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Overlord (2018) review

Desde su anuncio, «Overlord» había despertado sensaciones contradictorias, sobre todo cuando se rumoreó que podía formar parte de la franquicia «Cloverfield». Sin embargo, los primeros trailers y, sobre todo, las reacciones cosechadas en festivales han empezado a generar grandes expectativas respecto a esta aproximación al bélico con elementos de cine de terror.
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Si hemos de hacer caso a las habladurías, en realidad Overlord nació de una lluvia de ideas entre J.J. Abrams y el guionista Billy Ray (Plan de vuelo: Desaparecida, Capitán Phillips) a la hora de decidir hacia dónde virar la franquicia Cloverfield. Claro que, después de la auténtica catástrofe que resultó ser The Cloverfield Paradox –pese al control de daños que supuso su estreno en Netflix, que logró camuflar su pésima acogida entre los aficionados–, Bad Robot se apresuró a negar que Overlord tuviera nada que ver con el kaiju de Monstruoso ni la apertura de ningún portal dimensional… Lo que seguramente explique las reescrituras de última hora de Mark L. Smith (Habitación sin salida, El renacido), debido a que Ray estaba ocupado escribiendo y dirigiendo la serie El último magnate.

La versión oficial, sin embargo, es que Abrams se enamoró del concepto de un largometraje «que comenzaba como una película clásica de la Segunda Guerra Mundial y, de pronto, se convertía en una película de monstruos terroríficos», y que, de hecho, la secuencia inicial escrita por Ray «me hizo pensar que era algo que se le podría haber ocurrido a Rod Serling. Era intensa y graciosa, y llena de personajes y acción… Y eso que eran las primeras páginas de guión». Así pues, en teoría Smith se incorporó, frente a la imposibilidad de reenganchar a Ray, para, según explica él mismo, «pulir las voces de los soldados», porque asegura que «la acción no significa nada si no tienes personajes que interesen al público», y «una vez que se han establecido unas relaciones estrechas entre ellos, puedes colocarlos en cualquier situación, por extravagante que sea, y la historia se sostendrá».

El libreto de Overlord llegó a manos del director Julius Avery cuando el equipo de Bad Robot se reunió con él después de un pase privado de su anterior Son of a Gun, cuando «se interesaron sobre mis planes de futuro, y me mostraron algunos guiones que les habían gustado mucho. El que me hizo reaccionar de forma instantánea fue el de “Overlord”. La verdad es que flipé, porque nunca había leído nada parecido, y pensé que era radicalmente diferente de todo lo que había hecho hasta entonces». El proyecto le permitía conectar, además, con las experiencias de su abuelo, veterano de la campaña de los Aliados en el norte de África durante la Segunda Guerra Mundial, y del que explica que le sentaba «en sus rodillas y me enseñaba sus fotografías, que eran alucinantes. Desde entonces, siempre he soñado con hacer una película ambientada durante la guerra».

 

Hazañas bélicas

A falta de escasas horas para el lanzamiento del Día-D, un grupo de paracaidistas estadounidenses liderado por el sargento Ford (Wyatt Russell), y formado por Boye (Jovan Adepo), Tibbet (John Magaro), Chase (Iain De Caestecker) y Rosenfeld (Dominic Applewhite), salta a la Francia ocupada para llevar a cabo una misión que resulta esencial para el éxito de la invasión, Con la misión de destruir un transmisor de radio instalado en lo alto de una iglesia fuertemente fortificada, los desesperados soldados unen fuerzas con una joven lugareña, Chloe (Mathilde Ollivier), para introducirse tras la muralla y derribar la torre. Sin embargo, en un misterioso laboratorio nazi instalado junto a la iglesia y que controla con mano férrea el Dr. Wafner (Pilou Asbæk), los militares americanos, superados en número por sus adversarios, habrán de enfrentarse a un enemigo como no se ha visto otro en la historia de la humanidad, y que podría llegar a cambiar el curso entero de la guerra…

Para dotar a Overlord del realismo suficiente en su forma de abordar el conflicto bélico, se contrató como asesor a un antiguo sargento de marines, Freddie Joe Farnsworth –que había realizado tareas similares en series como Hermanos de sangre y The Pacific, que señalaba que su tarea era «encontrar un término medio entre entretener al público general y no provocar vergüenza ajena entre los aficionados a la instrucción militar que vean la película». Así que se optó, explica Avery, porque los actores «pasasen por un campamento de instrucción, sin acceso a teléfonos móviles, televisores u otras comodidades de la vida moderna. Consiguió que tuviesen un objetivo común, y fue un ejercicio de creación de equipo en el que compartieron penurias y dolores». Tanto es así que, para transmitirle a los actores la presión psicológica de la guerra real, Farnsworth les montó una emboscada durante una «patrulla nocturna», pues así, «cuando tengan que estar representado esos sentimientos ante la cámara, habrán tenido contacto real con lo que están interpretando, y eso se mostrará en sus rostros».

El director se toma su tiempo para crear buenos personajes, el ritmo, efectos especiales, fotografía, efectos de sonido, con espectaculares planos secuencia al inicio y al final, y tanto es el esfuerzo por buscar ese realismo bélico que resulta que la mayor decepción de Overlord es que no acaba de explotar del todo sus prometedores elementos fantásticos. La trama de experimentos y soldados reanimados comienza algo tarde y nunca acaba de explotar como podría, vistos los espeluznantes resultados de sus ocasionales, pero muy efectivas, apariciones mutantes en una especie de laboratorio del infierno, que piden un montaje del director con algo más de sus increíbles momentos de body horror dignos de The Thing. Sin embargo, no es difícil ver las intenciones de sus creadores. La aparición de los experimentos es tardía y nunca deja de ser un elemento más para apretar las dificultades de una misión inicial que nunca se sale del carril de su condición de historia de guerra, un poco al estilo del episodio de Cuentos asombrosos de Steven Spielberg La misión, en el que el elemento fantástico era un incidente, un altercado que da un aire mágico a la historia bélica, solo que en esta ocasión adquiere tintes de un terror muy heredero del género mad doctor con zombis al estilo de Re-Animator o El día de los muertos. Un elemento común con el espíritu de La dimensión desconocida, por otra parte, con la que Abrams siempre ha querido dotar sus producciones, con lo que quizá Overlord, pertenezca o no a la marca, descubra que Cloverfield no era tanto un universo compartido sino la forma en la que el productor entiende el fantástico.

Curiosidades sobre la película

Dentro de poco tendremos algunas curiosidades

Trailer

Fotogramas

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