Esta historia de una mujer de mediana edad que se convierte en asesina en serie ha llamado mucho la atención por mostrar una mujer embarazada en un frenesí de sangre y casquería. Su responsable, Alice Lowe, efectivamente, se encontraba encinta durante el rodaje y es su propio estado el que desencadenó, desde el principio, la idea de todo el filme. A sus 37 años, Lowe pensaba que su condición le pesaría en su carrera profesional y justo en ese momento le ofrecieron realizar su primera película, con lo que pensó «debo hacer esto porque me aterroriza estar sin trabajo», comenta la directora a Indiewire. Como prueba de que su embarazo no era un obstáculo en su carrera, aprovechó la oferta y se puso a escribir frenéticamente un guion que acabó en unas pocas semanas. «Canalicé todas mis frustraciones sobre lo que sentía en ese momento y las metí en la película» asegura Lowe.
Ruth (Alice Lowe) es una viuda embarazada de siete meses que considera que el bebé que lleva en su útero se ha convertido en un guía que le indica cómo ha de actuar. Su siguiente misión es convertirse en una asesina que no dudará en deshacerse del que se interponga en la venganza de su marido muerto. El embarazo como lastre, desmitificando la idea romántica de tener niños, ha empezado a tener relevancia en la sociedad en los últimos años. Lowe plantea una negrísima visión del desajuste que provoca en algunas mujeres el proceso de gestación. Con ello, se une al cada vez más sólido movimiento de amplitud de géneros en la dirección de cine de terror. «Creo que todos los grandes directores tienen cine de horror en sus antecedentes, tal vez el hecho de que haya más mujeres que hacen terror es una señal de que va a haber más nombres femeninos emergiendo como directoras mainstream» explica la actriz.
Precisamente, una de las más exitosas de ese pack, Jennifer Kent, trataba de forma subversiva el tema de la maternidad en su The Babadook, también sobre una mujer que recientemente había perdido a su marido. Como Kent, Alice Lowe encuentra un coadyuvante en cine de terror antiguo, y su personaje queda absorbida por el apabullante prólogo onírico y expresionista del noir Crime Without Passion, que parece determinar su frenesí de sangre. En su delirio, escucha la voz del nonato que le incita a matar, igual que en la película francesa Baby Blood, cuyos sacrificios hacían una más alocada, pero mejor metáfora el trauma del embarazo. Prevenge no carece de interés, pero dudo si habría podido mantenerse en pie sin la absorbente personalidad de Lowe frente a la cámara.