«Santa Clarita Diet» fue una de las sorpresas del año pasado en Netflix en cuanto a aceptación de público. El próximo 23 de marzo la plataforma estrenará la segunda temporada de esta comedia sobre una familia que debe sobreponerse a los problemas derivados de que su matriarca sea un zombie con gusto por la carne humana.

Ver trailer

Puede que la idea de hacer una sitcom con temática zombie parezca una idea lógica teniendo en cuenta el ciclo de auge y caída del género durante el desarrollo de lo que llevamos de siglo XXI. Si bien las parodias suelen ubicarse en épocas en la que se ha agotado el elemento transgresor del tópico, en el caso de la comedia sangrienta sigue una tradición paralela que lleva funcionando de forma autónoma prácticamente desde que Peter Jackson y Sam Raimi empezaran a crear sus orgías de gore y carcajadas. Sin embargo, Santa Clarita Diet es un caso atípico, en cuanto a que asimila el splatter para reintegrarlo en una cubierta de teleserie familiar, un poco al estilo de películas como Parents o Los asesinatos de mamá.

Claro que su creador, Victor Fresco, no tiene la mordacidad de John Waters, pese a lo cual, Netflix se las ha arreglado para hacerla pasar como una afilada burla de las representaciones del modo de vida americano que inundaban la televisión de los 90. Para Drew Barrymore, productora y actriz protagonista, la serie es «coherente con los tiempos, y a lo que todo el mundo ha estado expuesto estos años. No es súper impactante, pero tiene la acidez suficiente como reflejar toda la locura que todos hemos aceptado» según cuenta a «Vulture». Ahora pasamos de aceptar el concepto de mujer zombie de mediana edad, a vivir situaciones y giros más complejos e inesperados, incluso con apariciones de seres que además de esclarecer los orígenes de la enfermedad siguen desafiando la imagen de la vida en los barrios residenciales idílicos de Norteamérica. «El hogar es el mejor tema. Puedes comer carne, viajar en el tiempo, tener extraterrestres, pero con gente normal en el suburbio, puedes hacer familiar cualquier cosa», comenta la actriz que, además, de esa manera consigue ver la ficción como una «metáfora de los zombis como narcisistas y consumidores finales que consumen sin pensar. Eso es culturalmente donde estamos».

La historia de la familia Hammond continúa intentando adaptarse al estado de Sheila (Drew Barrymore), y sus asesinatos. Pronto el número de personas desaparecidas en Santa Clarita empieza a aumentar y no pasa desapercibido, las explosiones de violencia de la temporada son lo mejor junto a Liv Hewson. La familia trata de encontrar la fuente del virus para evitar que este se propague. Mientras tanto, la relación de Sheila y Joel (Timothy Olyphant) se mantiene gracias a su amor incondicional. La segunda temporada de Santa Clarita Diet, de nuevo juega con contrastes de sarcasmo y caricatura hasta el punto de la sobreactuación y sus exabruptos sangrientos bordean lo escatológico, pero a pesar de alguna escena genial, como Sheila devorando al stalker de su hija, cuando ella y Joel charlan con la cabeza de Gary West (Nahan Fillion) o la albóndiga que se convierte en araña (no pregunten), la desconexión de las tramas de algunos capítulos a otros pasan factura, y pese a desarrollar una mitología propia que la hace avanzar respecto a su primera entrega, también tiende a la repetición y no cuenta con un guion de humor brillante, basándose por completo en una subversión que no tiene demasiada efectividad tras un puñado de capítulos.