Cold Skin (2017) review

La nueva película del francés Xavier Gens tiene un aspecto visual tremendo, y funciona a múltiples niveles, sin embargo, los protagonistas son apáticos y el conflicto principal no acaba de centrarse, para finalmente acaba de una forma un tanto convencional y no menos forzada.
2017
/10
cold skin (2)

La adaptación de la novela de Albert Sanchez Piñol por Xavier Gens ha creado ciertas expectativas por la magnitud de la producción y el jugoso material de partida. Vendida como una obra lovecraftiana, en realidad no lo es tanto, salvo por la aparición de unas criaturas “profundas”. La trama, con un hombre que llega a una diminuta isla perdida con un único habitante que vive en un faro que es atacado por las noches por seres humanoides procedentes del mar es reminiscente, de primeras, a la obra del de Providence, pero en realidad, tiene más que ver con otro escritor de fantástico: Richard Matheson. Bueno, vamos a ser claros, la película es un repaso de la premisa de Soy Leyenda (I am Legend, 1954) cambiando vampiros por humanoides anfibios a os que sólo les falta gritar “Nevilleee” noche tras noche.

La dirección de Gens le coloca por delante de sus compañeros de generación precedentes de su país, y además permite que sus temas controvertidos (No es la única película de este año, junto a La Forma del agua, que aparece sexo entre humanos y anfibios) y sus apuntes gore se den la mano con los grandes angulares, buenos efectos especiales y una fotografía muy notable. En ese sentido es una rara avis. Da la impresión de ser una gran producción, pero no esquiva temas que no veríamos en un estreno de Hollywood así como así. En cierta forma hay un fantástico adulto, con ciertas aspiraciones y que no mira hacia otro lado pero es una pena que esta predisposición no se haya cristalizado en una pieza de más entidad.

Y es que ya sea bien por el material de partida, bien por su ejecución en pantalla, se dejan notar unos cuantos problemas que parecen menores a la luz del deslumbrante diseño estético, pero conforme avanza quedan al descubierto. En primer lugar, el protagonista principal tiene algo que hace que no acabemos de comulgar con sus decisiones. La interpretación algo apática no ayuda, tampoco el amigo-enemigo que hace en la isla despierta un interés especial, ni siquiera en la descripción de su enfermiza relación con una “profunda”. El delirio llega cuando la cosa se va transformando en una especie de triángulo y una supuesta obra de terror se va convirtiendo en un remedo de El lago azul (The Blue Lagoon, 1980) con criatura.

La trama va sumando,  se van descubriendo cosas ocultas sobre los personajes conforme avanza, y se va haciendo más absorbente hasta cruzar un punto en el que lo predecible se va convirtiendo en la única salida. La piel fría funciona cuando sus escenas de acción se hacen presentes. El asedio nocturno de los monstruos tienen sentido mientras dura el artificio, pero conforme se va dando paso a las revelaciones todo lo visto parece demasiado orquestado y preparado para crear momentos icónicos en la historia. Además, de modelar la plausabilidad a antojo, es sorprendentemente impostado a la luz del último acto.

De pronto la manera en la que se ha presentado el conflicto se cae por completo y el clímax resulta un apósito de otro tipo de historia que no estamos tan interesados en ver. Es decir, cuestiona todo lo visto y además da la puntilla final al texto de Matheson por si no había quedado claro. Las intenciones son buenas y la apuesta estimable, pero quizá la historia no necesitara tanto despliege, y un enfoque centrado en el prometedor inicio, con menos ambiciones habría resultado más efectivo.  Entrar en la calidad o no de la obra que se adapta está de más, pero la resolución de la historia es su mayor debilidad, desde el material de partida a su visualización en imágenes.

Curiosidades sobre la película

Dentro de poco tendremos algunas curiosidades

Fotogramas