Hace doce años se estrenaba una película que hacía devolver la fe en el cine de exorcismos y posesiones. La archiconocida El exorcismo de Emliy Rose (The Exorcism of Emily Rose, 2005) Chad y Carey Hayes acabó con la vida de una monja en Rumanía. El caso real se refleja sin fugas sobrenaturales en la notable Más allá de las colinas (aquella Dupa dealuri, 2012) pero en este caso Xavier Gens y los guionistas de la saga The Conjuring retoman excusa de la cinta de Derrickson y vuelven a poner el subgénero casi en el punto de partida de este siglo.
Por ello, Chad y Carey Hayes no irrumpen en ningún terreno nuevo con su guion, que en la mayoría del metraje lleva un ritmo adecuado, y sigue al dedillo puntos esperables (y deseables) en cualquier obra de posesiones, y Xavier Gen sabe cómo dar más lustre a un texto a lo sumo rutinario. Así, The Crucifixion tiene algunos de los planos de paisajes más deslumbrantes que vistos en una película de miedo este año, y por otra parte, también presenta una cuota bastante alta de imágenes de pesadilla visceral muy poco comunes en la contrapartida americana del mismo género.
Es decir, no es tan fácil ver esos planos de jeringuillas o, ni mucho menos, de un sexo lleno de hormigas, que parece propio de un cómic se Suehiro Maruo. Hay numerosos horrores visuales que se quedan grabados en la retina por la capacidad pictórica de Gens, que usa una paleta de ocres con cierto gusto de la mano con su director de fotografía. Pero como en La Piel fría, falta cualquier sentido real de excitación o temor que Gens no logra compensar todo eso con su tour-de-force visual. En lo que respecta a la sustancia real no es muy distinta de todo lo que ya hemos visto en muchas ocasiones.
La actuación está bien, la historia no está mal y todo luce bien. No hay efectos especiales terribles o líneas de diálogo atroces. Pero durante el desarrollo hay una sensación de aburrimiento, de tal forma que resulta decepcionante el hecho de que no logre sobreponerse a otras muchas películas de exorcismo mediocres. Si esperas que una película de los productores de Annabelle y de los guionistas de James Wan, podría obtener algo creativo e interesante, de nuevo, tras ver hacia donde deriva el universo Warren con la inane Anabelle: Creation, aún te queda fe en un subgénero que ya ha demostrado estar más que consumido. Con todo, no es ni mucho menos una de sus peores muestras.
