IT Chapter 2 (2019) review

169 minutos
EE.UU.
IT Chapter 2 es un complemento desmesurado, frenético, repetitivo y alucinante de la primera película. Una matrioska grandilocuente en donde caben varias películas en una. Por una parte una adaptación airosa de la novela de Stephen King, por otra una secuela inédita de ‘A Nightmare on Elm Street’ en la que los protagonistas realmente nos importan, un cocido desaliñado e inabarcable lleno de metáforas, sorpresas, y problemas que se compensan con un festín para el adicto al cine de terror.
2019
8
8/10
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Las casi tres horas de la continuación —que no secuela— de IT
(2017), la película de terror más taquillera de la historia del cine, pueden
parecer demasiado tiempo, pero lo cierto es que, como adaptación de la célebre
novela de Stephen King, se sigue quedando corta para captar todos los aspectos
que rodean el mundo de Derry, el club de los perdedores y el payaso Pennywise.
Pero asumir que una novela de 1500 páginas puede ser representada en el cine
con fidelidad es un poco utópico, irreal o ingenuo, por lo que la mejor forma
de afrontar esta dupla del argentino Andy Muschietti es tratar de asumirla como
lo que es, un blockbuster de terror sin
domesticar a todos los efectos, una traslación gráfica de los temas y escenas de
un libro complicado, con pasajes que serpentean, se abren y no vuelven, se revuelven
y se pierden.

Por ello, empecemos con honestidad, It Chapter 2 (2019) no
resulta una película concisa, sino deslavazada, aparatosa e incluso torpe en
muchos momentos. Un desbarajuste que roza el desastre en ocasiones y que puede
ser machacada por muchos flancos por la crítica más gourmet o el espectador
medio que pida una lógica tradicional a la narración. Sin embargo, muchos de
esos baches pueden achacarse también a la novela y su naturaleza episódica,
pero, quitando la pobre labor en el guion del nefasto Gary Dauberman —compensada
en parte gracias a que todo parte de una buena novela—, los problemas de la
estructura no son un impedimento para disfrutar de lo que la película quiere y
busca ser en realidad: un equivalente a los eventos de fantástico que han
cambiado el panorama de los multicines desde la trilogía de Lord
of the Rings
(2001-2003) a la resurrección Star Wars o Marvel, pero
aplicado al terror. Es decir, algo que todavía no habíamos presenciado en una
sala Imax.


Si King ha declarado en ocasiones que su literatura es el
equivalente a “una hamburguesa con queso y una montaña de patatas”, entonces su
novela IT (1986) es una barbacoa de
carne roja sin mesura y su adaptación ha resultado ser lo más parecido a entrar
en un buffet de comer hasta reventar desde pizza, churrasco a pasteles
hipercalóricos. Muschietti ha aprovechado el éxito de la anterior para echar
todo el bife en el asador sin ningún tipo de mesura, jugando sobre seguro con
la máxima de la cantidad sobre la proporción, de satisfacer a los fans, con el
propósito firme de no decepcionar. Y bajo esta condición ha barrido con
cualquier traza de sutilidad, pero a cambio nos reta a un exhaustivo viaje de
terrores y espantos diseñados desde el imperativo visual, un carrusel
inabarcable de seres morfológicamente imposibles, de proporciones erróneas,
viscosidades y monstruos que viven en el imaginario de John Kenn Mortensen y
Junji Ito, que evocan a un tiempo en el que el terror se basaba en el monstruo
y en lo bien imaginado que este estuviera.Y aquí hay criaturas imposibles, seres salidos de la creatividad
de un director ávido de imaginería grotesca y surrealista muy alejada de lo que
acostumbramos a ver en el terror hecho con gran presupuesto y, sí, en muchos de
ellos se abusa del cgi, aunque pese a lo que pueda parecer, en la mayoría de
ocasiones está bien integrado, renderizado y mezclado con una cantidad de
prostéticos y esculturas que el espectador no sabrá y discernir cuál es cuál. Hay
jump scares, pero bien acompañados de
una construcción previa, algunos momentos de terror tradicional y otras muchos
de pura fantasía macabra, de muestrario de feria retorcido, putrefacto,
enfermizo y pringoso. No da miedo, pero es un auténtico festín con espíritu de
película de los 80 que los que no estén interesados en un pasaje de la bruja de
estas características aborrecerán. Para los que añoraban una buena secuela de A Nightmare
on Elm Street
(1984) puede ser la película que les dé esperanzas para
que New Line se decida a buscar un nuevo camino para resucitar a Freddy Krueger.


