En un año con unos cuantas películas de asesinos, Damien Leone se consagra como ingeniero técnico del gore en el regreso de Art The Clown, cumpliendo con un buen puñado de muertes hiper salvajes pero dejando muestras de fatiga y una notable pérdida de frescura respecto a la anterior entrega. Con todo, es una buena tercera parte que ha sido un fenómeno en sí misma, logrando más 50 millones de dólares en todo el mundo con un presupuesto de 2 y estrenándose sin calificación, superando a los 55 que logró en su día Dawn of the Dead (1978). De hecho, aquí el director perfecciona sus alucinantes efectos especiales gore para tomar el testigo del propio Tom Savini, dejando dos secuencias, la inicial y la de la ducha, para los anales del slasher sobrenatural. Una lástima que le reste tanto que muchas otras escenas estén bastante descompensadas, además de que Art ha perdido un poco de chispa y a veces está un poco repetitivo, y quizá se echan en falta algunas sorpresas como su café infernal y sus canciones.
Hay una dicotomía entre el splatter festivo y los momentos dramáticos que, si bien ya existía en Terrifier 2, aquí no tiene la catarsis final, que transformaba a la protagonista en una heroína, y acababa justificando las escenas de flashback con su padre fallecido. Aquí esa dualidad no funciona igual, quedando una pugna de dos películas muy diferentes. Incluso hay momentos de Art con su nueva amiga que caen en el tedio, por muy bizarras que sean, con lo que la película mejora cuando supedita su violencia al puro grand guignol y el espectáculo de la sorpresa en el gag gore, mientras Leone abraza el espíritu Herschell Gordon Lewis de la anterior. Incluso sus momentos de sadismo más premeditado tienden a un mohíno protocolo torture porn que está un poco fuera de las ondas de diversión pop que sí logra otros momentos. Su falta de clímax deja a esta tercera entrega en un lugar de punto de bisagra, el enfrentamiento entre Lauren LaVera y el payaso es testimonial y lleva a un anticlímax con cliffhanger, como si fuera una serie, que deja, eso sí pequeños atisbos de un viaje al infierno que prometen un final de la saga brutal.