Si hay alguien que haga bien un thriller policial, ese es David Ayer. El director no necesita sobreexplicar su mundo de agentes en pareja. Lo demostró en Si hay alguien que haga bien un thriller policial, ese es David Ayer. El director no necesita sobreexplicar su mundo de agentes en pareja. Lo demostró en Training Day (2001), y lo acabó de definir con (2001), y lo acabó de definir con Harsh Times (2005). Nadie como él para describir el día a día de las fuerzas del orden de Los Angeles, con sus tramas de corrupción asimiladas con pocas notas de guion y un mundo de bajos fondos que parece conocer como la palma de su mano. Con Bright no ha hecho una película diferente, tan solo ha añadido algunos elfos, algunos orcos y una varita mágica. Pero no se diferencia mucho a ellas.
Es cierto que el (supuesto) guion de Max Landis no es tan auténtico como los de Ayer, pero quizá los prejuicios contra ella están evitando ver que esto no es un ambicioso cruce entre y Es cierto que el (supuesto) guion de Max Landis no es tan auténtico como los de Ayer, pero quizá los prejuicios contra ella están evitando ver que esto no es un ambicioso cruce entre y Sin Tregua (End of Watch, 2012) y (End of Watch, 2012) y Warcraft, sino una propuesta de objetivos mucho más modestos y terrenales, casi como cualquier Buddy Movie al uso. De hecho, la comparación más ajustada sería una especie de De hecho, la comparación más ajustada sería una especie de Alien Nation (1988), con orcos y elfos en vez de extraterrestres. Pero quitando la obvias similitudes como películas ochenteras tipo (1988), con orcos y elfos en vez de extraterrestres. Pero quitando la obvias similitudes como películas ochenteras tipo Gnomo Cop (A Gnome Named Gnorm, 1990) esto es más parecido a una obra de autor.
Es decir, la película tiene los pies en el suelo, no es un espectáculo loco de CGI, todas sus escenas de acción tratan de ser físicas, tangibles y realistas, dentro de lo que puede ser realista una película con orcos barriobajeros cantando hardcore y grindcore. Es decir, el universo Bright establece su dinámica del señor de los anillos en pocas pinceladas. Piensa en una de esas series animadas de televisión como establece su dinámica del señor de los anillos en pocas pinceladas. Piensa en una de esas series animadas de televisión como Bojack Horseman (2013-2017) en las que las reglas del juego incluyen animales que hablan y convivencia entre especies sin dar ninguna explicación. Aquí, a través de un montaje de hip-hop e imágenes pintadas en aerosol en las calles de LA, cuando acaban los créditos de inicio realmente sabemos todo lo que necesitamos saber. Parece que vamos a presenciar un remake de (2013-2017) en las que las reglas del juego incluyen animales que hablan y convivencia entre especies sin dar ninguna explicación. Aquí, a través de un montaje de hip-hop e imágenes pintadas en aerosol en las calles de LA, cuando acaban los créditos de inicio realmente sabemos todo lo que necesitamos saber. Parece que vamos a presenciar un remake de Colors: Colores de guerra (Colors, 1988) con la única diferencia en que hay un sistema de clases añadido al de negros, hispanos y blancos.
Aquí, los elfos son el 1%. Son los pijos, actores glamurosos y la élite política. Mientras, los orcos son los oprimidos, odiados por una sociedad que los culpa por una decisión tomada miles de años antes. Tienen trabajos menores y se juntan en pandillas y ghetos para sobrevivir. Mientras tanto, los humanos están atrapados en el medio, jugando a dos bandos, esperando evitar una guerra mística en la que probablemente no sobrevivirían. También hay hadas, pero son mayormente tratadas como insectos molestos. Hay unas cuantas reglas que se dan por hechas mientras la historia se va desarrollando y, eso, en una película fantástica es de agradecer.
