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The Nun (2018) review

Apenas un año después de la segunda parte de «Anabelle», llega otro «spin-off», esta vez de «Expediente Warren: el caso Enfield», que supone una ampliación del universo de los Warren con una historia de terror gótico de tintes clásicos en un convento de Transilvania que explica el origen del demonio Valak.
2018
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Aunque la fórmula del cine de terror sobrenatural reciente comience a dar algunos síntomas de agotamiento, la marca de James Wan sigue funcionando de maravilla a nivel comercial. Solo hay que comprobar como la segunda parte de Anabelle llegó a amasar más de 300 millones de dólares con apenas 15 de presupuesto. Por ello, no es extraño que sigan anunciando proyectos basados en algunos de los personajes espeluznantes que han ido pasando por la franquicia madre, Expediente Warren. Esta vez le toca el turno a la siniestra monja que atormentaba a Lorraine Warren en su casa. Uno de los añadidos más acertados a la segunda entrega que también invitaba a una suerte de hombre del saco extraño que también tendrá su propia película. Dicho esto, ¿Puede Warner mantener el interés de la saga reutilizando la fórmula una y otra vez?

El gran inconveniente es la confianza absoluta en el guionista asalariado de la casa, Gary Dauberman, muy propenso a abaratar la calidad de los sustos y reciclar momentos de las mejores muestras del universo sin ningún pudor. Suyo es el libreto de La monja, una entrega que busca un tono más oscuro y gótico emplazando la acción en Rumanía en los años 50. Además, detrás de la cámara se encuentra Corin Hardy, el director de la interesante The Hallow, sobre el mito medieval de los duendes que secuestran y cambian bebés humanos por su propia progenie. El irlandés asegura que su película sorprenderá a los espectadores que «se han acostumbrado a las casas embrujadas y se han olvidado de los cementerios, niebla, linternas, castillos, cavernas y conventos. El horror clásico de Hammer estaba cargado de todo ello, pero no se ve tanto recientemente, y menos de esta manera», segúnd comentó a la web «Dread Central».

Hardy acierta al apuntar que el contexto actual está demasiado absorbido por la fuerza centrífuga de los sustos dentro de texturas fantásticas en las que todo es posible. Sin embargo, por lo que se muestra en los tráileres, se puede apreciar el mismo gusto por la construcción de set pieces para rizar el rizo y volver a pillar al espectador desprevenido. En las películas de Hammer, parte de esa atmósfera gótica se decantaba lentamente y sin estridencias, algo impensable en propuestas de multinacionales como Warner. No obstante, sí que hay un vacío en ese tipo de emplazamientos góticos, y en el cine de género «el escenario es un personaje en sí mismo y dominarlo es todo un desafío en el rodaje. Trabajar en el monasterio es mucho más difícil de lo que parece. Hay corredores estrechos y giros inesperados y la logística se complica pero al mismo tiempo es excitante y extraño. El CGI no puede competir con los túneles subterráneos, cementerios nocturnos y cavernas. Basta apagar las luces, encender una vela y ya obtienes una atmósfera increíble».

Monjas poseídas y abadías con secretos relacionados con el maligno, La monja es la versión mainstream de todo un subgénero de conventos diabólicos de cine con ejemplos como Satánico Pandemonium (1975) y sus pulsiones sexuales bajo el corsé religioso, un clásico de terror mexicano con monja poseída que trae la desgracia a un convento. L’altro Inferno (1980) es todo un precedente italiano, con la muerte de una monja en un convento cuya investigación se lleva a cabo por un cura enviado allí. Mucho más potente era Dark Waters (1994), sobre un convento de clausura en una lejana isla que esconde secretos terribles, cultos lovecraftianos y terror a la italiana. La divertida The Convent (2000) tenía a un grupo de universitarios que van a un convento abandonado para descubrir que está habitado por monjas diabólicas que intentan poseerlos.

 

El otro infierno

La monja está ambientada en 1952, en un monasterio de clausura en Rumanía, unos tres años antes de los sucesos de Annabelle: La creación, que tenían lugar en 1955. Cuando una joven monja se suicida allí, el Padre Burke (Demian Bichir), un sacerdote con un pasado tenebroso como cazador de demonios y la Hermana Irene (Taissa Farmiga), una novicia a punto de tomar sus votos, son enviados por el Vaticano para investigar. Juntos descubren el profano secreto de la orden. Arriesgando no solo sus propias vidas sino su fe y hasta sus almas, se enfrentan a una fuerza maléfica en forma de monja diabólica (Boonie Aarons) y la abadía se convierte en un campo de batalla de horror entre los vivos y los condenados.

La trama oficial podría ser la de una aventura más de los Warren, con la diferencia de que, en vez de investigadores seglares, estos pertenecen al clero, pero el punto de partida no es muy diferente. La casi obligada conexión con el mismo universo no tiene una aparente lógica, más allá de explicar el origen del demonio Valak. «Hubo momentos en los que pensé si debería intentar colocar al hombre torcido en uno de estos ataúdes», comenta Hardy, a quien no se le escapa la fijación de la franquicia por los elementos religiosos, siendo este episodio el más transparente en ese aspecto. «Me acerqué a esta religión de forma temática. Visualmente, quería asegurarme de que estuviese basado en la realidad el máximo posible, pero también, no quería empantanarme en ciertas áreas, y tampoco buscaba ofender a nadie ni buscar conexiones con el momento actual ni nada por el estilo». El resultado final es un desvergonzado y divertido resumen del terror nunxploitation que recupera localizaciones monásticas típicas de la Hammer bajo el formato de una aventura gótica protagonizada por el clero, la entrega más devota a la iconografía religiosa del universo Conjuring.

Curiosidades sobre la película

Dentro de poco tendremos algunas curiosidades

Trailer

Fotogramas

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