De hecho, el Pennywise de It Chapter 2 es más Freddy que Bob Gray en muchas de sus
apariciones. Ahora que los niños han crecido, no es tanto una presencia
siniestra, oscura, como un maestro de la realidad que es consciente de que ha
sido vencido, que actúa como cebo y revulsivo. Pese a ello, tiene momentos en
los que se muestra temible como un tiburón blanco, desde el escrupulosamente
fiel prólogo con Adrian Mellon a las escenas en las que se come a niños —una de
ellas nueva, en la que se demuestra lo bien que entienden sus creadores a
Stephen King, rescatando pasajes de Salem’s Lot (1979) aplicados a una
niña—. Ahora no busca aterrar para comerse a los perdedores, sino que quiere
que se vayan. Sustituye su propio miedo al grupo con un sentido del humor
achacable al cuerpo de payaso que ha adoptado, todo su plan es un intento de
asustar más fácil, obvio, más evidente, pero el regreso del club de los
perdedores a Derry se convierte en un escenario de límites difusos entre la realidad
y su percepción alterada, como un pueblo en el que la memoria, el tiempo y el
espacio se ven imbuidos en un conglomerado indistinguible.La confusión narrativa del carácter episódico del segundo
acto se acaba convirtiendo en un agente de la cualidad onírica del conjunto.
Tanto que a veces parece que tiene que ver con películas italianas de los
ochenta como Paura nella città dei morti viventi (1980), en donde todo un
pueblo embrujado es el escenario de escenas de horror inconexas, donde la
ausencia de un sentido tradicional de comunión secuencial se acababa convirtiendo
en un sello de identidad de Lucio Fulci, y la errática costura de set pieces provoca una experiencia
surreal, puede que sin ser su intención, pero al fin y al cabo desorientadora.
Esta voluntad, sin embargo, sí se deja ver en el episodio del primer ritual de
Chüd, en el que Mike Hanlon se convierte en el William Hurt de Altered
States
(1980) y protagoniza una de las secuencias más alucinógenas y
alucinantes del film, la visión de la llegada de ESO a la tierra, algo saturada
de golpes de montaje, pero muy creativa y eficiente para sustituir el excesivo
episodio del agujero de humo de la novela.


Hanlon es el personaje más cambiado, pero afortunadamente
tanto él como el resto tienen una conexión orgánica con el reparto de la
primera mitad. La presentación de todos ellos se hace en un primer acto
apresuradísimo, un resumen de una parte muy extensa y pesada en el libro que
agradece el ritmo, pero que podría beneficiarse de algunos minutos extra en una
versión extendida. Escenas que podría dar pereza revisitar a los veteranos de
la miniserie de los 90, como la cena en el restaurante chino, son resueltas con
la confianza de que hay un gran reparto detrás, con el mencionado Bill Hader
como Ritchie Tozier robando protagonismo al resto. Eddie parece el mismo niño,
pero crecido—brutal el detalle de que su novia esté interpretada por Molly
Atkinson— y el actor que hace de Ben (Jay Ryan) encarna la belleza del patito
feo con el punto e ternura esperable en un patoso adorable.Sin embargo Bill
(James McAvoy) tiene menos fuerza de la esperada, para bien teniendo en cuenta
que la película trata de ser una experiencia coral, en donde no todos tienen la
misma suerte pero en donde el grupo es tratado con un mimo y un cariño que
trasciende las apreciaciones de libreta del cinéfilo purista y se entrega a la
complicidad epidérmica que tan solo consiguen películas fenómeno como IT. La
camaradería emocionante de Richie y Eddie, el triángulo de Ben, Berverly—
estupenda Jessica Chastain— y Bill, o el tratamiento de Stan dentro del grupo
son tan básicas como efectivas. La presencia de Henry Bowers es minimizada y
pese a que toda la secuencia de su presentación es una maravilla—mostrando,
junto a otras en la película, que las transiciones de Muschietti le certifican
como un gran narrador visual— el resto de sus apariciones son más olvidables.


La conclusión de este gran relato es como una matrioska en
donde dentro de una película se alojan secuelas de Elm Street, homenajes a The
Thing
(1982) —o Hiruko the goblin (1991), según se
mire—, a The Shining (1980), a la antigua miniserie, a Stephen King como
el Stan Lee del terror americano, el horror cósmico de lovecraft como una
odisea emocional, el verdiazulado inframundo gótico del Ercole al centro della terra (1961)
de Mario Bava, la aventura fantástica de Spielberg y el reflejo especular de
momentos de la primera película como estudio de la realidad del adulto, la
superación de los traumas, y el tema más importante de la novela: el poder de
la imaginación de la infancia y la amistad como energía para el resto la vida.
Puede que muchos de estos temas se toquen de forma pueril, cursi o burda, pero
están dentro del ADN del texto original y tocan esa fibra incorruptible de las
emociones más primitivas, con un tacto poco menos que de un gigante en una casa
de muñecas, pero tan primario y efectivo como un susto o un abrazo. Algo que el
libro consigue proponiendo un texto con la fuerza de los cuentos para niños,
dedicado a los adultos. Fiel a este, con cambios que funcionan mejor en el
cine, otros quizá no tanto. Excesiva, para lo bueno, lo malo o lo indiferente,
no todas sus apariciones funcionan de igual forma, otras se olvidan, otras se
recordarán en posteriores revisionados, porque no solo es imposible asimilarla
en uno solo, sino que es una de esas obras destinadas a perdurar en pases de
noche de difuntos. It Chapter 2 es el
Juegos Reunidos del cine de terror,
que no se entiende sin su primera parte —a pesar de sus redundacias por ser
creadas por separado— y que junto a ella supone la experiencia de cinco horas
—a la espera del director’s cut de seis y media— más épica, ruidosa, delirante,
indisciplinada y visualmente hermosa que se ha concebido nunca en el cine de
terror. Jorge Loser

Curiosidades sobre la película

Dentro de poco tendremos algunas curiosidades

Fotogramas