los extraños se inmiscuyan en sus tradiciones idólatras. El clásico de Robin Hardy era toda un tratado irreverente sobre el puritanismo británico, hoy es un clásico absoluto cuyo remake ha oscurecido un poco, influyendo en todo tipo de ficciones como Los chicos del maiz (1984), que representa la hibridación del paganismo real tradicional y las ficciones relacionadas y el puro american gothic salido de la pluma de Stephen King. La tendencia ya se atisbaba en el renacer precoz que apuntaba Black Death (2010), una aventura medieval con el terror a la peste negra y el relato fantástico como fondo para una colisión entre el fanatismo cristiano y la brujería naturalista.

Sin embargo, lejos que querer separar completamente Midsommar de su anterior largometraje a través del folk horror, al joven realizador no le cuesta admitir que es «una especie de compañera espiritual de “Hereditary”, aunque las similitudes no se me ocurrieron hasta que estuvimos en el set y los lazos temáticos se me hicieron evidentes. Pero nada que ver con adoraciones a Paimon». Aster no tiene tapujos en hablar y etiquetar sus trabajos y, sobre las estériles discusiones sobre si sus películas son de terror o no, o si está por encima del género, deja claro que su debut «fue absolutamente una película de terror, sin tapujos, “Midsommar” es diferente, se inclina más hacia el suspense que al miedo puro y, de alguna manera, es más surrealista; me gusta decir que es un cuento de hadas contemporáneo para adultos. No está muy alejada de “Alicia en el País de las Maravillas”. Es bastante psicodélica, pero no hay comparaciones sólidas que pueda nombrar, quizá “El mago de Oz” para pervertidos».

Pesadilla de un día de verano

Dani (Florence Pugh) y Christian (Jack Reynor) forman una joven pareja estadounidense con una relación a punto de desmoronarse. Después de que una tragedia familiar los una de nuevo, una afligida Dani se autoinvita a unirse a Christian y a sus amigos en un viaje a un festival de verano en una remota aldea sueca. Lo que comienza como unas vacaciones sin preocupaciones en una tierra de luz solar inintermitente da un giro siniestro cuando los aldeanos insulares invitan a sus invitados a participar en las extrañas actividades del festival que hacen que el paraíso pastoral sea cada vez más desconcertante y progresivamente inquietante.

El planteamiento argumental de un grupo de jóvenes de viaje al extranjero que se encuentran un culto y acaban mal no solo es un arquetipo del cine de terror sino que se ha sobreutilizado sin filtro durante los últimos años, por lo que no es de extrañar que Aster quiera centrarse en la interacción sentimental de los personajes antes que en la secuencia de rituales que tiene lugar durante la película. «La esperanza es deformar lo que de otro modo sería un drama de una pareja en problemas, con la variante de que en ese momento se van de viaje juntos, lo que siempre es lo más extraño que se puede hacer si una relación está renqueante, está en el mismo ámbito de juego que tener un hijo para salvar un matrimonio». Aster propone un juego parecido a la maternidad disfuncional en Hereditary, como semilla para las vías en las que se enmarca el horror para los personajes. «Toma ese germen, luego lo hace explotar y permite que crezca en lugares operísticos, extremadamente intensos e irreales». Toda una declaración de intenciones que encaja con la visión misántropa de la familia y las relaciones de los trabajos anteriores del director, por lo que no sería extraño que Midsommar tuviera su buena dosis de humor macabro entre sus imágenes de impacto.

El resultado es el reverso luminoso de Hereditary, un viaje psicodélico al corazón de la ansiedad y el duelo en forma de fábula ritual enajenada. Un festín inabarcable de horror bucólico pastoral, entre la comedia gore salvaje de Tobe Hooper y Sergei Parajanov que, aunque o llega a ser tan redonda como la anterior e incida en muchos de los hallazgos de aquella, se apoya mucho menos en la trama (aquí lo que va a pasar es conscientemente previsible) y se deja llevar por la ironía del choque cultural y la belleza de su entorno. Es una obra concebida para degustar sin prisas, deleitándose en sus imágenes idílicas sazonadas con estampas ultramacabras, hasta alcanzar un estado surrealista creciente que sacraliza los ritos de The Wicker Man, como si la hubiera dirigido un Alexander Rou demente. Aster con solo dos películas, se ha ganado el título de maestro del horror. Dos caras de una moneda, formando una dupla que definirá su carrera, haga el género que haga.

Curiosidades sobre la película

Dentro de poco tendremos algunas curiosidades

Trailer

Fotogramas

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