El tono, por una parte es de película adulta, coherente con el estilo de Ayer, pero su mirada al género le da un aire de cómic juvenil, sin más pretensiones que jugar un poco con las reglas del policíaco de bajos fondos típicos del autor. La clave, en realidad está en los actores. Will Smith es Ward es un humano policía opuesto a lo que hemos visto en su saga El tono, por una parte es de película adulta, coherente con el estilo de Ayer, pero su mirada al género le da un aire de cómic juvenil, sin más pretensiones que jugar un poco con las reglas del policíaco de bajos fondos típicos del autor. La clave, en realidad está en los actores. Will Smith es Ward es un humano policía opuesto a lo que hemos visto en su saga Dos policías rebeldes (Bad Boys, 1995), un tipo más bien antipático que saca al actor de su habitual registro. Pero el que brilla es Joel Edgerton, irreconocible hasta que comienza a hablar, como Nick Jakoby, el primer y único orco de la fuerza policial. Los otros policías lo odian, e incluso los demás orcos le desprecian por haberse vendido. Lo llaman «sin sangre», un término que significa que fue criado por humanos y no se ha iniciado en ritos orcos o algo así. Ni siquiera Ward, después de recibir un disparo de un orco, que más tarde escaparía por culpa de Jakoby confía en su compañero.
Edgerton compone a un personaje bruto, ingenuo pero noblote y de buen corazón, como si su personaje de Edgerton compone a un personaje bruto, ingenuo pero noblote y de buen corazón, como si su personaje de Loving (2016) fuera una criatura, pero es capaz de darle matices violentos que le hacen más complejo de lo que pudiera parecer por sus rasgos de monstruo de película de espada y brujería. Él es el corazón de la película.
Por supuesto, ya hemos visto esta historia, los compañeros, discuten y pelean, pero una amenaza compartida los unirá. Esa amenaza son una raza de elfos rebeldes que dan bastante mal rollo, una especie de terminators del mundo mágico. El macguffin es una varita mágica (que podría ser una maleta llena de cocaína en cualquier otra película), que solo pueden agarrar sin explotar los seres mágicos, los bright. Una elfa buena hace las veces de Milla Jovovic en El quinto elemento (The Fifth Element, 1997) y es el motivo por el que les persiguen, por lo que se convierte en la típica película de protección de un testigo con todo el mundo en contra. Y lo hace sin mella, con ritmo y sin salidas de tono que la hagan peor que otras de su estilo, tengan o no tengan seres mitológicos.
Es fácil burlarse de Es fácil burlarse de Bright, no creer en su canon, si eso es lo que uno va buscando, pero lo cierto es que lo desarrolla coherentemente a unas reglas internas que la hacen fascinante si decides entrar sin prejuicios. Sus alegorías sobre el racismo, la igualdad y la justicia penal están por debajo, son el trasfondo en el que sucede todo, no se nos intentan predicar constantemente. Es fácil hacer las analogías porque en realidad es una sátira cristalina, más si has visto cualquier otra obra de Ayer. Nada de eso es nunca impedimento para distraernos de la persecución, manzana a manzana, esquivando enemigos de varias especies, con escenas de acción enérgicas y emocionantes, y frases divertidas de guion que indican que no llega a tomarse a sí misma demasiado en serio.
El mayor problema es que en ese flujo de secuencias briosas se van introduciendo algunas píldoras para dar cuerpo a su mitología, sin darse cuenta que cuando mejor funciona la película es cuando no explican cómo se llegó a esta versión de la Tierra Media de la costa oeste. A veces hay divagaciones y el excesivo diálogo expositivo sobre los Señores oscuros que distraen de la trama de supervivencia a la noche de Jakoby y Ward. Afortunadamente no son demasiados y al final sirven para crear la posibilidad de hacer alguna película más dentro del universo, lo cual tiene sentido porque Bright, con sus casi dos horas, se percibe como un aperitivo de lo que puede llegar a ser. Pero es una aperitivo violento, con sangre, fuego, magia y cargadores de balas volando, con ritmo y personajes que quieres volver a ver. Bastante superior a lo que acostumbra a ofrecer los originales de Netflix. Una combinación de los clichés del nuevo policial más callejero que conocemos con el fantástico que resulta en todo momento creíble y entretenida. Un gran y rotundo sí.